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See you soon, Lucas

Mateovic, el personaje con tientes de reportero rebelde que nos ha estado acompañando en ACB.COM desde nuestros primeros días, se despide para emprender nuevos caminos profesionales. Han sido tres temporadas completas con artículos muy personales, intentando aportar aquellos temas que no tienen cabida en los circuitos de información habitual, pero que resultan siempre del interés del lector. José Luis Mateo, Mateovic, ha querido despedirse de ACB.COM y sus lectores a través de estas líneas

Mateovic aportó su particular sentido del humor a los reportajes de ACB.COM
© Mateovic aportó su particular sentido del humor a los reportajes de ACB.COM
  

“Así vivimos, despidiéndonos continuamente”. Tendrá razón Rilke, pero mira que se nos da mal a algunos esto de decir adiós. Éstas son las (pen) últimas líneas que escribo para ACB.COM y, para ser sinceros, no sé por dónde empezar, por dónde seguir y por dónde acabar.

Todo comenzaba hace tres años, cuando la ACB decidió apostar decididamente por poner en marcha una página web que pudiera convertirse en verdadero punto de referencia de aficionados y profesionales del baloncesto. Durante el proceso de gestación de este proyecto, recibí una llamada del director de contenidos, Joan Manel Carreras, que tenía más que claro lo que quería de un servidor: “Un personaje que ofrezca algo distinto. La clave es que lo que él haga, diga, no haga o no diga no deje indiferente absolutamente a nadie”. “Vale, colega, ampliaremos nuestra lista de ‘amigos’, pero la historia mola. Acepto”.

Desde entonces, han sido un sinfín de artículos, eventos y aventuras que no por ser ya numerosas dejan de tener su recuerdo individualizado, personal e intransferible que uno se lleva muy adentro. Pero lo mejor de todo, lo que más compensa de la profesión que algunos elegimos cuando aún nos quedaba pelo, es la gente. Porque yo, sin ir más lejos, aquí he conocido a un equipo de trabajo es-pec-ta-cu-lar, con Pablo Malo de Molina a la cabeza.

Muchos de estos plumillas, verdaderos psicópatas del juego que tanto amamos, han demostrado que la ilusión y los conocimientos pesan a la larga mucho más, pero que muchísimo más, que el hecho de poder contar con una firma teóricamente reputada. Ha sido un placer trabajar con vosotros, colegas. Pero, sobre todo, lo ha sido charlar sobre este deporte con unos tipos tan apasionados. Igual que con la gente del foro, a estas alturas de la película indiscutible lugar de obligada visita y paseo para aquellos que quieran estar al corriente de TODO. No sabéis, queridos foreros, la cantidad de jugadores de la ACB que frecuentan vuestro rinconcito y que leen (y sienten) hasta la última palabra de lo que escribís. Por mi parte, me lo he pasado teta hasta durante las lluvias de críticas, que no han sido pocas, dicho sea de paso, aunque probablemente menos de las que me merecía. Seguiremos en contacto, pues.

Y bueno, como al final con la tontería me he puesto a darle a la tecla, aprovecho esta resonante tribuna para decir adiós públicamente a lo que, a mucha honra, ha sido mi vida durante los últimos diez años: Gigantes del Basket. Aún recuerdo el día en que Paco Torres visitó mi colegio de Vallecas para compartir unas horas con los entrenadores de baloncesto y, cual Platanito, a pesar de que sólo hacía unos minutos que nos habían presentado y yo era sólo un novel estudiante de Periodismo, empecé a pedirle una oportunidad hasta que tuvo a bien –todavía no sé si para que le dejara en paz- colocarme en una mesa que había libre por la redacción para cubrir la Liga EBA, en cuyas páginas publicaba mi primera entrevista (número 469, el barcelonista Fisher en la portada). El personaje, un alero que acababa de fichar el Estudiantes para su equipo filial y que, a pesar de su timidez, apuntaba un prometedor futuro que se ha traducido en la actualidad a más de cien partidos con la selección española, de la que además es el capitán. Don Carlos Jiménez Sánchez. ¿Se acordará? Yo, sí.

Del señor director puedo asegurar que he aprendido una barbaridad. Igual que de los compañeros que he tenido a lo largo de esta apasionante travesía. Unos cuantos ya no continúan en el barco, pero eso no quiere decir que no sean mis amigos. Algunos, de hecho, están entre los mejores, véanse Raúl Colorado, Mario Hernando, Luis Benito, Iván Martín… Uf, siempre que das nombres cometes el riesgo de ser injusto por olvidarte alguno en el tintero, y más cuando has dormido poco, como es el caso. Pero yo tengo que hablaros de los que se quedan en la trinchera. De Nacho Doria, de Raúl Barrigón, de Enrique Peinado, de Carlos Candel, de Emilio Cobos, de Vlady Talayero, de Luis Redondo, de Mónica Cruz, de Daniel Herrera, de Juanjo Longarela, de Miguel Panadés, de José Luis García Surrallés, de David Carro, de Álex Gozalbo, de los Casado (Salvi y Pedro). Por supuesto, de Fernando Martín, mi sustituto en el puesto. Buen fichaje, sí señor (vamos, ha sido el único en la redacción capaz de ganarme en el SuperManager). ¡Ánimo, troncos! De todos ellos –ahora que no me ven- se me ocurre en el acto alguna cosa buena que decir. Incluso muchas. En lo personal y en lo profesional. ¡Cómo no les voy a echar de menos!

Igualmente, me gustaría dar las gracias a cada entrevistado, reportajeado, jugador, entrenador, directivo, árbitro, agente… Para vosotros, si alguna vez me he pasado de la raya, me he equivocado o he sido algo injusto, mil perdones y dos mil disculpas. Sabed que sólo intentaba informar, opinar y entretener, según el caso, de manera que le gente que leyera mis textos pensara que alguno hasta pudiera merecer la pena.

Es que hasta a los que en variopintas ocasiones han descolgado el teléfono para pedir mi cabeza les tengo, de algún modo, cierto cariño. Creo que también gracias a ellos (y tampoco han sido tantos, la verdad sea dicha) soy mejor periodista.

Y no me detengo, que conste, aunque ahora continúe en la función con otro papel, en otra ciudad. The show must go on. Me marcho a Granada, con sobreequipaje de ganas e ilusión para seguir disfrutando del baloncesto, de la gente y, de paso, intentar poner mi granito de arena en un proyecto que tiene una pinta estupenda. Desde luego, vamos a dejarnos los cuernos en el intento. Ya lo veréis.

Ah, y sentido del humor, señores. El basket mola más así. Y la vida, también.

Hasta luego, Lucas.