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Crazy little thing called basketball (Esa locura llamada baloncesto)

Alejandro González nos introduce el inminente Torneo de la NCAA, el Big Dance o March Madness, la locura que devora baloncesto en Estados Unidos

  

18 Mar. 2009.- El torneo nacional de la NCAA, también llamado March Madness (la locura de marzo) o Big Dance (el gran baile) es, probablemente, la mayor fiesta baloncestística del planeta. Obviamente no por nivel de juego, pues hablamos de un baloncesto amateur protagonizado por jóvenes jugadores. Es la pasión reinante tanto en las gradas como en la cancha, la intensidad del juego, el formato a un solo partido, la cobertura televisiva, la reunión de los mejores equipos del país frente a frente y la conjunción de futuras estrellas tanto NBA como de ligas europeas lo que da al torneo ese algo especial que le hace único en el mundo.

65 equipos juegan cada año la Locura de Marzo. 31 de ellos son los campeones de sus respectivas conferencias, todos ellos tras haberse coronado en los torneos de conferencias (jugados a partido único en formato parecido al de la Copa del Rey) a excepción del representante de la Ivy League, que consigue el título en la temporada regular. Los 34 equipos restantes reciben una invitación (at-large bid) por parte de un jurado que valora los resultados conseguidos durante toda la temporada y el nivel del calendario disputado para tomar una decisión en la que, obviamente, influyen también aspectos subjetivos propios de cada juez.

En la NCAA hay seis grandes conferencias (Big East, Big 12, ACC, SEC, PAC-10 y Big Ten), que reúnen a la mayoría de las grandes universidades en cuanto a lo baloncestístico se refiere. Ellas aportan, además de sus campeones, la mayor parte de los equipos que llegan con invitación. Las conocidas como mid-major conferences (las de nivel medio) como la MWC o la Atlantic-10, suelen tener algún representante más allá de su campeón, mientras que el resto de conferencia están representadas únicamente por su campeón, que suele ser un equipo modesto y lejano al nivel del resto de contendientes, algo que, por otra parte, no es obstáculo para se vean varias sorpresas en las primeras rondas.



La composición final del torneo se da a conocer en el Selection Sunday, un programa televisivo que anuncia los equipos participantes y los emparejamientos definitivos, dibujando un cuadro basado en el reparto de cabezas de series (seeds) del 1 al 16 y dividido en cuatro regiones. Hay por tanto cuatro números uno, cuatro números dos, etc, y cada uno de ellos va a parar a una región. El campeón de cada región accederá a la final four, que este año se disputa en el Ford Field de Detroit, Michigan. Cada eliminatoria se juega a partido único y los emparejamientos se hacen siguiendo la disposición de cabezas de serie de cada región enfrentándose el #1 vs. #16, #2 vs. #15, etc.

El gran baile tiene lugar a lo largo de tres fines de semana (de jueves a domingo). En el primero (19-22 de Marzo este año) se juegan el Opening round (los dos peores equipos juegan una ronda previa en Dayton para hacerse con la plaza número 64 y un seed 16 en una de las regiones) y la primera y la segunda ronda. Los escenarios de esta edición serán de lujo, con viejos conocidos como el Rose Garden (Portland), el Wachovia Center (Philadelphia), el American Airlines Arena (Miami) o el HHH Metrodome (Minneapolis).

En el segundo fin de semana (26-29 de Marzo) se juegan las semifinales regionales y la final regional, conocidos como Sweet 16 (ya sólo quedan 16 equipos vivos en el torneo) y Elite Eight, respectivamente. De nuevo, pabellones de lujo:
-- Región Este – TD Banknorth Garden de Boston, Massachusetts
-- Región Sur – FedEx Forum de Memphis, Tennessee
-- Región Medioeste – Lucas Oil Stadium de Indianapolis, Indiana
-- Región Oeste – University of Phoenix Stadium de Glendale, Arizona

Los campeones regionales disputarán la Final Four de Detroit, el gran cenit de la fiesta. Las semifinales tendrán lugar el sábado 4 de Abril y la final el lunes 6. Para llegar a comprender la importancia de este torneo final de la NCAA, basta con ver como la NBA no programa partidos para el día de la final universitaria, pues ese es el gran día del baloncesto norteamericano.

Todo el torneo es retransmitido por la CBS, pudiéndose ver a través de internet (en la página web de CBS Sports) de manera gratuita y este año, por primera vez, en HD. El nombramiento del Most Outstanding Player (el mejor jugador) y el tradicional video “One shining moment”, con las mejores imágenes del torneo acompañadas de la canción del mismo nombre creada por David Barrett ponen el broche de oro a la fiesta.

El torneo nacional de la NCAA se instauró en 1939. Por entonces participaron ocho equipos. El número de participantes ha ido aumentando progresivamente hasta los 65 actuales. La competición no comenzó a alcanzar su actual nivel de importancia hasta principios de los años 80, cuando la ESPN y la CBS se volcaron con el torneo, y los aficionados comenzaron a sentir la locura. El término de March Madness, de “creador” no bien determinado, fue popularizado por el comentarista de la CBS Brent Musburger, una de las voces míticas del torneo a lo largo de la historia. La Locura de Marzo fue creciendo desde entonces hasta convertirse en lo que es hoy. Las aficiones se identifican completamente con la universidad a la que pertenecen (quizá estar acostumbrados a franquicias que van y vienen en los grandes deportes norteamericanos deja en el deporte de college ese componente de sentimiento de identificación) y viven el torneo como una enorme fiesta y la madre de todas las batallas deportivas.

La universidad de UCLA es la más laureada con 11 títulos. Diez de ellos conseguidos entre los años 1964 y 1975 en una época dorada con el mítico John Wooden como entrenador. Kentucky atesora siete trofeos, cuatro de ellos bajo el mando de otra leyenda, Adolph Rupp, repartidos entre finales de los cuarenta y la década de los cincuenta. Indiana con cinco entorchados, North Carolina con cuatro y Kansas y Duke con tres son las otras grandes universidades en cuanto a palmares se refiere.

En España, la NCAA suele ser un reducto minoritario reservado para los pocos aficionados al baloncesto universitario que hay repartidos por nuestras fronteras. Cuando llega el torneo, muchos de los aficionados al baloncesto en general se asoman a la locura atraídos por el encanto del torneo y como escaparate en el que ver a las futuras estrellas de la NBA o a la camada de jugadores estadounidenses (y algún europeo) que aterrizarán en Europa la temporada próxima.

Para los fieles, la NCAA es casi una religión. La pasión en el juego y en las gradas es el gran dogma de fe a seguir. Y cuando llega el torneo, todo se magnifica y nos volvemos locos. Los grandes equipos y jugadores frente a frente, baloncesto intenso y de nivel, finales de infarto y upsets (así se conoce a los partidos en los que el equipo pequeño derrota al grande) en cada ronda. Se escriben historias que quedarán en la memoria, los grandes jugadores acaban sus periplos universitarios y se convierten en leyendas de la competición…y entre todo eso se entrelaza un encanto especial. Una buena parte de la magia del torneo final es el encuentro de futuras estrellas del baloncesto mundial con chicos que ni serán profesionales de este deporte ni probablemente aspiren de forma realista a serlo. Chicos que fueron a la universidad a estudiar la carrera soñada (o la que las notas le dejaron), que se ganaron un puesto en el equipo de baloncesto y que, una vez, jugaron frente a un tal Lew Alcindor, Wilt Chamberlain, Bill Russell, Patrick Ewing, Michael Jordan, Danny Manning, Glen Rice… Y algunas veces, incluso ganaron.

Alejandro González
Administrador y coordinador de la sección NCAA en www.basketme.com