ACB Photo / P. Castillo
© ACB Photo / P. Castillo
Felipe Reyes, 40 años de pasión por el baloncesto
Histórico del rebote, leyenda del baloncesto. Este lunes Felipe Reyes cumple 40 años y, en su honor, repasamos una de las más brillantes carreras de un jugador único que sigue haciendo grande nuestro deporte cada día
  

Era un día común, uno de esos que no se marcan en el calendario y que tampoco quedan en el recuerdo, cuando el joven Felipe Reyes se unió a su hermano Miguel en una especie de pachanga improvisada. La pista de juego, su habitación compartida y la canasta, una pequeña réplica que improvisadamente había colocado en el hueco que dejaba la puerta. Cualquier otro niño podría haber interpretado aquel juego como una simple fórmula de entretenimiento y motivo de pique con su hermano mayor, pero en Felipe había más.

Veía a su hermano mayor Alfonso y quería ser como él. Aquel siempre juego iniciado en el hogar dio paso al deporte y el deporte se convirtió en una pasión que quedó inoculada en él prácticamente desde que tiene uso de conciencia.

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Niño inquieto, la adrenalina desbordante de su infancia descartó distintos deportes previos (jugaba al fútbol en el Colegio Jovellanos y tenía buen nivel como nadador) para encauzarse en el baloncesto. Destacó en categorías inferiores y formó parte de las primeras concentraciones embrionarias de la generación de 1980. Sin embargo, la genética fue caprichosa con él y su crecimiento retardado le apartó momentáneamente de la primera y la segunda fila competitiva. Dejó de jugar minutos en infantiles, lo bajaron al cadete D y desapareció de las concentraciones nacionales.

Pero hete aquí que él no cejó en el empeño y un verano, no del amor sino del crecimiento, encontró los centímetros permitidos y recuperó su estatus de joven promesa. Se convirtió en referente de la cantera de Estudiantes y el líder del equipo que alcanzó el subcampeonato de España júnior en 1998.

En la final, la mala suerte provocó que un golpe le abriera una brecha en la cabeza que fue imposible de cerrar y le apartó del encuentro más tiempo del deseado. En cualquier caso, ese problema era irrisorio en comparación a la necrosis de una rodilla estuvo a punto de apartarlo definitivamente del baloncesto. “Mi madre le dijo al médico que si podía hacerme una radiografía porque me crujía la rodilla cuando la flexionaba. Cuando me la hicieron el médico vio que un hueso de la rodilla se me estaba necrosando”, cuenta en el libro Júniors de oro (Editorial DQ). Con 13 años no dejó que el shock inicial le tumbase y ese afán de perseverar y espíritu luchador le acompañó durante la travesía de promesa a realidad en el baloncesto español.

Encumbrado en 1999 como Campeón del Mundo Júnior, el salto al profesionalismo no pudo ser más exitoso. La hemeroteca dirá que su debut sería en Vitoria y como alero defendiendo a Miroslav Beric, pero el primer recuerdo auténtico que tiene el aficionado de él será en febrero de 2000 cuando ganó con Estudiantes su primera Copa del Rey. Especial por hacerlo con el club que lo vio crecer y junto a su hermano, el único ídolo que tuvo en el baloncesto.

Nunca soñó con la NBA… pero la competición norteamericana se hubiera enamorado de su juego. Por que Felipe Reyes tardó muy poco en pasar de ser “el hermano de” al “carpanta de los rebotes”. Legendarias fueron su lucha en la zona con Tanoka Beard, Erazem Lorbek y, especialmente, Luis Scola. Coetáneo de la canasta, sus duelos hacían saltar chispas, pero también les hizo a ser mejores. Y es que en Felipe Reye hubo tanta lucha como progresión. Su intensidad le hizo pasar algún mal momento (en el recuerdo el golpe de Kaspars Kambala) o tener que controlar su Hulk interior, pero también ese ímpetu fue lo que le hizo mejorar en cada aspecto del juego.

PALMARÉS CON EQUIPOS
7 Ligas ACB (2005, 2007, 2013, 2015, 2016, 2018 y 2019), 7 Copas del Rey (200, 2012, 2014, 2015, 2016, 2017 y 2020), 5 Supercopas (2012, 2013, 2014, 2018 y 2019), 2 Euroligas (2015 y 2018), ULEB Cup (2007) y Copa Intercontinental (2015). Además, fue MVP de la Liga ACB en 2009 y 2015, MVP de la final de la Liga ACB en 2007 y 2013, cuatro veces integrante del quinteto ideal de la Liga ACB (2007, 2008, 2009 y 2015) y uno de la Euroliga (2015)

Comenzó siendo un jugador de rango de tiro reducido, de buscar perennemente el centro de la zona para lanzar con la derecha y de sufrir lo inimaginable en cada visita que hacía a la línea de tiros libres. Francis Tomé se inventó una formula que sonó a maná en el Mundial Júnior de Lisboa, mas fue Tirso Lorente quien de verdad le permitió ser un jugador fiable desde la personal (en su primer año promedió un 55% y esta temporada está en el 84,6%).

Inabordable al desaliento, Felipe Reyes creció, curso tras curso, para ser un jugador multidimensional. Muchas veces indescifrable para el adversario con un creciente rango de tiro que le llevó a sumar triples con regularidad y siempre insuperable cuando hay un rebote de por medio.

Felipe convirtió una labor oscura en un arte. El rebote ha sido el elemento del juego que lo ha distinguido durante más de dos décadas y el que lo ha encumbrado en los altares del baloncesto nacional e internacional. Por más que los rivales tuvieran más centímetros y kilos, Felipe pronto se caracterizó por tener ¿un imán? ¿suerte? ¡No! Lo suyo fue, es y será, voracidad reboteadora. Como el mejor delineante siempre ha interpretado con escuadra y cartabón la trayectoria del lanzamiento para anticiparse y posicionarse interpretando el rebote. Valiosas virtudes tácticas y técnicas y, sin embargo, lo que lo distingue y da valor añadido a su juego, es su intensidad.

Es tan intenso que de pequeño enfadaba a sus padres (aún recuerda el día que de un cabezazo rompió el cristal del coche) y siendo jugador ha agotado a infinidad de compañeros de equipo durante los entrenamientos y ha hecho capitular a cuanto rival se ha cruzado en su camino.

En la escuela del baloncesto enseñarán la clase y los movimientos interiores de Pau Gasol, la magia de los pases de Raül López o Ricky Rubio y tratarán de emular el tiro con marca registrada de Juan Carlos Navarro. Pero también debería de habilitarse una clase magistral para que Felipe Reyes pudiera enseñar a las nuevas generaciones la alquimia del rebote.

Algunos pensarán que ese pulpo que atrapó siendo niño, le picó y, a modo de Spiderman, le transmitió superpoderes para atrapar todo lo que rondase en sus manos, si bien esto solo servirá para bromas entre amigos y conversaciones de barra de bar. La realidad es que durante más de 20 años Felipe Reyes se ha consagrado como un jugador único; de esos que dignifican el deporte de la canasta y que, con su ejemplo de esfuerzo, son inspiración para nuevos talentos.

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Eterno capitán del Real Madrid, ejemplifica una época dorada en el club madridista y en la selección española. Ha alzado numerosos trofeos: Copa del Rey, ligas, Euroligas y Eurobaskets. Especial el del 2011 porque la mirada que lanzó al cielo tenía un destinatario final, su padre fallecido semanas antes. “Después de lo que le pasó a mi padre, fue muy especial volver a jugar el Eurobasket, ganarlo y dedicárselo. Fue de lo más bonito que me ha pasado, porque mi padre estaría orgulloso de mí”, cuenta en Júniors de oro. Entonces no abandonó a sus amigos cuando el dolor decía que sí; pero es que en Felipe Reyes siempre ha estado muy adentro los valores de lealtad y compañerismo con aquellos que sintió como hermanos.

CON LA SELECCIÓN
Campeonato del Mundo (2006), 3 Eurobasket (2009, 2011 y 2015), 2 medallas de plata olímpicas (2008 y 2012), 2 subcampeonatos del Eurobasket (2003 y 2007), bronce olímpico (2016) y bronce en el Eurobasket (2001)

Desde que debutó con 18 años, Felipe Reyes se ha convertido en uno de los mejores embajadores del baloncesto español gracias a su compromiso diario con el esfuerzo, el trabajo y la excelencia, pero también por saber transmitir la pasión de un juego que nació en él en una pequeña habitación del hogar familiar y que ha transmitido allí donde le han visto jugar.

Por ser el niño que jugaba en casa soñando con grandes pabellones. Por ser el chico que no se rindió ante la invectiva ajena o la adversidad física. Por ser el joven que hizo del trabajo oscuro un arte. Por ser el veterano que ilustra a jóvenes y mantiene la ilusión por el baloncesto como el primer día. Por todo ello y por tus 40 años ¡Muchas felicidades, Felipe!