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El abrazo de bronce (93-85)

Marc Gasol (25) lo preparó, Sergio Rodríguez (16 puntos, 9 asistencias) lo culminó y Pau Gasol (26-10), tenía que ser él, envolvió en bronce el último regalo de España a su leyenda Navarro. 93-85. Una medalla sufrida, que cobrará valor con el tiempo, un final poético y un abrazo para recordar. Esta es la historia del España-Rusia

Foto FIBA
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"Y se fue por el mundo a buscar bronce, pues solo en bronce podía concebir su obra"
Oscar Wilde. Poemas en Prosa. "El artista"


Redacción, 17 de septiembre de 2017.-
El mundo se paró con aquel abrazo, cuando de repente comprendimos que no habría otro, que no habría más. Pau Gasol y Juan Carlos Navarro. Juan Carlos Navarro y Pau Gasol. La pareja de oro, la primera y segunda acepción de Baloncesto en esta tierra. Juntos otra vez. Juntos con otra victoria. Juntos con otra medalla, la novena de España en los últimos diez Europeos, con tres oros, tres platas y tres bronces, como si hasta en eso hubiera poesía.

España acababa de derrotar por 93-85 a una Rusia víctima en el arranque, con un Marc Gasol sensacional durante la primera mitad y un Rodríguez que nunca estuvo dispuesto a quitarse el disfraz de mago durante este campeonato. La magia del canario y la solidez en la pintura del pívot daban media presea al actual campeón al descanso (45-28), antes de que los de Bazarevich tiraran de orgullo para meterse en el partido en el tercer cuarto (66-55) y llegar a ponerse a dos (78-76, m.38) cuando el balón más quemaba.



En ese momento, Pau Gasol volvió a vestirse de leyenda para que su amigo se quitara por última vez la camiseta española en el pódium, medalla al cuello, mirada al infinito, mientras cada aficionado volvía a sentirse vacío y un poco más mayor al ver que ni las leyendas aguantan el pulso a los años, a pesar de que Navarro buscó consuelo en su última jugada con la Selección, ya con el balón reemplazado por un micro:
- "Ha sido un placer. Estad tranquilos... hay selección para rato".

Un equipo de pie

Más allá del naufragio de 2014, casi todos los análisis coinciden en encontrar el punto de melancolía en la época dorada de la Selección Española en aquella derrota en la final de 2007 contra Rusia, ese 'Holdenazo' de sangre y astillas que dejó sin oro a España. Una década más tarde, con tiempo y perspectiva, si es que alguna vez dejaron de ser lo mismo, si hay un lunar en la trayectoria de este equipo que soñó e hizo soñar, fue aquel Eurobasket de 2005. El único de los diez últimos torneos continentales sin medalla al cuello. La bofetada de Dirk en semis. El no poder levantarse, el no saber, en el mal llamado encuentro de consolación: ¡98-68 contra Francia! El no encontrar aliciente en un bronce, la única medalla que se desprecia en la previa, se disfruta en la ceremonia y se acaba celebrando toda la vida.

El bronce es ese amor que se te escapa en el último momento pero que, antes de irse, te da su número de teléfono. No lo tires. No lo olvides. Los bronces de ayer son los oros del mañana, son el platino a tu trayectoria. Y España, quizá por dedicárselo a Navarro, quizá por dedicárselo a sí misma, salió mucho más dispuesta a vestirse de metal que una Rusia que dejó sin guinda su gran torneo, su regreso a los focos. Pau marcó la senda desde la primera jugada, San Emeterio captó el mensaje con cinco puntos seguidos y cuando Marc empezó a implantar su dictadura en la zona rival, el luminoso ya marcaba un 11-3 que marcaría gran parte del encuentro. Habían pasado solo tres minutos.

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"Hay un hombre que lo hace todo en Rusia, hay un hombre en Rusia que lo hace todo", cantaría Astrud si hubieran conocido antes a Shved, uno de esos casos en los que cuesta encontrar la frontera entre la grandeza de un líder y lo negativo de tan absoluta dependencia al instinto de un genio para el resto del conjunto. Ocho puntos con su firma contenían el ímpetu español (15-10, m.8), representado en cada arrebato de Marc Gasol. El pívot, simplemente superior a cualquier semejante en su camino, elevaba la renta a nueve (19-10, m.9) y ni siquiera el postrero triple de Zubkov inquietaba a Chacho Rodríguez, tanta frialdad para el 21-13 final del cuarto desde seis metros, como fuego a partir de ese momento. Si quedaba alguna duda tras el varapalo del jueves, el equipo estaba en pie. Y nunca ya dejaría de estarlo.

El deseo de Pau

Los hombres de Bazarevich, con Marc ya en el banquillo y tocado de su tobillo, asustaron nada más arrancar el periodo con canastas veloces de Zubkov y Khvostov. Empero, en pista estaba el único jugador que parecía tan motivado como el mismísimo Navarro en el último capítulo de su amigo. "Ha sido nuestro último entrenamiento juntos y mañana será el último partido. Disfrutemos de este momento al máximo. Gracias, Juan Carlos", escribía Pau en la previa. Eran las palabras de un compañero, de un amigo, de un cómplice. De un hermano sobre la pista, porque Gasol siempre fue el segundo apellido de Navarro y Navarro el pariente más cercano de Gasol.

Y Pau quería cerrar este cuento gritando medalla, saltando en el pódium, sumando historia. Imposible no sentirse contagiado, imposible no sumar para la causa. Rubio y Oriola conectaban mirándose, Rodríguez la enchufaba de siete metros, el mayor de los Gasol burlaba con su clase los intentos de Antonov por pararle, Oriola aumentaba la sonrisa -y la brecha- con un tapón de rabia y videoteca y el propio Pau cerraba el parcial que él mismo había iniciado con canasta. Un 11-0 para hacer saltar por los aires el encuentro (32-17, m.14). Y para enfadar a Bazarevich, que ni sabía cómo frenar la tormenta, como les ocurriera a tantos otros caídos por el camino.

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Por un momento, Shved recordó aquel "Be happy, change your face, enjoy it!" ("¡Sé feliz, cambia tu cara, disfrútalo!") de su antiguo compañero en Minnesota Ricky Rubio, mas su triple no cambiaba nada. Los de Scariolo, a pesar del carrusel de fallos desde el tiro libre, de la aparición de Mozgov y de una antideportiva a Rubio, volaban por el peso de un deseo, por el peso de la historia. Juancho la clavaba de lejos en el contraataque, Pau Gasol se sacaba otro tapón de la nada, el Chacho seguía inventando glorias ajenas y protagonizando las propias. Dos puntos del canario, otra vez con la alarma bien ajustada antes del bocinazo final de cuarto, dejaban la máxima en el luminoso (45-28) justo antes del descanso, con España sorprendiéndose por estar dejándose el alma por una medalla que hubiera rechazado con todas sus fuerzas tan solo 72 horas antes. La más terrenal de sus gestas. O, más bien, la explicación a todas ellas.

El héroe humanizado

Por momentos, el equipo se sintió con la presea colgada en el cuello, y los ojos miraban a Navarro, buscando el último guiño, la última pincelada, la última canasta. En lugar de ello, surgían cinco puntos de Vorontsevich para saludar el tercer cuarto, que volvieron a quedar en papel mojado cuando entre Ricky y Marc replicaron con un 6-0 de parcial para dejar más lejos que nunca a España (51-33, m.23) en todo el partido.

Quizá, la mejor metáfora de la victoria del tiempo, el más cruel de los rivales en la vida de cualquier deportista, fue la única canasta de Navarro en todo el encuentro. La última de sus 253 partidos como internacional, un tapón ilegal con falta. Sin que el balón entrara. Sin que el adicional se atreviera a colarse por el aro. ¿Acaso algo más poético que un héroe humanizado? Estreno y despedida al mismo tiempo, ese 56-40 tras la aparición del 7 de Sant Feliu, superado el ecuador del tercer acto, dio paso a unos minutos de incoherentes nervios, un punto de emoción necesario para el equipo que, cada vez que no pudo arrasar, siempre prefirió la victoria con agonía.

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Mozgov ya estaba en el choque. Kurbanov le imitaba con otro mate. Khvostov estiraba el parcial hasta el 1-7 en solo un minuto después de un triple y, a pesar de que los de Scariolo parecieron salvar la situación en un primer momento, otra bomba lejana de Khvostov para cerrar el cuarto (66-55) dejaban todas las posibilidades abiertas antes de diez minutos con hueco para la emoción, para los sentimientos, para los recuerdos. Rusia estaba a punto de hacer más grande el bronce de España.

El último abrazo

De anotar 28 puntos en veinte minutos a sumar 27 en diez. Rusia era un capítulo de Twin Peaks, un extraño placer inexplicable, con ese punto surrealista del que conquista Europa en 2007 y se viste de bronce en 2011 para ser el 21º en 2013 o el 17º en 2015. Para volver sin preguntar, para asustar sin permiso, para gritarle al continente que ellos nunca se irán del todo. Baburin lo demostraba en pista con un triple para el -8 (68-60, m.32) y aunque el mayor de los Gasol extinguiera el incendio con dos acciones de leyenda (74-62, m.34), el escenario había cambiado.

Fridzon viendo el aro como una piscina tras su 0/7 inicial, Rubio descalificado por su segunda antideportiva, Kulagin acertando desde lejos y Fridzon, otra vez él, dejando a lo suyos a tres (76-73, m.37) con un mundo por disputar. Por instantes, Pau era el de Francia 2015. Cada balón tenía que llegarle, cada balón quería acostarse en sus manos, porque de ahí solo podían nacer cosas bonitas. Un tapón por aquí, un rebote ofensivo con canasta fácil por allá. El encuentro era suyo, a pesar del 2+1 de Mozgov. Cuando Fridzon, ahora sí, falló el triple que hubiera puesto a Rusia a uno a falta de minuto y medio, con respuesta de San Eme en forma de mate (85-79), Navarro sonrió en el banquillo. Pau le había hecho el último presente. El bronce era de España.

Aún quedó otro regalo del Chacho, otro regalo del tiempo, con balón para el enésimo mate de Gasol en contraataque. Otra vez esa cara. Otra vez ese gesto que levanta, que te hace gritar, que te hará contarle hoy, mañana y siempre a todo el mundo que tú también lo viste, que tú también lo disfrutaste. No obstante, hoy el protagonista era otro, ese que pedía el cambio en el banquillo, con el duelo decantado para España (89-79) y un minuto para cerrar toda una vida con este equipo.

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"Sin Navarro, España no habría ganado ni la mitad de lo conseguido. Quiero darle las gracias porque los jóvenes crecimos intentando ser como él. No creo que vuelva a salir uno igual", aseguraba emocionado Juancho. "Sin Pau, él sería nuestro jugador-historia. Cuando juegas con él, pasan cosas increíbles", exclamaba Oriola. "El adiós a Navarro debe ser como Dios manda, subido en el podio". Y Dios Pau había dictado sentencia mucho antes en el día más largo de la carrera del eterno "7" de España, que empezó con un mensaje de sus hijas y acabaría manteado por todos sus compañeros. Tú también lo sentiste. 58 segundos dan para toda una vida. Viajaste al Navarro descarado de los inicios, al heroico de 2003, al de la remontada contra Alemania en 2005. Le volviste a vestir de campeón del mundo en 2006, lloraste con la decepción de 2007, tras su machada en semis frente a Grecia. Sonreíste con sus pasos forzados en la inolvidable final olímpica de 2008 y quisiste rebobinar el tiempo una y otra vez para que su apoteósico campeonato de 2011 no acabara jamás. Deseaste hacerle eterno, olvidando por un instante que, cada una de las 9 medallas de su cuello, ya lo habían hecho por ti.

De repente volviste al partido, aplaudiendo el pase final del arquitecto Rodríguez y el último mate de la leyenda Pau -que jamás su nombre vaya al lado de la palabra último, por favor- antes del chillido final de la bocina en este Eurobasket 2017. Corrían los españoles a celebrar con Navarro un bronce que dignifica, que engrandece, que hace más bella la fábula. Antes que nadie, como si lo hubiera imaginado desde el primer partido que jugaron juntos en la adolescencia, Pau Gasol. Su abrazo fue homenaje, su abrazo fue festejo, su abrazo fue historia. Su abrazo fue bronce.

Cantaba Chavela Vargas que nunca se dice adiós, y nadie se atreverá a despedir del todo a la generación dorada hasta que Pau baile por vez final en la zona, haga el último esfuerzo y diga "basta". Ese día, como hoy, nos sentiremos más mayores por ver cómo hasta los inmortales, en algún momento dado, se apartan sin más a un lado. Como Navarro, que tan jóvenes nos hizo siempre. Hasta entonces, solo nos queda recordar la poesía, recitarla de memoria y envejecer disfrutando con ellos. Con su abrazo. Con su bronce. Hoy somos más viejos. Hoy somos más felices.



ESPAÑA 93
N Nombre Min P T2 T3 TL RT RD RO AS BR BP T FP M/M EFF
4 *P, Gasol 31 26 12/17 0/0 2/6 10 6 4 3 1 3 3 0 13 31
6 S, Rodriguez 24 16 4/6 1/3 5/5 0 0 0 9 3 2 0 1 5 22
7 *J, Navarro(C) 17 2 1/4 0/0 0/1 4 4 0 1 0 3 0 2 10 0
9 *R, Rubio 22 4 2/4 0/2 0/0 3 3 0 7 0 1 0 4 14 9
13 *M, Gasol 23 25 5/7 1/4 12/12 4 3 1 1 1 1 1 3 2 26
14 W, Hernangomez 3 0 0/0 0/0 0/0 0 0 0 0 0 2 0 2 -5 -2
15 J, Sastre 18 1 0/0 0/1 1/2 2 1 1 0 0 0 0 4 -5 1
16 G, Vives 0 0 - - - 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
18 P, Oriola 17 5 2/3 0/0 1/4 1 0 1 1 1 0 1 1 1 5
19 *F, San Emeterio 24 8 3/5 0/1 2/3 5 3 2 3 0 0 0 2 -2 12
41 J, Hernangomez 17 6 0/1 1/2 3/4 4 2 2 0 0 1 0 0 7 6
Total 93 29/47 7/21 9/11 71 47 24 50 12 27 10 38 40 110


RUSIA 85
N Nombre Min P T2 T3 TL RT RD RO AS BR BP T FP M/M EFF
1 *A, Shved 25 18 1/1 5/11 1/2 1 0 1 3 1 5 0 2 -16 11
4 E, Baburin 5 3 0/0 1/1 0/0 0 0 0 0 0 0 0 2 4 3
7 *V, Fridzon 22 6 2/8 0/2 2/2 4 3 1 3 3 2 0 1 -9 6
8 *V, Ivlev 7 2 1/1 0/0 0/0 0 0 0 0 2 0 0 4 -4 4
11 S, Antonov 2 2 1/2 0/0 0/0 0 0 0 0 0 0 0 2 -1 1
12 A, Zubkov 18 8 1/2 2/4 0/0 1 1 0 1 1 2 0 2 6 6
13 *D, Khvostov 30 8 1/2 2/6 0/0 1 1 0 9 1 1 0 3 -9 13
15 T, Mozgov 28 14 5/8 0/0 4/5 10 7 3 0 0 2 0 4 -9 18
20 *A, Vorontsevich 23 10 2/4 2/3 0/0 5 4 1 2 0 1 0 3 -8 13
22 D, Kulagin 20 10 1/2 2/3 2/3 1 1 0 7 1 2 0 2 6 14
30 M, Kulagin 0 0 - - - 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
41 N, Kurbanov 17 4 2/3 0/1 0/0 2 1 1 3 0 2 0 5 0 5
Total 85 17/33 14/31 9/12 27 18 9 28 9 17 0 31 -40 94