Artículo

En busca del partido perfecto

¿Es posible jugar el partido perfecto? ¿Cómo sería? ¿Se ha conseguido? Tratamos de responder a todas estas preguntas a raíz del 15º aniversario de los 66 de valoración de Sabonis. Descubre las hazañas de Arcega, Blanco... y Romay

Nadie ha hecho más valoración que Arvydas Sabonis en ACB pero, ¿fue su 66 un partido perfecto? (Foto ACB)
© Nadie ha hecho más valoración que Arvydas Sabonis en ACB pero, ¿fue su 66 un partido perfecto? (Foto ACB)
  

Redacción 1 abr. 2010.- "Trabajo para el partido perfecto, cada día busco la perfección" decía hace un par de meses Pete Mickeal en el TÚEntrevistas. El alero del Regal FC Barcelona asegura que alguna vez se ha quedado cerca ("la Final de la Copa del Rey de Madrid, por ejemplo") y que "a lo mejor no es posible", pero que "quiero intentarlo". ¿Es factible? ¿Se puede alcanzar ese partido inmaculado? Hay opiniones para todo, incluso hay quien dice que ya se ha conseguido en ACB.

En un deporte tan complejo como el baloncesto, la perfección parece algo imposible. Un partido está compuesto de una gran variedad y cantidad de acciones tanto defensivas como ofensivas que deberían ser todas exitosas en un partido perfecto. "Sería acertar en cada defensa, en cada rebote, en cada tiro…", subraya con viveza en los ojos Mickeal.

Un partido perfecto podría ser un partido sin ningún error (ni en el tiro, ni con pérdida de balones, ni faltas cometidas…) con máxima valoración, pero quizás también un partido en el que anotas la canasta decisiva o incluso, retorciendo el concepto, un partido en el que el capitán anota dos puntos sin ni siquiera jugar (por una canasta en el propio aro del equipo rival, por ejemplo). La perfección, aunque pueda resultar paradójico, tiene muchas caras.

Sabonis, Arcega, García y… ¡Romay!

Con las estadísticas en la mano, son muchos los grandes partidos que aparecen en los archivos de la ACB y en la memoria de los aficionados. Quizás por encima de todos ellos estás el récord de valoración (66) de Arvydas Sabonis con el Real Madrid, del que este miércoles se cumplieron exactamente 15 años.

El gigante lituano anotó 32 puntos, capturó 27 rebotes, colocó 5 tapones, anotó dos triples sin fallo, seis tiros libres sin error, recibió seis faltas… Sin duda es un partido difícil de superar, pero eso no quiere decir que sea perfecto: falló cinco tiros de dos, perdió cinco balones y cometió dos faltas. ¿Demasiado exigente? Todo depende de dónde pongamos el listón, porque hay formas más perfectas de anotar 32 puntos y con menos errores.

Para eso tenemos que viajar a mayo de 1990, cuando Pepe Arcega jugó el partido estadísticamente más perfecto que registra la historia de la ACB. El mediano de los hermanos Arcega jugó 40 minutos anotando justamente 32 puntos sin fallo (5/5 en libres, 6/6 de dos y 5/5 de tres), además de sumar dos rebotes y una asistencia para una valoración de 32. El único pero, las tres faltas cometidas.

"Es un día de esos en el que te sale todo", asevera Arcega, 20 años más tarde de la hazaña. El partido rozó la perfección, pero aún fue mejor desde su punto de vista, puesto que más allá de las estadísticas "el partido me sirvió para volver a ser yo en un momento en el que estaba recibiendo algunas críticas por mi rendimiento tras haber estado buena parte de la temporada lesionado". ¿Qué mejor forma de reivindicarse que jugando un partido perfecto? "En ese momento no piensas en las estadísticas, sólo en la autoconfianza que estaba recuperando", puntualiza. "Al final me dijeron que no había fallado ni un tiro". Eso sí, Arcega ni se atreve "a comparar mi partido con el de Sabonis. Para un jugador interior es más fácil conseguir valoración, pero aún así, Sabonis está a otro nivel".

Sólo tres faltas separaron este partido de lo que se podría considerar perfecto en 40 minutos. ¿Tres o dos? "Bueno, creo que recordar que era el último partido de Carmelo Cabrera (que jugaba en el Cajacanarias como rival) y tuve que hacer falta para parar el juego y que pudieran cambiarlo entre aplausos", recuerda entre risas. El estado de gracia de Arcega en ese momento era máximo, puesto que en el partido de ida (era una serie clasificatoria para el Playoff entre CAI Zaragoza y el equipo canario) finalizó con 24 puntos y un solo error (2/3 en libres, 5/5 de dos y 3/3 en triples) en 27 minutos.

Como él mismo asume con humor, Arcega tuvo varios sambenitos durante su carrera ("primero era un buen defensor, luego un buen tirador y al final un buen director" respondiendo a los distintos retos que se iba planteando. "Pasé muchas horas practicando el tiro, sobre todo el de 3 puesto que cuando se implantó la línea de 6,25 todos tuvimos que amoldarnos rápidamente". Y bien que lo consiguió: hasta 21 veces en su carrera finalizó un partido sin fallo en el tiro y anotando al menos un punto.

21 veces pueden parecer muchas, pero las estadísticas históricas nos descubren que el jugador más perfecto en el tiro de la historia de la ACB fue… Fernando Romay. El ex pívot del Real Madrid es el jugador que más partidos ha acabado sin fallo y con anotación: un total de 51 ocasiones. Sin duda sus mates y su buena selección del tiro le llevaron a hacer historia en este apartado. Si nos basamos sólo en los partidos sin error y con, al menos un punto, resulta que la mitad de los jugadores de la historia de la ACB (1.151 en total) ha conseguido alguna vez acabar con un 100%. No parece muy excepcional…

Diego García: el que más se acerca este año
Diego García sumó la mejor valoración de la temporada (Aitor Bouzo / enCancha)
© Diego García sumó la mejor valoración de la temporada (Aitor Bouzo / enCancha)
La mejor valoración de esta temporada en ACB corresponde al alero argentino del Blancos de Rueda Valladolid Diego García, quien llegó a los 47 puntos en la victoria de los suyos sobre el CB Murcia. ¿Fue perfecto? "Desde luego, es poco mejorable", afirma García.

"Salió muy bueno en todos los aspectos, porque además de anotar, sumé en muchos más aspectos… ¡y el equipo ganó!", exclama. 38 puntos, 4 asistencias, 12 faltas recibidas, pero algunos tiros fallados (uno de dos, uno de tres y tres tiros libres) que siguen pesando en su recuerdo: "fallé dos tiros al final del partido, que nos podrían haber llevado al triunfo. Eso sí, sin la prórroga no hubiera llegado a 47 de valoración…Luego lo remendé (risas)".

Más allá de los números, Diego valora los partidos por el resultado, "que es lo que manda", y por la entrega: "cuando hiciste todo lo posible, cuando te tiraste por cada balón, no hay reproches posibles". Aunque claro, cuando pierdes la cosa cambia: "siempre hay algún error que se va repitiendo en tu cabeza, sobre todo si perdiste". Su partido estuvo bien, pero no se puede comparar con los 66 de Sabonis que fueron "increíbles, espectacular. Si no es perfecto, le falta muy poco. Yo hice 47 y pensé que nunca podría hacerlo, pero 66… "

Siguiendo la senda del partido con el mínimo error, nos tenemos que ir hasta enero de 1991, cuando Mark Simpson anotó 34 puntos con un solo fallo de tiro de campo (14/14 en libres, 4/5 de dos y 4/4 de tres) en un partido contra el DKV Joventut en el que, sin embargo, fue eliminado por faltas. También aparece otro partido mítico, el que cuajó Nacho Rodilla el 23 de enero de 2000, justamente también contra el DKV Joventut. 30 puntos con un sólo error en el tiro (7/8 en libres, 10/10 de dos y 1/1 de triple), 4 rebotes, ningún balón perdido y una sola falta cometida para 40 de valoración. Ni que decir cabe que todos los partidos de los que hablamos acabaron en victoria.

Y si vamos hasta el límite para encontrar el partido entero (40 minutos jugados) sin ningún tipo de error estadístico, el resultado es tan sorprendente como poco espectacular. Luis Blanco (ex de LaSalle, Manresa y Caja Ronda) firmó el 21 de diciembre de 1985 con el Manresa contra el OAR Ferrol 5 puntos (un triple y una canasta de dos), 3 rebotes, 1 recuperación y ninguna falta para 9 de valoración. ¿El partido perfecto?

Pepe Arcega (junto a Pep Cargol en la foto de EFE) consiguió la máxima anotación sin fallo en un partido ACB
© Pepe Arcega (junto a Pep Cargol en la foto de EFE) consiguió la máxima anotación sin fallo en un partido ACB
Estadísticas contra sensaciones

Para Pete Mickeal, la Final de la Copa del Rey de Madrid se acercó a su partido perfecto. Aunque estadísticamente no lo parezca, sólo hace falta ver su actuación en la prórroga (canasta decisiva y tapón para sentenciar el partido) para entender por qué lo considera tan perfecto. Y es que las sensaciones tienen a menudo más peso que los números.

Así lo corrobora Pepu Hernández, nuevo entrenador del DKV Joventut, que recuerda un partido con Estudiantes en el Playoff de 2005 "que perdimos contra el Real Madrid; no fue perfecto en estadísticas, pero sí perfecto en sensaciones. Fue tan bueno en sensaciones que nos hizo ganar los tres siguientes partidos y llevarnos la eliminatoria. A veces hay partidos en los que notas que el grupo se ha consolidado y que te dan muchísimo, aunque no sean ningún título, incluso aunque sean una derrota”.

Si es difícil que un jugador tenga un partido perfecto, más aún debe serlo que un equipo entero lo haga. ¿Cómo sería el partido perfecto de un equipo? Pues seguramente como el triunfo de Unicaja en el Palau Blaugrana por 104 a 115 en diciembre de 2005. Sin embargo, su entrenador por aquel entonces, Sergio Scariolo considera que "ni mucho menos fue el partido perfecto, porque hubo pérdidas de balón y errores defensivos". Aunque también reconoce que "para un aficionado o para mí mismo si veo el partido como aficionado, no recuerdo un partido mejor".

El entrenador debe ser siempre exigente y el italiano no olvida que "el nivel defensivo no fue malo, fue correcto tirando a bueno, pero el nivel de acierto fue extraordinario. La pega sería en la parte defensiva. Siendo dos equipos grandes, siendo el baloncesto un juego donde se aprecia más el acierto, hay que reconocer y sigo pensando que es el más atractivo y bonito. ¡Y encima ganar! ¡Y en el Palau!"

Scariolo aporta un punto de vista diferente: no se debe juzgar el jugador por sus números, sino por sus decisiones. "El juego exige que tomen decisiones acertadas. Que luego la pelota entre o no, que la decisión se convierta en un éxito (canasta, robo, rebote) es el siguiente paso. Unido al talento y el estado físico y capacidad atlética, la buena decisión suele convertirse en éxito", reflexiona. "Al jugador se le pide que cometa el menor número de errores en decisiones y debe ser el entrenador el que calcule la probabilidad de convertir la buena decisión en acierto de cada jugador a la hora de permitirle riesgo".

La perfección se aleja a medida que crece el riesgo, pero cada jugador, cada liga, es un mundo. Según Scariolo "en la NBA se toman decisiones que en Europa serían malas. Una de las pocas cosas que se aprenden en la NBA es meter tiros complicados, ahí ves cosas que aquí no ves. A cada jugador le das más margen de riesgo en función de su talento en ese aspecto del juego", lo que lleva a que los mejores jugadores tengan más posibilidades de fallo y, por lo tanto, menos posibilidades de perfección, a pesar de su calidad.

Por eso lo que hay que buscar, más que la perfección, la excelencia. Para Scariolo "hay que saber convivir con el error, hay errores asumibles y errores honestos (que no parten de una mala decisión). No aceptar los errores puede generar frustración y la ansiedad; hay que hilar muy fino para diferenciar la búsqueda de la excelencia de la búsqueda de la perfección".

Pepu añade que no te puedes fiar sólo de las estadísticas, porque "los intangibles también cuentan. Si el baremo es porcentaje de acierto o sin pérdidas de balón pues alguien puede acercarse a la perfección. No sé si se puede catalogar como partido perfecto sólo porque alguien no cometa ningún error y sin ninguna pérdida de balón. Además, las cifras pueden decir que has metido 5 de 5 de dos, 6 de 6 en triples, muchos rebotes... pero creo que el partido perfecto aún no se ha dado, porque el baloncesto también es defensa y la actuación tiene que estar compensada. Y por supuesto, el baloncesto no es un solo jugador”, lo que sugiere que uno tiene que encajar también a la perfección con sus compañeros para lograrlo.

Para Mickeal el partido perfecto sería acertar en cada rebote, cada robo, cada pase... (ACB Photo / A. Caparrós)
© Para Mickeal el partido perfecto sería acertar en cada rebote, cada robo, cada pase... (ACB Photo / A. Caparrós)
El partido perfecto, ¿aspiración real o entelequia?

A pesar de todo, para los protagonistas de este artículo, el partido perfecto es posible. Para Arcega, una combinación de varios factores te puede llevar a lograrlo: "Es factible; el jugador tiene motivaciones que pueden ser extras además de un porcentaje de suerte y de buen trabajo. Si buscas la suerte al final la encuentras". Pepu se suma explicando que “puede existir, pero tiene que reunir unos cuantos componentes: tiene que ser perfecto no sólo para el jugador, sino también para el equipo: tiene que ser una victoria. Es tremendamente complicado, pero hay algunos que se han acercado mucho”.

En la cabeza de Scariolo "es factible que un jugador acierte en todas las decisiones, aunque si toma 50 es más difícil que si toma 10. No recuerdo un partido sin fallo, pero se puede producir en un jugador que ha jugado poco; para un jugador importante con muchas decisiones de tomar es casi imposible" ya que en un equipo "no existe el partido de 0 pérdidas y cada pérdida es un error. A veces lo haces todo bien… y sin embargo fallas el tiro o el pase".

Quizás antes "cuando el juego era de jugadores y los sistemas no te encorsetaban tanto" (Arcega) era más fácil rozar la perfección. Ahora "te piden muchas más cosas en todos los aspectos del juego y cada vez hay más competitividad. Además, los números en defensa no se ven, lo que resulta un poco injusto. Al final, uno siempre tiene errores" (García).

Hay que buscar la perfección, pero sin obsesionarse en no equivocarse, porque "si no hay riesgo, no hay baloncesto. La tendencia es a esperar a que vengan los riesgos sin ir a buscarlos, pero eso no es atractivo. Hay que aprender a asumir riesgos y a reducirlos todo lo que se pueda, pero asumiendo que siempre existirán porque sino sería un deporte muy aburrido” (Pepu).

Difícil llegar a una conclusión, difícil definir la perfección, difícil saber si es posible. A la práctica quizás lo único que importe es el pensamiento de Pete Mickeal, el pensamiento de todo buen jugador: "no quiero pensar que no se puede".