Kirolbet Bk

JORNADA 45 - Liga Endesa

Real Madrid

17/06/2018 - 18:30 - Fernando Buesa Arena

Kirolbet Bk

Real Madrid

78
    1 2 3 4
KBA   24 18 21 15  
RMB   20 20 25 18  
83

Un violín blanco en la caldera azul (78-83)

Un Playoff Final de videoteca. En el tercer asalto, tras muchos minutos por detrás, el Real Madrid sacó su mejor basket con un 2-13 final para el 78-83 y el 2-1 en la serie. Carroll (15), Doncic (29 val) y Tavares (5 tapones), vitales para anular la magia de un Buesa Arena de récord (¡15.512 espectadores!)

Redacción, 17 Jun. 2018.- No hay dos sin tres. El Playoff Final volvió a vivir un duelo apasionante en una serie de videoteca que ahora domina el Real Madrid tras salir vivo de la caldera del Buesa Arena.



El KIROLBET Baskonia enamoró de inicio (17-8, m.5) y supo controlar el ímpetu blanco para llegar por delante al descanso, tras un triple in extremis de Beaubois (42-40). La ventaja baskonista llegó a los 9 puntos en el tercer periodo, antes de que Doncic se vistiera de héroe y Thompkins confirmara el cambio de escenario (60-65, m.29).

En un toma y daca constante, el Real Madrid replicó un 12-0 baskonista con un 2-13 final, con Carroll y Tavares imperiales, para poner el 2-1 en la eliminatoria y quedarse a un solo paso de su anhelo liguero. ¡Qué final!

Impulsados por la magia

"No sé a dónde nos llevan las luces, pero algo en la noche es peligroso. Es peligroso, tan peligroso... que quiero hacerlo otra vez. Un violín resuena en el Buesa Arena, que por momentos no es un pabellón sino pura magia. Tonos azules invaden la grada, invaden la pista, invaden tu televisor mientras el violinista Robert Mendoza versiona el himno de David Guetta para saludar el Playoff Final, en pleno romance colectivo.

Dijo una vez Silvio Rodríguez que el amor es como un violín. La música podrá detenerse pero las cuerdas lo recordarán por siempre. ¡Cómo olvidar las sensaciones de este partido, de este ambiente! 15.544 almas, en el récord histórico de Playoff, empujando a su KIROLBET Baskonia a un arranque pletórico, con Poirier en versión videojuego. Explosivo, pura rabia de mate en mate, justo lo que necesitaba la leña para empezar a arder.

ACB Photo / Arrizabalaga
© ACB Photo / Arrizabalaga


Carroll replicó el 8-0 inicial con 5 puntos seguidos tras tres minutos de sequía, mas el ímpetu vitoriano pesaba más. El "treinteañero" Vildoza al mando, como si llevara una quincena de finales a sus espaldas. Las bombas lejanas de Beaubois y Shengelia. Un 17-8 en cinco minutos, forjado merced a una intensidad defensiva excelsa, una superioridad clara en el rebote y un ataque frenético y cautivador.

Muy pronto lo paró Laso. Su equipo volvió del tiempo muerto nuevo, como si alguien le hubiera dicho al oído el secreto para parar a su rival. Menos lúcido el cuadro local, los madridistas tiraron de sobriedad para meterse de lleno en el choque sin pestañear. De Campazzo a Thompkins, pasando por Taylor y Doncic, los madridistas resistieron la primera embestida (19-18, m.8), mas el control y el ritmo seguían perteneciendo al KIROLBET Baskonia, 4 arriba al final de cuarto (24-20). Había sido tan peligroso... que querían hacerlo otra vez.

Una respuesta para todo

Dos claves se repetían antes del encuentro. El estado físico de Voigtmann, cuya lesión fue el inicio del fin baskonista en el segundo, y el rendimiento de un Doncic algo apagado en este Playoff Final. Con el primero en pista, el decisivo fue el segundo. El aviso llegó pronto, cuando encadenó 5 puntos consecutivos previos al triple a tabla de Rudy para adelantarse en el marcador (28-30, m.16).

ACB Photo / Arrizabalaga
© ACB Photo / Arrizabalaga


La osadía tuvo respuesta. Otra vez Vildoza, dulce su momento, verdugo su oficio. El balón pausado en sus manos, el parqué lleno de dibujos que solo están en su mente, creando y creando, dibujando una acción y pensando en la siguiente. El argentino, 10 puntos, 5 asistencias y 17 de valoración en la primera mitad, volvió a hacer que su KIROLBET mandara, contagiando a sus compañeros.

Si Thompkins aparecía, Shengelia resurgía con fuerza. Si Campazzo se atrevía, Beaubois también se apuntaba. Y si Taylor le daba la vuelta a la tortilla pocos antes de irse a vestuarios, el propio Rodrigue ponía en pie al Buesa Arena con su enésimo triple sobre la bocina. Había llegado su momento.

La capa de Luka Doncic

El tiempo es tan relativo que, si no fuera porque los 15 minutos del intervalo en un encuentro tan agónico se acaban haciendo eternos, cualquier aficionado hubiera dicho que el tercer periodo empezó a jugarse cuando la bocina del descanso se terminó de apagar. La racha baskonista fue a más. Un minuto, solo hizo falta un minuto para estirar el parcial hasta el 9-0. Una bomba lejana de Beaubois y un par de Shengelia para construir un partido nuevo.

ACB Photo / Arrizabalaga
© ACB Photo / Arrizabalaga


En ese momento, la muñeca de Doncic volvió a vibrar, como si llevara un detector de súper héroe que le avisara, despistado que es uno, cuándo le toca volver a ponerse la capa. Con 51-42 en el luminoso, la estrella eslovena anotó dos tiros libres. A continuación, pidió el balón: triple. En la siguiente jugada, volvió a levantarse desde el 6,75 para forzar la falta y culminar un monólogo en forma de 0-8 que sacó a relucir la mejor versión madridista.

Cuando Rudy Fernández contestó a los puntos de Poirier con su lanzamiento exterior, el partido acababa de empezar (55-55). 14 minutos tan cortos, 14 minutos tan largos. Casi tres prórrogas para romper el equilibrio, como Doncic volvía a lograr con un triple de playground. Más tarde haría lo propio Thompkins (4/4 T3), regresando a defender con esa sonrisa del que sabe que los focos siempre miran hacia otro lado. Pero él gana partidos. Él gana finales. Que pregunten en Belgrado. Que pregunten en Vitoria.

La reacción de un campeón

Poco antes del final del tercer periodo, el Real Madrid sintió de despegar del todo, en pleno vuelo de Tavares al aro. (58-63, m.29). Sin embargo, cuando Voigtmann anotó otro triple sobre la bocina para cerrar el periodo (63-65), no tuvo ninguna duda de que su oponente aún respiraba. Y cuando el KIROLBET Baskonia respira, no suele haber oxígeno para dos.

ACB Photo / Arrizabalaga
© ACB Photo / Arrizabalaga


Janning emergía con triple y robo, asistiendo a Beaubois para el 8-0, un parcial que fue haciéndose más y más sangrante. Todos los méritos blancos del tercer cuarto, en el limbo, mientras Shengelia se divertía culminando otro contraataque o el propio Janning cerraba la locura que él mismo empezó. Un 12-0 en cuatro minutos. Un 72-65 que pesaba tanto como el 1-2 que planeaba, ahora más que nunca, en el fascinante ambiente del Buesa Arena, coloreado con bufandas al viento, coloreado por la voz de un sueño.

Probablemente cualquiera de los otros 15 rivales de Liga Endesa hubieran cedido en ese momento el tercer punto de la final. No es deshonra agachar la cabeza en mitad de la tormenta. Sin embargo, el Real Madrid lo intentó una vez más. A falta de puntos de Llull (0/10 en el tiro), el rebote por fin jugaba de su parte, al igual que un Carroll capaz de cambiar lo imposible. Su triple, a falta de 6 minutos, fue mucho más que el fin de una larga sequía. Supuso el resurgir, el enésimo resurgir del campeón de Europa, de un Real Madrid de orgullo y fe, de centímetros y talento, en uno de esos días en el que la intimidación de Tavares pesan tanto como los puntos de Carroll.

Cinco de Jaycee allanaron el camino de una igualada que llegó, a pesar del momento Huertas, tras robo y mate con el mismo alma de Rudy Fernández (74-74) a tres y medio del final. No obstante, es de perogrullo, una remontada sin adelantarse es oxímoron, pensaría Carroll mientras ponía, esta vez para siempre, por delante a los suyos (76-77) con un triple salvador, cediendo el testigo final a Tavares. Siete puntos, ocho rebotes, cinco tapones, dos de ellos cuando el balón más quemaba.

ACB Photo / Arrizabalaga
© ACB Photo / Arrizabalaga


El aro se le había cerrado a un KIROLBET Baskonia que comprendió con impotencia, cuando Doncic (20-9) acertaba desde la personal (76-81), que el 2-1 ya era madridista, mientras la melodía del principio aún resonaba. Un violín blanco en plena caldera azul. Quizá un equipo capaz de sacarse de la chistera un 2-13 cuando el precipicio ya esperaba se mereció ese 78-83. Quizá un rival capaz de estirar al límite el juego de su rival se merezca el quinto de una serie preciosa y absolutamente eterna. El martes... más.