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Carl English: Una revancha a la vida

El jugador de Kalise Gran Canaria pasa por un gran momento personal tras convertirse en uno de los jugadores más destacados de la ACB en este arranque de la temporada. Sin embargo, la vida no siempre le ha sonreído a Carl. Al contrario. Muertes inesperadas de sus seres queridos, lesiones inoportunas, decepciones deportivas... descubre la trayectoria de un jugador que nunca ha dejado de luchar por un deporte que es gran parte de su propia vida

Carl English, todo un amante del baloncesto
© Carl English, todo un amante del baloncesto
  

Carl English: Una revancha a la vida (06-12-12). Segunda parte de su historia

Carl English nació hace 27 años en un pequeño pueblo canadiense, St. John's. El frío y el hielo del lugar eran una invitación a abrazarse al hockey mas al pequeño Carl le seducía más el balón naranja. Su tranquila infancia se truncó de la manera más inesperada, por un terrible hecho que se cruzó en su camino a una más que tierna edad.

Durante un Viernes Santo de 1986, cuando él sólo tenía cinco años, un incendio quemaría para siempre sus recuerdos y marcaría tristemente su vida. Él y sus hermanos lograron escapar de casa por una ventana pero sus padres perecieron, víctimas de las quemaduras y del humo inhalado. La tragedia provocó, además, que se separara de sus propios hermanos desde aquel dichoso día. Tres se fueron con la tía Florence, otro con Shirley y él acabó con McGrath, Betty y sus cuatro hijos.

Sólo podrían verse en vacaciones y verano pero Carl no se resignaba a perder el vínculo con personas tan queridas para él. “Tras la muerte de mis padres, estaba separado de mis hermanos aunque nuestra relación era estrecha”. Todavía hoy perduran esos lazos fraternales.

La estrella de Kalise, por aquel entonces vivía en Patrick´s Cove, una minúscula aldea con menos de medio centenar de personas. Por ello, practicar el deporte que descubrió en su niñez en Fatima Academy –colegio donde aún hoy es ídolo y motivo de orgullo- no era tarea fácil y hubo que tirar de ingenio: “Mi pueblo era muy pequeño, no había ni siquiera una pista de baloncesto. Mis hermanos y yo nos construimos un pequeño aro y lo pusimos a un lado de la carretera, en un tramo poco transitado y remoto. Cuando llegaba un coche, nosotros nos retirábamos y volvíamos a jugar cuando ya había pasado. Esa era nuestra forma de jugar”. Al fin y al cabo, el basket era para Carl y sus hermanos una salida a la tragedia. "Todo lo que pasó fue una motivación para poder continuar”.

El jugador pintaba para estrella y, por ello, tuvo que abandonar su colegio de toda la vida y a sus amigos de la infancia para pasar al St. Thomas of Aquinas de Oakville, High School de mayor renombre que le concedía una beca. Allí, tuvo el infortunio de que, por un conflicto entre profesores, se pasó una temporada en blanco debido a las constantes huelgas y no pudo jugar de forma oficial con el equipo del instituto. No obstante, sus cualidades no pasaban desapercibidas y fue invitado en un combinado de promesas canadienses que hizo una gira por Estados Unidos en la que, definitivamente, llamó la atención de numerosos ojeadores y universidades de todo el país.

A la hora de elegir centro universitario, dispuso de un amplio rango de opciones, aunque se acabó decidiendo por Hawaii. “Me gustaba porque era un bonito lugar. Por todo lo que vi allí, sentí que era el lugar adecuado para mí. Fue una decisión difícil pero creo que acerté, lo pasé muy bien, disfruté bastante jugando con en esa universidad y creo que fueron unos años muy buenos”.

Croacia disfrutó del juego de English (Foto Liga Adriática)
© Croacia disfrutó del juego de English (Foto Liga Adriática)
Sin embargo, sus inicios no fueron fáciles. Tras haber disputado sólo dos encuentros, English se fracturó el tobillo izquierdo, despidiéndose del resto de la temporada. Era un palo muy duro, para un joven que aspiraba a todo, ver desde el banquillo los encuentros de su equipo aunque, tras tanta mala suerte en su vida, el canadiense se lo tomó con filosofía. Mucho más grave a nivel personal fue lo que le sucedió al siguiente verano. El jugador se había curado prácticamente de su lesión, estaba mentalizado de cara a la siguiente temporada y pasó unas semanas durante sus vacaciones estivales con sus seres queridos. Allí, mientras pescaba bacalao con su tío, aquel que le había cuidado desde los cinco años y al que consideraba un padre, éste tuvo un accidente y murió justo delante de Carl. La vida no era justa con él.

Es difícil, muy difícil, dejar a un lado los sentimientos y el sufrimiento pero el joven English debía hacerlo si no quería hundirse del todo. El baloncesto suponía una vía de escape, una esperanza para cumplir sueños, homenajear a los más queridos y cambiar el sabor y el sentido de las lágrimas. Y es que el mundo de la canasta se le daba muy bien al de St John’s. Si bien tuvo dificultades en su segundo año –promediando menos de 5 puntos por choque, la temporada de sophomore de Carl fue sensacional, alcanzando los 15,5 puntos por encuentro. Su año como junior resultó aún más positivo, sumando 19,6 puntos, 5,4 rebotes y 2,4 asistencias por choque, siendo uno de los estiletes ofensivos no sólo en su conferencia, sino a nivel estatal.

Por su lesión en la primera temporada tenía la opción de declararse elegible para el draft de 2003 o el del año próximo. En esos instantes, a English le llovían todo tipo de halagos y menciones. Candidato a All-America, artículos poniéndole por las nubes en ESPN y USA Today, informes más que positivos de los ojeadores y excelentes referencias sobre su rendimiento en los workouts. Su agente le animaba a presentarse, en cualquier mock draft salía en primera ronda o, en el peor de los casos, en las primeras posiciones de la segunda y, además, despertaba inusitada expectación en Canadá. Con esos argumentos, decidió presentarse ese mismo año y se dispuso a ver con sus seres queridos, en la noche más esperada de su vida, la retransmisión del draft.

Jugador a jugador, equipo a equipo, elección a elección, su nombre no sonaba. Su peor previsión le colocaba en la posición número 37 pero ni en esa, ni en la 40, ni en la 50, ni en ninguna otra, se pronunció su nombre. Incredulidad, sorpresa, decepción, mucha decepción. Algunas franquicias argumentaban que pese a su innegable calidad y talento ofensivo, podía ser demasiado lento para ser base y demasiado pequeño para jugar como escolta. Su agente tildaba la situación de “irracional” mientras que Carl trataba de asimilar el golpe, uno más en su carrera, uno más en su vida. “Resultó realmente increíble no salir en el draft. Encima creía que iba a ser un primera ronda… fue horrible. Recuerdo ese día. Estaba con mi novia -que es ahora mi mujer-, con familiares, amigos… y la noche fue trágica, muy dura”.

Carl, lejos de tirar la toalla, prefirió aceptar con filosofía lo sucedido y seguir luchando por sus sueños. “Me lo tomé otra vez como una motivación para salir adelante y jugar aún mejor. Tuve ofertas de Europa, aunque decidí quedarme en la NBDL, ya que pensé que tenía hueco en algún equipo de la NBA, por lo que prefería quedarme allí para apurar esas opciones”. En la Liga de Desarrollo, después de una primera campaña discreta, aumentó sus prestaciones en la 2004-05 (con 14,6 puntos por partido y un 45% en triples), lo que puso nuevamente su nombre en el mercado.

Carl English ha empezado la temporada en plena forma (Foto EFE)
© Carl English ha empezado la temporada en plena forma (Foto EFE)
Un lujo para la ACB, un lujo para el basket europeo

"Tras dos años, decidí que era el momento de ir a Europa”. Su destino era un clásico del basket continental, la Virtus de Bolonia. En la ciudad italiana, su historia personal conmovía y se pudieron ver pinceladas de calidad del jugador de Canadá, aunque no gozó de demasiada continuidad. “En Bolonia no jugué mal para ser mi primer año en Europa aunque tampoco tuve muchos minutos de juego, unos 19 por partido, por lo que sólo pude promediar siete u ocho puntos”.

Su siguiente parada, KK Zadar, resultó mucho más provechosa. “En Croacia intenté mejorar mi actuación y allí tuve más suerte. Era un país ideal para jugar al basket y pude completar una temporada muy buena”. De hecho, el jugador consiguió una Copa, ser el MVP del All Star y firmar más de veinte puntos por partido en tierras balcánicas.

En esos momentos, el jugador comenzaba a ganarse el reconocimiento mediático que merecía desde muchos años atrás. “Captain Canada”, como le llamaban con cariño sus compatriotas, era un referente en su selección, uno de los exteriores que más llamaban la atención del mercado europeo y, por fortuna para la ACB, España sería su siguiente destino. El último, hasta el momento.

Kalise Gran Canaria se volcó en su contratación y la apuesta le salió bien. Desde el primer amistoso en el CID, en el que sumó 28 puntos con siete triples, se ganó el corazón de los aficionados “amarillos”. La admiración es mutua. "Los aficionados de Kalise Gran Canaria son asombrosos, el sexto hombre del equipo. Para mí, son los mejores aficionados de toda la ACB. Te dan tanta energía… te animan cuando ganas, te apoyan cuando pierdes y son muy importantes”.

English aterrizaba en la ACB con la ilusión con la que tiraba sus primeros tiros de un lado a otro de aquella carretera perdida en Patrick Cove, con la motivación que le hizo encandilar a todos en Hawaii. Y el reto no era fácil. “Venir a España era una oportunidad muy grande para mí, ya que la ACB es la competición más fuerte de Europa, es lo más cercano a la NBA que existe. Hay mucha competitividad, el nivel es alto, para mí es la mejor liga”. Además, Carl está encantado con su conjunto y con la ciudad, sintiéndose cada vez más como en casa: “Es un gran equipo, todo el mundo está muy feliz aquí. Al ser mi segundo año aquí, me siento aún más cómodo. Me he acostumbrado al técnico, a los jugadores, jugamos juntos desde hace tiempo y tenemos más continuidad”.

En el equipo insular, Carl English se convirtió la pasada temporada en uno de los exteriores más destacados de la ACB. Con casi 16 puntos en cada encuentro y una fiabilidad en el tiro cada vez mayor, el jugador se reveló como un auténtico referente en el conjunto de Gran Canaria, algo que ha vuelto a ocurrir esta temporada. Su influencia en el juego del Kalise es total, siendo el alma del equipo, el líder en los buenos y en los malos momentos y la fuente más inagotable de puntos. Suma 73 en sólo cuatro encuentros , con el añadido de rozar el 50% en triples, ayudar en el rebote y tener aún tiempo para repartir asistencias como si de un director de juego se tratase.

¿Es la mejor versión posible de Carl English? El canadiense no está de acuerdo: “Puedo mejorar más y seguir corrigiendo errores. Espero poder ser cada vez más fuerte, más sólido en defensa y, en definitiva, mejor jugador”. La estrella de Kalise reconoce tener “expectativas muy altas para esta temporada. El año pasado no pudimos alcanzar ni la Copa del Rey ni el Playoff y queremos cambiar eso”.

El tiro, virtud en el juego de English (Foto EFE)
© El tiro, virtud en el juego de English (Foto EFE)
Para cierto sector de sus fans, lo estético de su baloncesto se plasma en su propio físico, aunque Carl afirma que, para él, “el aspecto físico no es importante, yo sólo quiero jugar al basket”. Aunque tiene una edad idónea para su profesión, es inevitable pensar a qué se dedicará alguien tan volcado en este deporte tras su retirada. “No sé qué haré cuando deje el baloncesto. Me gustaría entrenar, especialmente a los chicos más jóvenes y poder darles la opción que yo no pude tener, ya que vengo de un pueblo pequeño y no tuve muchas oportunidades”.

La estrella canadiense reserva sus momentos libres para su familia (“Me encanta estar con mi familia, todo el tiempo que puedo lo paso con ellos”) y para un hobby que da buena muestra de la creatividad que luego plasma en la cancha: “Disfruto construyendo cosas. En verano y cuando tengo un poco de tiempo libre, lo hago”.

Pocas personas pueden alardear de amar tanto su profesión como Carl English: “Para mí el baloncesto es un modo de vivir, algo que realizo cada día desde hace mucho tiempo, que me gusta hacer y disfruto, es una parte de mi propia vida”. Sin embargo, esa locura y esa pasión son, según define, una forma de escapar a tantas desgracias, un bello desahogo a tantos obstáculos en el camino. La vida se lo puso difícil a English pero el de St John’s aceptó el reto. Una revancha a la vida. Y ahora, ya tocaba, las reglas las marca Carl. Se lo ha ganado con creces.