Crónica

El Iberostar Tenerife se acostumbra a hacer historia (72-79)

¡Histórico Iberostar Tenerife! El conjunto aurinegro disputará sus primeras semifinales de la Copa del Rey tras derrotar al Valencia Basket por 72-79. Abromaitis (15), Ponitka (14 puntos) y Fran Váquez (12) lideraron al equipo lagunero, que dominó el segundo tiempo y se mantuvo seguro en el tramo final

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Redacción, 15 Feb. 2018.- El 30 de abril. El 24 de septiembre. Y, desde hoy y sin necesidad de trofeo, el 15 de febrero. Un 15 de febrero para la historia lagunera, para el orgullo aurinegro, para hundir maldiciones, para recordar siempre.

El Iberostar Tenerife selló el primer billete a semifinales de su historia tras vencer por 72-79 al Valencia Basket en un encuentro en el que se volvió a notar el sello impuesto por Katsikaris desde su llegada al club, con una defensa que fue a más tras un inicio dubitativo (10-4, m.3). Del 12-12 del ecuador del primer cuarto al 36-36 con el que se llegó al descanso, con show de Tobey y Pleiss, y de ahí a la irrupción de un Vasileiadis que cambió el partido con sus triples.

Abromaitis, con un mate para poner la máxima en el tercer cuarto (44-51, m.26), fue el encargado de poner la sentencia tras un rebote ofensivo que vale por toda una carrera. El Iberostar Tenerife sigue de dulce. El Iberostar Tenerife sigue en las nubes. No es un sueño... son unas semis.

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Dos espejismos y una verdad

El contacto inicial en una Copa del Rey es como el niño que entra, tras mucho tiempo esperando, en un parque de atracciones. Tanto imaginarlo que no sabe ni por dónde empezar. Dos equipos extramotivados, a veces revolucionados en exceso, y un guion por escribir que, por lo general, suele ser el más mentiroso de todo el torneo. Nunca te fíes de un inicio copero porque, antes o después, te va a engañar.

Los primeros tres minutos del encuentro dijeron una cosa. Los primeros cinco, otra. Y no, ni el choque iba a ser un paseo para el Valencia Basket (10-4 de inicio, con Doornekamp fallando el triple para el +9) ni la batalla iba a ser sinónimo de puntos (12-12 en solo 5 minutos). No con las pizarras de Vidorreta y Katsikaris pidiendo a gritos algo más de compromiso defensivo.

De mate en mate, los puntos saben mejor si el aro queda estremeciéndose, el choque entró en una fase de igualdad que sería la tónica en el resto de la primera parte. De Tobey a Pleiss, de Pleiss a Tobey. Y vuelta a empezar. Fran Vázquez, ese que puede decirle al mundo que en una Copa de 2005 fue el jugador más observado de todos y en la de 2010, simplemente, el mejor, se atrevió a adelantar a su equipo (16-18, m.8), ya por fin en el partido. Y Doornekamp, con un triple justo sobre la bocina, se encargaba de cerrar el cuarto con sonrisa para los suyos: 21-20. Todo en el aire. Entre tanto espejismo, un golpe de realidad. El partido estaba a eso.

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La fiesta del 10, la fiesta del 17

Cuando naces un día diez del mes diez a las diez de la mañana y pesando diez libras, te conviertes en un jugador diez. Tras el intercambio inicial de San Eme y White, Tobey pidió paso. Qué exhibición del americano en sus primeros ocho minutos. 11 puntos sin fallo, 4 de ellos para volver a disparar a su equipo (23-26, m.14). De propina, 3 rebotes, un robo y un tapón para encender a la grada aurinegra.

Seguramente, sin Pleiss en el bando rival, hubiera sido el despegue aurinegro. Tobey machacando, la telaraña de Katsikaris actuando y el Valencia Basket perdiendo el rumbo. Empero, el 17 de Tibor no se podía ver en la camiseta con mangas con la que el Iberostar Tenerife se presentó en esta Copa. Tibor tenía uno de esos días. Portentoso, mariscal. Cada intento lagunero tenía respuesta. Siempre el mismo. Dos encestes con su firma pintaban la montaña rusa de taronja (27-26, m.16).

A continuación, Abromaitis se atrevió a desafiar su tiranía con un contraataque culminado en mate y un tiro en suspensión al más puro estilo Fran, si bien Abalde se inventó un 2+1 de esos que solo se intentan con toda la confianza del mundo. Con los insulares moviendo la bola como los ángeles y Pleiss instalado en el mismo cielo -¡20 de valoración al descanso!-, el choque empezaba a moverse en las alturas. A vestuarios con 36-36 y con esa extraña sensación de que los dos héroes iniciales no iban a ser los únicos invitados al baile.

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Dos triples contra la historia

Seguramente cuando Vasileiadis fichó por el Iberostar Tenerife, poco antes de las Navidades, nadie se sentó con él para explicarle que, de los 15 encuentros en el balance histórico contra el Valencia Basket, su rival había vencido 14. Tampoco antes de la Copa, por más que los periodistas preguntaran una y otra vez por los antecedentes históricos y el peso de las maldiciones.

"Al diablo con la historia", gritó Kostas con dos triples que valieron mucho más que tres puntos. Valieron para creer, para convencer, para meter miedo. Para cambiar, más en sensaciones que en el luminoso, el desarrollo de la eliminatoria. El primero, el inicial, para mostrar el camino. El segundo, en el ecuador del cuarto, para abrir una brecha de 5 puntos que en un choque así parecía más del doble. Mirada a la grada, pura rabia, robo y otro contraataque eléctrico aurinegro para el mate de Abromaitis (44-51, m.25), que en cualquier otro partido hubiera acabado la jugada en bandeja. En Copa, los gestos ganan partidos.

Eran los mejores minutos del Iberostar Tenerife. San Miguel tomaba la batuta, sacando magia en cada pase, en cada corte en la zona. No obstante, Green cogió el reloj y empezó a retrasar cada vez más rápido las manijas. Las 7, las 6, las 11 de la mañana. Miércoles, domingo, enero, 2017, septiembre. Supercopa Endesa, MVP Movistar. Fueron dos triples, fueron ocho puntos (54-57, m.28). Fue la confirmación de que el Valencia Basket, que buscaba un triplete de ensueño en solo ocho meses, no se rendiría hasta el bocinazo final. Pero... ¿con eso les bastaría?

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La Historia era eso

El Iberostar Tenerife se sentía anfitrión. Con el favor de sus vecinos canarios y la grada contagiada por su sueño, los de La Laguna se lanzaron a por todas, sin redes, convencidos de que la Historia, esa que se escribe en mayúsculas, les esperaba a diez minutos de distancia.

Creyó Fran, jugando con diez años menos, pesadilla valenciana en los albores del último cuarto. Creyó White, valiente tuviera más o menos fortuna en sus intentos de romper el partido. Y creyó al fin todo el pabellón cuando Allen se colgó del aro tras alley-oop (59-67, m.35) para dinamitar los cuartos de final.

Vidorreta, que avisó mil y una veces del peligro rival durante la semana, convenció a los suyos de que aún quedaba un mundo para poder remontar. San Eme, ese mismo que firmaba repetir su lesión del pasado septiembre en esta pista con tal de volver a celebrar un título, tiró de orgullo para darle el último susto a los insulares (70-73), ya en el último minuto. En ese instante, cuando el balón quemaba más que nunca y tras fallo de White, Abromaitis capturó el rebote en ataque más importante de su carrera para que el partido muriese en sus manos. Dos tiros libres anotados para sentenciar, otros dos más tarde para el 72-79 final y una euforia descontrolada con el bocinazo final.

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A la quinta fue la vencida. Por los héroes caídos en el 87 y en el 88. Por los sueños rotos en 2014 o en la pasada Copa 2017. Por Katsikaris, que compartía ese 0 de 4 en cuartos y por la revolución tras su llegada. Por los que estuvieron, por los que están y por los que estarán. Por ganar fieles a su filosofía, el éxtasis de lo coral, con 7 jugadores entre los 10 y los 13 créditos de valoración. Por la grada, por la isla, por la ciudad. Por la Champions, por la Intercontinental. Por Alejandro Martínez y sus ascensos. Por Richotti y su recuperación. Por sus primeras semis, por su primer bautizo copero. La Historia era eso.