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LeBron, pese a todo y contra todos

Con su mayor aliado convertido en el principal enemigo, reconstruyendo un proyecto a mitad de temporada y superando eliminatoria tras eliminatoria la desnudez de su equipo. La temporada de LeBon James es histórica y agranda su leyenda

 (Foto EFE)
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Redacción, 30 May. 2018.- No hay atajos en el camino del éxito ni peaje que evitar. La gloria siempre tiene un reverso al que es inevitable hacer frente. Pocos son los escasos de superestrellas en el deporte que no hayan soportado la fiereza de rivales y la crítica de prensa y aficionados. Michael Jordan convivió con su fama de extremo competidor, Kobe Bryant recibió infinidad de críticas por su egoísta forma de ver el baloncesto y LeBron James sintió el peso de su fama cuando convirtió parte de su carrera en una exhibición mediática. Quizá ser estrella en los tiempos modernos tiene mucho de egocéntrico… o quizá sin esa perspectiva mayúscula del yo no se alcanza semejantes cuotas de excelencia.

En cualquier caso, al igual que hoy se alaba la grandeza de Jordan y Kobe, es justo empezar a reconocer la de King James. Odiado por muchos, LeBron entró en una fase de su carrera donde la balanza de los detractores pierde fuerza por mor de su madurez personal y la constante superación de logros. Sin duda que alcanzar por octava vez unas finales de la NBA, hace que esta temporada sea, si cabe, todavía de mayor reconocimiento. James, es el segundo jugador con más finales seguidas y se queda a dos de las 10 que consiguió Bill Russell.


Desde que Cleveland posara a finales del verano mostrando la dureza de los entrenamientos previos a la temporada muchos han sido los rostros que han desaparecido de aquella fotografía. No hay rastro de estrellas como Dwayne Wade o Isaiah Thomas o secundarios llamados a ser importantes como Jae Crowder. La reconstrucción experimentada por el equipo por el deseo de Kyrie Irving de abandonar el hogar de LeBron y ser dueño de las llaves de su propio destino explotó en febrero en con el cierre del mercado de fichajes. Un lavado completo de cara redimensionó la proeza que meses después ha conseguido El Elegido.

Días después de ganar su octavo título de Conferencia Este consecutivo, el debate alrededor del triunfo de los Cavaliers reside en ajustar la relevancia de lo obtenido y adjetivar correctamente la hazaña de LeBron James. Se cuestiona si estas son las Finales de mayor valor superando la de alcanzada en 2007 y se compara el valor de sus compañeros de viaje en una estéril discusión pues nunca fue bueno comparar diferentes tiempos y menos cuando una década separa ambos hitos. Lo obtenido esta temporada por LeBron James contradice la máxima del baloncesto como deporte colectivo y recuerda la hipérbole baloncestística que llegó a ser Michael Jordan a mitad de los años 90. Las semanas que transcurrieron entre el megatraspaso y la postemporada no endulzó la deconstrucción del equipo y los Playoffs de 2018 se han convertido en una de las grandes demostraciones individuales que se recuerdan en la historia de la NBA. Individualismo exacerbado como respuesta a la soledad de un equipo al que le ha faltado constancia en sus apoyos numéricos a su líder que, además, se ha producido contra, quizá los tres mejores bloques colectivos del Este.




La prensa norteamericana no se ha cansado de reproducir mensajes que acentuaba la sensación de Hombre vs Equipo y ha caricaturizado unos Playoffs donde James derrotó sucesivamente a Indiana Pacers, Toronto Raptors y Boston Celtics. Una cuesta cuya gradiente progresaba paralelamente al valor de su colectivo. Sólo en semifinales de conferencia frente a los Raptors, LeBron sintió el suficiente alivió estadístico para acometer un barrido con funestas consecuencias para los que fueron campeones de conferencia en Liga Regular. Sus Playoffs son una analogía del individuo frente al colectivo, tres absolutas demostraciones de como un deporte en equipo puede resolverse por la mera gracia divina de un superdotado. Donde mejor se plasmó esta realidad fue en las Finales de Conferencia frente a Boston, el equipo que mejor ha optimizado sus recursos y más lejos llegó con menos, siendo el cénit de esta portentosa actuación personal el séptimo y definitivo partido. Entonces jugó los 48 minutos (en el sexto jugó más de 46) para ganar a los Celtics rompiendo la racha de 10 victorias seguidas en casa de los de Boston, destrozar un registro de 38-0 cuando los Celtics toman una ventaja de 2-0 en eliminatorias y superar la histórica marca de 104-26 favorable a equipos locales en séptimos partidos.




En números los datos dictan la justa pleitesía que se le debe procesar a la actual versión de LeBron James: en 18 partidos de postemporada ha conseguido 20 o más puntos en 17 encuentros, en siete sumó 30 o más y en siete ocasiones alcanzó la barrera de los 40 puntos. Esto le iguala con la proeza conseguida por Michael Jordan en 1989 y se queda a un partido de lo conseguido por Jerry West (1965). James ha sumado 13 encuentros con doble-doble y en tres ocasiones registró un triple doble. En total el alero ha generado entre puntos y asistencias el 55% de la anotación de los Cavaliers en las tres rondas de Playoffs, un récord histórico en la NBA.

Aunque la sobreexplotación de minutos a la que ha sido sometido para lograr el objetivo de las Finales ha supuesto que prácticamente no haya tenido descanso, la relevancia de James en el juego de los Cavaliers queda también demostrada con la estadística del +/-. Con LeBron en pista, Cleveland ha anotado 38 puntos más que su rival, pero cuando éste no ha estado sobre el parqué los Cavaliers han registrado una marca de 16 puntos menos que sus rivales.
 (Foto EFE)
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El dato como exaltación del sentimiento. LeBron James es ya una leyenda viva capaz de superar barreras y registros históricos en busca de una inmortalidad deportiva que hace tiempo que alcanzó. La madrugada del jueves al viernes tratará de abordar la última frontera y conquistar su cuarto años. Quizá el mayor reto de su carrera, pero, suceda lo que suceda, nada podrá reprochársele en el año donde consagró su grandeza. Comienzan las finales de la NBA y la última vez que el alero de los Cavs no estuvo en ellas corría el año 2010… hay toda una generación que no ha conocido otra cosa que a un rey vencedor.