Crónica

Navarro pone el puño para dar el segundo golpe (74-67)

Navarro acabó resolviendo con 20 puntos un partido que el Regal Barça encarriló en el segundo cuarto con varias acciones brillantes. Los bilbaínos estuvieron mucho más cerca, pero todavía algunos pasos lejos de saltar la muralla

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Barcelona, 11 Jun. 2011.- Segundo golpe para los azulgrana (74-67), que no vivieron tan plácidamente como en el primer encuentro, pero acabaron defendiendo con solidez una ventaja adquirida en el segundo cuarto. Y eso pese a todo lo que fue capaz de lograr el Bizkaia Bilbao Basket. Que se puso a cuatro en la recta final, cuando aparecieron Erazem Lorbek (5 tantos decisivos) y el genio Juan Carlos Navarro (20 puntos) para ponerle los límites claros al mundo.

Un mundo de un Regal FC Barcelona superior por momentos, con brillantez en el segundo cuarto y en los dos últimos minutos, donde se situó el epicentro del partido. No les faltaron a los de Xavi Pascual dificultades ofensivas, ante una defensa presionante y muy dura de los de Fotis Katsikaris. Mas la solidez defensiva, la estructuración en la telaraña llegó a desesperar por momentos a los bilbaínos. Vasileiadis lo puso todo en un suspiro, con dos triples, pero deberán esperar todavía los bilbaínos para lograr el punto. 2-0 para el Regal FC Barcelona. ¿Las buenas noticias para Bilbao? Haber resuelto allí donde más habían sufrido y tener la impresión de que, si algo se puede lograr ante el coloso, está un poco más cerca que dos noches atrás.

Remediando viejos males

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Katsikaris empezó el partido buscando darle la vuelta a la evidencia de la desventaja en altura interior del Bizkaia Bilbao Basket, con Alex Mumbrú (12 tantos) al poste bajo ante Alan Anderson. Allí donde la altura sí favorece a los vascos. Tan sólo eran dos jugadas iniciales, más una canasta de Hervelle que Navarro se encargaba de desballestar con un triple: empate a 3.

El punto extra de dureza defensiva dejaba un marcador bajo en los primeros minutos. Los bilbaínos presionaban muy arriba a los hombres exteriores, incluso con los flash de los interiores, impidiendo así que pudieran surtir de balones a Lorbek-Perovic, la pareja azulgrana inicial. El primer balón franco para un interior no llegaba hasta pasados cinco minutos, cuando Lorbek ponía el 7-5 en un marcador rácano. El Regal Barça no se sentía tan cómodo como dos días atrás. Tampoco el Bizkaia Bilbao vivía a placer, protestando a los colegiados una supuesta falta sobre Mavroeidis y la diferencia en personales señaladas (2-4 a los seis minutos). Nadie contento, como en ese guión no tan rentable como querría el productor ni tan libremente creativo como desearía el director.

Los azulgrana se mantenían en ventaja (10-7), pese al escaso acierto ofensivo (2/7 en lanzamientos de campo y 5 pérdidas ocho minutos). Los tiros libres le daban esa pequeña renta. Que no el confort. Bastaba con que Mavroeidis hilara un par de canastas continuadas para alcanzar un igualadísimo 12-11 y equilibrar esa batalla interior que tan desventajosa había sido para los vascos en el choque inicial. El primer paso del remedio a sus males estaba dado: igualdad en el rebote al terminar el primer cuarto (8-8) y ventaja en puntos de los interiores para los de Katsikaris (8, por 4 de los culés).

La concatenación brillante

Rompía la monotonía que creaban los errores un brillante pase de Ricky Rubio para alley-oop de Fran Vázquez. Una luz entre la sombría relación del partido con el aro. Una luz que se convertiría en potente foco justo a partir de ese momento. Punto de inflexión. El 18-14 con 13 minutos jugados ya sabía un poco diferente. Mejor. Y, a partir de ahí, el Regal Barça enlazaría una serie de acciones de gran nivel que lo cambiaban todo. Tan sólo sería un 10-5 de parcial, pero la mejora de la multiplicación del nivel y la lucidez de las acciones culé lo hacían mucho mayor. La salsa la mejoraba Joe Ingles con un tiro lejano –y bien punteado– sobre la bocina. Y subiendo un escalón más con Morris sorprendiendo con pase de béisbol desde el saque de fondo: canasta de Ricky Rubio, más tiro adicional.

La brillantez la concluía el que la inventó. Navarro anotaba uno de sus triples para poner el 26-17. Acto seguido, el Bizkaia Bilbao Basket perdiera un balón, y el de Sant Feliu aplaudía al público, que se lo devolvía multiplicado por 7.000.

Tiempo muerto. Algo preocupaba a la mente griega.

Los bilbaínos volvieron a anotar tras la puesta en orden de Katsikaris, de la mano de Mumbrú, pero los blaugrana ya se manejaban en diferencias de dobles dígitos gracias a los triples (Ingles y Anderson). Fran Vázquez ejemplificaba esa prensa del primer partido con un poderoso mate a una mano, que unos prestos Josh Fisher y Janis Blums (15 tantos) se encargaban de desmitificar desde el 6,75 (34-28). “Vamos a instalar el partido en ese arco”, decía Terence Morris (37-28). “Los mates tampoco están mal”, parecía contestarle Anderson en la siguiente jugada, destrozando el balón dentro del círculo tras recoger un rebote ofensivo.

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Ese mate había elevado el fuego del partido a nivel entorno. La tensión entre Anderson y Mumbrú había desatado las pasiones. Se sucedían las protestas, los ánimos encendidos, las miradas y las llamadas a la calma arbitrales. Con tensión, ventaja azulgrana (40-31) y un Bizkaia Bilbao que sabía que había salvado el punto de ruptura que había lanzado el Regal Barça.

Tan salvado que, si al empezar, Blums anota un triple, se ponen sólo a 6. Y Lorbek oye, con el balón en las manos, los pitos acuciantes del pequeño Miribilla barcelonés. Consciente, Sada se puso a llamar a la masa dominante, la azul y grana, con dos contraataques, uno que le inventaba a Ingles y otro que resolvía él mismo. 44-34: espejismo bilbaíno. Oasis que alejaba de nuevo el australiano, colocándose como máximo anotador del partido con un 2+1. El Regal Barça había devuelto ya esa ventaja superior a los 10.

Bilbao volvía a sufrir, desaparecido Aaron Jackson y sin hallar formas de creación ofensiva como en el segundo cuarto, ante un Regal Barça cada vez más ordenado, presionante y serio defensivamente. Sólo la presión defensiva de la primera línea bilbaína permitía el statu quo del marcador, con 48-36. El estaticismo importunaba al Regal Barça, pero su posición ventajosa hacía que no aflorara ningún tipo de ansiedad como hacía en los vascos. Desasosegados por tiros que, repetidamente, no hacían diana; por rebotes ofensivos buscados con ahínco pero reservados para las manos de los interiores azulgrana, que recuperaban poderío; por las faltas que llevaban a la posición más ventajosa para los culés: el tiro libre; por la persistencia en el fallo de Vasileiadis...

Coger impulso para saltar...

El regreso de Mumbrú al campo movía el casillero bilbaíno, merced a un rebote ofensivo justo debajo del aro. Pero Pascual ya había puesto a punto la máquina, la que no necesita el acierto ofensivo para seguirse mostrando superior al rival. Una jugada resume la aceleración bilbaína para coger con fuerza la rampa y saltar el muro. Mavroeidis recibe en el poste bajo, pivota ante Ndong para acabar cayéndose torpemente al suelo, regalando el balón a su rival. 54-40 al final del tercer cuarto. Una renta superior en 5 puntos a la del descanso, pero con finales bien diversos.

La actitud de combate no cesaba al inicio del cuarto. Y ahí sí tenía recompensa. En dos minutos recortaban la diferencia en 7 (54-47). Blums, Fisher y Banic obligaban a Xavi Pascual a pedir tiempo muerto y a Paco Vázquez a pedirle a los hombres de negros de la grada que siguieran creyendo.

El asalto bilbaíno ya estaba preparado. No parecían los bilbaínos de instalar la escalera para subir paso a paso el muro. Su impulso les llevaba a coger la rampa para volar por encima de los culés, que a menudo se mostraban infranqueables. Tanto como Fran Vázquez machacando la primera canasta azulgrana en el último cuarto pasados tres minutos.

...y encontrarse a Navarro en el aire
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Fisher, con el que el Bizkaia Bilbao encadenaba mejores minutos que con Jackson, anotaba un triple para continuar el asalto. Navarro, desde lo más alto, se encargaba de comandar la defensa del fuerte, tomando la responsabilidad de la ofensiva. Que no acababa de ser todo lo exitosa que querría el Palau Blaugrana. El Bizkaia Bilbao Basket estaba sólo a 6 (58-52), aunque también para ellos anotar era una tarea de precisa cirugía.

Navarro devolvía el ambiente colocándole un balón a Fran para su cuarto mate. Y lo volvía a hacer con una de sus penetraciones, que acababa con uno de sus clásicos saltos de celebración, ondeando el brazo con el puño cerrado. Esos gestos del genio que muestran la confianza de tener algo muy muy cerca.

Vasileiadis (15 puntos) lo negaba con dos triples. El griego jamás se cansará de creer que sus tiros pueden entrar. Y creer es ponerse a cuatro puntos a dos minutos del final. Y, de genio en genio, Lorbek aparecia, con cinco puntos seguidos. Si había asesinado silenciosamente en el primero, en este había tenido la boca cerrada hasta ahora, para hacer explotar en ruido al Palau. Hasta que Navarro, siempre Navarro, se sacaba de la chistera un triple estratosférico. Rompiendo las barreras del sonido. Anunciando el fin del mundo. Eran diez de distancia (70-60) para un solo minuto. Insuficiente (74-67). Segundo golpe. Navarro acabó poniendo el puño.

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