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Leyendas del Playground (XXXIII)

Terminamos en esta entrega con el repaso listado de jugadores antes de adentrarnos en otras cuestiones relacionadas con el Playground que pondrán fin a la serie. Los nombres siguientes representan los últimos coletazos de figuras que por diversos motivos es obligado mencionar. Como se verá, especialmente al final, continúa Nueva York aplastando en la histórica demografía del asfalto. Vamos con ellos

John Shumate, Elizabeth, New Jersey, 1973
© John Shumate, Elizabeth, New Jersey, 1973
  

Ron ‘Terminator’ MATTHIAS. New York

Después de Joe Hammond y muy cercano a su tipología física, Ron Matthias fue posiblemente el segundo mejor anotador que diera nunca la NYC. De hecho fue apodado como él: ‘The Destroyer’, antes de referirlo como ‘Terminator’ e incluso como ‘Term’ (plazo) por su tamaño. Matthias era un auténtico depredador de la anotación individual. Siendo adolescente, en los primeros ochenta, registró nada menos que 107 puntos en un Upward Fund Game. La hazaña alcanza proporciones bíblicas al realizarla en tan sólo ¡32 minutos de juego! Así lo perfilaba el exjugador y cronista Bobbito García: “Terminator was a grimy moniker that described exactly how he manipulated defenders, or even whole defenses”. No había defensa posible para alguien del que, según se dice, atacaba ciego. En el Palm Beach JuCo de Florida lideró la nación al promediar un año 36 puntos por partido registrando en uno de ellos 68. En un partido de la Rucker entró tras el descanso cuando su equipo perdía de 30 ante un combinado en el que había cuatro pros, entre ellos, el holandés Rik Smits y el marcador Sean ‘Kid’ Couch. Matthias enchufó 44 en la segunda mitad cebándose especialmente con el gigante de 2.21. “Ron took off –recordaba Couch- from the dotted and boofed it on Rik and our forward –who was 6’9’’!”. Su equipo terminaría perdiendo el choque por dos puntos.

En un partido de la Nickelodeon Pro League anotó 63 puntos prácticamente sin fallo, aunque lo hizo, según apunta cierta fuente oculta testigo aquella tarde: “…while sippin' on beverages hidden in a brown paper bag during time-outs and half time”. Seguramente algún tipo de estimulante disuelto en líquido que, al ser bebido, levantaría menos sospecha que la cruda inhalación. Pese a todo, ‘Terminator’ no tuvo problema en alternar los noventa entre torneos de verano (el EBC) y ligas menores. De 1991 a 1997 jugaría en la USBL anotando más de 2500 puntos una sola temporada y dos años después, en 1999, recalaría en la pequeña Eastern Basketball Alliance jugando para Harrisburg.

Walter ‘The Truth’ BERRY. New York

“Walter Berry won New York City and state titles at Franklin High School, a national AAU crown with Riverside Church and a JuCo championship at San Jacinto JC. St. John’s went 62-9 in his two seasons. That’s success –and it was no different on the playgrounds”. Esta elocuente reseña de Alan Paul en SLAM define a la perfección los lujosos años de juventud de un jugador único que también fue nombrado en 1986 Player of the Year al promediar en St. John’s más de 23 puntos y más de 11 rebotes con un sensacional 60 por ciento de acierto. Era tal su estrella entonces que Ron Rutledge, asistente de Lou Carnesseca en St. John’s, señaló que buena parte de los jugadores de la ciudad querían jugar junto a él porque “sabían que a su lado ganarían seguro. Podía anotar, rebotear y taponar. No temía a nadie. Era un tipo que no parecía gran cosa, pero a la hora de jugar… Walter was there. The bigger the game, the better he played”. Después de cuatro equipos en tres años como profesional NBA (1986-89) dilató una larga carrera en Europa. En todo ese tiempo nunca dejó de ser, para muchos, una irritante incógnita: su calidad y talento quedaban fuera de toda duda pero su aparente indolencia y autismo natural (es difícil creer que alguien no vea las marchas en un Mercedes europeo y queme el motor en un trayecto inferior a 40 km exclusivamente con la primera) lo hacían errar por la pista como ignorante de toda premisa colectiva, de toda mentalidad de equipo. Toda jugada terminaba en cuanto Berry recibía el balón. Tan difícil era verlo pasar como sudar. “His unorthodox shot was downright ugly”. Más que feo, que decía Alan Paul, su tiro era muy singular: uno de los rarísimos casos de disidencia técnica en la común mecánica de lanzamiento zurdo (contra el habitual ‘frontal de impulso’, Berry utilizaba el ‘arrastre’ nacido tras su hombro izquierdo). “And the streets never forgot him”. Y es cierto. Nunca brilló tanto como en sus primeros años de calle, cuando era un jugador estadísticamente total. Y curiosamente sin despeinarse, como siempre.

Harthorne ‘Wingy’ WINGO. New York

Zurdo y escuálida pieza rápida de 2.03, Wingo era uno de esos gregarios de banquillo que por alguna razón la grada escoge entre sus favoritos. “Wing-Go! Wing-Go!”, coreaba el Madison entre 1972 y 1976 a sus ardientes entradas a pista. Previo paso por los Harlem Wizards, grupo alternativo escindido de los Globs, ‘Wingy’, una especie de Mobley de la época, alcanzó el sueño de jugar en la NBA y ganar además un anillo en su año de novato. Reprimido con toda lógica por el orden táctico de Holzman, Wingo aprovechaba la Rucker como desahogo libre de juego chupando quizá demasiado. Puede que el motivo de que su compañero Bob Love, poste bajo y una de las estrellas de Chicago entonces, no triunfase en la Rucker residía en no recibir el balón un número adecuado de veces. “El verdadero legado de Wingo está en el Rucker Park, donde no se veía acosado por ninguna expectativa. Quizá fue aquel el único lugar donde su juego era más importante que su nombre”, recordaba el periodista Lang Whitaker.

Alvin ‘Bo’ Dukes DET

Muchos pensaban que Dukes era el secreto mejor guardado de Detroit. Nadie le conocía ni sabía nada de él. Dicen que aparecía de improviso en torneos y campus de verano, surgiendo de la nada, en silencio, como un espectro callejero y solitario. Zurdo de pura vena, era muy difícil verlo utilizar su mano derecha para algo que no fuera despistar a su par, especialmente en la mayor de sus virtudes, el pase fulminante, el pase último y decisivo, el pase-canasta. No es de extrañar que el analista Scoop Jackson le dedicase esta perla: “Poseía una imaginación superior, una visión que lo convierte en el más grande –read it once more, greatest!- pasador que he visto en mi vida”. Dukes llegó a ser all-american en Lousiana (Xavier Univ.) antes de jugar para los Globs. Al cabo emigraría a Suecia para siempre, cosa que irritó muchísimo a Jackson: “Lamentable. Un verdadero horror. América dejó marchar al original Rafer Alston”.

Gerald ‘Dancing Doogie’ Thomas. NYC

Otro hijo más de la Benjamin Franklin HS, la mala reputación lo persiguió desde que en 1979 abandonara el equipo antes de arrancar la temporada. La decisión truncó la continuidad de un trío irrepetible a formar con Gary Springer y Richie Adams (cap. II). Otro grandioso mago olvidado, Gerald Thomas llegó a ser apodado ‘Casper’ por el legendario fundador y announcer (Gumby) de un torneo hoy desaparecido, el de las King Towers. Pero fue finalmente Duke Tango, actual speaker del estival Entertainment Basketball Classic, quien acuñó el más célebre de ‘Dancing Doogie’. A ojos del exballer Bobbyto García la leyenda de Thomas creció “no por sus puntos sino por la manera en que se producían. Doog era un artista y además… el mejor tirador a tabla que he visto nunca”. Ya veremos cómo se denomina a esta acción del juego en una futura entrega dedicada exclusivamente al lenguaje de la calle.

Podría parecer grande el número de jugadores incluidos en la serie. Pero en realidad hemos recordado a muy pocos, tan sólo a los más grandes, aquellas figuras cuyo legado rebasa por muchas razones el habitual anonimato de las calles. Muchos se nos quedan en el camino. Si fuéramos solidarios con la abundante demografía que dio la calle en el país que vio nacer el Baloncesto, estaríamos hablando de una historiografía cinco o seis veces mayor que la que arrastra la propia NBA. Por ello incluimos seguidamente otra pequeña selección, un abanico de 33 nombres a caballo entre la Old y la New School. Prueba de esa distancia cronológica, los dos primeros: Cal Ramsey, ya presente en la NYC de los cincuenta (asistente de Vecsey en el Pony Team campeón de la Rucker en 1982), y Stephon Marbury, cuyo legado alcanza a penetrar ya la década de los noventa. A su derecha, la ciudad o el estado donde derramaron el grueso más importante de su trayectoria urbana. El lector que lo desee tiene aquí una ingente tarea de búsqueda y rastreo para saciar su curiosidad:

Calvin Ramsey (New York)
Stephon ‘The Handler’ Marbury (New York)
Albert King (New York)
(hermano de Bernard)
Harry Davis (N. Carolina) (hermano de Walter y padre de Hubert)
Robert ‘Master Rob’ Hockett (New York)
Joe Washington (New York)
Mark Jackson (New York)
Kenny Anderson (New York)
World B. Free (New York)
Greg Jackson (New York)
Bernard Harding (New York)
Conrad ‘McNasty’ McRae (New York)
Phil ‘The Thrill’ Sellers (New York)
Ronnie Black (New York)
Rolando Blackman (New York)
Steve Burt Sr. (New York)
Curtis Redding (New York)
Seth ‘Up North’ Marshall (New York)
‘Jumpin’ Artie Green (New York)
Les ‘Pee Wee’ Cason (New Jersey)
John Shumate (New Jersey)
(Fotografía que encabeza el artículo)
Bryant ‘Sad Eye’ Watson (Philadelphia)
John Staggers (Los Angeles)
Dwayne Polee (Los Angeles)
Freeman Williams (Los Angeles)
Dwayne ‘Legend’ Rogers (Texas)
Willie Bland (Louisiana)
Bernard ‘Tee’ Title (Atlanta)
Allen ‘Skip’ Wise (Baltimore)
Willie Jones (Washington D.C.)
Louis ‘One and Only’ Williams (Missouri)
Booker T. ‘May-Son’ Washington (Alabama)
William Moody (Florida)


Las "Leyendas del Playground" de G Vázquez, al completo