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Espanyol: 20 años del adiós perico (I)

Hubo una época en la que el RCD Espanyol jugaba al baloncesto y competía en la ACB. Se cumplen 20 años de su último partido en la élite, pero... ¿Cómo fue la etapa perica en el baloncesto? Raúl Lozano nos lo cuenta en un interesante reportaje

Hermino San Epifanio, uno de los nombres propios del histórico Espanyol
© Hermino San Epifanio, uno de los nombres propios del histórico Espanyol
  

Hoy, jueves 30 de abril, se cumplen 20 años del último partido disputado por el RCD Espanyol en la Liga Española de baloncesto. Aquel encuentro de primera eliminatoria del Playoff por el título enfrentó en el Palacio de los Deportes de Montjuïc a los blanquiazules con el eterno rival de la ciudad, el FC Barcelona, y se saldó con una derrota (89-106).

Cosas del destino, los periquitos se habían enfrentado también al Barça cinco temporadas atrás en el retorno a la primera división del baloncesto estatal, la novedosa ACB (fundada en la 83/84), tras haber permanecido en categorías inferiores desde el inicio de los años setenta. Aquel otro partido, disputado el 27 de septiembre de 1984 en el Palau Blaugrana, también se saldó con una derrota blanquiazul (93-70). Los dos equipos se habían visto las caras ya en partido oficial (el primer derby en… ¡catorce años!) tres semanas antes en partido de pretemporada correspondiente a la Lliga Catalana, también con derrota Espanyolista (100-105).

Un histórico del baloncesto español
Pero esas primeras derrotas –aunque fueran ante el Barça- no dolerían tanto como otras que llegarían más adelante. Había costado mucho subir y había que disfrutar del momento. El histórico Espanyol (logró dos campeonatos de Cataluña en los años 30 y un campeonato de España en los 40) jugó su última campaña en Primera División en la temporada 69-70 y había tardado más de dos décadas en regresar a la élite: lo hizo al final de la temporada 83/84, tras una arrolladora campaña en Primera B.

Lo que siguió a aquel ascenso fueron solamente, a pesar de las ilusionadas expectativas iniciales, cinco temporadas más en la élite. Cinco temporadas intensas, con algunos éxitos y otros tantos fracasos: se disputaron los playoffs por el título en tres ocasiones, se incorporaron jugadores míticos en la historia de la Liga como Mike Phillips, Epi I, Manel Bosch, Santi Abad o Ferran Martínez, y se consiguió la clasificación para jugar la Copa Korac, al tiempo que el equipo junior se aupaba entre los mejores del país y aportaba varios internacionales; pero también se vendió el club a Unipublic, se llegó a contratar a la peor pareja de americanos de la competición (Haley y Scott, en la 87/88) y se sufrió un descenso matemático sólo evitado por la ampliación de una liga en plena expansión. Esta historia llena de altibajos desembocó en una fusión con el Granollers que dejó huérfanos a los aficionados pericos a la canasta. Echemos un vistazo a ese espectacular balance.

Temporada 83/84: Ascenso merecido
Antes de dar el salto a la nueva ACB (que sustituía a la histórica Liga Nacional), el Espanyol disputó algunas temporadas en la Primera División B. En la 81/82 tuvo un primer éxito deportivo en forma de título y se proclamó campeón de la Lliga Catalana de la categoría. En la siguiente campaña sentó las bases de un equipo con aspiraciones al ascenso (finalizó 6º) y en la 83/84 consiguió el billete para subir a la ACB tras un brillante balance de 22 victorias y 4 derrotas. La superioridad de los Espanyolistas, que se habían puesto líderes tras la séptima jornada, les llevó a conseguir el ascenso cuatro jornadas antes de finalizar la competición.

El equipo del Espanyol que acababa de regresar a lo más alto del baloncesto estatal estaba dirigido por Ángel Fernández (curiosamente, años más tarde sería aspirante a la presidencia y directivo del FC Barcelona) y lo componían Tramullas, Montes, Collins, Puigventós, Blanco, Ràfols, Gordillo, Vidal, Mayo y Goyo Estrada.

Temporada 84/85: Superando las expectativas (a pesar de todo)
En contra de lo que cabría esperar, la pretemporada no fue nada plácida para la sección de baloncesto. El ascenso, aunque anhelado, suponía un gasto extra que el club, centrado en el fútbol, puso enseguida entre interrogantes. Tras un intenso debate interno en junio se confirmó finalmente la viabilidad del equipo de baloncesto y poco después se firmaron las primeras altas, todas ellas procedentes del descendido Hospitalet: los jugadores Epi I y Albert Illa y el entrenador Guifré Gol. Tenían contrato del año anterior Tramullas, Collins, Goyo Estrada, Ràfols, Montes y Blanco. Los dos últimos no acabaron vistiendo de blanquiazul, ya que Montes tuvo que cumplir con el servicio militar y Blanco acabó fichando por el Manresa.


Espanyol 1984-85. De izquierda a derecha, de pie: Preparador físico - Martí (2º entr) - Epi I - Austin - Antolín - Antonio de Barnola (presidente de la sección) - Joaquin Roch - Goyo Estrada - Robinson - Ràfols - Guifré Gol. Rodilla en tierra: Galcerán - Collins - Ayuso - Tramullas - Illa.


Mientras se buscaba un patrocinador que finalmente no llegaría, también se incorporaron al equipo desde el Licor 43 el alero César Galcerán, el junior Ayuso y el segundo entrenador, Martín Carrera. Los dos americanos llegaron en agosto, después de un viaje de Gol a los Estados Unidos. Se barajaron los nombres de Trumbo y Kazanowski, pero ninguno de los dos fichó. El que sí aterrizó en el equipo fue Ken Austin, que llegó al aeropuerto del Prat saxofón en mano y ataviado con una sudadera de los Detroit Pistons, con los que había disputado apenas siete partidos la campaña anterior. Austin llegó en un día triste para el baloncesto Espanyol, ya que esa misma tarde se conocía la muerte del periodista Héctor Quiroga.

Con una diferencia de cuatro días aterrizó el otro americano del conjunto blanquiazul Jack Lee Robinson. El jugador había repartido sus temporadas anteriores entre la NBA, Italia e Israel. Curiosamente, los dos americanos habían coincidido en el mismo equipo en su época del instituto.

Como en cada pretemporada, el equipo participó en la Lliga Catalana, competición en la que no brilló en exceso y que estaba dominada por los todopoderosos Barça y Joventut. En esos días antes del inicio de la Liga se celebró también un homenaje a Manolo Flores, un histórico del baloncesto Espanyol que había colgado las botas recientemente. Flores había hecho carrera en el Barça pero previamente había pasado por el junior del Espanyol, precisamente en la que hasta entonces era la última temporada de los periquitos en la Primera División (temporada 69-70).

La Liga ACB –que estrenaba línea de 3 puntos desde los 6,25- se puso en marcha para los españolistas con la ya citada derrota ante el F.C. Barcelona. Las buenas sensaciones se recuperaron con una victoria ante el Cacaolat (79-76) pero de inmediato empezaron a llegar los problemas, ya que tras ese segundo partido liguero se puso en entredicho la continuidad de Austin e incluso se hizo público el nombre de su posible sustituto, el ex del Joventut Greg Stewart. Las dudas parecieron dar fuerzas al americano, que mejoró su juego y en un partido disputado en noviembre contra el Caja de Ronda acabó incluso rompiendo un tablero.

El cambio de año trajo nuevas complicaciones a los periquitos: Galcerán sufrió un accidente de moto, fue baja varias semanas y no pudo reaparecer hasta finales de enero. Robinson se resintió de una lesión en el tobillo izquierdo que arrastraba desde la temporada anterior y acabó siendo cortado. Le sustituyó Victor Leroy Anger, un joven de 23 años hasta entonces enrolado en el Gante belga, con el que disputaba la Korac y que se había lucido en sus dos enfrentamientos ante el Clesa Ferrol en esa competición.

La peor noticia fue la grave lesión que sufrió el capitán del equipo, Eduard Ràfols, que le obligó a despedirse del resto de la temporada. El alero se rompió un brazo en un accidente doméstico y tuvo que ser sustituido de urgencia. Se eligió un sustituto de perfil bajo: Francisco Solé, un alapívot de 2.02 metros que disputaba la Tercera División con el Alisos. El jugador había salido de la cantera del Barça y había integrado la plantilla de Mollet, Joventut, Hospitalet y Peñas de Huesca. Por su parte, Ràfols siguió perteneciendo a la disciplina del Espanyol pero no se volvería a enfundar la camiseta blanquiazul. En la siguiente temporada fue cedido al Sant Cugat, equipo en el que acabaría enrolado una campaña más.

El exilio a Girona
En diciembre, nuevo episodio estrambótico: el equipo fue obligado a disputar el partido contra el Collado Villalba en Girona por el cierre del pabellón de Montjuïc, que había decretado por el Comité de Competición tras los incidentes acaecidos en el partido ante el Clesa. Y más estrambótico aún: en ese partido de destierro se produjeron nuevos incidentes con el público (en esa época era por desgracia más habitual de lo deseado el lanzamiento de monedas y otros objetos a la pista) y el Comité volvió a obligar al Espanyol a disputar dos encuentros más como local (contra el Cajamadrid y CAI) fuera de su pista. Esa segunda sanción provocó la indignación del club y los aficionados, e incluso se llegó a lanzar el rumor de una posible retirada de la competición.

En paralelo a estos acontecimientos, se hizo público el deseo del club de construir un pabellón propio (el de la calle Lleida estaba alquilado al ayuntamiento) de entre 6.000 y 7.000 localidades. Una ambiciosa operación que no se llevaría a cabo.

A pesar de todos estos inconvenientes, el equipo se sobrepuso y consiguió entre enero y febrero su mejor racha de victorias de la temporada, con triunfos consecutivos ante Cai Zaragoza, Caja de Ronda, Clesa, Lucky Canarias y Collado Villalba. Con esta última victoria se aseguraban su continuidad en la liga y soñaban con disputar el playoff al título. Lo acabaron consiguiendo, pero por medio se cruzó el Cacaolat Granollers de Creus y Mendiburu, que lo eliminó en dos partidos. En uno de ellos fue descalificado Austin por encararse a un colegiado. Finalmente, el Espanyol ocupó la plaza 12ª (superando las previsiones más optimistas de los analistas en el inicio de la campaña) de una competición formada por 16 equipos. El campeón fue el Real Madrid, que venció al Joventut en la eliminatoria final.

Temporada 85/86: Una campaña para enmarcar
La siguiente temporada el Espanyol acabaría cosechando sus mejores registros. Con el patrocinio de la marca de zumos Júver, se volverían a jugar los playoff al título –esta vez pasó de primera ronda- y se conseguiría una magnífica sexta plaza que, a la postre, le permitiría participar por primera vez en la Copa Korac.

Guifré Gol siguió al mando del equipo y hubo bastantes cambios en la plantilla. Abandonaron el equipo Anger (fichado por el Cacaolat), Austin, Estrada (optó por una oferta profesional), Galcerán y Ayuso (Manresa) y Solé. Y llegaron Mike Phillips y Joan Pera (Licor 43), Miguel Ángel Lete (Granollers) y Vernon Smith (que fichó a última hora tras no fructificar el interés por Allen, Grady y Gaddy). También se optó puntualmente por la promoción de jóvenes prometedores como Santi Abad y Manel Bosch (internacional junior). Continuaron del año anterior Tramullas, Illa, Collins y Epi I.

Mike Phillips, fichaje de lujo
La incorporación más significativa fue sin duda la de Phillips, campeón universitario con Kentucky y toda una estrella de la ACB tras su brillante paso por el Mollet, el Barça (donde consiguió una Liga, una Copa del Rey y una final de la Recopa) y el Licor 43. Y el americano y sus características rodilleras no defraudarían a nadie, ya que con la camiseta blanquiazul consiguió el galardón de mejor anotador de la competición, empatado con el también americano David Russell (Estudiantes). Phillips sería además el protagonista de uno de los momentos más emotivos de la temporada, en el partido de liga disputado en noviembre ante el Breogán. Después de haber pasado la semana en Estados Unidos por la grave enfermedad (y posterior fallecimiento) de su madre, el de Ohio regresó a la ACB ovacionado por su público y le endosó a los gallegos 49 puntos.

Todos estos méritos deportivos se consiguieron a pesar de la inestabilidad (por unos u otros motivos, una constante en estos cinco años en la ACB) que volvió a invadir la sección en el inicio de la campaña. Algunos problemas eran realmente serios: la facción futbolística de la directiva (mayoritaria, obviamente) volvió a cuestionar la continuidad del baloncesto alegando razones económicas tras sólo tres jornadas disputadas, si bien se llegó finalmente al acuerdo de garantizar su continuidad hasta mayo. Y otros, tragicómicos: el uso del Pabellón de Deportes se vio amenazado durante varios entrenos y partidos por la instalación de un circo chino.

El Júver Espanyol se presentó en septiembre en el pabellón de la Seat, donde había jugado años atrás, con la aspiración de meterse en la A-1. En pretemporada llegó una de las primeras alegrías, la victoria ante el Barça en la segunda jornada de la Lliga Catalana (98-96). Los azulgranas serían finalmente campeones de la competición.

La liga cumple 30 años
La ACB de aquella temporada era la Liga del 30º aniversario (1956-1986) y comenzó con un amago de huelga de los árbitros. Y aquella era también la Liga del MundoBasket’86, que se celebraría en julio en España, aunque la cita no afectaba en realidad a la plantilla blanquiazul. Para el Espanyol también fue la temporada del primer Torneo de Navidad ‘Ciutat de Barcelona’, que ganó tras imponerse al Cacaolat y al Estrella Roja. La iniciativa fue además un éxito de público, a pesar de las fechas festivas en las que se celebró. Antes de acabar el año también se disputó el segundo All Star de la Liga (en Don Benito), espectáculo en el que la participación Espanyolista la puso evidentemente Phillips.

Centrados en la Liga (que se acabaría llevando el Real Madrid ante el Barcelona), los hombres de Gol consiguieron una magnífica sexta posición final con actuaciones estelares de Phillips y Smith y se metieron en los playoff al título. La primera eliminatoria ante el Fórum se solventó con un favorable 2-1, pero en la siguiente ronda el Joventut fue un rival demasiado duro para los periquitos, que no pudieron ganar ninguno de los dos enfrentamientos disputados.

Se celebró entonces la Copa Príncipe de Asturias (como se denominó al Trofeo Asociación en su segunda edición), cuyo título otorgaba una plaza en la Copa Korac. Participaron Estudiantes, Espanyol y otros seis equipos. Se impuso el equipo estudiantil, que de hecho había logrado ya plaza par la Korac tras acabar 5º en la ACB. Así, una plaza europea se trasladaba al sexto clasificado liguero, el Espanyol. La temporada, aunque un poco de rebote, no podía haber acabado mejor.

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