Redacción, 29 Abr. 2013.- Resulta difícil intentar escribir algo mínimamente nuevo sobre Carlos Jiménez, al que hemos visto sobre las pistas hasta hace apenas diez minutos, como quien dice. Su gran legado fue hacernos comprender (antes ya lo intuíamos) que no hace falta meter 20 puntos por partido para ser un jugador imprescindible. La generosidad y el espíritu de equipo es algo con lo que a muchos profesionales se les llena la boca, pero luego en la pista es otra cuestión.
Lo realmente sorprendente de Jiménez es que fue una abeja obrera siendo escandalosamente bueno en la colmena de las canastas. Hay especialistas que quedan limitados por sus propias condiciones físicas o técnicas, gente muy dotada para el rebote y/o la defensa que luego no tiene facilidad de cara al aro y que por eso quedan como secundarios. En el caso del chico criado en el Colegio San Viator, nunca estuvo muy claro por qué, teniendo muchísima clase ofensiva, prefirió mantenerse en un segundo plano, trabajar para las otras estrellas. ¿Nunca estuvo claro? En el fondo sí: le interesaba ganar más que lucir él individualmente.
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Carlos Jiménez: Pegamento dorado
Esta temporada la empezó en la Liga Endesa echando una mano al Unicaja. Fueron sus últimos 11 partidos. Ahora es entrenador asistente, una faceta a la que se va haciendo poco a poco
© Carlos Jiménez ha sido homenejadeado por el Asefa Estudiantes (ACB Photo / A. Martín)