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José Manuel Calderón: European style en Canadá (I)

El periodista Quique Peinado visitó en Toronto a José Manuel Calderón, que vive con alegría e intensidad sus primeros meses en la NBA. El european style arrasa en la ciudad canadiense y por eso, y por su simpatía, el base internacional trabaja como nadie y disfruta de la admiración de los fans y trabajadores del club. En esta primera entrega relata sus clases de inglés, su trabajo diario y las peculiaridades de un estilo de vida muy distinto, a caballo entre Estados Unidos y Europa en esta "isla" que es Canadá

José Manuel Calderón aún tiene problemas con el inglés pero mejora rápidamente (Foto EFE)
© José Manuel Calderón aún tiene problemas con el inglés pero mejora rápidamente (Foto EFE)
  

En Toronto, una ciudad bastante americanizada en la que destaca, sin saber muy bien por qué, la cantidad de locos que hablan y gritan solos por la calle (verídico como la vida misma), el truco para vender algo es decir que tiene “european style”. Desde una menestra a una crema, los fabricantes de cualquier producto le añaden ese calificativo para darle un caché que debe funcionar entre los habitantes de esta fría ciudad. Por España, además, hay una admiración especial. “El sol del membrillo”, la maravillosa mezcla de película y documental de Víctor Erice sobre cómo el pintor Antonio López pinta un membrillero, fue elegida por la Cinemateca de esta ciudad la mejor película mundial de la década de los noventa. En el último Festival de Cine de Toronto fue aclamada “Iberia”, la última creación de Carlos Saura, un mito para los cinéfilos de esta ciudad. Para los bases del equipo de baloncesto, los Raptors, también funciona este especial feeling.

La historia de amor en la que parecen haber caído los Toronto Raptors y José Manuel Calderón tiene algo que ver con eso. Su carácter abierto, siempre dispuesto a hablar aunque su inglés sea mejorable (en la escala que aplica la escuela de inglés que el club le ha pagado a José y que le tiene ocupadas gran parte de las tardes, tenía al llegar un nivel cuatro, aunque sesiones de tres horas de clases le harán crecer en unos tres meses hasta un nivel ocho), le hacen el ídolo de la afición y el favorito de los periodistas locales. A la salida del entrenamiento de la mañana del pasado miércoles, pudimos comprobar cómo es, sin duda, el jugador al que más se dirigen los hombres de los medios locales. Todos parecen tener alguna anécdota de España para hacer una broma: un periodista del “Toronto Star” le cuenta algo ininteligible, al menos para mí, sobre Cobi, la mascota de Barcelona’92 con lo que los dos se parten de risa. Y es que José bromea hasta con el último trabajador del pabellón, un viejillo negro que le saluda con admiración. Y eso, claro, cala entre la gente: “Hasta que empezó la Liga podía hacer tranquilo todo, pero ahora la gente me para en el supermercado, en el metro cuando voy a inglés… En todas partes”, dice sorprendido. Es de momento el jugador más querido por los fans de los Raptors.

Calderón irradia, además, pasión por donde se encuentra. Se ve en sus palabras cómo le gusta la ciudad y cómo le encanta el equipo. “Voy cada mañana a entrenar encantado, y eso que hacer sólo una sesión de tres horas de pista es muy duro”, dice. Pasado ya el tiempo de dolerle más la cabeza que las piernas tras un entrenamiento (tener que estar con la atención al 200% para entender al entrenador se le hizo especialmente difícil), José Manuel es abiertamente feliz. “Todo lo que está pasando me indica que confían mucho en mí. Me están yendo las cosas bien mucho antes de lo que esperaba”, recalca el extremeño. Las palabras “increíble” y “espectacular”, latiguillos clásicos del lenguaje normal del jugador, salen constantemente de su boca. Sinceramente, me lo encuentro mucho más encantado de lo que está viviendo de lo que esperaba. Está encantado con su casa (un piso de dos habitaciones a un paso de Dundas Square, uno de los nudos de vida de la ciudad, en la intersección de dos de las grandes calles de la ciudad, Dundas y Yonge), en alquiler hasta finales de enero, y ya está tratando de comprarse una en ese mismo edificio (atención: edificio de no fumadores, no se puede fumar ni siquiera dentro de casa). Para que se hagan una idea, en la ciudad más importante de Canadá, con un nivel de vida bastante más alto que el de España, un piso es bastante más barato que en Madrid o Barcelona. Así las cosas, Calde es un tío feliz. Y con razón.

La franquicia de los Raptors se mueve dentro de una normalidad en el trato a todo el mundo que hace extraño que sea una organización de esa magnitud. Por el entrenamiento aparece Rob Babcock, general manager de la franquicia, y enseguida se pone a bromear con Calde. Habla un muy buen castellano fruto de los años que pasó viviendo en México. José Manuel me lo presenta y él me pregunta de qué ciudad soy: “Madrid sí que es una ciudad grande, y no Villanueva de la Serena”, le dice Babcock a su base de momento suplente. Los dos se ríen. A Babcock le gusta Madrid. “Recuerdo cuando estuve en un All Star de la ACB y la Lega hace muchos años. Sabonis fue el MVP y le dieron un coche en el que no cabía de ninguna manera”, bromea. “Es un tío espectacular”, dirá Calderón cuando se marcha su jefe.

La cancha en la que entrena, la Reebok Court, dentro del propio Air Canada Center también es fantástica. Le han puesto nuevo el parquet y reluce. Al lado, el gimnasio. Calderón llega a entrenar una hora y media antes de lo normal para hacer tiro y pesas. Siempre que vaya al pabellón habrá algún entrenador esperándole. “Aquí los entrenadores trabajan muchísimo”, se sorprende Calde. Los Raptors apenan tienen tres asistentes, el equipo que menos tiene de la NBA. Entre ellos, admira especialmente a Alex English, el legendario 2 de los Denver Nuggets, con el que hace tiro muchas mañanas. Como el español acude a cada entrenamiento voluntario, normalmente la mañana antes del partido, Sam Mitchell ya le ha dicho que si se encuentra muy cansado no vaya. De momento, Calderón seguirá yendo a todos.

(continúa en la segunda entrega)