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Perasovic se inventa otro rodillo para anestesiar el sueño canario (83-72)

El Valencia Basket podrá disputarle la final al Barça Regal tras vencer por 11 puntos (83-72) a un Herbalife Gran Canaria al que asfixió desde el primer cuarto. Disfrazados de rodillo, los de Perasovic vuelven, tras 7 años, a quedarse a un paso del título

 (ACB Photo)
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Redacción, 9 Feb. 2013-. Siete años después, el Valencia Basket está en la final de la Copa. Perasovic, como hizo con aquel TAU en la Copa 2006, ha convertido del club taronja un rodillo que no anestesia a sus rivales y arrasa.

Con los 40 de este sábado, son ya 72 los minutos que el Valencia BC ha estado por encima de sus rivales en este torneo, tras un inicio de partido calcado al vivido frente al Asefa Estudiantes (17-10). El cuadro canario, errático durante toda la primera parte en el tiro, se fue poco a poco hundiendo hasta llegar casi sin opciones al descanso (39-22).

Los de Pedro Martínez lo intentaron en el tercer periodo y llegaron a soñar con una remontada imposible de la mano de Toolson (51-43, m.29), aunque un triple de Ribas al final del cuarto quitó la esperanza de que las cosas cambiaran (59-45). De ahí al final, demostración de colectivo del Valencia Basket y lección de orgullo de un Herbalife GC que se fue ovacionado por su afición.

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Un sueño reposado

Decía Machado que, si bueno es vivir, todavía es mejor soñar y, lo mejor de todo, despertar. Pero claro, requiere algo de tiempo. Llevar desde 13 años soñando con pasar por una maldita vez de cuartos, con 16 eliminaciones entre Playoff y Copa, era para armar una fiesta inolvidable. Y la hubo… hasta la hora de cenar. A partir de ahí, lo más complicado para el Herbalife Gran Canaria. Saber cambiar el chip en ese despertar y, por qué no, construir otro sueño que cumplir en menos de 24 horas.

“Estarán motivados pero más que nosotros no creo”, replicaba Pietrus, cansado de que el cuento de hadas solo tuviera un protagonista. No le faltaba razón. El sueño taronja, más reposado, menos abrupto, poseía la misma fuerza. Cocinado a fuego lento desde 2006, su puesta en largo demostró sus tablas, siempre de la mano de un Doellman imperial que desdibujó desde el salto inicial a su rival.

Tres canastas seguidas y un tapón de Justin, el primer golpe. Al cuadro insular solo le faltaba el celeste estudiantil de un día antes para calcar el inicio del partido en cuartos. Espeso en el tiro, con pérdidas de balón evitables y resistiendo únicamente por la defensa y su superioridad en el rebote. No bastaba. Kelati ponía el 8-2 con cuatro minutos disputados, Faverani aparecía en la canasta rival para acabar con la sequía anotadora de su equipo (10-5, m.8). En plena racha taponadora de un intimidador Tavares -3 en 3 minutos y medio-, Markovic anotaba el primer triple del partido pocos segundos del término del primer periodo (17-8). El choque se podía romper en cualquier instante. Y solo había pasado un cuarto.

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La falacia de la casualidad

Un día antes, todos se echaban las manos a la cabeza tras el primer cuarto más gris de la Copa, con el Asefa Estudiantes sin encontrar la luz en los siguientes 30 minutos. Quizá, sin ese precedente tan cercano, se podría hablar solo de un cortocircuito de los de Pedro Martínez. Cuando la historia se repite, quizás aquello de la casualidad sobre en el debate. Escribió una vez Voltaire que la casualidad no es más que una causa ignorada de un efecto desconocido. El influjo del Valencia Basket, que adormece a sus oponentes, tiene poco de aleatorio.

Tavares, con un mate antes de acabar el periodo y Scheyer intentaron escapar de esa influencia (17-12, m.11), pero a partir de ahí, los de Perasovic, además de bordar la defensa, empezaron a sentirse cómodos en ataque. Faverani, más humano que en cuartos, aparecía en la zona canaria para darle sentido a la excelente circulación de balón de los valencianos. Rafa Martínez, con 5 puntos casi seguidos, transformaba el dulce momento de los suyos en un 10-2 de parcial suficiente para abrir brecha (27-14, m.15).

Para colmo, los de Perasovic empezaban a ganar la batalla que había retrasado su explosión. El rebote ahora era suyo y eso, frente a un equipo que veía el aro minúsculo (7/22 T2 y 0/6 T3 en la primera mitad) era la llave del partido. El bloqueo era total. Newley fallaba un par de tiros libres, Nelson desperciaba un tiro sin oposición y el Valencia Basket no perdonaba.

Lishchuk tomó el relevo de Faverani y San Miguel le encontraba una y otra vez. Imparable, recibía faltas personales y las canjeaba por puntos desde la línea de personal que le permitían a su equipo doblar a su rival (36-18, m.18). Cuatro puntos seguidos de Newley parecían anunciar guerra para la segunda mitad pero el triple final de Ribas suponía la respuesta más letal al filo de la bocina. 39-22 y golpe psicológico al descanso. La final parecía tan cercana…

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En solo 35 segundos, parecía cambiar el partido. En ese tiempo, dio tiempo para ver a Nelson anotar, a Newley haciendo un 2+1 y a Rey capturando el rebote tras el fallo en el adicional. 39-26, posesión y a creer en la remontada. Lo que da de sí medio minuto. Tampoco tardó mucho más el Valencia Basket en demostrar que su versión real es esta, alejada de la irregular de las 4 derrotas. Solidez, solvencia… y doble de Faverani.

Newley acabó con la sequía en el triple del cuadro canario pero San Miguel le respondía con su misma moneda. Hielo para rival (47-29, m.23). Lo volvería a probar el Herbalife Gran Canaria, con más suerte en el segundo intento. Este, de la mano de Toolson, que se echó a su equipo a la espalda en el último guiño del equipo en su Copa más histórica.

Un contraataque de Ryan puso los cimientos de lo imposible. El propio norteamericano puso otro ladillo y, en la siguiente posesión, una canasta de 3 de Bellas provocaba un masivo “Sí se puede” de la afición de Gran Canaria (49-38, m.27). A pesar de la reaparición de Doellman, otro triple de Toolson y dos tiros libres de Toolson ponían el partido al rojo vivo (51-43, m.29) y asustaban a un Valencia Basket poco acostumbrado a momentos incómodos durante este torneo.

Una vez más, la réplica fue mortífera. Doellman, siempre Justin, encadenó 7 puntos consecutivos para darle luz al ataque taronja y, con solo 4 segundos para el final del periodo, Pau Ribas corrió como un poseso la pista, voló en el aire mientras armaba el brazo en el triple acabó con todas la palabra “remontada” del vocabulario de este partido. El 59-45 podía no ser definitivo. Su sprint al banquillo en pleno trance, gritando, y las caras de desánimo de sus oponentes, pesaban mucho más.

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Otro rodillo de Perasovic

Hubo una vez un rodillo de nombre TAU Cerámica que conquistó una Copa tras pasarse los 120 minutos mandando en el marcador. Ocurrió en 2006. Hoy, el técnico de aquel histórico equipo, lleva corbata con tonos taronjas. Se llama Perasovic y, en silencio, en un ejercicio de sobriedad y recursos inmenso, ha construido una máquina que no perdona. Este Valencia Basket, tan arrollador en semis como en cuartos, ya suma 72 minutos mirando a su rival por encima en el marcador.

En Vitoria-Gasteiz, las piezas de Velimir funcionan igual que aquellos. Los Lishchuk, Faverani, Markovic, Ribas, Martínez o San Miguel (¡todos con 10 o más de valoración en el encuentro!), actúan en su maquinaria igual que los Prigioni, Scola, Vidal, Hansen, Splitter o Erdogan del antaño. Daba igual cómo lo intentara el Herbalife Gran Canaria. El Valencia Basket siempre respondía.

Si Newley convertía otro triple, Martínez se lo devolvía a los pocos segundos (64-48, m.31). Si Beirán lo volvía a intentar, Doellman cogía el fusil (70-53, m.33). Si Brad se atrevía con un mate, llegaban Markovic y el desatado Ribas para poner la máxima (77-55, m.35).

Parecía no haber partido. Y no lo hubo ya. Los últimos cinco minutos sirvieron para que el Herbalife Gran Canaria se diese un homenaje a sí mismo y empezase a arañar puntos hasta un honroso 83-72 final. Su cuento de hadas del viernes no merecía un borrón final. El adiós, derribada la barrera de los cuartos, sabe un poco mejor.

Poco antes, Rafa Martínez, a poco para el final, empezó a aplaudir enérgicamente, mirando a la afición del Valencia Basket, que también entiende de anhelos que se prolongan en el tiempo. La víctima de aquel TAU de Perasovic en 2006 vestía de taronja. Siete años después, tras caer las dos últimas veces en la que asomó la cabeza a semifinales, el Valencia Basket puede chillar que ya es finalista. Por si acaso, que no pierdan toda la voz. Puede que este domingo la necesiten...