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Rafa Martínez: La leyenda del tirador taronja

Llegó con el deseo de crecer, pero jamás se hubiera imaginado convertirse en leyenda de un club del que ha logrado ser máximo anotador en Liga Endesa y cumplir todos sus anhelos. Hablamos con Rafa Martínez, un jugador de leyenda y un anotador histórico que nos confiesa con qué canasta todavía sigue soñando

Rafa Martínez, el día de su presentación en Valencia (Foto Valencia basket)
© Rafa Martínez, el día de su presentación en Valencia (Foto Valencia basket)
  

Redacción, 29 ene. 2019.- Un día la historia del Valencia Basket contará las vivencias de una joven promesa que llegó desde el Bages para crecer en el baloncesto, de un jugador que se mimetizó con club y afición hasta el punto de convertirse en el rostro de su espíritu. En definitiva, contará la leyenda de su gran capitán, aquel que levantó copas, batió récords y se convirtió en leyenda taronja.


Hace más de una década que Rafa Martínez fichó por Valencia Basket. Era un 17 de julio de 2008 cuando se presentaba ante la que sería su nueva afición con retos e ilusiones que ni él mismo pensaba que podría alcanzar y superar. "Quiero agradecer al club la confianza que tiene en mí, espero devolvérsela muy pronto. Es un paso en mi carrera muy importante venir a un club como éste, y estoy con muchas ganas y muy ilusionado para darlo todo a este club", decía en su primera rueda de prensa. Como otras tantas, ésta no olvidó las promesas de entrega y devoción absoluta, lo extraño es que esta vez sí que su orador cumplió con creces con todo aquello que prometió. Hoy, 11 años después, nadie en Valencia duda del esfuerzo de un capitán que hoy es leyenda del club.

Echando la vista atrás, el escolta de Santpedor reconoce que la longevidad alcanzada en Valencia "es muy complicada porque es un club muy exigente y nadie me ha regalado nada. Estoy contento y feliz por haber conseguido cosas que, si soy sincero, nunca me hubiese imaginado cuando llegué a Valencia". Rafa sabe que su ejemplo de pertenencia a un club "es complicado porque cada vez el mercado se mueve más que antes y este es un club muy exigente".

Como todo viaje vital, el aterrizaje en Valencia no fue sencillo. Era la primera vez que salía de Manresa, el hogar y el club donde se crio y se alejaba del afecto de una afición que lo conocía desde que empezó a botar el balón de baloncesto. Tenía que salir de la zona de confort y eso implica nervios, dudas y un inevitable proceso de adaptación pues nada de lo realmente importante en la vida se alcanza con facilidad. No hay atajos en el deporte y Rafa vivió un primer año de adaptación, con altos y bajos, pero dejando la impronta de jugador entregado, de esos que se quieren por la energía que aportan, por el sentimiento de esfuerzo que desprenden… por su corazón de león.

Y esa fue la cultura que en Valencia prendió la mecha de una relación que esta temporada alcanza cuotas históricas. Como toda unión, la de Rafa y Valencia ha vivido de todo: momentos de éxtasis con los primeros trofeos conquistados, un estrellato que lo dejó a las puertas de la Selección (la suerte quiso que viviera a la sombra de la mejor generación del baloncesto español), aunque también instantes de dudas y de decepción.

Con el lógico paso de los años, el desgaste hizo presencia en una relación donde la comodidad hizo palidecer el cariño mutuo, varios veranos su nombre se relación con otros clubes, con otras ciudades… a veces porque su juego reclamó otros focos más potentes; en otras ocasiones porque la edad parecía relegarle a un lugar menor. Y, sin embargo, Rafa Martínez permaneció.



Un jugador perenne porque su implicación con la ciudad, con el club y su gente nunca entendió de desgaste (¿Alguien recuerda la histórica remontada frente al Dexia Mons donde anotó 18 puntos con los gemelos subidos gran parte de la segunda parte?). Su respuesta en la pista nunca entendió de altibajos o decepciones (la pasada campaña jugó el tramo final con una lesión que le obligó a una compleja operación en verano). Cierto que las lesiones pudieron mitigar su rendimiento y que alguna cabeza pensante creyó que sus días de taronja tocaron a su fin, pero entidad y jugador tuvieron la sabia virtud de la paciencia. Pese a ello, el jugador confiesa que "hay un momento, cuando ganamos la Eurocup de 2014, que acababa contrato y era complicado por los roles, pero jugué un gran año, ganamos y la sensación de ganar y pertenecer a esta familia hizo que me quedase. Entre ellos y yo hicimos que pudiera seguir estando en Valencia".
Rafa recibió la ovación de su público al convertirse en el máximo anotador taronja en Liga Endesa (ACB Photo / M. A. Polo)
© Rafa recibió la ovación de su público al convertirse en el máximo anotador taronja en Liga Endesa (ACB Photo / M. A. Polo)


LA ANSIADA RECOMPENSA DEL ÉXITO COLECTIVO

Durante estos años la hemeroteca se llenó con infinidad de imágenes suyas, con multitud de puntos que fueron escribiendo la historia de su carrera. Algunos espectaculares, otros por puro pundonor y los más recordados aquellos que valieron victorias. Para el recuerdo el mítico triple a 0,7 décimas para hacer estallar la Fonteta frente al Barça Lassa o la sangre fría que mostró para ganar los cuartos de final de la Copa del Rey de 2014 anotando un tiro libre a cuatro décimas de final. Muñeca caliente, cabeza fría. De lejos, de cerca… Rafa siempre fue pura anotación aunque reconoce que todavía le queda pendiente una canasta. "Me gustaría meter la canasta que diera la Copa del Rey, el título que personalmente me falta".



"Estoy aquí porque es donde quería estar, siempre ha habido ofertas o rumores y pero siempre he querido estar aquí para crecer y para que el club crezca. Al final nadie regala nada y para estar aquí hay que tener un buen rendimiento y creo que lo he tenido", cuenta el jugador. El club honró su compromiso perpetuando su relación por encima del valor deportivo y el capitán recordó porqué llego a Valencia. Quería ser grande, ganar títulos… levantar copas. Lo hizo antes, pero desde que asumiera la capitanía esa fue la cuenta pendiente que el dichoso destino tenía pendiente hasta que en la fría Kazán por fin levantó al Eurocup en 2014.

Pero la victoria llama a la victoria y tras aquel éxito Rafa Martínez quiso más. Fueron años persiguiendo más trofeos, más copas… pero se resistían. Fueron muchas las noches oscuras, las lágrimas derramadas ante la impotencia de conseguir el último anhelo, el del sentir el peso de la gloria que supone levantar un título con el club que tanto le dio. No hubo día más negro que aquel donde el equipo perdió la Eurocup en casa y en unos minutos fatídicos que pensó que siempre le acompañaría durante el resto de su carrera.

Sin embargo, la historia siempre deja un resquicio de júbilo para los valientes y ni Valencia Basket ni su capitán se rindieron … y ese día alzo el titulo de Liga Endesa junto a su amigo Sam van Rossom, aquel que tanto sufrió infortunas lesiones… aquel que tanto merecía disfrutar del momento.

Todos los jugadores sueñan con levantar un título… él levantó cuatro, pero ninguno como el de aquella calurosa noche de verano. Jamás se luchó tanto un título, nunca la luna de Valencia fue más hermosa a los ojos de Rafa Martínez. Esos que por fin se tornaban de una vidriosa felicidad.
Rafa Martínez y Sam Van Rossom levantaron el histórico título de 2017 (ACB Photo)
© Rafa Martínez y Sam Van Rossom levantaron el histórico título de 2017 (ACB Photo)


Hoy ya es historia en Valencia Basket al ser el máximo anotador del club en Liga Endesa, un paso más hacia la eternidad taronja. Sin embargo, la historia no acaba aquí, todavía le guarda un último día, aquel en el que se convierta en el jugador con más partidos en la historia de la valenciana. Se encuentra a menos de 40 partidos de Víctor Luengo y cuando le alcance ya nadie le podrá quitar el lugar que hoy ya tiene reservado en la historia de la Fonteta. Él prefiere tener los pies en la tierra, ha vivido mucho en el baloncesto para saber lo efímero que resulta y se mantiene cauteloso. "El futuro nunca lo conoces, vivo en el presente para ayudar al equipo todo lo posible… veremos en el futuro", nos dice.

Sin embargo, pocos dudan de que ese día llegará y entonces su nombre se alzará en lo alto del pabellón y será una leyenda taronja; algo que se escapa a la valía de cualquier título o reconocimiento personal. "Es algo muy especial porque me fui de Manresa siendo capitán del club de mi vida, donde me formé y donde había visto todo el baloncesto hasta que llegué aquí. Y luego, venir a Valencia y tener la suerte de ser capitán, estar 11 años y conseguir todo lo conseguido, hace que me siente un privilegiado", señala. Todavía no hay fecha escrita pero todos saben que, junto a otros históricos como Luengo y Nacho Rodilla, y junto a los trofeos que ayudó a conquistar, el legado de Rafa Martínez se alzará en el cielo baloncestístico de Valencia.