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Sergiy Gladyr, el más listo de la clase

Extrovertido, listo, natural, curioso y, sobre todo, un gran jugador de baloncesto. Esto y más es Sergiy Gladyr, el joven ucraniano del Suzuki Manresa que seduce por su particular carácter, capaz de lo mejor y lo peor. Conoce un poco más a una futura estrella que ya decide en la ACB

Sergiy Gladyr, todo carácter, todo naturalidad (ACB Photo / J. Alberch)
© Sergiy Gladyr, todo carácter, todo naturalidad (ACB Photo / J. Alberch)
  

Redacción, 07 ene. 2010.- Muchos jugadores profesionales utilizan una coraza, una especie de personaje que les permite ser jugadores sin tener que ser ellos mismos. La rutina del entreno, partido, autógrafos, actos publicitarios, entreno, partido… se lleva mejor si te distancias de la realidad con una impostura a menudo necesaria y para nada criticable. Casi todo el mundo se comporta diferente en el trabajo que en su casa.

Sin embargo, hay jugadores que son auténticos porque no saben ser de otra forma. Hay jugadores tan enigmáticos como transparentes, contradictorios si no los entiendes. Sin duda el joven ucraniano del Suzuki Manresa Sergiy Gladyr es uno de ellos. "Es muy inteligente y, por lo tanto, muy curioso, presta atención a todo y eso hace que a veces se disperse, porque otra cosa le ha llamado a atención", explica el segundo entrenador Aleix Duran. Lo que puede ser una virtud encantadora, también puede ser un lastre en el contexto de un equipo: "Puedes estar explicando lo más importante del scouting del otro equipo y él fijarse en el gesto técnico del cambio de mano o decir "salud" porque otro jugador ha estornudado", agrega Duran.

Sin embargo, su capadidad de aprendizaje es brutal: "Me gustan mis entrenadores porque siempre que pregunto, que es muy a menudo -confiesa sonriente-, tienen una respuesta para hacerme mejor. Entreno muchas horas, en sesiones dobles, todos los días…", asegura con entusiasmo. Su entrenador, Jaume Ponsarnau, asegura que es capaz "de poner en práctica por la tarde lo que ha aprendido por la mañana, coge muy rápidamente todos los conceptos y los aplica en seguida". Esto, unido a unas "habilidades físicas excepcionales" le convierten en una futura estrella. "Aún no hemos visto su potencial, está mejorando mucho, pero viene de un nivel competitivo muy diferente y necesita perfeccionar muchos aspectos de su juego", apunta el Director Deportivo Jordi Ardèvol.

Gladyr, una de las mayores promesas del Continente, que llegó a Manresa para tener un papel importante desde el primer día ("creo que aún no tiene claro lo que esperamos de él y lo importante que es para el equipo, no se presiona" (Ponsarnau)), en ningún momento se considera una estrella: "Tengo que mejorarlo todo: mis habilidades técnicas, mi potencia física, la concentración y mi inteligencia en la pista… todo para ser más rápido a la hora de tomar decisiones, moverme más rápido", asevera. Genial y humilde, incluso bromea sin quererlo sobre su fama: "¿Si soy conocido en mi país (juega regularmente con su selección)? Bueno, a mi madre le preguntan cómo me va cuando la ven en el pabellón de mi antiguo equipo… Supongo que en mi ciudad hay gente que sí se acuerda de mí".

Sergiy Gladyr hace gala de su particular carácter (Foto Álvaro Paricio)
© Sergiy Gladyr hace gala de su particular carácter (Foto Álvaro Paricio)
Un chico más de la cantera

Rodeado de sus compañeros en una sesión de fotos para un calendario, Sergiy grabó el spot para la Campaña Encesta su Juguete. Viéndole divertirse como un niño, bromear con todo el mundo en castellano (aunque memorizó las frases sin entender en un principio lo que estaba diciendo), uno puede confundirle con cualquier otro jugador de cantera del equipo manresano. Es uno más, sin más. Y las anécdotas se acumulan para refrendar esta opinión: llegó con la pretemporada empezada y su primer contacto con el grupo fue una especie de gincana en la que debían ir superando pruebas de orientación y habilidad por medio del bosque… "Se entregó al máximo, bromeando con todos y jugándose la piel en cada salto", explica Ponsarnau recordándolo aún ahora con cierto aire de asombro.

También ha caído en las típicas bromas para extranjeros: "Cuando no sabes el idioma… siempre pasan cosas divertidas. Me contaron que galleta se llamaba berberecho y una cuchara era un calamar pequeño. Cuando íbamos a un bar, claro… era divertido", recuerda casi con nostalgia. Su habilidad con los idiomas (calamares aparte) es sorprendente para alguien que apena ha salido de Mykolaiv, Ucrania. A un inglés más que correcto hay que añadirle un español cada día mejor ("en dos meses creo que ya podré hablarlo correctamente"), aparte lógicamente del ucraniano y el ruso.

Su caracter extrovertido ayuda a su integración; una actitud positiva que proviene de la convicción de que "hay que intentar ser un divertido cuando toca porque… así es la vida. No puedes estar serio todo el tiempo, porque entonces acabas encerrándote en ti mismo. Hay que abrirse a los otros y con el humor es más fácil."

El tiovivo del tiro

"Su objetivo debe ser centrarse, focalizar los objetivos", expone Ponsarnau. Ser regular, en definitiva, ya que de momento Gladyr está siendo capaz de lo peor (-10 de valoración contra el CB Granada) y de lo mejor (24 puntos contra el Gran Canaria a la semana siguiente). Por eso, al ucraniano tiene claro que "ahora soy un jugador profesional de baloncesto y tengo que ser consistente. Por eso tengo que trabajar más en la mentalidad y con la cabeza, que con la técnica. Si fallo un tiro, es culpa, sobre todo, de la cabeza. Sé que si en un entreno lanzo 500 tiros, puedo meter más de 400, así que la mano no tiene la culpa, sino la cabeza. Tengo que mejorar eso, tengo que trabajar mucho en ese aspecto". La mano, está claro que no es el problema. Que le pregunten sino a Pedro Robles, que tuvo que batir el récord del concurso de triples en la final de la Supercopa para poder doblegar al joven báltico.

Sergiy Gladyr deslumbró en el concurso de triples de la Supercopa
© Sergiy Gladyr deslumbró en el concurso de triples de la Supercopa
Otro paso imprescindible para ganar en consistencia es relativizar tanto los malos momentos como los buenos. "Cuando pierdes, por supuesto estás decepcionado y sientes la presión, pero tienes que pensar que puedes ganar el siguiente partido. Así es la vida, cualquier cosa puede pasar. No hay que hacer una montaña de una derrota. Yo sólo juego… y a veces juego mal, pero no por miedo ni por la presión. Para el siguiente partido hay que pensar en qué has hecho mal y cambiarlo, pero no derrumbarse", reflexiona Sergiy.

Sus entrenadores dan fe de que se toma en serio estas palabras: "Los fallos parecen no afectarle. Es capaz de fallar y de seguir arriesgando, seguir tirando", en una actitud valiente y un poco inconsciente. Pero en cualquier caso temeraria: "Él sabe cuándo está bien y cuando mal; es de los pocos jugadores que pide cambio cuando ve que su rendimiento está bajando", destaca Ponsarnau como una de las poco habituales virtudes de Gladyr.

Mykolaiv es otro mundo

Aunque ya ha sido drafteado por la NBA (número 49 por Atlanta Hawks) y se le considera una de las futuras estrellas del baloncesto europeo a sus 21 años recién cumplidos, su carrera dista mucho de lo habitual en estos casos. Nació, creció y aprendió en Mykolaiv (donde juega el MBC Mykolaiv, ni mucho menos uno de los equipos punteros en la Superleague); concretamente su pabellón vio dar los primeros pasos y los primeros botes del joven Sergiy. Relata que "cuando era pequeño, toda mi familia jugaba a baloncesto: mis padres, mi hermana… Mi padre empezó a trabajar en el club y, teniendo yo 5 años, me llevaba a menudo con él. Me daba un balón y me decía que jugara un rato. Me pasé más horas en el pabellón que en el colegio ya que mi padre me llevaba siempre consigo a la cancha. Yo botaba y botaba, sólo para pasarlo bien. A los 7 años, un entrenador juntó a unos cuantos chicos y formamos un grupo que duró varios años. Nos lo pasamos muy bien porque no nos planteábamos nada. Cuando acabamos el colegio, a los 14 o 15 años, era el momento de decidir si seguíamos estudiando o nos convertíamos a profesionales y tres de nosotros elegimos la segunda opción".

Y de ahí a meter 15 puntos por partido, a jugar el All Star Ucraniano, a ganar el concurso de triples, a participar en la Selección Nacional… y a Manresa, directo a la mejor liga de Europa. "No me sorprende que el nivel sea tan alto, tan diferente a Ucrania; yo ya sabía que la ACB sería así y traté de mentalizarme antes de llegar aquí". La decisión de recalar en un club como el Suzuki Manresa parece ser la ideal: aquí tendrá minutos, tendrá presión, pero también mucho apoyo para desarrollarse y un ambiente tranquilo, alejado de las distracciones.

Sobre si ha sido o no una buena decisión, Gladyr ni siquiera se lo pregunta: "No quiero pensar en mi carrera, ni en como será ni en como debe ser. Quiero vivir el presente: ayudar al Suzuki Manresa a estar entre los 8 primeros o los 5 primeros… quién sabe. Pero no pienso en el futuro, sólo vivo el ahora". El pasado significaba entrenar a dos grados bajo cero y vivir en un entorno socialmente más hostil ("la gente en Ucrania es muy diferente, ahí son más agresivos en el trato diario, con la gente; aquí todo es muy tranquilo, más seguro y lo estoy disfrutando", mientras que el presente significa ser uno de lo referentes del (de nuevo) equipo revelación de la liga. El ahora, como siempre, significa "trabajar, luego puedes tener suerte, pero siempre hay que pasar por el trabajo".

¿Y el futuro? Quizás el Playoff. Quizás 30 puntos en un partido. Quizás una carrera como actor… Sea como sea, lo será sin artificios. "Así es la vida", repite una y otra vez.