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Talento liberado

Como un animal enjaulado, algunos jugadores deben salir de la NBA para liberar todo su talento. Fueron jóvenes que llegaron a la liga norteamericana en busca de fama y dinero rápido pero sólo encontraron una carrera cortada por la falta de minutos. Ahora muchos de ellos triunfan en Europa… otros no

Tskitishvili vivió el lado más amargo de la NBA pero ahora disfruta con el Ayuda en Acción Fuenlabrada (ACB Photo / David R. Anchuelo)
© Tskitishvili vivió el lado más amargo de la NBA pero ahora disfruta con el Ayuda en Acción Fuenlabrada (ACB Photo / David R. Anchuelo)
  

Redacción, 20 Ene. 2010.- Creado para compensar plantillas e igualar la competición, del draft de la NBA se sabe casi todo: quienes entran, el porcentaje de posibilidades para ser el número 1 según la clasificación, pero ¿qué es lo que lleva a un equipo a elegir un determinado jugador? Eso es algo que se muchas veces se escapa a la lógica o a un patrón de conducta porque no hay una norma estricta que se cumpla siempre.

Durante años se tendió a elegir a los hombres altos, no importaba su formación, sino sus centímetros; luego se buscó coger a jugadores procedentes del high school, se pensaba que a mayor juventud más fácil aclimatación y futuro tendría en la NBA.

Hubo una época en la que se puso de moda el reclutar jóvenes talentos de Europa, no importaba que apenas hubiesen destacado a nivel internacional, el éxito de los pioneros europeos en la NBA junto al efecto positivo de Pau Gasol y Yao Ming provocó un boom de europeos en el draft. En cualquier caso, y dejando de lado las modas pasajeras, suelen imponerse una máxima a la hora de elegir jugadores en el draft: el potencial.

No importa que el presente del jugador sea tan escaso como su curriculum internacional, lo que importa es verle un futuro en la NBA. En Estados Unidos y en la NBA triunfa el “lo elijo por si un día…”


Diamantes por pulir

La conjunción de dos factores como el efecto atrayente de la NBA y la obsesión de esta por jóvenes talentos de Europa, ha provocado en esta década que concluye una importante cantidad de jugadores que dieron el salto a la liga norteamericana antes de tiempo. Muchos jugadores dejaron de lado su formación europea y cruzaron el charco en busca de fama y fortuna, pero sólo encontraron la soledad del banquillo y, con suerte un buen regreso al viejo continente. Fueron jóvenes promesas, con todo el tiempo y futuro por delante para formarse como jugadores y competidores en Europa, pero las prisas propias de los tiempos que corren les llevaron a precipitarse en su decisión. El “lo quiero ya y ahora” fue su mayor error.

En la ACB muchos promesas se han convertido en brillantes realidades (ACB Photo / Arrizabalaga)
© En la ACB muchos promesas se han convertido en brillantes realidades (ACB Photo / Arrizabalaga)
Muchos de ellos se toparon con la dura realidad de una liga demasiado competitiva y un estilo de vida al que todavía no estaban preparados. Comprendieron que madurar en Europa no sólo era una cuestión de aprender los fundamentos del baloncesto o saber competir, era una lección vital.

Uno de los casos más llamativos fue el de Nikoloz Tskitishvili. Quizá el caso más notorio (junto a Darko Milicic) de una previsión errónea. Como el serbio elegido por los Pistons en segunda posición del draft, sobre Skita, formado en Italia con Mike D’Antoni, habían grandes expectativas: altura, coordinación, versatilidad… todos veían un tremendo potencial y alguno incluso intuía en él a un nuevo Dirk Nowitzki. Pero no fue así. “El primer día que llegué a Denver me trataron como si fuera Nowitzki. No sé qué esperaban... ¡No había hecho nada grande antes!”, comentaba Tskitishvili hace años en una entrevista de Quique Peinado.

Ser el número cinco del draft de 2002 le valió al georgiano para que Denver Nuggets confiara en él en su año de rookie. Fue su mejor temporada ya que jugó 81 partidos (en su carrera NBA sólo jugó 172), disputó sus únicos 16 partidos como titular y anotó 315 puntos (el 62% de los 507 que logró). A partir de ahí, la falta de minutos y las maletas fueron dos constantes en su vida. En dos temporadas jugó en cuatro equipos y en 2008 decidió volver a Europa harto de esperar en la NBA una oportunidad que nunca llegaba. “Cada vez que me equivocaba decían: ‘¿Cómo puede estar aquí este tío?’. Y yo no sabía qué querían decir. Por supuesto que no estaba preparado, y ellos lo sabían”, comentaba.

Con el Caja San Fernando, Skita recuperó sensaciones como profesional. “En mi etapa en la NBA no jugué mucho en varios años y creo que venir ha sido la mejor decisión que he tomado en mucho tiempo. Ha sido un paso muy importante en mi carrera y me ha venido muy bien”, decía al poco de firmar por el conjunto sevillano. En la capital andaluza volvió a sentirse jugador de baloncesto y tras su paso por Teramo en Italia, parece haber encontrado su casa en Fuenlabrada. Quizá nunca llegué a ser lo que un día pensó que sería Kiki Vandewghe, pero su polivalencia y clase tienen un gran valor en la ACB. Como Tskitishvili dijo tiempo atrás “ahora soy un jugador más completo y espero poder demostrar en Fuenlabrada por qué fui número 5 del draft”.

Pese a lo singular del caso, la historia de Tskitishvili no es la única. Otro al que llegar a la ACB le hizo crecer como jugador fue a Jerome Moiso. El francés fue un número 11 del draft, un portentoso físico parecía abrirle de par en par las puertas de la NBA, pero pronto vio que esas puertas eran más pequeñas de lo que pensaba.

Fue viajando de equipo en equipo hasta que tuvo que ser en Europa donde se reencontró. Una fulgurante aparición en el Real Madrid en un Playoff le valió para ganar la liga ACB en el 2007 y firmar al año siguiente un contrato en el DKV Joventut. Con la Penya vivió una gran temporada, alcanzó el éxito colectivo (Copa del Rey y ULEB Cup en 2008) y reconocimiento personal.

Su caché creció y los petrodólares rusos le llevaron al Khimki. Allí no tuvo tanta fortuna y decidió regresar a la ACB. En ella se ha convertido en uno de los pivots más importantes de los últimos años y, ya sea en Badalona o ahora en el Bizkaia Bilbao Basket, Moiso puede presumir de ser toda una referencia en la pintura.

Entre los que han regresado de la NBA y han crecido en la ACB destaca Igor Rakocevic. Volvió de América más helado por la ausencia de minutos en los Timberwolves que por el frío de Minnesota. Un año en el Estrella Roja le valió para que Pamesa Valencia apostara por él. Después llegaría su etapa en el Real Madrid y TAU Cerámica y, sobre todo, años al máximo nivel donde fue la referencia anotadora de dos de los mejores equipos de Europa.


Llegar a la NBA antes de tiempo puede ser un problema (Foto EFE)
© Llegar a la NBA antes de tiempo puede ser un problema (Foto EFE)
Enderezando el rumbo

En el draft de 2005, salió elegido Ersan Ilyasova (36 Milwaukee Bucks). El turco también era una gran promesa europea pero no le sentó bien su salto a la NBA. Milwaukee vivía un tiempo de inestabilidad, los resultados no acompañaban y eso siempre es un problema para los jóvenes, más si eres extranjero.

Ilyasova compaginó partidos NBA con la liga de desarrollo hasta que decidió regresar a Europa con el Regal FC Barcelona. En España tuvo que pagar las consecuencias de meses sin competir y el principio no fue fácil. Sin embargo a mitad de la primera temporada todo comenzó a cambiar y junto a Xavi Pascual desarrolló su juego como cuatro abierto hasta ser pieza clave en el titulo de liga ACB de la pasada campaña.

Ahora, años después, Ilyasova es un mejor jugador, más completo, polivalente, maduro y competitivo… y ha decidido volver a probar suerte en la NBA. Con Milwaukee, Ilyasova es titular y está siendo importante en uno de los equipos revelación de la liga.

El ejemplo del pívot turco es una buena muestra que un mal inicio no tiene porque ser irreversible y en ese camino está Martynas Andriuskevicius. El gigante lituano era aleccionado con clases particulares de Arvydas Sabonis y comenzaba a impresionar en torneos juniors, sin embargo cuando apenas su curriculum deportivo comenzaba a escribirse dio el salto a la NBA desde la posición número 44 del draft.

Andriuskevicius tenía que seguir los pasos de su compatriota Zydrunas Ilgauskas pero el salto le llegó muy pronto cuando ni siquiera jugaba en el primer equipo de Kaunas, y Orlando, que fue el equipo que lo eligió, no tuvo paciencia. Tampoco la tuvo Cleveland Cavaliers (seis partidos) y entonces tomó el camino de ida y vuelta a la NBDL. Tuvo una última oportunidad en Chicago Bulls, pero el no jugar allí fue casi tan duro como el golpe que le dio su compañero Awvee Storey y que casi le cuesta la vida (sufrió una fractura craneal). “Cuando llevaba tres días en la cama, sin poderme mover, comprendí que no debía perder más tiempo pensando en aquello, que debía centrar todas mis energías en hacer todo lo posible por mejorar, por salir de allí y volver a jugar al baloncesto”, afirmó el jugador

Fue entonces cuando el joven Martynas decidió regresar a Europa. Primero lo intentó en Badalona con el DKV Joventut, pero finalmente fue Alicante la ciudad que lo acogió. Aquella decisión no pudo ser más acertada. El animal enjaulado que lleva tatuado en su pierna despertó en su interior y comenzó a demostrar sobre las pistas parte de aquello que vieron muchos ojeadores en su día. El pívot lituano fue una pieza fundamental para el ascenso alicantino y hoy en día es titular indiscutible en la ACB con el Meridiano Alicante.



Se da la curiosidad que dos posiciones más atrás fue elegido Erazem Lorbek. El esloveno permaneció en Europa, creció en España (Unicaja) e Italia y eclosionó en el CSKA de Moscú siendo hoy en el Regal FC Barcelona uno de los pivots más cotizados de la Euroliga. Ambos tenían un potencial similar, pero Europa curtió a Lorbek (elegido dentro del mejor quinteto en el pasado Eurobasket).

Una historia similar a la del lituano está viviendo en primera persona Kosta Perovic. Después de una gran carrera en sus etapas de formación, Golden State Warriors le eligió en el 2006 en el puesto 31 del draft. Su altura y gran mano le convertían en una pieza cotizada, pero Don Nelson nunca confió en él. El run and gun de los Warriors y la preferencia de Nelson por jugadores más bajos pero muy rápidos le cerró las puertas de la NBA y le abrió las de Europa.

Perovic llegó a Valencia para ser grande y día a día lo está logrando. Tras una primera temporada de aclimatación, el pívot serbio se está mostrando igual de infalible en ataque que siempre pero está logrando mejorar en defensa, faceta donde la NBA parece que no hizo mucho hincapié. Perovic, titular en la Serbia subcampeona de Europa, vuelve a ser importante tras su traspié en la NBA, pero no todos han tenido tanta suerte.


Yaroslav Korolev era una prometedora estrella antes que la NBA cambiara su carrera (Foto JOMA)
© Yaroslav Korolev era una prometedora estrella antes que la NBA cambiara su carrera (Foto JOMA)
Perdidos para la causa

En el peor de los casos el salto prematuro a la NBA ha supuesto enterrar un prometedora carrera. Jugadores con buenos fundamentos pagaron con el olvido vivir en el ostracismo en la NBA. Cuando se es joven se necesitan minutos para aprender y mejorar, pero la NBA no perdona y si no rindes desde el primer nivel lo pagas con el banquillo y ligas menores.

Un caso sangrante es el de Yaroslav Korolev, número 15 del draft de 2005. El ruso era un tirador contrastado en las categorías inferiores de Rusia pero sólo había jugado cuatro partidos en el CSKA de Moscú antes que los Clippers creyeron ver en él al nuevo Kirilenko.

Ser Kirilenko era una opción, pero los Clippers también podían haber pensado en que les saliera un nuevo Sergey Monya o Viktor Khryapa, ambos elegidos en el puesto 23 y 22 del draft y que volvieron a Rusia sin dar el nivel esperado en Estados Unidos. La fiebre por el “potencial” cegó a los angelinos y el dinero rápido a Korolev.

El resultado es hoy un jugador que no rindió en su vuelta a Rusia en el Dynamo Moscú y que ahora apenas destaca en Albuquerque Thunderbirds. Casi bien distinto es el de Fran Vázquez que fue elegido ese mismo año con el puesto 11 por Orlando Magic y hoy es toda una estrella en la ACB. Quizá en el 2005, el potencial de uno y otro era parecido pero hoy la distancia entre los dos es abismal.

La diferencia está en que en la NBA, donde se viaja más que entrena, un jugador joven que no juega no progresa, mientras que en Europa el jugador joven se forma y siempre encuentra minutos, aunque sea a través de cesiones como fue el caso de Fran Vázquez. La diferencia está en saber esperar y madurar compitiendo, Fran tuvo esa paciencia y hoy recoger los frutos del trabajo bien hecho.

Al igual que Korolev, a Pavel Podkolzine sus 224 centímetros no le sirvieron para jugar en la NBA y se convirtió en un jugador muy limitado. Ellos pasaron de tener un futuro prometer a ser una gris realidad como lo son Zarko Cabarkapa (número 17 en el 2003), Mouhamed Sene (número 10 en el 2006) o incluso un número ocho como el brasileño Rafael Araujo (2004).

A veces, un no a tiempo es lo mejor. La paciencia es una virtud y no necesariamente tiene que suponer poner fin al sueño americano. Serge Ibaka (número 24 en 2008) esperó un año en la ACB, se hizo mejor jugador en Manresa y hoy comienza a ser importante en un equipo en crecimiento como Oklahoma City Thunder. Alexis Ajinca (20) no tuvo esa paciencia y lo que era una joya es hoy un jugador a mitad camino entre la NBDL y Charlotte Bobcats.

Muchas veces la NBA apuesta por diamantes por pulir, lo que sucede es que si no existe la confianza y el tiempo necesario para trabajarlo, el diamante se convierte en tierra estéril. Por suerte no siempre las promesas se las lleva el viento, a veces esas promesas vuelven y se hacen realidad.