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La esperanza se llama Nico

Pasó de un año de los Spurs a entrenar con el filial del Zenit, con parada en Vitoria. En el peor momento de su carrera apareció un Divina Seguros Joventut que también sentía el calor del infierno. Tras 9 partidos, 7 de ellos con él de máximo anotador, como si se necesitaran, juntos han vuelto a creer

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Redacción, 9 Abr. 2018.- En el deporte, en la vida, hay tropecientos clichés para elegir a la hora de hablar de un éxito inesperado, repentino, de esos que no dan tiempo a asumir. Y Nicolás Laprovittola se los conocía todos.



El niño de Morón que iba varios pasos por delante de cualquier compañero de su edad en la adolescencia, la joven perla de Lanús que ya jugaba de profesional cuando aún no había cumplido 18 años. Su explosión en Flamengo, sus primeros pasos en Europa. O, quizá por encima de todo, el día que se quedó mirando desde la ventana de su hotel el Staples Center de Los Ángeles, dándose cuenta al fin de lo que había conseguido. Había llegado. Era un jugador de la NBA. De los míticos Spurs de Popovich. Y aún se preguntaba si era un sueño.

En otras ocasiones, por desgracia, el camino es inverso. Igual de rápido, mas inverso. Del cielo al infierno no hacen falta adjetivos ni tópicos, tan solo queda el silencio. El vacío, el olvido, los focos mirando hacia otro lugar.

Así se debió sentir Nicolás Laprovittola cuando en menos de un año pasó de la gloria a una auténtica pesadilla. De ganarse la confianza en San Antonio y disputar 18 partidos NBA, su eterno anhelo, a ser apartado del Zenit y verse obligado a entrenar con el equipo filial.

"Necesitaba salir del Zenit, necesitaba jugar", dijo con franqueza en una entrevista con Uno contra Uno. No era una cuestión de gustos. Ni preferencias ni manías. Simplemente, Nico necesitaba cambiar. Simplemente, Nico necesitaba esto.

Foto EFE
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De San Antonio a Badalona

De diciembre de 2016 a diciembre de 2017 muchas cosas pasaron en la carrera de Laprovittola. El base, tentado por el Barça Lassa según sus propias palabras hace año y medio, se ganó una invitación de San Antonio y acabó ganándose el contrato con la franquicia texana, convirtiéndose en el 10º jugador argentino en la historia de la NBA.

El compañero de Pau Gasol en los viajes pudo jugar al lado del ídolo de su país, Manu Ginóbili, y pese a sus modestos números (3,3 puntos, 1,6 rebotes, 9,7 minutos), resulta complicado no ver como un sueño aquellos meses defendiendo la elástica de los Spurs.

El día que le comunicaron su baja, a finales de diciembre, el base entendió que comenzaba una nueva etapa que debería conducirle otra vez hasta lo más alto. Tras varias semanas de espera, rechazando las opciones de Maccabi y Bayern Múnich, el argentino aceptó la propuesta baskonista, recordando en su presentación que muchos argentinos sueñan con los Spurs en la NBA y con el Baskonia en Liga Endesa. Él lo había conseguido en un mes.

ACB Photo/I. Martín
© ACB Photo/I. Martín


Fueron 22 partidos en Vitoria, con un rol diferente al mostrado en el Movistar Estudiantes. Un papel más modesto, menos protagonista (6,2 pt, 3,1 asist), si bien pudo disfrutar de unas semifinales en Liga Endesa y su nombre seguía cotizado en el viejo continente.

Al llegar verano, su futuro se resolvió pronto. En julio ya había decidido, aceptando la ambiciosa propuesta del Zenit de San Petersburgo. Equipo potente, contrato tentador, una experiencia nueva que duró muy poco, prolongando su maldición europea. Con 9 puntos y 3,6 asistencias de promedio en Eurocup, superior a sus 4,2 puntos y 2,8 asistencias por choque en la VTB, lo peor para el base estaba por llegar.

A partir del 12 de diciembre, simplemente, se quedó sin jugar. Un partido, otro. El tercero, el cuarto. El jugador era noticia por quedar apartado y verse obligado a entrenar con el filial, desatando una gran cantidad de rumores sobre su futuro. "El entrenador dejó de contar con Nico. Él estaba ansioso y quería buscar una alternativa para poder mantenerse en ritmo. Se priorizó su regreso a la ACB y surgió la oportunidad de la cesión".

Entre rumor y rumor, uno tomó cuerpo pasado el ecuador de enero. La opción verdinegra, pese a la mala clasificación del Divina Seguros Joventut, le convencía. Y al cuadro badalonés el fichaje se planteaba como ideal, por sus idóneas condiciones en el plano económico. El 22 de enero, Lapro se vestía de verdinegro.

ACB Photo/F. Ruso
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El reto más complicado

"Me habían dicho que no iba a jugar y había que buscar una solución. Apareció esta oportunidad, que a mí me pareció muy linda", afirmó a su llegada a Badalona, donde no escondió su ilusión y ganas por cambiar la situación del colista, hundido al fondo de la tabla: "Para mí es un reto, por lo que significa el club y por toda su historia. Personalmente, es una oportunidad. Es bonito volver".

La rabia acumulada por lo vivido en Rusia, su mejor gasolina para rendir desde el primer día, como confesó en la citada entrevista con Uno contra Uno: "Me siento renovado y con muchas ganas. La situación que pasé en Rusia fue de mierda y es una situación que no le deseo a nadie. La decisión fue del entrenador, no le encontré el sentido. Me pasó e intentaré aprender de eso, lo iré superando como todas las cosas que me pasaron. Quería volver a sentirme el Nico que disfrutaba en la cancha, que pelea y le gusta jugar al básquet. Eso es lo que estoy intentando recuperar en Badalona. No hay que esconderse ni tener miedo de nada. Lo tenemos que afrontar y luchar".

"Para mi carrera, me iba hacer bien esta situación no la de estar parado sin jugar, olvidado sin que nadie me valore y se preocupe por mí", añadió antes de debutar ilusionando. 20 puntos en el derbi contra el Barça Lassa, su mejor carta de presentación. A la siguiente semana, otros 20 contra su ex, Movistar Estudiantes. Como si las semanas anteriores de impotencia no hubieran existido nunca.



Sin embargo, las victorias no llegaban. Y las dudas volvieron. Al club, que veía como los buenos números de Nico no se traducían en victorias... y al propio base, errático en momentos importantes de los siguientes partidos, sin poder quitarse la espina y liderar el primer triunfo de su equipo.

Costó más de dos meses estrenarse. A la octava fue la vencida. Y él dio la cara, con 22 puntos y 23 de valoración en el agónico triunfo frente al Herbalife Gran Canaria que hizo por fin sonreír al Divina Seguros Joventut. Al fin de siguiente, la anécdota se vistió de aviso: este equipo no está muerto.

23 puntos, 6 asistencias, 3 rebotes, 2 robos, 9 faltas recibidas, 28 de valoración. Su exhibición en Zaragoza, en uno de los partidos más importantes del club en todo el curso, tuvo premio. La segunda victoria consecutiva del Divina Seguros Joventut, otra vez de su mano, aprieta aún más la lucha por la salvación y demuestra que el conjunto badalonés aún no ha tirado la toalla.

Queda aún bastante para salir del peligro y el tiempo se acaba, con solo 8 jornadas por disputar y el Real Madrid como rival este martes. Sin embargo, este equipo tiene líder. Y, aunque la sensación sea muy reciente, este equipo encontró esperanza. Y no es poco.



Tan lejos, tan cerca

Como ya le ocurrió de estudiantil o en el Lietuvos Rytas con Nicola, nada más llegar cayó el entrenador que había confiado en él, Diego Ocampo. Sin embargo, la confianza de Carles Duran resultó igual de incondicional. El base, con más de 32 minutos por partido -nadie esta temporada promedia tanto- es un fijo que incluso llegó a pasar 41 minutos sobre el parqué en el triunfo en la prórroga contra el Herbalife Gran Canaria.

Laprovittola quería una oportunidad y la tuvo. El Divina Seguros buscaba una respuesta y la consiguió. El argentino no sabe aún lo que es bajar de los dobles dígitos en anotación, con 11 puntos como la menor de sus anotaciones y cuatro encuentros alcanzando la veintena.

Dijo una vez Enrique Tolcachier, su antiguo entrenador en la Sub18 argentina, que Laprovittola tenía un don en situaciones de vida o muerte: "Puede estar igual en un partido de un sábado con los amigos que en una noche de Liga Nacional, no se somete a ningún tipo de presión". En Badalona está obstinado a convencer a todos que jamás perdió esa virtud.



En total, Nico firma 16,8 puntos y 6 asistencias por encuentro, con 15,6 de valoración media. Y un dato: en solo 9 partidos jugados, el de Morón ha sido el más valorado de su equipo en 5 ocasiones y el máximo anotador... ¡en 7!

Y es que quizá, en mitad de tanto tópico de los mismos que fabrican héroes para luego olvidarlos a poco que las cosas no salgan, el análisis es tan sencillo y certero como el que escribió Iñigo Doñabeitia, de Solobasket:




Qué lejos queda San Petersburgo. Y qué cerca volver a ilusionarse con la salvación. La esperanza se llama Nico.