Redacción, 18 May. 2013.- Resultaba emocionante ver a Jordi Millera salir a la pista unos minutos, normalmente al final del primer cuarto, presionar hasta la extenuación al base rival, subir la pelota decentemente y, casi siempre, dársela al bueno para que resolviese. Y de vuelta a la otra zona, más presión y más aburrimiento para el oponente. El típico base defensivo, sí, que ayudó desde ese rol a dos títulos importantes en la historia del Baskonia: la Copa de Europa del 96 y la Copa del Rey del 99.
Criado en el Bosco Horta y captado por la cantera del Granollers, debutó en la ACB en el club catalán en la 89-90. El chico, aunque algo escaso de estatura (1,76), prometía abiertamente, y se asomó a varias selecciones nacionales de categorías inferiores. Pero su recorrido hasta asentarse en la primera línea nacional no fue tan sencillo. Consiguió un ascenso con el Salamanca en 1994 (quizás el momento más feliz de mi carrera), pero no fue hasta finales de 1995 cuando le reclamó el Tau para un contrato temporal
y se quedó casi cuatro años. Luego también se ganó la vida con la previsible honestidad en Manresa, Valencia y Alicante. En total, 335 partidos en la máxima categoría con 3,7 puntos en 16 minutos.
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Jordi Millera: El Chato, esa lapa defensiva
Pese a su escasa altura, logró una sólida carrera como especialista defensivo. Cuatro años en Vitoria y sus etapas den Manresa, Valencia y Alicante atestiguan el gran trabajo de un secundario de lujo a finales de los noventa
© Jordi Millera en la actualidad