Crónica

Hanga apaga la pasión obradoirista (77-79)

¡Increíble! El Laboral Kutxa Baskonia ha vencido por 77-79 a un irreductible Rio Natura Monbus Obradoiro que estuvo a punto de la machada. Waczynski erró un tiro libre para empatar a 3,5 segundos y valió el partidazo de Hanga: 20 puntos y seis triples

 (ACB Photo)
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A Coruña, 19 Feb. 2016-. El Laboral Kutxa vuelve y vuelve a lo grande, venciendo por 77-79, con un esfuerzo agónico, a un Rio Natura Monbus inmenso que durante muchos minutos pensó que lo imposible era posible.

El 6-0 inicial de los locales fue respondido por un incontestable 4-24 baskonista de la mano de Causeur, Hanga y Bourousis. Los locales consiguieron nivelar el choque con su defensa en el segundo periodo y, una vez acabaron con su maleficio desde el 6,75, entraron de lleno en el partido (30-35, D), dándole la vuelta al choque en el tercer periodo (60-58), en el que los de casa vivieron su momento más dulce.

Sin embargo, Hanga siguió anotando triples, hasta la media docena, para entrar en la historia baskonista y para ponerle muy complicado el partido (70-75, m.39) a los de Moncho Fernández, que tiraron de orgullo para poder forzar la prórroga a tres segundos del final. Waczynski, el máximo anotador de la Liga Endesa, capaz de anotar los últimos 27 tiros libres en la regular, erró el tiro más importante y el sueño del primerizo acabó. Pero no su orgullo y su grandeza, para suerte de un Laboral Kutxa que pasa así más reforzado a semifinales.

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Tres actos para un estreno

Todos hemos tenido una primera vez, de esas que alguien dijo que nunca se olvidan. El primer día de clase, la primera cita, el primer trabajo. Hay tantas primeras veces como alicientes en esta vida. Y todos, para qué engañarnos, nos dieron respeto y miedo. Nos dieron curiosidad y nerviosismo. Nos dieron tanta ilusión como ganas de correr hacia el otro lado, algo parecido al comienzo del partido del Rio Natura Monbus, un compendio de todo, una mezcla de extremos.

Cómo corrían los anfitriones, qué locura de inicio. Brown anotando, Bendzius robando para encestar, Waczynski copiando al lituano. 6-0 en tres minutos, la emoción del Miudiño dibujada en pista. No obstante, en la Copa de los parciales, el que da segundo suele dar dos veces. Y con más fuerza. Causeur no es gallego pero nació en el Finisterre. Aroma celta del chico de Brest, la ciudad francesa devastada por las bombas en la Segunda Guerra Mundial. Reconstruida totalmente, dicen que la ciudad no tiene alma, que la reconstrucción le quitó el encanto. Quiza haya que buscar en Fabien, que muy pronto silenció el júbilo local encendiendo la grada baskonista.

Un par de recuperaciones seguidas, 6 puntos consecutivos y un triple de Adams antes de darle el relevo a Hanga. Llegaba el segundo acto. El húngaro, otrora descartado, otrora cedido, otrora sin sitio, y hoy tan básico y tan definitivamente clave en la maquinaria vitoriana, echó más hielo al conjunto obradoirista, que se perdía una y otra vez en ataque. El Laboral Kutxa, agresivo en defensa, cortando constantemente la línea de pase rival, se escapó por pura inercia, con Hanga anotando un triple para el +11 (8-17, m.7) para cederle el relevo a Bourousis, cuyo tercer acto pareció romper el partido desde su mismísimo origen.

Qué juego de pies en la zona, qué fuerza, qué presencia, qué temporada y qué forma de merendarse a un juego interior entero (10-24, m.9) para desesperación en la banda de un Moncho Fernández que deseaba salir a pista para quemar todo lo visto, rebobinar y pedir un nuevo inicio. La primera vez no era cómo había imaginado, como tantas veces pasa. Pero quedaba tanto para enmendarlo…

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La chispa del cambio

A veces, solo a veces, en plena dictadura del dato y del número, dan ganas de coger las estadísticas, mirarlas detenidamente, enrollarlas y tirarlas a la papelera más cercana, aunque sea para practicar la puntería. Porque los números dirán que Pozas no anotó o valoró negativo (-1) en su puesta en escena, mas el partido sabe, quién mejor que él, que el malagueño prendió la mecha del cambio de escenario y tendencia con su defensa, con su actitud contagiosa, con su fórmula para cumplir un sueño.

El Rio Natura Monbus era ahora el que mordía atrás. Y el Laboral Kutxa se olvidó de anotar, en sequía de tres minutos hasta que Blazic se colgó del aro. Sin embargo, el ataque local tampoco estaba para muchas florituras y pese a romper un despegue rival que parecía imparable, no podía ni siquiera pensar en remontar con solo cuatro puntos hasta el ecuador del periodo (16-28, m.15). Para más inri, Causeur volvía a encenderse y los triples seguían sin entrar. Hasta 9 fallados. Hasta 9 veces rechazado por un aro que se sintió celoso cuando el de Brown, al décimo intento, acarició la red para cambiar por siempre el partido. También entró el triple siguiente de Haws, Coliseum en llamas (26-30, m.18) para recordarle al Laboral Kutxa Baskonia que tenía y tendría rival.

Yusta iba mandando avisos, McGrath mantenía la intensidad y Pustovyi se colgaba del aro para liberar tensión y rabia, mas Hanga y Causeur no tenían ninguna gana de que creciera la esperanza obradoirista de cambio, la esperanza de semifinales, la esperanza de historia (30-35, D). "La presión es enorme, me encanta", diría instantes después el galo a las cámaras de M+ mientras se retiraba a vestuarios. Habría que pasarle por encima si alguien quería gesta. Y alguien quería gesta.

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Éxtasis obradoirista

Cuando, en la primera acción del tercer cuarto, todo el banquillo gallego se levantó para celebrar una simple pérdida de balón rival, el Laboral Kutxa supo con certeza que los nervios de la primera vez de su rival habían volado y ya iban por las Rías Baixas. No obstante, la sangre fría era la de Borousis. Hay novelas de King que dan menos miedo que ver al heleno recibir de espaldas, posteando, ganando la posición, dando mordiscos con su cuerpo hasta anotar con una facilidad que asusta, sacando además por partida doble el adicional (38-44, m.24). Mirada a la grada baskonista, cara seria, brazo alzado, índice señalándoles. Y vuelta a empezar.

El partido se volvió un múltiplo de tres de forma inesperada, lo que benefició al anfitrión. Del 2+1 de Bourousis al de Waczynki. Del triple de Hanga al de Bendzius. Y el propio Bendzius, tras un pase de un McGrath con más asistencias en ese momento que todo el Laboral Kutxa, acertando otra vez desde el 6,75 para desatar, ahora sí, la locura definitiva en Santi…A Coruña (49-47, m.26).

El "Sí se puede" retumbando en la grada. Triguero dando saltos en el centro de la pista mientras se dirigía al banquillo para el tiempo muerto. Y un equipo entero abrazado dispuesto a forzar a su rival hasta el límite para conseguir una plaza en semifinales. El propio Triguero, gladiador, puso 4 arriba a los suyos en la siguiente acción, encadenando 6 puntos para impotencia de un Laboral Kutxa que se estrelló en la zona rival, sobreviviendo por la magia de Hanga -y qué magia- y sufriendo la insolencia de la perla Yusta hasta el final del periodo (60-58). Cómo iban a sudar su pase a semifinales.

Bourousis palmea el rebote (ACB Photo)
© Bourousis palmea el rebote (ACB Photo)


Hanga contra la Historia

Es complicado jugar siendo favorito. Es complicado cuando todos te dicen que tienes mucho que perder, cuando una hipotética victoria no se valora como se merece, cuando una derrota es el fin del mundo. Y qué complicado jugar contra un rival que no lucha por una victoria, ni siquiera por unas semis, sino por la historia, por la hemeroteca por y el dichoso tiempo. El Laboral Kutxa, a diferencia de Valencia Basket y Barça Regal, y en un contexto aún más complicado, supo estar a la altura con agónico esfuerzo.

Rugía el Coliseum con el tiro en suspensión de Haws. Rebotaba en la grada baskonista el grito tras el triple de Adams. McGrath cambiaba de bando el ruido, Hanga lo pintaba de blaugrana (65-65, m.36). Cada acierto rival tenía réplica. Cada fallo, también. El Rio Natura Monbus casi rompe la dinámica con un triple de McGrath y otro de Bendzius que se salió del aro. Y ahí, entonces, el monstruo baskonista se hizo más grande que nunca.

Su padre, de Guinea Ecuatorial. Su madre de Hungría, donde siempre fue el rey. Monárquico y tirano, dominante e hipnótico, Hanga volvió a asumir el mando en el peor momento baskonista para anotar un triple de récord, el sexto, el que le hizo entrar en la historia baskonista, el que cambió de forma definitiva un encuentro que murió con tanta grandeza como nació y creció. Cuando Causeur corrió para abrazar en el suelo a Adams tras su 2+1 a falta de minuto y medio (70-75), todos pensaron que el partido era baskonista, salvo doce locos con franja celeste en el pecho, primerizos y románticos, guerreros y soñadores.

Por la historia, por el pasado, por el futuro, por el cañadoiro, por Tonecho, por los años en el limbo, por la historia, por el básquet, por la Copa. Y hasta por el rival, un Laboral Kutxa engrandecido aún más por el tamaño del derrotado, que lo intentó hasta el último segundo.

Haws les puso a tres. Brown a dos. Más tarde, el propio Alec a uno. Y Waczynski pudo terminar la escalera y empatar el partido desde la línea de personal, a falta de tres segundos. Sin embargo el polaco, con toda la presión del Coliseum, de Sar y de Galicia entera sobre su muñeca, lanzó el peor tiro libre de su carrera para que el choque se le fuera para siempre a su Rio Natura, que vio con impotencia a continuación cómo Causeur anotaba un tiro libre (77-79) y cómo el balón dividido tras su fallo en el segundo acabó en lucha. Y la flecha marcaba derrota. La maldición del anfitrión. El regreso de un clásico. El Laboral Kutxa va a por la Copa.