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Miguel Ángel Pérez Perez: “Tengo mucha suerte de hacer lo que me gusta"

El colegiado está de celebración ya que este fin de semana, en el duelo entre Valencia Basket y Lenovo Tenerife, arbitrará su partido 800 en la máxima competición.

  

Este fin de semana, Miguel Ángel Pérez Pérez, vivirá un momento especial cuando dirija su partido 800 en acb en el duelo que disputen Valencia Basket y Lenovo Tenerife. 25 años en la élite del arbitraje nacional es un largo recorrido para un gaditano que comenzó en este mundo de una forma natural pues antes había practicado baloncesto y llegó a jugar en segunda división (cuando existía División de Honor, Primera y Segunda).

Sin embargo, de un año para otro, y con sólo 19 años, pasó de jugar partidos a dirigirlos, y como el propio Miguel Ángel Pérez Pérez dice: “Dos años después arbitraba a los que eran mis compañeros”.

En aquellos comienzos, el colegiado reconoce que “no sabía mucho, al principio, de cómo colocarme o señalar, pero sí que conocía el juego y más o menos las reglas, y eso me ayudó a adaptarme rápido. Empecé arbitrando una liga de veteranos (empresas, asociaciones, etc…ahí aprendí mucho de exjugadores veteranos que tenían muchas tretas para jugar)”.

Unos años de aprendizaje donde la práctica ayudaba tanto como el fijarse en referentes del arbitraje de entonces. “Con el paso de los años fui fijándome en muchos árbitros. Durante la guerra de Yugoslavia, la Cibona jugó en mi pueblo, en Puerto Real y ahí empecé a fijarme en árbitros, sobre todo españoles, que venían a arbitrar la antigua Copa de Europa y el que más me llamó la atención era Betancor, era diferente a los demás, en su forma de señalar, de comunicar...”, señala.

En esos primeros años de formación, para Miguel Ángel Pérez Pérez primaba la pasión por un juego que comenzaba a observar con otros ojos y desde otro prisma y así, de forma natural, fue quemando etapas y progresando profesionalmente. “Cuando empezaba fue casi sin querer, por estar vinculado al deporte que me gustaba y que, además, me reportaba algún dinero que para un chico joven era importante a esa edad. No me planteaba ningún objetivo determinado. A medida que fue pasando el tiempo, me fui dando cuenta que iba ascendiendo de categoría y, hasta que no llegué a la LEB con 27 años, no empecé a darme cuenta que se podía convertir en mi profesión”, nos cuenta.

acb Photo
© acb Photo

Ahora, pasados los años, el árbitro reconoce que de su profesión lo que le sigue motivando es “seguir disfrutando de lo que me gusta. Hay muy pocas personas que puedan convertir su vocación, su hobby, su deporte preferido…en su profesión. Eso me sigue fascinando, me hace sentir un privilegiado y valorar la suerte que he tenido”.

En esta trayectoria profesional es inevitable que exista un recuerdo especial y muy vivo en su pensamiento. Ese es el que vivió el 4 de septiembre de 1999 cuando debutó en la máxima categoría con el duelo entre Breogán y Adecco Estudiantes. Ese partido “lo recuerdo perfectamente, con Llamazares y Arteaga de compañeros. Estos dos compañeros me regalaron una placa conmemorativa por mi primer partido en ACB y durante la cena previa al partido; a mí no se me ocurrió otra cosa, después de dar las gracias, de decir que en el redactado había una falta de ortografía y recuerdo la cara de Felipe Llamazares mirándome como diciendo: “este que acaba de llegar y ya es así de exigente…”. Hoy, Felipe, es más que un hermano para mí y sigo aprendiendo muchas cosas de él”, nos confiesa.

Del partido en sí, Miguel Ángel Pérez Perez recuerda que “yo venía de haber arbitrado todos los partidos importantes en la LEB la temporada anterior y cuando el partido empezó, me superaba lo que sucedía. Había cosas que dominaba en la categoría inferior y que no era capaz aún de hacerlo en la ACB. Requirió tiempo, esfuerzo y dedicación, adaptarme a la Liga” reconoce.

Fue cubriendo el lógico proceso de adaptación y durante dos décadas se ha convertido en uno de los grandes referentes del arbitraje nacional. Aunque no hay una única clave, Pérez Pérez afirma que para alcanzar esta longevidad arbitral debe primar “la ilusión por hacer lo que te gusta. Pensar que eres un privilegiado, como decía antes. Estos son aspectos emocionales. Desde un punto de vista técnico, hay que prepararse y, sobre todo, tener esa capacidad de transferir a tu arbitraje lo que te intentan enseñar. Muchas veces nos gusta lo que nos intentan enseñar, pero nos cuesta transferirlo a la realidad y ese es el paso para seguir mejorando y permaneciendo, en mi opinión”.

Miguel Ángel Pérez Perez lleva más de dos décadas al máximo nivel y ha vivido en primera persona el cambio que ha experimentado el deporte de la canasta. Cambios que también se traslada al mundo arbitral y de los que destaca dos: “la preparación y el trabajo que realizamos (mucha más dedicación, mucho más profesional, más horas dedicadas a la preparación y con mejores y más medios) y el segundo es el uso de la tecnología (tanto en el propio arbitraje de los partidos, IRS especialmente, como en la propia formación arbitral)”, asevera.

Cambios en la preparación física, en el desarrollo de las tecnologías, pero también en la vertiente más humana, porque también siente una evolución en la forma de relacionarse que actualmente tienen jugadores y árbitros sobre el parqué. “Sin duda existe mucha mejor comunicación. La relación entre los participantes, en general, es más empática. No se interpreta cuando alguien pide una explicación, de manera correcta, que sea una protesta, se sabe separar mejor qué es comunicación y qué es protesta. Incluso, damos la oportunidad a que una reacción emocional de un jugador o entrenador pueda pararse con un gesto, con una palabra, con reconocer que nos hemos equivocado…”, comenta.

Miguel Ángel Pérez Pérez
© Miguel Ángel Pérez Pérez

25 años en la élite dan para mucho y como es lógico, Pérez Pérez ha tenido altibajos y malos momentos, aunque reconoce que “nunca pensé en dejar de arbitrar”. En su carrera afirma que pesan más los buenos recuerdos, “la mayoría relacionados con los compañeros con los que he hecho este camino tan largo”. El colegiado asegura que “no son recuerdos de partidos, de finales…son recuerdos de toda la buena gente que he conocido en este mundo. Anécdotas para reírse, otras para llorar…como la vida misma. Si me tengo que quedar con uno relacionado exclusivamente con el arbitraje en sí, creo que elegiría el día que recibí la llamada telefónica que me anunciaba que me había elegido para arbitrar en la ACB; no me lo podía creer”. Un momento imborrable y que esta semana a buen seguro revivirá antes de dirigir el partido entre Valencia Basket y Lenovo Tenerife.

Media vida ligada a un deporte y a una profesión de la que ha disfrutado y por la que aún siente pasión. “Ya lo decía el poeta, se hace camino al andar. He disfrutado mucho el camino, el día a día. Este camino no hubiera sido posible sin el inmenso apoyo de mi mujer y mis hijas. Ellas han sido las que han sufrido mis ausencias, mis malos momentos y han disfrutado también mis alegrías desde la distancia. Nunca podría haber conseguido esta carrera sin su apoyo y desde aquí quería darles las gracias por eso”, señala asegurando que “sigo teniendo mucha suerte de poder hacer lo que me gusta y poder dedicarme profesionalmente a ello. Ese es el camino que sigo disfrutando, el del día a día”.