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Hanga I, rey de Hungría

Veinte millones de ojos miran. Un tatuaje que en realidad son dos, una madre que hizo de padre, una explosión anunciada. La historia del húngaro más coronado, por Daniel Barranquero

(ACB Photo / M. Pozo)
© (ACB Photo / M. Pozo)
  

Redacción, 11 Abr. 2012.- No todos los días brilla el sol. Ni siquiera para un rey. Decepciones que vienen y van, lesiones, partidos grises. No importa. Cada vez que la suerte es esquiva, siempre hay un lugar al que mirar. Cuando el Assignia Manresa cae, Hanga mira su brazo izquierdo, toma fuerzas y vuelve a sonreír. Es el único camino.

Hace cuatro años, cuando por muy prometedores que fuesen sus condiciones, aún era un desconocido en el panorama baloncestístico, Adam se decidió. Caracteres árabes, ley universal. “Solo los fuertes sobreviven”, el lema elegido para su tatuaje. Guiño a Darwin, auto-motivación activa. La frase encontraría continuación con el paso del tiempo.



Cómo no iba a pensar eso con una madre así. Su padre, nacido en Guínea Ecuatorial, se enamoró de ella tras conocerla en su etapa estudiantil en Hungría, aunque, tres años después del nacimiento de Adam, se fue a su país. Para no volver. Sin figura paterna, con sus abuelos maternos ejerciendo ese rol, la normalidad con la que vivió su infancia es el mayor regalo de su mamá.

Muy pronto dejó de querer ser Puskas. “Tenía 6 años cuando empecé con el baloncesto, ya que antes jugaba al fútbol. Tuve un profesor que me dijo que hiciera baloncesto y le hice caso”. No le fue mal. Muchos tiros a canasta, muchas horas con la comba para potenciar su salto y muchos partidos los fines se semana, entre clase y clase, para crecer en lo suyo. Tanto que en 2005 ya era internacional con Hungría en el Europeo B Sub16. La pelotita naranja le había cambiado la vida.

Casi sin darse cuenta, un buen día dejaba su Budapest natal para amanecer en la impronunciable Székesfehérvár –o el más castizo Alba Regia-, una pequeña ciudad, capital del condado de Féjer, de unos 100.000 habitantes, más conocida por ser el lugar donde se coronaban y enterraban a los principales monarcas húngaros medievales. ¿Y si allí tenía que recoger su corona?

El rey precoz

El Albacomp, su destino. Un amor de verano que duró 6 años. Al segundo debutaba, aún sin cumplir la mayoría de edad, en la élite de su país (9 partidos, 2,4 pt de media). En el tercero su presencia seguía testimonial (3,9 pt, 1,6 reb), aunque sus condiciones hacían imaginar una explosión inmediata. Y esta llegó, desde la 2008-09.

10 puntos por partido, campeón de los mates, exhibiciones en cada partido, grandes sensaciones en el Eurocamp Reebok y hasta la llamada, a sus 20 años, de la selección absoluta de su país. ¿Pero de dónde había salido ese talento? Explosivo, rápido, saltarín, con un primer paso y un salto fuera de lo común, excelso en el uno contra uno, capaz de asistir, de leer el pick & roll, de lanzar desde fuera o de jugar por encima del aro. Un todoterreno con llantas de plata, una perla que prometía mucha más luz a poco que se la puliese.

En la campaña siguiente, más de lo mismo. MVP del All Star, 13,1 puntos por partido en liga y una madurez enorme que derivó en la locura de su último año en el Albacomp. Ya avisó en verano con Hungría, con partidos tan completos como aquel frente a la Bosnia-Herzegovina de Djedovic y Domencart en el que sumó 18 puntos, 6 rebotes, 5 asistencias, 4 tapones y 4 robos. En liga, jamás encontró techo, con otro MVP en el All Star y medias de 17,6 puntos (57 % en tiros de campo y 37 % en triples), 4,4 rebotes, 3,4 asistencias y 2,8 robos por partido. Empezó el año de escolta, pasó a jugar de alero y lo terminó como base titular, rozando los 2 metros de altura. Hungría, a sus pies.



“Fue el mejor año de mi carrera y la guinda a mi etapa de 6 años allí. Pasé de junior a arañar oportunidades. Y de ahí, a jugar muchos minutos y convertirme en jugador clave en el equipo”, comenta sonriente Hanga, a pesar de la espina clavada de no conquistar ni Copa ni Liga. Fue subcampeón de ambos torneos. No obstante, no contento con su rendimiento internacional (13,8 pt, 5,3 reb, 3,2 asis), se lució otra vez en el Eurocamp, en el que acabó en un quinteto ideal del evento con sabor a Liga Endesa. Satoransky, Jelinek y Lima le acompañaron.

La NBA se fijó en él pero antes, el Assignia Manresa había sido el más listo de la clase al firmar a uno de los talentos más emergentes del viejo continente. Y sin hacer demasiado ruido. El húngaro fue el primer fichaje de toda la competición, cuando aún no había terminado el mes de mayo. Madrugar tuvo premio. Y, en junio, el orgullo fue mayor. El precio, seguramente, también más bajo.

Una explosión anunciada

24 de junio ya en estas latitudes. El reloj señalaba las 5:56 en España. Madrugada del draft. Hubo 58 ocasiones previas para decir su nombre, pero el tiempo pasó y el olvido parecía la respuesta. Hasta que llegó San Antonio. Segunda ronda, elección 29. ¿Y qué más daba? Los Spurs apostaron por Adam y Hungría enloqueció. Jamás un jugador de aquel país había salido en un draft. Y él, como sin nada. Su entorno ayudaba.

“Es el mismo jugador que 24 horas antes. No es mejor que el jueves. El draft es un billete para Estados Unidos pero antes debe estar preparado”, afirmaba su agente, hermano del jugador del Lagun Aro Peter Lorant.

Nada sería igual desde aquel día de junio. Venerado e ídolo absoluto en su país, como confirmaba el entrenador español Raúl Jiménez, afincado en Debrecen y triunfador en aquella liga: “Está considerado el mejor de la nación”. Lluvia de elogios, artículos de prensa, portadas y hasta aficionados que vienen a verle desde su país al Nou Congost. Incluso, desde noviembre, cuando el canal SportKlub adquirió los derechos de la Liga Endesa, también es televisado en su tierra. Diez millones de personas que ya saben deletrear Assignia.

“El baloncesto está intentado crecer allí. Tenemos un sólido combinado nacional, un buen técnico e incluso ahora un equipo en la Final Four de la Eurochallenge. Vamos mejorando. Hay jugadores valiosos, lo que pasa es que normalmente tienen que salir del país para evolucionar”, comenta, asumiendo el rol que le toca: “No siento una presión especial por ser el representante de Hungría. Me gusta que me sigan y me llamen para felicitarme, como cuando el otro día hice un buen partido en Málaga”.

No ha sido el primero. Aclimatado a marchas forzadas, Adam Hanga ya alcanzaba los 14 puntos en su segundo partido en la Liga Endesa. Costó encontrar la regularidad, especialmente en el tiro exterior (23 %), aunque el del Assignia es uno de las revelaciones de la campaña, promediando 7,4 puntos, 3,1 rebotes, 1,4 recuperaciones (6º de la competición), 0,7 tapones, 0,6 mates y 7,5 de valoración media en 21 minutos por choque. Capaz de capturar 9 rebotes un día (Valencia BC), repartir 6 asistencias al otro (UCAM Murcia) o sumar 21 puntos al tercero (Unicaja), Hanga es una caja de sorpresas y su versatilidad es pieza clave en el Nou Congost.

Foto Joaquim Alberch
© Foto Joaquim Alberch


Con más tiempo en pista del que pensaba, el húngaro está encantado por haber aceptado la propuesta del conjunto catalán. En el verano de 2010 ya deseó venir, aunque fuese a la LEB, para crecer en España. Partidos como el realizado contra Barça Regal (16 de valoración), el del Gran Canaria 2014 (18) o, especialmente, su actuación heroica contra Unicaja, en el que llegó a los 21 puntos, 6 rebotes, 3 robos y 23 de valoración en solo 21 minutos de juego, demuestran que este era su sitio. El sueño americano puede esperar.

“Probablemente mi estilo de juego se asemeje al de la NBA, pero como baloncesto global, prefiero más el europeo”, confesó en un chat de Regió7. Siempre sin perder la perspectiva: “La NBA es como un sueño y San Antonio me sigue y me espera. Sin embargo, me quiero quedar un mínimo de un año o dos aquí para poder crecer. La próxima temporada seguro que estoy en Manresa”.

¿Por qué cambiar si todo va sobre ruedas? “Todo está bien en Manresa. Estaba nervioso porque es el primer año fuera de mi país, pero va todo genial. El equipo me ayuda, me gusta la ciudad y además, Barcelona también está muy cerca. Puedo ir a disfrutar de la playa, a cenar… estoy encantado. Me apetece seguir en la Liga Endesa”.

"Así que nunca te rindas"

Adam Hanga disimula. Sonrisa pícara la de aquel que nunca supo esconder su misión. Como si fuese un agente infiltrado, su sueño actual lo dice con voz baja. Suena con la misma fuerza: “El Playoff es mi objetivo… pero más bien, mi objetivo secreto, y el del resto del equipo. El reto principal del Assignia era la permanencia en ACB, pero en el fondo para todos sería un sueño ir a Playoff y nos encantaría. Quedan 6 partidos, con rivales tan duros como Caja Laboral, Real Madrid y Barça Regal. Parece complicado, la verdad, si bien lo vamos a intentar hasta el límite”.

El 2/2 en triples en el Martín Carpena de Hanga puede parecer una anécdota, mas para el jugador tiene peso. No se trata solo de recobrar confianza, sino de ver cómo el trabajo da frutos. Las sesiones, fuera del horario de entrenamiento, con Josep Riera tirando una y otra vez desde lejos, deben dar sus frutos. Adam se rebela contra su porcentaje actual en tiros de 3 (23 %) y quiere alcanzar pronto los que hacía en su liga, cuando hacía más de dos por partido con un 37 % de acierto. Es un paso necesario, junto a la evolución en defensa –especialmente con rivales más pequeños-, el control de sus pérdidas de balón y una mayor garantía en los tiros libres, para pasar a la siguiente fase.

ACB Photo / J. Alberch
© ACB Photo / J. Alberch


“Quiero ser mejor jugador. Esta temporada suponía para mí el primer paso en ese objetivo. Es un año bonito, un paso precioso el de Manresa que me está haciendo mejorar mucho. Ahora toca intentar subir un nivel en la próxima campaña”, reconoce.

Amante del r&b contemporáneo y del hip hop, loco de los videojuegos y playero confeso, Adam es el perfecto anfitrión en Manresa. Todos están invitados. “Tenemos muchos visitantes. Vinieron a casa mis padres, luego los de mi novia, también algunos seguidores… todo va genial aquí. Soy muy feliz en Manresa”.

Radiante tras su exhibición en Málaga, su verdadera confirmación en la Liga Endesa, y por todo lo que ha vivido recientemente, Adam ha tenido que mirarse pocas veces el tatuaje de su brazo desde que se lo puso. Quizás por ello, con el viento de cara, hace un año decidió completar la frase con una segunda incripción, forjada con otras letras árabes grabadas para siempre en su piel. “Solo los fuertes sobreviven… así que nunca te rindas”. No está en sus planes.

Hanga Ádam, le dicen en su país, el mismo en el que los apellidos van por delante del nombre. Aquel que le hubiera coronado, hace ya unos cuantos siglos en Alba Regia, como Hanga I de Hungría. Rey sin corona, que cantaba Mano Negra, sí, pero... ¿acaso le hacen falta adornos para reinar? Manresa se viste de monarquía. El Hangaísmo ha llegado.