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Basket en Taiwán

Mientras montábamos este artículo para su publicación, Javier Gancedo afrontaba un vuelo de 22 horas de duración que ponía fin a una estancia de varios meses en Taipei. Con tintes de crónica de viaje, Javier nos hace partícipes de cómo se vive el basket en este exótico lugar, desde la situación de la liga profesional hasta la pintoresca versión asiática del playground. Una experiencia impagable que pone de relieve la globalidad de la pasión por el basket

Javier Gancedo en el Chang Kai Shek Memorial Hall de Taipei
© Javier Gancedo en el Chang Kai Shek Memorial Hall de Taipei
  

Taiwan es un lugar de contrastes. Todos los que implica que no pueda competir como país con su nombre, su bandera o su himno en las competiciones internacionales. De hecho, no hay embajadas aquí, ya que China no los reconoce como país y suspende inmediatamente las relaciones comerciales con cualquier país que tenga embajada en esta isla. Durante los cinco meses que he tenido la oportunidad de pasar aquí, he podido descubrir la realidad de Taipei: posiblemente la ciudad más contradictoria del mundo, en la que América se enfrenta y se hermana con Asia, ya sea en la cultura, en las tradiciones, en las costumbres... y cómo no, en el baloncesto. Se trata de una ciudad con demasiados contrasentidos. Un lugar en el que 16 discos grabables valen lo mismo que un café con leche, en el que alguien con 1,90 y con rasgos no asiáticos como yo no pasa desapercibido en ningún sitio. Pero ante todo, un país de oportunidades, donde se puede ganar mucho dinero enseñando inglés, incluso sin aprender el mandarín, y ante, todo, una ciudad que nunca duerme: hay libertad de comercios y muchos abren las 24 horas del día. La movida nocturna siempre hace que veas amanecer... Y, si quieres, puedes llegar a ver amanecer jugando al basket.... Y teniendo que esperar para que tu equipo juegue. Intentaré comentaros de forma relajada la situación baloncestística del país.

En esta pequeña isla de Asia Pacífico he podido vivir el basket de una forma distinta, siempre bajo el signo de una ciudad donde el show-business americano se encuentra con la tradición asiática bien entendida. Hay 20 millones de personas y sólo 250 españoles, eso sí, alguna sorpresa relacionada con el basket. Y es que el director de la oficina de visados de la Cámara de Comercio Española, Pedro Lupiáñez, es íntimo amigo del hermano... de Javier Imbroda. Me he permitido contarle la historia al propio seleccionador.... Y es que el mundo es un pañuelo. Pedro ha jugado al basket con Imbroda cuando estaban en el colegio. No he conseguido sacarle ni media palabra sobre las habilidades baloncestísticas de Javier, lo cual me hace pensar que más o menos se defendería.

Por lo demás, la realidad del basket taiwanés a nivel profesional es un tanto extraña. Hubo un intento de liga profesional, con reglas NBA, que tenía muy buena pinta: seis equipos, buena organización, presupuestos aceptables... recordando un poco a lo que se quiso hacer en España, con epicentro en Don Benito, a mediados de los 80. Pero la liga fue a la quiebra en Marzo del 99, dos de los equipos desaparecieron y los demás regresaron a la liga amateur, lo cual hace que se tengan que crear dos divisiones en dicha liga, al estilo italiano, A1 y A2, habiendo dos torneos: la liga en sí y la Copa del Presidente, y al cerrar a liga profesional, se volvió a las normas FIBA. Eso sí, aunque parezca increíble, el baloncesto escolar parece alcanzar más altas cotas de popularidad que la liga nacional en sí.

Lo más complicado de todo es que un equipo de la liga taiwanesa, el SINA.com, se declaró en rebeldía al no aceptar la realidad del baloncesto taiwanés. Solución: cambiar su lugar de residencia y trasladar el equipo para jugar... ¡¡¡la primera división china!!!. Y desde esta temporada, allí están, con un balance equilibrado de victorias y derrotas. La situación, como se puede ver, es un tanto caótica. Sin embargo, y pese al fracaso de un propia liga profesional, el baloncesto gusta, y mucho.

Prueba de ello es la cantidad de partidos que se pueden ver en televisión. Entre la televisión china, la japonesa, y los distintos canales que ESPN tiene establecidos en Asia (ESPN Asia, Star Sports...), se pueden llegar a ver unos 5-6 partidos de NBA y unos 10-12 de NCAA a la semana. Vamos, que no se me han salido las órbitas de los ojos de milagro. El momento más especial ha sido ver el All Star desde Hong Kong: 'quién me lo hubiese dicho a mí hace sólo un año?. La sorpresa, en cambio, vino cuando por fin me decidí a jugar un poco. Sí, algunos de los que nos dedicamos a escribir también hacemos nuestros pinitos. 'O qué pensabais?

El baloncesto de calle se juega fundamentalmente en las Universidades. Allí es donde empecé a jugar este verano, en mis primeros tres meses aquí. Canchas casi todas sin luz artificial, con gente levantándose muy temprano para hacer tiros, siempre gente muy joven. Los partidos siempre son 3 contra 3 a seis canastas, no importando en qué cancha se juegue, con el triple valiendo lo mismo que una canasta de dos. Decir que la altura media taiwanesa no es precisamente elevada, así que hay muchos tiradores y todo el mundo juega de cara a canasta. El nivel atlético de la gente suele ser bueno, pero ante todo, son tiradores, es otro estilo. Y cada campo es su campo: les cuesta mucho, muchísimo pasar el balón a alguien que sea nuevo, mucho más a un extranjero. Lo cual llega a frustrar a veces.

Eso sí, con el tiempo, descubrí lo que es el paraíso para cualquier jugador de baloncesto. Una cancha con luces, con redes, abierta las 24 horas del día y en la que siempre hay alguien jugando, especialmente los fines de semana. Además, con una tienda de ropa y calzado al lado de la cancha y un lugar donde comprar bebidas. Un espectáculo de sitio en sí mismo. Hablo de estar jugando a las 4 de la mañana, empezando a amanecer, sabiendo que si pierdes, había tres equipos más esperando y tardarías más de media hora en volver a jugar. Como el mítico Rucker Park en Estados Unidos, pero en versión asiática. Y con verdaderos talentos en la cancha, hechos más por dedicación y por amor al juego que por talento natural. Por cierto, que mucha gente conoce a Gasol, lo que demuestra que la NBA es una aldea global. A este campo, situado en Linsen Rd, acudían todos los extranjeros de la ciudad y siempre había gente, ya sea jugadores o curiosos, observando las evoluciones de unos y otros.

La primera vez que me acerqué a jugar a este lugar, vi claro que tendría que me iban a hacer jugar de 5, ¡a mí!, que piso menos la pintura que Matt Bullard. Tuve que aprender rápido las normas. En la primera jugada de mi primer partido, veo que el balón se escapa por la línea de medio campo y hago un esfuerzo para no hacer campo atrás. Me lanzo a por el balón y me pego un batacazo de impresión. Me pitan pasos entre la incredulidad de algunos y la risa floja de los demás. Pronto llego a entender por qué.

Regla número 1: no existe el campo atrás en los 3 contra 3 en Taiwan.

Por cierto, que ellos hacen pasos de salida todas las veces y los que me pitaron fueron los únicos que vi en los muchos días que me fui a jugar. A veces protestaba, sobre todo al principio, y me hacían sentir como Kukoc en su temporada rookie, todo el día reclamándolos. Pero no acaba allí la cosa. De repente y de la nada, me emparejaron con un asiático que podría medir 1,97 y que en las dos primeras posesiones me hizo dos movimientos en plan Olajuwon que me ridiculizaron. Él lo celebraba como si Asia hubiese conquistado Europa, más o menos. Afortunadamente, a la tercera me enseñó demasiado el balón y le pude poner un tapón tremendo que mandé el balón fuera del campo. Después de eso, y pese a parecerme los primeros días a la última versión de Steve Trumbo, fallando bajo el aro hasta tres veces seguidas, metí los suficientes tiros de fuera como para que confiaran en mí. Tranquilos, que pese a mis limitaciones, he dejado el pabellón en buen lugar, más o menos. He tenido días buenos y días horrorosos, sobre todo al principio.

Al final, después de tantos días jugando a horas en las que nunca había jugado en un sitio tan extraño como agradable, después de tanto partido visto y después de tanto tiempo allí, debo decir que echaré de menos ese lugar, aunque en el fondo estaba deseando volver. Cuando se publique este artículo, estaré recién aterrizado en España... listo para la Copa.

Os dejo con una postal baloncestística desde el Chang Kai Shek Memorial Hall. Espero que os guste. Hasta muy pronto.

Javier Gancedo
ACB.COM