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Óscar Cervantes: Ganarle al ídolo

Actualmente entrena al senior y el junior femenino del CB Granollers: "Es curioso, pero, pese a que yo era un jugador ofensivo, mis equipos se basan en la defensa", confiesa

Óscar Cervantes, en el Breogán
© Óscar Cervantes, en el Breogán
  


Redacción, 17 Mar. 2015.- Óscar Cervantes fue, ante todo, un especialista en el triple. Y protagonizó una preciosa historia: tras ser subcampeón dos años seguidos del concurso del All Star, consiguió sacarse la espina en el tercero y ganarle a un jugador al que admiraba muchísimo, Brian Jackson, en Madrid-91.

Mark Davis le arrebató la victoria en Logroño-89 y Zaragoza-90, pero no perdió la ilusión y en 1991, en el Palacio de los Deportes de Madrid, se impuso en la final a Jackson, por entonces en el Magia de Huesca. “Era mi ídolo”, dice abiertamente Cervantes, todavía orgulloso de uno de los días más felices de su vida.

Empezó jugando al baloncesto en Cornellá de Llobregat y en 1985, con 16 años, le fichó el Real Club Deportivo Español, integrándole en una brillante generación en la que estaban también Edu Piñero, Manel Bosch o Santi Abad, entre otros. Era espectacular el descaro con el que jugaban aquellos chicos, que tardaron muy poco en desembocar, todavía juniors, en la máxima categoría.

El estreno de Cervantes se produjo en la temporada 87-88. Como blanquiazul fue consiguiendo cada vez más minutos hasta que en verano de 1989 se produjo un momento clave: la fusión entre Español y Granollers. Él fue escogido para continuar en el proyecto que se quedó, siendo un fijo las cuatro siguientes temporadas, hasta su final en la máxima categoría.

En Granollers se asentó a nivel personal. Era más bien un jugador de segunda unidad, siempre con el tiro exterior como aval. “Creo que el tirador se hace más que nace. Entrené mucho hasta llegar a tener el nivel que tuve en los triples”, afirma ahora, reconociendo, eso sí, sus problemas defensivos. “Físicamente no era desde luego un portento y tenía problemas. Mi objetivo era más bien meter más puntos que el jugador al que defendía”, cuenta, entre risas.

Esa fórmula no le dio malos dividendos, al menos a ojos del seleccionador nacional, Antonio Díaz Miguel, que le incluyó en la preselección para el Mundial de Argentina-90. Se quedó fuera de los doce definitivos, pero al menos pudo acumular dos internacionalidades en amistosos preparatorios. “Fue un gran orgullo”, recuerda.

Tras la salida del Granollers en ACB en 1993 estaría tres temporadas más en la máxima categoría, dos en el Breogán y uno con el Andorra, con el que sufrió un serio disgusto bajando en 1996. Acababan así 280 partidos en la élite, con 7,5 puntos en 20 minutos y un porcentaje del 38% desde 6,25. Se quedó en el Principado un año más en LEB y de ahí a Portugal, como tantos jugadores españoles de la época, en el Ovarense. Concluyó su carrera a nivel profesional en EBA con el Tarragona, aunque, tras un año “en stand by”, como define él mismo, cerró el círculo jugando una última temporada en el Granollers en la misma categoría (2001-02).

Tenía ya la cabeza en su futuro laboral y sacó adelante unas oposiciones en la Generalitat, pero no se desvinculó en absoluto del baloncesto. Le atrajo la idea de ser entrenador a nivel de formación. Actualmente, también en el CB Granollers, lleva el senior y el junior femenino: “Es curioso, pero, pese a que yo era un jugador ofensivo, mis equipos se basan en la defensa. Les insisto mucho a las chicas con este tema. Cualquiera que me vea ahora y sepa cómo jugaba yo, no sé qué pensará”. Sus dos hijos, Pol y Neus, siguen su estela en las pistas, “aunque son más de penetrar que de tirar”. Por cierto que Granollers es ‘ciutat del basquet catalá 2015”. En Óscar Cervantes tiene un histórico valedor.