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Diez años sin Ángel Almeida

Este próximo domingo, 29 de julio, se cumplirán diez años de la muerte de Ángel Luis Almeida. Formado en la cantera del F.C. Barcelona, pasó por el Caja San Fernando y el Cáceres, antes de recalar en Portugal. En la pretemporada de su segundo año en el Telecom, el jugador perdió la vida en un entrenamiento. En este artículo dos de sus entrenadores en su etapa ACB, Manolo Flores y Aíto García Reneses, nos hablan de aquel espigado jugador de 2,15 m., prudente y afable, inteligente en la pista y voluntarioso, que moriría una semana antes de cumplir los 25 años

Almeida destacó por su estatura e inteligencia, que le llevaron a jugar en la Selección Sub22 (Foto Gigantes)
© Almeida destacó por su estatura e inteligencia, que le llevaron a jugar en la Selección Sub22 (Foto Gigantes)
  

Este próximo domingo 29 de julio se cumplen diez años de la muerte de Ángel Luis Almeida. El jugador falleció como consecuencia de un infarto mientras entrenaba con el que entonces era su club, el Portugal Telecom. El jugador cayó fulminado cuando realizaba una sesión de entrenamiento de la pretemporada de su equipo y los servicios médicos no pudieron hacer nada por salvar su vida.

Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, el 2 de agosto del 72, este jugador de 2,15 de estatura se inició en el mundo del baloncesto en los Salesianos de Las Palmas. El F.C. Barcelona le contrató en 1987, y durante varios años formó parte de las categorías inferiores del equipo catalán. Almeida jugó en el equipo juvenil, junior y en el Cornellà, equipo vinculado de los azulgrana que entonces militaba en la Primera División. Su debut en la ACB llegaría el 3 de noviembre de 1990 (con sólo 18 años), en un encuentro en el Palau Blaugrana entre su equipo y el Caja San Fernando. Aquel F.C. Barcelona estaba entrenado por Bozidar Maljkovic y contaba en la plantilla con jugadores tan destacados como Epi, Norris, Solozábal, Piculín, Galilea o Steve Trumbo.

Aquella temporada el pívot contribuyó al título de Copa del Rey del F.C. Barcelona, y al subcampeonato de Europa. En las dos siguientes temporadas jugaría partidos con el primer equipo y en la temporada 93-94 fichaba por el Cáceres, donde militaría dos años. Su última temporada en España fue la 95-96, en las filas del Caja San Fernando, que conseguía el subcampeonato de liga. Almeida disputó un total de 91 partidos en la máxima categoría del baloncesto español. Su siguiente destino fue el Portugal Telecom, equipo con el que sólo pudo completar un año.

Apenas quince días después del trágico suceso, el F.C. Barcelona concedió al jugador la insignia de oro y brillantes del club. Dos de los jugadores de aquel equipo, Andrés Jiménez y Roger Esteller, visitaron a la familia de Almeida en Las Palmas, para entregarle dicha insignia.

Manolo Flores fue una de las personas más importantes en la corta carrera de Ángel Luis Almeida. El técnico le tuvo a sus órdenes en el Cornellà, un equipo que logró un histórico ascenso a la ACB. “Era un chico muy inteligente, el típico jugador que asimilaba perfectamente todo lo que le pedías”, destaca Flores, quien cree que lo único que le faltó fue “una mayor consistencia física, algo que mejoró año tras año”.

El entrenador extremeño decidió apostar por el pívot cuando fichó por el Cáceres, en la temporada 93-94. “Sin duda era una apuesta arriesgada, pero yo creía en él y rindió como esperaba”, señala Flores, que cree que disponer de un jugador de más de 2,10 era “poco habitual en aquella época. Había muy pocos jugadores como Almeida”.

El mismo día de su muerte Manolo Flores recibió la trágica noticia. “No me lo podía creer, fue sin duda uno de los peores momentos que he vivido. En Cáceres fue algo que afectó mucho a todos, porque la gente le quería muchísimo. Era una persona que tenía toda la vida por delante, con proyectos personales junto a su novia, una chica fantástica”, recuerda el técnico.

En su última temporada en el conjunto azulgrana Almeida estuvo a las órdenes de Aíto García Reneses. El técnico madrileño le recuerda como “un jugador inteligente, algo lento pero con muy buenos fundamentos. Lo que más destacaría es su prudencia, sabiendo asumir perfectamente su rol en todo momento”.

El actual entrenador del DKV Joventut recuerda su muerte “como un momento duro y difícil”, a la vez que destaca “su bondad y su naturalidad, algo que le hacía ser muy querido por todos”.