Crónica

Un partido de altura, un Barça Lassa de esencia (94-90)

¡FC Barcelona Lassa completa las semis de Gran Canaria 2018! El equipo blaugrana controló el marcador desde el final del primer cuarto y sofocó todos los intentos de remontada de Baskonia (94-90) bajo la inspirada dirección de juego de Heurtel (20 puntos y nueve asistencias ) y Ribas (ocho pases de canasta), que hicieron frente al huracán Shengelia (¡40 de valoración!)

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Redacción, 16 Feb. 2018-. Si hubiera sido una final, se hablaría durante mucho, mucho tiempo de este partido. El FC Barcelona Lassa está en semifinales tras llevarse un duelo vibrante donde no faltó de nada. Atractivo por los puntos, hipnótico por la tensión, hubo reivindicaciones, remontadas, gestos de rabia y exhibiciones.

Enamoró Shengelia, con uno de esos partidos (30 puntos... ¡y 40 de valoración!) que opositan al olimpo baskonista, donde solo entran los más grandes. Decidió Heurtel, mago mirando a canasta (20 puntos) o a cualquiera de sus compañeros (9 asistencias). Y todo aderezado con escuderos de lujo como Tomic, Oriola, Ribas Beaubois o Timma para confomar uno de esos partidos por los que se inventó el botón REC.

Se lo llevó el Barça Lassa, tras llevar el mando del duelo del primer cuarto (28-22) al último, a pesar de que el orgullo baskonista logró igualar un partido que tenía muy cuesta arriba. Al final, un robo de Heurtel y la sangre fría barcelonista desde la línea de personal, completaron todo el trabajo previo. El Barça Lassa sobrevivió a Shengelia. El Barça Lassa se las verá con el anfitrión.

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Con el traje de las grandes citas

Es la Copa de los puntos, con los cuartos más anotadores en 21 años. La de los triples, la de la pintura, la del contraataque, la de los parciales, la del baloncesto. Y Barça Lassa y Baskonia, los dos equipos que más asistencias suman en Liga Endesa, no parecían sospechosos a la hora de frenar esa dinámica. Eso sí, uno llegó antes que otro a la cita. Beaubois avisaba, Poirier taponaba, Timma se colgaba del aro. 4-10 en menos de dos minutos y medio. Tiempo muerto y partido nuevo.

Como si hubieran necesitado el rapapolvo de Pesic para conectarse al partido. Los recuerdos de aquel 24-2 en contra de inicio contra el cuadro vasco eran en blanco y negro. Y tan solo habían pasado doce días. A veces, hasta doce segundos pueden cambiarlo todo. Sanders la clavaba de fuera, Tomic conseguía el palmeo. 7-0... y vuelta a empezar. Al cuadro catalán le costó quedarse con el mando del encuentro por la inspiración de Beaubois y Timma, referentes ofensivos del conjunto vasco (13-17, m.6), si bien con otro 6-0 le dio la vuelta a la tortilla. Esta vez, de forma permanente.

Tres puntales, tres. Heurtel inventaba, Oriola contagiaba y Claver... Claver estaba en todas partes, siendo la clave para que los suyos doblaran en el rebote al Baskonia y gustándose en ataque para que su Barça Lassa siguiera latiendo. Para colmo, el base, no contento con que cada acción positiva de sus compañeros saliera de sus manos, miraba una y otra vez al aro, con sus ojos iluminándose al tiempo que lo veía más y más grande. Del 31-7 en contra al 28-22 a favor en menos de dos semanas. ¿Era Pesic? ¿Era la Copa? El Barça se vestía de Barça.

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El grande despierta

Por un momento, el arreón barcelonista pareció quedarse en anécdota, en una cuestión más de orgullo que de consistencia. Shengelia seguía paseándose en la zona rival, Voigtmann se convertía en su mejor aliado en la pintura, Janning acertaba desde lejos y Beaubois completaba el trabajo con un 2+1 para empatar a 34 en el minuto 13.

Ni con el partido nivelado, Pedro Martínez se fiaba. "Jugamos contra un grande", afirmaba en la previa, consciente de que ni mil derrotas, ni la mayor debacle reciente podrían convertir nunca al poderoso en víctima. Ningún equipo que tenga a Oriola en sus filas puede serlo. Alma, rabia y corazón. Su primer mate valió mucho más que dos puntos. Un golpe en el pecho, dos, el índice a la grada blaugrana. Le habían fichado para eso.

Solo la clase de Timma retrasó el despegue barcelonista (39-39, m.15), que llegó a base de triples. El de Ribas, para coger impulso. El de Sanders, para meter miedo. El de Navarro, segundos más tarde, para darle el primer golpe de gracia al partido, redondeando un 11-1 de parcial para un 50-40 a dos minutos del descanso que ni el más optimista de sus aficionados hubiera imaginado hace solo doce noches. Tampoco el más pesimista hubiera pensado que la ventaja le iba a durar únicamente cuatro minutos.

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De la reacción al Oriolismo

Seguramente, el Baskonia hubiera preferido que aquel famoso partido donde arrolló a su rival hubiera sido en marzo y no a comienzos de febrero. Enfrente, tenía a un animal herido, con muchas más ganas de revancha, muchas más ganas de reivindicarse... muchas más ganas, en general. En una batalla de emociones, los cuartos serían su techo. En una batalla de baloncesto, la cancha dictaría sentencia.

Los de Martínez supieron reaccionar. A base de tiros libres, al comienzo. Con un triple balsámico de Beaubois sobre la bocina (52-47, D), más tarde. Y, finalmente, agarrándose al talento de Shengelia sin el menor disimulo. Un triple del georgiano empató el choque a 54 con solo tres minutos disputados del tercer acto. Los viejos fantasmas a escena. Los viejos héroes, también. Tomic encadenaba 5 puntos y Navarro saludaba con un triple antes de la irrupción de Oriola.

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"¿Qué es el Oriolismo?", le preguntan a Fran Fermoso tras cada retransmisión de Movistar+. Y es tan difícil de definir como el sabor del agua o el tacto del viento. Lo notas, te llena, te quita la sed, te aturde. Lo sientes, lo vives, lo sufres si eres rival. Por momentos, el de Tárrega había nacido en Philadelphia. Como un americano carismático noventero, todo lo que le llegaba a sus manos lo convertía en mate, desquiciando a un Baskonia que se resignaba a desconectar pese al +11 (70-59, m.28) tras el enceste de Navarro. Un par de bombas lejanas de Moerman y Janning, un chispazo más de Beaubois y la trinchera ya estaba armada (74-67) antes del periodo final. Quedaba el comodín Shengelia.

Un duelo de héroes

El choque se trababa. Unos, por los recuerdos aún muy recientes de su irregularidad. Otros, por el peso del marcador. 5-5 en cuatro minutos, antes de que entre Tomic y Heurtel auparan al Barça Lassa (82-74) con solo cinco minutos por disputar. Fue el momento que decidió Shengelia para dejar con la boca abierta a todo el pabellón.

Si el Oriolismo no se explica, el 'Carácter Baskonia' no se enseña. Se tiene o no se tiene. Se es o no se es. Y Shengelia es, Shengelia es. Qué orgullo, que pasión, qué talento, qué valentía, qué derroche. Qué escándalo, Tornike, qué escándalo. La estrella ejerciendo como tal, pidiendo el balón, decidiendo, forzando faltas, anotando desde el tiro libre, machacando, forzando el adicional. El partido era del georgiano y el marcador, por fin, también de su equipo, que empezó un partido nuevo cuando el de Tblisi empató a 82 a falta de poco más de tres minutos para el final.

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Ahí, comenzó un carrusel eterno, un intercambio de golpes, al más puro estilo tanda de penaltis. El que fallara, perdía. Bello por agónico, cruel porque el destino de uno de los dos no iba a pasar de cuartos. Heurtel, en otro partido de héroe, en otra actuación de la que justifican una apuesta, un fichaje y una trayectoria en un club, no fallaba desde la personal y por más que Shengelia tuviera respuesta para cualquier ecuación barcelonista (88-88, m.39), el base seguía acertando desde el tiro libre.

Estaba escrito. El primer error tendría la condena más dura, con poco margen para compensarlo. Y este llegó de la mano de Voigtmann, que tuvo un último minuto para enterrar para siempre. Su pérdida, infantil y evitable, cayó en manos del más listo de la clase, un Heurtel que no perdonó en el contraataque para poner al Barça Lassa con pie y medio en semis (92-88) a falta de 40 segundos.

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Eso sí, como si fuera señal de respeto, como si sintiera que se lo debía al encuentro y a los espectadores que tanto estaban disfrutando, el Barça Lassa estiró la emoción concediéndole una oportunidad más a su rival, tras fallar clamorosamente tras saque de fondo. Con tres abajo y 10 segundos por jugar, Voigtmann se la jugó de forma forzada y el balón nunca amenazó con besar el aro. Ahora sí, el tiro libre de Tomic, el 94-90 definitivo, selló el sufrido pase de un Barça Lassa que aprendió a creer con Pesic. El anfitrión espera.