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Pau Gasol... yo te vi jugar (80-75)

España no solo jugará por el oro. España no solo estará en los Juegos de Río. España no solo logró venganza. España, más bien, regaló un partido inolvidable y eterno gracias a un Pau Gasol de dibujos animados, que anotó 40 de los 80 puntos de su equipo con una recta final imposible. El planteamiento de Scariolo, el escudero Sergio Rodríguez, la presión francesa, la defensa de Reyes, la fe eterna de un equipo. La final era eso. El orgullo, también.

Foto EFE
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Redaccion, 17 Sep. 2015.- Querido nieto, ¿te suena el nombre de Pau Gasol? Ponte cómodo... te voy a contar una historia. Cuando las leyendas hablan, cuando los mitos son reales, cuando la historia se pasea ante tus ojos. Cuando el baloncesto te hace llorar. Cuando el tiempo se congela. Cuando Pau sonríe. Cuando Gasol decide. Cuando España gana.

La cancha, Serbia, Lituania o el mismísimo destino dirán si el color de la medalla de España es dorada o planteada, mas el Eurobasket, la Selección y el propio baloncesto FIBA ganó un clásico para recordar con este Francia-España pletórico, agónico, bello hasta cuando fue feo, eterno ya en el tiempo.

Francia arrancó mejor (17-20), España resistió al descanso (32-33), volvió a venirse abajo en un tercer cuarto (48-56) y resucitó en el acto final con un Pau Gasol imperial, mayúsculo, colosal, que en el mejor partido de su vida con la Selección Española remontó hasta 11 puntos de desventaja para darle la vuelta a un partido que Batum mandó a la prórroga (66-66).

En el tiempo extra, los galos, en un ambiente sin precedentes, rozaron la gloria pero nuevamente Pau Gasol, con 8 puntos seguidos por pura raza y orgullo, le dio la vuelta al partido en el que él solo metió la mitad de puntos (40) que todo un finalista europeo (80-75). ¡A la final!

Foto EFE
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Pau contra un país

El partido de las 48 horas. El de los recuerdos, el de las revanchas. El cruce de dos eras. El que empezó a jugarse con las declaraciones de Pau en mitad de la celebración del triunfo frente a Grecia. El de la réplica de Batum, el de la expectación en un país, en dos. Uno de esos que hasta la estrella más curtida sueña jugar, que saldrán tarde o temprano a la hora de rememorar una carrera, cuando los años pasen y aún retumbe el eco de la Marsellesa, del "Allez les bleus", de ese cuadro con 26.000 matices, uno por bandera, uno por luz, uno por persona, que algún pintor moderno se atrevió a dibujar en Lille.

"Aux armes, mes citoyens". Y el pabellón temblaba, motivando aún más a una España que pasó de una puesta en escena impecable en el plano defensivo a una sucesión de los mismos errores que la humanizaron durante este campeonato. Pau, siempre él, abría el luminoso, abría su partido más imborrable, y se echaba al equipo a su espalda desde el comienzo pero la efectividad atrás no iba de la mano del ataque. Ribas desarbolado, Rudy fallón desde el exterior y nadie sin dar un paso al frente para ayudar al de Sant Boi. Francia era lo contrario. Su estrella Parker dando tregua, los escuderos al poder. Entre ellos, un De Colo soberbio, excelso en el torneo, radiante sobre la pista, capaz de encadenar 7 puntos casi seguidos para encender la primera alarma de su rival (6-11, m.6).

Francia no solo buscaba puntos. Su lucha era psicológica, deseando dar un puñetazo en la moral española en cada oportunidad. Si Batum se quedaba solo en el contraataque, mate a una mano y gesto a la grada. Si la jugada estaba anulada pero Mirotic lanzaba, Diaw taponaba para incendiar la pista. Collet lanzando a sus hombres a la carrera, algo insólito, y España respondiendo solo con su plan A, B, C y hasta Z desde hace 14 años, un tal Pau Gasol que intervenía, literalmente, en cada una de las jugadas. Tapón a Diaw por aquí, canasta fácil por allá. 12 de los primeros 14 puntos salieron de sus manos (10 suyos, 2 regalados a Mirotic), anunciando la tormenta final. Y porque apareció el Chacho, en modo microondas, para acabar con su dictadura merced a varios chispazos de genalidad. Eléctrico, el base penetraba, asistía y hasta era capaz de acabar con la sequía desde el 6,75 (0/6 hasta la última jugada) con un triple desde Tenerife para que lloviera menos al final del primer periodo: 17-20.

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El placer de defender

Francia había marcado el ritmo sin que Parker hubiera hecho aún acto de presencia, dominaba el rebote y sumaba a la causa secundarios de lujo como Lauvergne o un Gelabale letal desde la media distancia. Sin embargo, la frescura de Sergio Rodríguez contagió a un Llull que, en los mejores minutos defensivos de España, empató por fin el encuentro tras una canasta de tres (22-22, m.13).

Aún así, la situación asustaba. Sin ningún punto de Parker, lo máximo que había podido hacer el cuadro visitante era igualar y la experiencia, la lógica (y Letonia, que le pregunten a Letonia) decían que la estrella gala se desquitaría bien pronto. 16 minutos tardó en estrenarse... pero de qué forma. Dos canastas con su sello, inimitable, volvían a colocar al conjunto local 6 arriba (25-31, m.17). Además, Gobert volaba para taponar a Mirotic y el ambiente infernal tenía aroma de despegue francés.

Otra vez lo impidió el de siempre. Pau, puro orgullo, evitaba los brazos infinitos de Gobert para ganarle el uno contra uno y mandarle tras su grito un mensaje a los suyos. Si había que caer, no podía ser ahora. Y Rudy asintió. Lastrado por sus problemas en la espalda, irreconocible en este campeonato, un minuto de inspiración del balear cambió el color del partido. 5 puntos seguidos, incluido un triple en contraataque, tras finta, puso por primera vez a España por delante (32-31). Francia replicó pero ningún español, a la hora de irse a vestuarios, sintió que el 32-33 del marcador sabía a derrota. La guerra de guerrillas, la belleza de la agonía, el placer de dos defensas. El partido estaba donde ellos deseaban. Empero, tocaba enfrentarse al maleficio del tercer cuarto. Y ese nunca les perdona.

Foto FEB
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De maldiciones y secundarios

El tercer periodo es eso que va entre el segundo y el cuarto y en el que España suele naufragar. La RAE ya tomó nota. Pero... ¿quién lo hubiera dicho después de sus primeros minutos? Mirotic replicaba el triple de Batum, Pau seguía bailando en la zona y Llull culminaba el contraataque para dejarlo, en el minuto 24, todo como había empezado (39-39).

No obstante, si en el anterior cuarto la agustia del despertar de Parker acechaba, en este la sensación era que, con esa tónica, el partido se teñiría de azul. Francia fallaba tiros, sí, mas arrasaba con su rebote ofensivo. Mirotic se perdía entre fallos infantiles y Pau, por más milagros que haga, no podía él solo contra un quinteto sin fisuras en el que todos sumaban. Lo hacía De Colo, incansable. Le seguía Parker con un triple para poner en pie al público de Lille (39-44, m.26). Y lo remataba Lauvergne con 5 puntos seguidos, los 3 últimos merced a un triple a tabla, para culminar un parcial de 1-12 y hacer saltar el partido por los aires en solo cuatro minutos (40-51, m.28).

España, aguerrida, a falta de acierto recurrió al orgullo. Gasol sumando tiros libres por su superioridad en la pintura, Claver arañando rebotes en ataque y la defensa subiendo enteros para amagar con la remontada. No resultaban suficiente respuesta al poder de los secundarios. Gelabale, con un triple y Lauvergne, con un semi alley-oop sobre la bocina para el 48-56, enfriaban la intentona. El calor ya lo ponía la grada. El fuego ya lo pondría Pau.

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El héroe aparece

Como en los cómics de buenos y malos, como los súper héroes que siempre acuden cuando se les necesita. Como los finales felices de Hollywood. Como la vida soñada, como el sueño vivido. Como un relato emotivo donde el ganador solo puede ser uno. La remontada solo la podía firmar él. Lo intentó el Chacho. Lo probó Mirotic. Y De Colo respondía sonriente, ignorando que la historia iba a llamar a la puerta.

Francia ganaba por 9 a falta de 6 minutos (52-61) cuando pidió el balón. Falta, dos tiros. Dentro, dentro. Repitamos. Falta, dos tiros. Dentro, dentro. Y vuelta a empezar. Rodríguez se colaba en su fiesta para poner a España a tres antes de que Pau se inventara la jugada que marcó el partido, que cambió para siempre el campeonato. Recibió fuera de la zona, amagó con el triple y penetró con todo, colgándose del aro a dos manos y lanzando uno de esos gritos que ganan partidos. Un grito por los Juegos, un grito por la final, un grito por su carrera, un grito por España. Mirada perdida, ojos en llamas. A uno (60-61, m.36).

A continuación, taponaba a Gobert y completaba la acción al otro lado de la pista con un gancho ochentero. 10-0 de parcial... ¡y España por delante! Parker aparecía por fin en el duelo de leyendas para adelantar momentáneamente a su equipo antes de que el propio Pau volviera a vestirse de Cisne Negro en la zona gala para el 64-63 a minuto y medio del final. Cuando, tras varias imprecisiones de ambos equipos, el Chacho puso a España 3 arriba (66-63), la final parecía en el bolsillo pero un triple de Batum y un tapón final de Gobert a Gasol mandaron el partido a la prórroga. Y no pudo haber mejor regalo que ese.

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Yo te vi jugar

Escribía Borges que el olvido es la única venganza, mas España no quería olvidar. No tras las semifinales perdidas en el Eurobasket 2013. Mucho menos tras la derrota frente a Francia en el Mundial 2014, "el Mundial de España", en aquella derrota que para muchos fue el fin de una era, el adiós de una generación dorada. No mientras a Pau le apetezca ponerse la elástica española y convertir cada partido en un recuerdo que contar.

La prórroga tuvo de todo. Disparaba primero Rodríguez, el mejor escudero posible en el infierno de Lille, y pronto respondía Diaw. Parker se inventaba una canasta y Llull replicaba desde el lateral (70-70, m.42). Que Rudy adelantaba a España, ahí estaba Batum para igualar, Gobert para dar ventaja a Francia y a Diaw para abrir una brecha de tres puntos (72-75) que, a minuto y medio del final, parecía una decena.

Pau, con síntomas evidentes de cansancio tras su escandaloso tercer cuarto, pudo dejarlo ahí. Nadie le hubiera reprochado nada. Nadie le hubiera puesto un pero a su exhibición. Nadie hubiera podido decir que ni él ni su equipo dieron la cara contra el hasta hoy campeón continental. Pero las leyendas no se construyen con la excelencia, las leyendas se construyen con lo imposible. Y, en la prórroga, exhausto y con 26.000 almas en contra y 5 tipos encima de él, Pau escribió una de las páginas más bonitas de su carrera para llevar a España a la final.

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Aquellos veranos en Varna o Lisboa. Su explosión en la Copa. Su crecimiento en Memphis. El rookie perfecto, su madurez perfecta. Medallas, anillos, reconocimientos. Un hueco en la historia. Y una guinda que no es tal, porque habrá más, porque Pau es Pau, y porque este es su equipo, su historia, su cuento de hadas, su pasión, su sonrisa y su reto. Su dichoso reto. Por eso las esperanzas aumentaron cuando Gasol volvió a tomar el balón y a forzar la falta. Por eso nadie dudó cuando fue una vez a la línea de tiros libres (74-75). Por eso todos creyeron cuando tras pase de Llull, en la siguiente acción, el catalán se colgó del aro para poner por delante a los suyos.

Y Francia, en ese momento, sintió lo que sienten todos los anfitriones de un Eurobasket desde Alemania '93. Y su público, en pie mientras volaba el tiro del errático Parker, tuvo que asistir en silencio, de esos que duelen y suenan más que el propio ruido, al mate de Pau Gasol tras rebote en ataque para poner a España 3 arriba en el mismo momento en el que superaba su mejor registro ofensivo jamás logrado con la Selección, sobrepasando los 37 contra China en los Juegos de Atenas. Por darle un toque más agónico, por darle algo más de drama al encuentro sin fin, Claver cometió falta mientras Batum lanzaba un triple a falta de pocos segundos para el final. El francés pudo empatar pero falló el primero y el segundo, errando deliberadamente el tercero. Un Prada a la francesa que acabó con el balón en las manos de España, que la bailó, la jugó y la disfrutó para entregarla a su dueño, su héroe Pau, para que su mate fuera metáfora -la victoria fue suya- y realidad (40 puntos) en el 80-75 definitivo.

Tercera final española en Francia, venganza consumada en tierra francesa, machada histórica en casa del campeón, cinco Eurobaskets seguidos con medalla, los Juegos de Río de Janeiro asegurados, una cita ineludible el domingo contra Serbia o Lituania para cualquier amante del basket, para cualquier amante del deporte. El abrazo del patriota y el apátrida, cuyas lágrimas supieron igual. Una página dorada más del baloncesto español y una historieta más que narrar, de esas que en cada relato ganan en detalles, ganan en emoción y épica, a tus nietos. Cuéntaselo mañana, grítalo siempre y repítetelo hoy, con ese pellizco en el cuerpo que solo tienes cuando la historia llama a tu puerta:

Pau Gasol... yo te vi jugar.