España es la reina del baile (86-66)

Belgrado, 7 jul. 2019.- España doblegó a Francia por 86 a 66 y revalidó el título de Campeona de Europa tras una final fabulosa. El título convierte a este grupo en un equipo de leyenda (antes de la cosechada en Serbia, estas jugadoras acumulaban 53 medallas) al cual se le deberá rendir pleitesía porque lo logrado es absolutamente histórico. Si hasta 2013 en toda su historia España había sumado siete medallas, desde entonces hasta la lograda en Belgrado acumula otras siete (tres de oro)… en siete años.

"Queda una canción. Ya están con las luces encendidas y hay que bailar la última, no hay que rendirse. El equipo está al límite de las fuerzas, pero nunca subestimes el corazón del campeón", dijo Lucas Mondelo después de semifinales. España vino al baile de Belgrado a ver qué canción sonaba, quería medalla aunque se daba por buena la invitación al baile de Tokio… y se encontraron cerrando el baile con su pareja favorita (las cuatro finales ganadas fueron contra Francia). Un baile agarrado, de los que gustan y donde las españolas fueron mejores porque en Europa ellas son las reinas de la pista.


No hay mejor crónica en nuestro baloncesto que la que esta generación escribe cada verano. Se supera cada torneo desde la discreción y el anonimato del invierno, vence a selecciones con más centímetros y kilos porque ninguna les supera a corazón… y al final ¡Son Campeonas!

Suena tan hermoso y recurrente con ellas que hasta uno cae en la inconsciencia de creer que es fácil y no lo es, como no lo fue en 2013 cuando tomaron Francia, en 2014 asaltaron Estambul, en 2015 y 2016 Anna Cruz se vistió de heroína, en 2017 elevaron a la excelencia su reconquista europea, en 2018 se sobrepusieron a un sinfín de lesiones para rascar un bronce épico y en 2019… ¡Ay el 2019!

El diablo sabe más por viejo que por diablo

La final no solo representaba el duelo de equipos invictos en el torneo, sino la resolución de una hegemonía continental entre los dos grandes transatlánticos del baloncesto europeo moderno. Como tal, los dos equipos quisieron entrar en juego demostrando su maestría… pero solo España lo consiguió. Cierto es que Olivia Epoupa se coló como una bala para inaugurar el marcador, pero tres triples de Marta Xargay y dos entradas de Laia Palau (12 puntos, tres rebotes y tres asistencias) dieron una rápida ventaja para las españolas (13-4).

Los seis primeros ataques de España se saldaron con un balance perfecto de 15 puntos para mayor desesperación de una Valerie Garnier que tuvo que pedir un tiempo muerto a los tres minutos de partido. La reacción gala fue tan inmediata que con seis puntos seguidos y balón para empatar, Lucas Mondelo hizo amago de parar el duelo con otro tiempo muerto. Una canasta de Cristina Ouviña parecía que podía evitarlo, pero segundos después se hizo inevitable porque Francia, con Gruda y Miyem castigando la zona, se puso a uno (19-18).

La táctica gala de dar espacio a las tiradoras para colapsar la zona fue rota por otro triple de España dando oxígeno a un ataque que volvía a recobrar efectividad con la anotación de Sílvia Domínguez, Marta Xargay y Astou Ndour (MVP del campeonato). España dio un segundo acelerón con la segunda unidad y un triple de Sílvia para cerrar el cuarto (el sexto convertido en los ocho primeros intentados) fue la mejor noticia posible frente al equipo que más triples promediaba en el campeonato (7.2). Si durante toda la semifinal contra Serbia España luchó por romper la barrera de los 10 puntos y no lo consiguió, en la final la alcanzó en los 10 primeros minutos (32-21).

Para desgracia de las españolas, la nueva Francia tuvo a una jugadora como Bria Hartley (17 puntos) capaz no tener fantasmas en la cabeza y hacer despertar a su equipo con seis puntos seguidos. La aparición de la escolta fue una bendición para sus compañeras pues aportó energía hasta que se fue al banquillo mediado el cuarto. Y sin con ella Francia tuvo luces, fue marcharse y regresar las sombras. Especialmente con pérdidas absurdas que permitieron volar a las dagas de Mondelo.

España se hizo terrenal desde la línea de 6,75 (falló seis seguidos), pero siguió compartiendo el balón (15 de sus primeras 20 canastas fueron tras asistencia) y un parcial de 12-0 le sirvió para sobrevivir con relativa tranquilidad a una Gruda hegemónica en la zona (12 puntos al descanso para un total de 18, además de seis rebotes y cuatro asistencias). La estrella gala fue el segundo salvavidas al que se agarró Francia para llegar al descanso con esperanzas de remontada (50-36).

El truco del escapista

Tal y como sucedió en el inicio de partido, las primeras acciones de Francia en el tercer cuarto fueron balones interiores para Gruda y Miyem (11 puntos). Estaba claro que el equipo había aumentado su intensidad y, con nuevos bríos ofensivos, logró bajar rápidamente de la decena de diferencia (56-48) pues en España únicamente Marta Xargay (absoluta protagonista de la final con 23 puntos e integrante del quinteto ideal del Eurobasket) veía aro. Fue el peor momento de las españolas en el encuentro, pero sacó la cabeza al anotar Xargay un triple y ver como Sílvia Domínguez (13 puntos) se logró colar entre las torres oponentes. Si jugando bien se había construido la ventaja, se defendió bajando al barro y entendiendo que picando piedra también se encuentra oro.

Tantas veces se escapó de la derrota esta generación que en la final no quiso sufrir y, puntito a puntito, pasó del agobio del 56 a 48 a una máxima diferencia con el 67-49. Lo que siguió a continuación hasta el final de cuarto fue una intercambio de golpes ofensivos que apenas variaron el marcador y que supo a victoria anímica visto lo visto.

Más aún cuando Xargay conectó su quinto triple en el partido y Francia se estampó hasta en seis ataques seguidos contra el muro defensivo de las españolas. Demasiada ventaja si delante tienes a tu ogro deportivo y tardas más de tres minutos en sumar punto alguno. Cuando por fin, lo hizo el marcador ya volaba para España (74-59) y los fantasmas del pasado no es que volviesen, sino que quedaron instalados en las mentes de la selección francesa.

Desde ese momento, España jugó con la ventaja en el marcador, el tiempo restante y el plus de estar en bonus. Demasiados condicionantes a su favor para desaprovecharlo y entonces volvió a quitarse el traje de artista y ponerse el modo de currante para ir aguantando la diferencia mientras dormía la final con el dulce formol de la victoria. Una canasta a tablero de Laia Palau puso el 82 a 59; su sonrisa tras anotarla delató la suerte de esa acción y que la final oficiosamente había terminado.

Esta generación de jugadoras hizo bueno el dicho de no hay dos sin tres, volvió a ganarle una final a Francia y consiguió repetir título en el Eurobasket, algo que no se lograba desde 1991. Si existían retos que superar, esta selección logró cuantos se marcó en este torneo porque así lo lleva en su ADN, ese que le hace ser diferente y única. Bendita suerte la de poder contar sus éxitos.