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Paul Shirley, un escritor muy alto

No es ni (ex) jugador, ni escritor, ni músico; es un poco de todo ello. Curioso, inteligente, divertido y locuaz, Paul Shirley demuestra que tras una carrera deportiva hay algo, quizás mucho más. Aprovechando la presentación de la edición en español de su libro "¿Puedo quedarme la camiseta?" intentamos trazar un perfil para saber, como intenta también él mismo, quién es

Paul Shirley, en las instalaciones de la ACB (Foto ACB.COM)
© Paul Shirley, en las instalaciones de la ACB (Foto ACB.COM)
  

Redacción, 7 jul. 2012.- Si no fuera por sus 208 centímetros de altura, uno no sospecharía que se encuentra ante un ex jugador de baloncesto. Camiseta casual, pero elegante, pelo meticulosamente despeinado, vocabulario exquisito, interés genuino por su interlocutor… Uno se despista un momento y se encuentra en las Ramblas tomando una cerveza y charlando sobre el último disco de Wilco. Paul Shirley esquiva las definiciones. Es más que un (ex)jugador que escribe, no es sólo un escritor muy alto. Inquieto, curioso, punzante, divertido, no encuentra su sitio en el mundo y trata, a cada frase, de reinventarse, de sorprender, seguramente a si mismo. Escurridizo, rápido, empático. Y divertido, claro. "Nadie sabe realmente quien es", suelta como si nada. No habla para escucharse, no pretende tener la razón, parece más un niño que observa y se asombra. Un jugador que prefiere preguntar a responder.

Muchos perfiles se trazaron cuando era jugador, tiene que cargar con muchas etiquetas, pero se las sacude al no parar nunca quieto. No es polémico (nunca busca la provocación, simplemente intenta decir lo que piensa), ni conformista. No es tan ácido como parece ni, desde luego, inocente. Cada día que pasa queda claro que el baloncesto fue más un accidente que otra cosa. Seguramente es el jugador más interesante que he tenido la ocasión de entrevistar, seguramente también es el jugador con el que menos he hablado de baloncesto.


Cuando menos te lo esperas te suelta que "la razón por la que hacemos cosas es para gustarle a las chicas, para conquistarlas". Ríe al escuchar lo que acaba de decir. "Los músicos, los atletas, todos… Todos intentamos encontrar nuestro camino". No es un chiste, no es una ocurrencia al vuelo. Ahí está Shirley, confesándose en voz alta como quien no quiere la cosa, dando en el hueso con su afilada mirada. Como un (buen) periodista, como un (buen) escritor.

Un escritor que jugaba a baloncesto

Nunca fue una estrella del baloncesto, aunque muchos pueden envidiar su carrera, con paso por la NBA y buenos años en la liga española. No era fuerte ni especialmente habilidoso, pero encontró su sitio con una cabeza privilegiada, un honesto sentimiento de equipo y una gran capacidad para implicarse con el equipo y el club. Su carrera, sin embargo, se vio siempre salpicada por las lesiones más raras. "Quizás mi cuerpo no estaba hecho para el baloncesto", reflexionaba hace cinco años en Menorca. Quizás su mente tampoco.

"Estaba cenando con un amigo que es jugador de baloncesto y le dije: 'No me siento tan cómodo aquí como lo estaría con un músico o un escritor'. Es el tipo de gente con el que me gusta juntarme". Y es que el viaje de Shirley no ha acabado, ni mucho menos, quizás esté sólo empezando. Quizás el baloncesto fue un accidente, quizás fue sólo una nueva forma de reinventarse que salió notablemente bien. "Cuando era un niño estaba todo el día leyendo, era bueno con las mates, y el baloncesto fue una forma de salir un poco de eso. Pero ahora me apetece volver a esas raíces. Creo que este es quien soy, un tipo que escribe".

Shirley, durante la entrevista (Foto ACB.COM)
© Shirley, durante la entrevista (Foto ACB.COM)

Si cuando era jugador se le crucificaba (especialmente en los Estados Unidos) por ser escritor ("quizás debería haber tenido hobbies más habituales entre mis compañeros como tener hijos ilegítimos o disparar a mis pit bulls ilegalmente", subraya en su libro con sorna), esta revelación podría haberle costado un contrato, con total seguridad. Encerrado en sus libros, necesitaba cambiar, reinventarse, y por eso empezó a jugar; no porque "fuera alto. De hecho, empecé de base. Encontré que se me daba bien y seguí haciéndolo". Luego creció, después consiguió algún que otro récord en la Universidad y el camino de una carrera como baloncestista pareció el más lógico.

Pero siempre con una dualidad incómoda, de las que te obligan a mejorar, a caminar. Nunca fue el suyo un camino llano. "Quizás porque no fui un gran jugador de baloncesto sentí el instinto de hacer algo diferente (mientras jugaba). Y creo que me salió el tiro por la culata en cierta forma porque especialmente en la NBA, pensaban que me interesaba más escribir que jugar. Pero mirando atrás estoy satisfecho de haber roto un poco ese estereotipo de que los atletas son incapaces de juntar dos frases".

Un barcelonés de Kansas

Si a cualquier aficionado al baloncesto le nombramos a Paul Shirley muy probablemente nos citará su libro, nos hablará de Haití o de Rebraca (se metió en una polémica con el jugador serbio por afirmar que "robó" a los Nets durante su etapa NBA por estar lesionado durante buena parte de su contrato). ¿Es un tipo polémico? ¿Necesita llamar la atención con titulares jugosos?

No, eso es más una consecuencia de su forma de ser que un objetivo. "La mayor parte de mis críticas siempre va orientada a la hipocresía, a lo que me parece incongruente o incoherente". Shirley no muere por la boca, es consciente de lo que dice y asume las consecuencias ("soy honesto. Mi honestidad me llevó a ser despedido por parte de ESPN"). ¿Y qué sucede si invertimos el blanco de la crítica? ¿Es factible criticar a Shirley? ¿Tiene también sus incongruencias? "Sobre mí diría que al menos soy honesto con lo que hago. Nunca me he planteado ser una superestrella… seguramente me fijaría en mis reacciones en la pista, ya que suelo dejarme llevar por las emociones. Me reiría un poco de eso y de lo infantil que era a veces en la pista. Critico mucho, pero realmente me suelo centrar en la gente que dice una cosa y hace otra".

Es difícil aplicarle etiquetas, como él mismo rehuye hacer con otros. Los tópicos siempre tienen algo de verdad, pero también esconden muchas mentiras. Nada es blanco ni negro, en los grises es donde encontramos a Shirley, que siempre habla convencido, pero nunca da nada por sentado. Jugadores americanos estúpidos y jugadores europeos cultos. ¿Sí? Bueno, depende. "Mi tendencia es a criticar duramente los jugadores de baloncesto americanos, porque son bastante estúpidos la mayor parte del tiempo. Pero lo bueno que tienen es que la mayoría de ellos han ido a la Universidad, por lo que han estado expuestos a cierto aprendizaje. Los jugadores en Europa tienen más mundo y están más al corriente de la actualidad, pero como la mayoría de ellos no han ido a la Universidad, no tienen otros intereses aparte del baloncesto. Pueden ser muy unidimensionales en una conversación… pero dentro de esa conversación tienen puntos de vista muy interesantes. Mientras que los jugadores americanos tienen algunos conocimientos específicos que los hacen más sabios que yo".

¿Quién es Shirley? ¿De dónde es? ¿Dónde está su casa? "Conozco Barcelona mucho mejor que cualquier otra ciudad en el mundo, ¡incluyendo mi ciudad natal Kansas City! Si me pides una dirección en Barcelona, es probable que pueda ayudarte, porque recorrí toda la ciudad a pie, mientras que Kansas City no lo conozco tan bien… Es un poco raro, pero cierto". Un americano de pura cepa como él ha sabido degustar, nunca mejor dicho, las virtudes de la vida mediterranea: "realmente conecté con Barcelona y Menorca. Hasta el punto de que me acostumbré al sabor de la cocina mediterránea y cuando vuelvo a casa no puedo comer comida mexicana porque me parece demasiado fuerte. Siempre he comido picante, pero cuando estuve aquí me adapté a la sutileza de vuestra comida".

Su español es más que correcto ("me gustaría hablarlo mejor, es un delito que no sepa más"), se esfuerza por comprenderlo y parece incómodo teniendo que forzar a los otros a pasarse al inglés en nuestra tierra. Lo lee e incluso lo escribe (no os perdáis su cuenta de Twitter @paulthenshirley) merced a una curiosidad insaciable que le lleva a ver la saga de Torrente junto a su editor español ("Te gustan las pistolas? Pues, te compras una!" twitteó en perfecto español hace poco).

Además de la dieta mediterránea, también el carácter de nuestra tierra le ha ayudado a ser un poco más feliz: "Me preocupo por todo, soy un poco obsesivo-compulsivo y la mentalidad más relajada de la gente de aquí me ayuda. He intentado adoptar parte de esa mentalidad en mi vida. Para un extranjero, siempre es un reto adaptarse al día a día, sea el país que sea, pero aquí me sentí muy bien. No fue un paraíso, claro está, pero España es uno de mis lugares favoritos, sin duda."

Aunque añade: "Bueno, estoy presentando el libro aquí, ¿qué voy a decir sino?" y suelta su irónica y discreta risa.

"(No) he venido a hablar de mi libro"

Y a todo esto, Shirley presenta la edición en español de su libro. Con ese motivo está de gira por España, tras la traducción a nuestra lengua y un apéndice con su última experiencia en Menorca y Unicaja (el libro se publicó en Estados Unidos en 2007). En él narra su historia, pero no como una autobiografía de deportista al uso, sino casi como una ficción con algo de realidad. Su mirada particular y su destreza con la ironía, el sarcasmo y el lenguaje periodístico hace que casi importe menos el contenido que el continente.

"Es un libro muy sencillo y eso hace que sea más fácil de traducir. Y me alegra, porque no pretendo ser Faulkner ni nada, intento que sea divertido y entretenido. Así que creo que puedo sentirme orgulloso de la edición en español, porque sé que a veces es difícil (traducirme). Pero confío en los editores y siento que la gente española empieza a pillar mi sentido del humor. Tiendo a pensar que tendrá éxito, sobre todo por ese motivo", afirma. Sus artículos en El País han ido mejorando con el tiempo, especialmente por una mejor traducción (no es sencillo trasladar sus mordaces "punch lines" adecuadamente al español) y su libro está a la altura del original. Lo que no es poco. Un libro que se disfruta de cabo a rabo, que pasa volando.

La parte más difícil ha sido releer y revisar lo que escribió en 2007: "Es extraño. Estoy muy orgulloso de haber escrito este libro. Pero para un escritor es muy difícil volver a leer algo que has escrito, porque ves todos los errores y cosas que hubieras querido hacer diferente. Es como desenterrar algo". El resultado, sin embargo, ha sido excelente. Una buena lectura tanto para los amantes del baloncesto como para los que no lo son.

Foto ACB.COM
© Foto ACB.COM

Lo bueno de la carrera de escritor es que no tiene fecha de caducidad por la decadencia del cuerpo. Al revés, a más experiencias, mejor literatura. Los proyectos se acumulan en su cabeza, impulsados por la necesidad de ser otra cosa, de seguir gustando a las chicas. ¿Una novela de ficción basada en sus experiencias como jugador? ¿Una serie de televisión? "Vivo en Los Angeles y ahí todo el mundo tiene proyectos en mente… que nunca se hacen realidad. Y este es el mío: escribí junto a un amigo un piloto de una serie sobre una banda de música. Creo que en muchos sentidos las estrellas de rock son como los atletas, parecen mucho más cool de lo que son en realidad. Creo que nos quedó bastante interesante, pero seguramente nunca verá la luz. Y si eso no funciona, intentaré convertir ese proyecto en una novela. Habiendo tenido la posibilidad de conocer a tantos músicos en mi vida, creo que entiendo ese mundo." Quizás más que el del baloncesto.

A pesar de haberlo entrevistado ya dos veces en persona, de haber leído su libro en español e inglés, me siento incapaz de definir a Paul Shirley más allá de lo aquí escrito. Probablemente él tampoco sea capaz de hacerlo. Se acerca afirmando que "me siento orgulloso de que, aunque mi carrera en el baloncesto no fue un gran éxito, siento que hice algo, que puedo ser recordado por ello, que la gente dirá Paul Shirley era el tipo ese que podía decir cualquier cosa en cualquier momento".

El tipo que podía decir cualquier cosa en cualquier momento. El tipo que, tras una larga carrera como jugador, afirma que "soy más feliz ahora que cuando jugaba". Gustar a las chicas y ser feliz. ¿Hay mejor motivación para seguir reinventándose?