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De Terrassa a Harlem (VI): Dios en el Templo

Si pudiéramos plasmar el sueño de todo amante del baloncesto americanos, quizás deberíamos situar a Michael Jordan en el Madison Square Garden y unos cuantos jóvenes talentos. Eso es justamente lo que Rubén Alcaraz vivió (y ahora nos relata) en el artículo sobre el Jordan Brand All-American Classic

  

Llevaba semanas sin escribir nada, y tenia mono. Mi ordenador murió hace exactamente un mes y me he quedado un poco enjuto mojamuto, ya me entendéis. Enjuto, y en Hooters, que es donde me encuentro escribiendo esto desde el ordenador de Sireman, un amigo que está pasando unos días conmigo y disfrutando de Harlem. Después de las míticas chicken wings del local, estamos viendo el primer partido de Playoff entre los Jazz y los Lakers, que de momento dominan claramente los angelinos. Hoy es un día de relax después del sábado inolvidable que vivimos ayer. ¡Atiende!



El sábado 18 de abril tenía una cita ineludible; no todos los días puedes ver a Dios (Michael Jordan) en el templo (Madison Square Garden). El Jordan Brand All-American Classic se disputaba en New York, y el evento constaba de tres partidos, el International game, el Regional game y el All-American entre los mejores jugadores High School del país.

Pero por la mañana se disputaba el Burguer King Battle, un torneo 3x3 en el famoso Gauchos Gym del Bronx, y nuestro equipo ‘The Culture’ estuvo en liza hasta la segunda ronda eliminatoria, cosa que hizo que llegáramos tarde al Madison.

El International Game trató de reunir a los mejores jugadores U-17 de fuera de Estados Unidos, pero no tuvieron el éxito deseado, y muchos buenos jugadores no asistieron al evento. Cuando llegué a mediados del tercer cuarto a pie de cancha, el equipo blanco ganaba cómodamente con diferencias alrededor de la quincena de puntos. Me llamaron la atención el base esloveno Luka Rupnik, que fue el mejor jugador del partido, la garra y decisión del base serbio Nenad Miljenovic y la envergadura del pívot lituano Ignas Ramasauskas. Finalmente el partido se apretó y los blancos se llevaron la victoria en un final donde el jugador chino del equipo negro Ran Sui puso emoción en el marcador.

Sinceramente, me esperaba bastante más de este partido, y me pareció que el nivel estaba por debajo de un evento de estas características. Seguro que si la creme del panorama internacional de la generación del 93 hubiera asistido al partido, mi impresión hubiera sido diferente.

El Regional Game lo seguí desde la grada con Sireman, mientras devorábamos una pizza cada uno (cayeron dos para cada uno durante la velada). Aunque conocía a varios jugadores, y había visto jugar a algunos como Paris Bennett, Lance Brown, Tamir Jackson, Lamar Patterson y James Stokes, preferí relajarme y disfrutar del partido comentando las jugadas.



Durante el descanso del partido me acerqué a hablar con Dexter Strickland, futuro jugador de los tar heel de UNC, que había venido a apoyar a su compañero de instituto Paris Bennett. Le comenté que le había visto jugar un par de veces estos meses y que como todos estaba sorprendido de su no elección para el partido All-American del Jordan Brand Classic. “Yo tampoco lo entiendo, creí que me seleccionarían. Además siempre he calzado Air Jordans, no sé por qué no me escogieron”, me confesó. Le deseé suerte en su nueva etapa colegial, y traté sin mucho éxito de acercarme a la zona donde se sienta uno de mis ídolos, el cineasta Spike Lee (durante estos meses, me he hecho con más de diez DVD de sus películas, que no se han editado en España, y con dos libros sobre él, habiendo dado buena cuenta de uno).

Un evento de este tipo reúne a mucha celebritie. Aparte de los ya citados, vi por el Madison a Fat Joe, Akon, Kevin Durant, Bobby Simmons, Yi Jianlian, Lance Stephenson y un viejo conocido de la ACB como Arturas Karnisovas.

El partido regional estuvo bastante entretenido y acabaron ganando los City Team 129 a 120 al equipo Suburban Team. Russell Smith por los ganadores y Brandon Triche por el otro bando fueron nombrados MVP del partido.

Por fin se llegaba al plato fuerte, el All-American Jordan Brand Classic. Aparte de los dos jugadores locales Durand Scott y ‘Momo’ Jones, el jugador que recibió más aplausos en la presentación fue Marcus Jordan. En la grada escuché la siguiente conversación: “Watch! The Michael Jordan’s son. Is the second nigga!”, mientras señalaban al banquillo del equipo blanco. Con el número 5 a su espalda, zurdo, 1.90 de altura, gafas a lo Dan Santiago, y una sonrisa más parecida a Magic Johnson que a su padre, nadie diría que se trata del hijo de Dios, que va a jugar en el templo favorito de su padre, quien se encuentra medio escondido en la cuarta fila.


Marcus Jordan centró todas las miradas


Es la tercera vez que veía en persona a MJ, pero fue la vez que más lejos lo tuve, y apenas me preocupé. Ya se que es prácticamente imposible acercarse a él, por lo que no reparé mucha atención en ese sentido.

Derrick Favors, DeMarcus Cousins, John Wall, Xavier Henry, Jordan Hamilton, Dom Cheek, Avery Bradley, Renardo Sidney... La lista de jugadorazos es interminable. Gran impresión la que causó Mason Plumlee en los primeros compases del partido, yéndose hacia el aro con gran facilidad. Al igual que Marcus Jordan, que completó un alley oop espectacular. Se me hizo muy extraño que el considerado mejor jugador de la generación, John Wall, pasara desapercibido y anotara solamente dos puntos y repartiera dos asistencias en la primera parte. Estaba siendo un partido basado en el juego interior, el equipo negro con Favors y Cousins como estiletes, y el equipo blanco con Sidney como bastión tanto en defensa como en ataque.


Los mejores, Renardo Sidney Derrick Favors, recibieron el trofeo de MVP


La segunda parte siguió el mismo guión, y los jugadores fueron completando sus estadísticas. Todos, menos John Wall. Pero a falta de dos minutos para la conclusión del encuentro, los entrenadores introdujeron sus últimos cambios en la cancha, y los titulares saltaron de nuevo al mítico parquet neoyorquino. Fue entonces cuando el huracán Wall cautivó a la grada y dejó en cuatro jugadas claro quien es el mejor jugador de High School del país. Un tremendo mate, un electrizante doble crossover (recordad esta palabra, porque dará que hablar…) camino a una nueva canasta, y dos asistencias sin mirar, hicieron que el público murmurara cada vez que John tocaba el balón.

El equipo negro comandado por Favors y Cousins se impuso por 110 a 103 al combinado blanco dirigido por Wall. El premio MVP fue compartido por Favors (que tres días antes había ganado también el premio a mejor jugador en el McDonald All-American) y Sidney.

En esos momentos en los que ya me encontraba paseando por el parquet de la mítica cancha, Michael Jordan ya había desaparecido, y ni siquiera entregó el premio MVP como venía siendo habitual. El Jordan Brand Classic volvió a ser un escaparate en el pabellón más famoso del mundo para las futuras estrellas del baloncesto. Y como si de una escena bíblica se tratara, ‘dios’ envió a su hijo al templo más famoso de la tierra a predicar la religión en la que todos nosotros creemos. BALONCESTO.