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Maccabi Tel Aviv - CSKA Moscú: Clásico en lo más alto de Europa

Maccabi Tel Aviv y CSKA Moscú, los dos más grandes de la última década, dirimirán el título de la Euroliga 2007-08 en una final con claro favoritismo ruso. Repasamos las claves de la lucha por el título en una final con toque añejo

Finalistas de nuevo y viejos conocidos en busca de su sexto entorchado (Foto Euroleague)
© Finalistas de nuevo y viejos conocidos en busca de su sexto entorchado (Foto Euroleague)
  

Madrid, 3 Mayo 2008.- El Maccabi Tel Aviv y el CSKA Moscú dirimirán este domingo (21:00h) el título de la Euroliga en un clásico entre clásicos, el envite entre los dos equipos que golpean con más fuerza en los últimos años, con siete presencias en la Final Four en las últimas nueve campañas.

Hebreos y rusos mandan en el continente europeo en la última década. Ésta es la sexta final para el Maccabi, participante en siete Final Four en nueve años, y la tercera consecutiva para el CSKA Moscú, que acumula además seis participaciones consecutivas en la Final Four. Los rusos sólo han ganado un título, en 2006, al contrario que un Maccabi Tel Aviv que triunfó en 2004 y 2005 e incluso en la Suproliga de 2001.

Hablamos en todo caso de dos gigantes en la historia, de los clubes que siguen al Real Madrid como conjuntos más laureados de la máxima competición continental: ambos suman cinco entorchados y reputan con fuerza tras años alejados de las mieles del éxito; el CSKA Moscú ganó en 1961, 1963, 1969, 1971 y 2006 y el Maccabi Tel Aviv lo hizo en 1977, 1981, 2001, 2004 y 2005.

Como es lógico, Maccabi Tel Aviv y CSKA Moscú se han encontrado ya muchas veces en el camino hacia el título. La gran final de Praga 2006, con triunfo eslavo por 73-69 y MVP para Papaloukas, fue su último gran envite, un pulso que hoy genera ánimo de revancha en la armada amarilla. No en vano, saltarán al Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid nueve de los jugadores que batallaron en aquella final, hombres que como Papaloukas, Langdon, Smodis, Vucic o Sharp, desean jugar una batalla con visos pasados.

Porque no se puede olvidar Tel Aviv 2004, cuando un Maccabi de leyenda ganó un formidable partido semifinal por 93-85, destrozando luego en la final al Skipper Bolonia (118-74).

En todo caso, el favorito unánime en esta ocasión es el CSKA Moscú. Los de Messina llegan en su mejor momento y con un arsenal de jugadores inigualable. Hombre por hombre, no hay color: el CSKA es muy superior a su oponente. Y como tal, debería ganar. La única posibilidad hebrea es llevar el partido a su terreno: velocidad e intensidad máxima contra el cerebral juego eslavo, acompañando su despliegue físico con un alto nivel de acierto en el triple y seguridad en el rebote defensivo para impedir segundos intentos de las letales estrellas rusas.

Maccabi: Corazón y mentalidad
Lo cierto es que el Maccabi Tel Aviv es un equipo muy diferente al del doblete y la derrota de la final de Praga 2006. Ya no están Jasikevicius, Baston y Anthony Parker y tampoco Vujcic es tan determinante como entonces. De hecho, cuesta explicar cómo el equipo israelí ha alcanzado la final: hace un año sucumbió en la Euroliga de forma estrepitosa y su comienzo esta temporada no fue precisamente idílico, con derrotas sorprendentes y posterior cese de Oded Kattash.

Un clásico como Zvi Sherf, subcampeón con el Maccabi en 1987 y 1989, vino al rescate con suficiente tiempo como para dejar KO al Real Madrid y luego al AXA F.C. Barcelona. Ni siquiera la grave lesión de Marcus Fizer en pleno Top16 desestabilizó al equipo, como tampoco lo ha hecho la nefasta racha de resultados en liga (tres derrotas en cuatro encuentros... ¡y ya no es líder en la modesta liga israelí!) de modo previo a la Final Four... ni los 18 puntos de desventaja frente al Montepaschi Siena en la semifinal.

Porque la fuerza del Maccabi Tel Aviv radica en su mentalidad y estilo de juego. No tiene un elenco importante de estrellas, sino un notable grupo de jugadores intensos y aguerridos no exentos de calidad. Con el inestimable apoyo de miles de seguidores en las gradas, el equipo alcanza un grado de intensidad y velocidad que le convierte en casi imparable. Es muy difícil seguir el ritmo que marca el músculo y el coraje de los hombres de Sherf, aguantar esa férrea mentalidad durante 40 minutos. Muchos rivales se desgastan, pagan el precio de las rotaciones y acaban cediendo. El Maccabi no; nunca para. Y si el juego se traba encuentra a Vujcic para romper cualquier esquema y a tiradores de la valía de Sharp, Halperin o Bluthenthal para desatascar el juego. Pero no se engañen: en el Maccabi Tel Aviv no hay ningún jugador imprescindible, ni siquiera Vujcic.

CSKA Moscú: Un plantel lleno de estrellas

El CSKA Moscú afronta su tercera final consecutiva en lo que muchos avanzan como punto y aparte en un proyecto ganador. Los rumores que sitúan a Messina y varios “cracks” del equipo lejos de Moscú no han descentrado en absoluto a un equipo que sólo ha tenido dos “sustos” en su camino hacia la final. Primero, derrota en el choque inicial de cuartos de final contra el Olympiacos (posterior remontada para vencer 2-1) y luego, complicadísima semifinal frente al bravo TAU Cerámica.

Lo cierto es que con el Panathinaikos fuera de juego, nadie presenta los argumentos del CSKA de Messina. Cuenta con un bloque arraigado durante los años, la experiencia de saber ganar este tipo de partidos y el talento de un elenco lleno de estrellas... que además llegan sanas y dispuestas a conseguir un nuevo entorchado. Porque un solo título en seis Final Four seguidas sabría a poco para el gigante ruso: quieren el segundo y celebrarlo a lo grande en Madrid.

La alineación del CSKA Moscú es colosal. JR Holden y Papaloukas comparten el puesto de “1-2”, Trajan Langdon “fusila” desde el exterior, Siskauskas hace todo y todo bien, Matjaz Smodis se convierte en una pesadilla interior-exterior para cualquier rival y David Andersen, si tiene el día, es el ‘center’ más importante del baloncesto europeo.