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Zaragoza '84: Una Copa para la historia

La Copa del Rey es la competición más antigua que se disputa en España. Su primer edición se remonta a 1933 y aventaja en 23 años a la propia Liga (1956-57). A lo largo de su dilatada historia la Copa ha variado de nombre, formato y ubicación en el calendario pero la edición de la temporada 83-84 sobresale con luz propia por muchos motivos

Kevin Magee fue el gran protagonista de la edición de Zaragoza '84 (Foto Nuevo Basket)
© Kevin Magee fue el gran protagonista de la edición de Zaragoza '84 (Foto Nuevo Basket)
  

Los aficionados que tuvieron la suerte de poder presenciar aquella edición de la Copa del Rey todavía recuerdan la emoción que subrayó aquel evento y su impacto mediático. ¿Cuáles fueron las cusas de un éxito tan rotundo? Para explicarlo hay que situar Zaragoza 84 en el entorno histórico.

Un poco de historia

A pesar de su indudable importancia y de ser la competición decana del baloncesto español, la Copa estaba claramente en un segundo plano. Eclipsada por la Liga, sin un lugar fijo en el calendario y con diversas fórmulas de disputa, la Copa despertaba un interés relativo en el aficionado. Otro elemento definitorio de esta competición era el apabullante dominio ejercido por Real Madrid y Barcelona en el palmarés de la competición ya que hasta aquel año de 1984 el equipo blanco había conquistado 18 títulos por 13 los azulgrana. Varios de los equipos que habían logrado inscribir su nombre en el palmarés copero ya no existían o no competían en Liga y solamente Hospitalet (1 título) Estudiantes (1 título) y el Joventut (6 títulos) reunían la condición de participantes en la Liga 83-84 y haber conquistado algún título de Copa. Este contexto es importante para comprender el impacto deportivo que tuvo el triunfo del CAI Zaragoza.

Nueva fórmula de competición

Aquella temporada 83-84 era la primera bajo la batuta organizativa de la ACB y una de sus principales características era que cada equipo contaba con dos jugadores extranjeros, un hecho que ayudó a mejorar el potencial deportivo tanto de la Liga como de la propia Copa. Otra decisión adoptaba por la ACB fue la novedosa fórmula de competición: la participación en la Copa se alcanzaba por la clasificación ostentada al finalizar la primera fase de la Liga y los cuatro equipos clasificados disputaban semifinales y final a partido único y en una única sede. Esta fórmula, que únicamente ha variado en el número de equipos participantes (de cuatro a ocho) se ha mantenido con éxito a lo largo de más de dos décadas pero ya en su primera edición fue el caldo de cultivo para un éxito deportivo clamoroso.

En comparación con las anteriores ediciones, la expectación se trasladó de la disputa de la final al mismo inicio de la competición. El interés por la Copa en Zaragoza fue algo inenarrable. Se acreditaron en la ciudad para aquella fase final más periodistas que en la fase del Mundial de fútbol disputado dos años antes. El Palacio de los Deportes de Zaragoza estuvo abarrotado en ambas jornadas, la presencia de las aficiones de Joventut, Barcelona y Madrid, junto a la masiva respuesta del aficionado zaragozano, dieron un colorido inigualable a las gradas. La audiencia televisiva de la final alcanzó la cifra de 10 millones de teleespectadores. Fue, en resumen, el primer gran golpe de efecto del baloncesto español en el ámbito interior ya que en el exterior, la medalla de plata lograda unos pocos meses antes en el Europeo de Nantes habían elevado la temperatura baloncestística entre los aficionados.

Un campeón que rompe moldes

Real Madrid contra F.C. Barcelona y CAI Zaragoza contra Joventut. Estas fueron las semifinales. Un primer efecto del nuevo sistema de competición fue la sensación de igualdad. Ninguno de los cuatro participantes partía como favorito aunque era evidente que el CAI Zaragoza, a pesar de la calidad de su plantilla y de su condición de equipo local, no era el equipo señalado por los especialistas como futuro campeón.

El desarrollo de ambas semifinales fue espectacular. El F.C. Barcelona, claro dominador de la competición en las últimas seis ediciones, dejaba en la cuneta al Real Madrid gracias a los 40 puntos de Epi y con un apretado y emocionante 102-100 en el marcador.

En la otra semifinal saltó una relativa sorpresa ya que el CAI Zaragoza, con 36 puntos y 15 rebotes de Kevin Magee, se deshacía de uno de los históricos, el Joventut, por el resultado de 87-83.

La final quedaba planteada entre un claro favorito, el F.C. Barcelona de Epi, Sibilio, Solozábal, Davis y Starks y un CAI Zaragoza cargado de ilusión y con una calidad que quedaría al descubierto en un sensacional partido final.

Durante treinta minutos el equipo azulgrana dominó el marcador pero la reacción final del CAI Zaragoza le permitió alcanzar una ajustada, sorprendente y merecida victoria por 81-78.

Los anotadores fueron:

CAI Zaragoza: Bosch, 10; Díaz, 10 ; Fernando Arcega, 10 ; López Rodríguez, 14; Allen, 18; Magee, 19; José Ángel Arcega, 0.

F.C. Barcelona: Solozábal, 6; Sibilio, 21; De la Cruz, 4; Davis, 11; Starks, 12; Epi, 24.

Tras el bocinazo se produjo una reacción que ha pasado a formar parte del imaginario de los aficionados y que forma parte de la magia que hace que esta final sea todavía recordada: el sensacional partido de Magee y las imágenes de este jugador tocando el bombo, su paseo en hombros con ambos índices señalando el cielo, la sensación de sorpresa ante la caída de un Barcelona que había ganado de forma consecutivo las anteriores seis ediciones de la Copa, la irrupción de un nuevo equipo entre los grandes del baloncesto español. La Copa del Rey es ahora una de las mejores competiciones que ofrece el baloncesto pero buena parte del actual éxito se cimentó en Zaragoza, cuando el CAI irrumpió entre los grandes.