Artículo

El penúltimo desafío de Sergio (y II)

Segundo capítulo del interesantísimo relato El penúltimo desafío de Sergio. Marcos Beltrá, periodista y amigo personal del base rookie de los Trail Blazers, nos acerca de primera mano, desde el mismísimo Portland, al reto NBA de Sergio Rodríguez. En esta segunda y última entrega continuamos conociendo a fondo la apasionante aventura que está experimentando, con sus luces y sus sombras, el más joven de los cuatro representantes españoles en la NBA

Sergio Rodríguez narra las luces y las sombras de su aventura NBA (Foto Blazers.com)
© Sergio Rodríguez narra las luces y las sombras de su aventura NBA (Foto Blazers.com)
  
  • El penúltimo desafío de Sergio (I)


  • Uno de los aspectos fundamentales para la pronta integración de cualquier jugador foráneo a la NBA se encuentra en el idioma. De ahí que Sergio Rodríguez y sus agentes, Arturo Ortega y José Ortiz, tuvieran bien presente desde el comienzo que el inglés debía ser un asunto prioritario de cara a allanar el proceso de aclimatación del ex estudiantil a la mejor liga del mundo. Así, decidieron proponerle a Alfredo García, entrenador de baloncesto y ex director deportivo del Etosa Alicante y del Tenerife Rural, que se desplazara a Estados Unidos durante las cuatro primeras semanas de Sergio en Portland para ayudarle con el idioma y asistirle en todos los asuntos relativos a su nueva vida: “El hecho de contar en un inicio con la presencia de Alfredo a mi lado fue importante ya que me ayudó mucho, sobre todo con el tema del idioma. Porque, aunque yo chapurreaba algo de inglés, me costaba mucho hacerme a los diferentes acentos”, nos relata el ‘Chacho’ mientras juguetea con el cojín -adornado con el logotipo de los Blazers- que reposa en el sofá principal de su domicilio. “Además, García me echó una mano con todos los temas relacionados con la casa, con los típicos papeleos, etcétera. Aparte, desde mi llegada a Portland cuento con una profesora de inglés que, siempre que el calendario de viajes lo permite, me da clases particulares un par de veces a la semana. Y la ayuda de Kaleb también ha sido muy importante. A diferencia de cuando llegué, ya lo entiendo prácticamente todo, incluyendo por supuesto las instrucciones de McMillan”.

    Kaleb es Kaleb Canales, el coordinador de vídeos de los Trail Blazers, el encargado de preparar los scoutings de los rivales de la plantilla dirigida por Nate McMillan. Canales, de origen mexicano, vive literalmente en su despacho del Trail Blazers Practice Facility, el complejo de entrenamiento de la franquicia, situado en Tualatin, a unos 10 minutos en coche del domicilio del base tinerfeño en Lake Oswego, una agradable zona residencial a las afueras de Portland. La cercanía con Tualatin fue precisamente la razón principal que motivó que Sergio se decantara por Lake Oswego a la hora de alquilar casa. Y es que el equipo de Oregón jamás entrena en el Rose Garden, su pabellón de juego. Todas las sesiones preparatorias, incluidos los walk-throughs (repaso de sistemas) y las sesiones de tiro en días de partido, tienen como escenario el Practice Facility de Tualatin.

    Una tarde-noche, víspera de un encuentro, Sergio ejerce de nuestro particular cicerone durante una visita al Trail Blazers Practice Facility. Considerada como una de las más modernas y funcionales instalaciones de entrenamiento de toda la NBA, el complejo de entrenamiento de la franquicia dispone de dos impolutas canchas de baloncesto, de dos confortables vestuarios totalmente equipados, de espaciosas oficinas para todo el staff técnico del equipo, de una amplia sala de musculación equipada con todo lujo de detalles, de piscinas terapéuticas y un largo etcétera. Nada más acceder al recinto, al particular cuartel general del conjunto entrenado por Nate McMillan, nos topamos con Chico Salas-López. Salas-López es el responsable de dicho complejo deportivo y uno de los miembros de la organización de los Trail Blazers que más ayudó a Rodríguez durante sus primeros pasos en Portland. Unos minutos en amigable charla, ¡en español!, junto a Canales, Salas-López y Sergio, nos bastan para percatarnos del buen ambiente reinante. A ello contribuye sin lugar a dudas el particular sello desenfadado y cercano que habitualmente le imprime el tinerfeño a su vida diaria. Tras pasar unos días en Portland, conviviendo codo con codo junto a ‘Spanish Chocolate’, uno experimenta la sensación de que el ‘Chacho’ está verdaderamente integrado en su nuevo entorno, de que se siente casi como en su salsa, como si se encontrara precisamente en las Islas Afortunadas que le vieron nacer. Cuando en realidad la escalofriante cifra de 9.000 kilómetros separan a Portland de su Santa Cruz de Tenerife natal: “Me considero una persona comunicativa y positiva y siempre intento poner de mi parte para contribuir a que haya buen rollo allá por donde paso. Y aquí he tenido la suerte de toparme con muy buena gente”.

    La particular ciudad deportiva de los Blazers está a disposición de la plantilla 24 horas al día, siete días a la semana, 365 días al año. La puerta de acceso al recinto se abre mediante un sofisticado dispositivo de huellas dactilares. De esta manera, lo único que debe hacer aquel Blazer que desee hacer uso de las instalaciones es simplemente personarse allí, sin necesidad de avisar a nadie de antemano: “En alguna ocasión, tras un partido en el que no me he encontrado demasiado satisfecho, me he venido a tirar un poco, en torno a la medianoche. Pero más que por el hecho en sí de tirar, para poder pensar un poco, con tranquilidad... Es una auténtica gozada el poder disponer de unas instalaciones así en todo momento, a cualquier hora. Eso sí, esto de la huella digital quedará muy fardón, muy fashion, pero yo preferiría que fuera un dispositivo algo menos sofisticado, como por ejemplo una banda magnética similar a la de las tarjetas de crédito. Porque a veces, al cacharro éste le da por no funcionar… Y, hermano, ¡no veas el frío que pasas, sin un rayo de sol a 200 kilómetros a la redonda, con el dedo índice fuera de los guantes, dale que te pego sobre la maldita célula, esperando a que suene la flauta y se abra la puerta!”, relata Sergio al tiempo que nos escenifica el episodio, haciendo gala de unas dotes interpretativas y de una vis cómica que, a buen seguro, hubiesen hecho las delicias de sus amigos Jorge Garbajosa y Jose Calderón durante el Rookie Transition Program, el programa de transición organizado por la NBA en el mes de septiembre.

    La reglamentación de la competición establece que todos los novatos de la NBA deben pasar por el Rookie Transition Program, bien con anterioridad a su año rookie (primera temporada), bien con anterioridad a su año sophomore (segunda campaña). La circunstancia de que Calderón no hubiese asistido a estos cursos de información e iniciación, made in the NBA, antes de enfundarse la camiseta de los Toronto Raptors en 2005-2006, facilitó esta coincidencia de los tres españoles, allá por el mencionado mes de septiembre. “Créeme, no sé qué hubiera sido de mí durante el Rookie Transition Program de no haber tenido a Jose y a Jorge cerca. ¡Menos mal que estaban ellos! Porque, de lo contrario, hubiese sido absolutamente insufrible… Algunas de las informaciones que nos dieron tenían cierto sentido, cierta utilidad. Pero muchas de las charlas eran innecesarias, algunas hasta descabelladas. En España, en Europa, algunas de esas charlas chocarían muchísimo. Los mandamases de la NBA deberían darse cuenta de que están dirigiéndose a jugadores que, en muchas ocasiones, cuentan con una amplia trayectoria internacional, a integrantes de selecciones nacionales, como para andar hablando de determinadas cuestiones… No merece la pena entrar demasiado en detalles, pero imagínate a nosotros tres sentados durante cuatro días seguidos, sin mover el culo de la silla por espacio de 12 horas diarias. Además, estaba la dificultad del idioma, mi nivel de inglés era muy inferior al que tengo ahora… Y lo peor de todo es que no nos permitían siquiera salir del hotel a dar un paseo. Pero gracias a que ‘Garba’ y ‘Calde’ estaban conmigo resultó una experiencia que recordaré siempre con cariño”, concluye el ex estudiantil.

    Sergio Rodríguez se enfrentó hace unas semanas a sus compatriotas Calderón y Garbajosa, con quienes mantiene una gran relación (EFE)
    © Sergio Rodríguez se enfrentó hace unas semanas a sus compatriotas Calderón y Garbajosa, con quienes mantiene una gran relación (EFE)
    A pesar de las tremendas exigencias de sus respectivos calendarios, a pesar de las diferencias horarias, los cuatro Golden Boys de la NBA, Pau Gasol, José Manuel Calderón, Jorge Garbajosa y Sergio Rodríguez, grandes amigos, mantienen un contacto de forma continuada, prácticamente semanal, sea mediante llamada, SMS o e-mail. “Es un verdadero privilegio poder compartir experiencias entre los cuatro, escuchar los valiosos consejos de Pau y de Jose, que saben perfectamente lo que se cuece por aquí… Jugar contra los Raptors y reencontrarme con Jorge y con Jose, primero en Toronto y después en Portland, han resultado experiencias inolvidables para mí. También la de viajar a Memphis el 13 de diciembre, aunque fue una verdadera lástima que Pau no pudiera jugar… Por cierto, hablando de los dos canadienses, yo siento verdadera envidia, ponlo así de claro, verdadera envidia, de ‘Calde’ y de ‘Garba’ por tener la suerte de compartir vivencias codo con codo, en el mismo equipo”, se sincera medio en serio medio en broma Rodríguez. Para añadir a continuación que “aquí, en los viajes del equipo, cada uno suele ir bastante a su bola, casi por libre… Y es que, dejando al margen los entrenamientos y los desplazamientos al pabellón o al aeropuerto, en la NBA no existe ningún tipo de régimen de equipo cuando te toca jugar de visitante. Así, por ejemplo, el mismo día del partido te tienes que andar preocupando de qué encargar al servicio de habitaciones del hotel para comer. Con lo bien que cuidan todos los detalles en la NBA, con lo bien organizado que suele estar todo, resulta bastante sorprendente que se siga manteniendo esa costumbre. Lo lógico, al menos en día de partido, sería que toda la plantilla desayunáramos y comiéramos a la vez, todos juntos. No sólo por hacer equipo, sino para evitar la incomodidad de que los jugadores tengamos que preocuparnos de qué encargar para comer”.

    “Toronto es una ciudad mucho más al estilo europeo que Memphis o Portland, lo que supongo que habrá contribuido un tanto a facilitarles la aclimatación a Calderón y Garbajosa. Pero, ¡ojo!, que yo estoy contentísimo aquí, tanto en los Trail Blazers como en Portland. Creo que este es un equipo idóneo para mí y esta ciudad es muy agradable para vivir, muy bonita y tranquila”.

    Además, el cariño que le empieza a profesar la parroquia del Rose Garden al jugador que porta el número 11 a la espalda crece día a día: “La gente me empieza a reconocer cada vez más por la calle, pero ni mucho menos es algo agobiante… Los aficionados de aquí son muy educados y amables. Quizá menos efusivos que en España, aunque hasta ahora siempre me han tratado con mucha cortesía y cariño. Para nada me importa que vengan a saludarme, al contrario. Eso sí, hay algo que me sorprende mucho de esta sociedad, y no me refiero sólo a los aficionados de aquí, sino también a los medios de comunicación. Y es que muchas veces viven en su propio mundo, ajenos al resto del planeta. Para ellos parece que sólo existe el anillo de la NBA. Y el desconocimiento que tienen con respecto a lo relacionado con el exterior es exagerado en ocasiones. Te encuentras con periodistas que cubren habitualmente la información de la NBA, e incluso con compañeros de equipo, que no saben siquiera que España es la vigente Campeona del Mundo de basket…”.

    Mientras que en pabellones como el TD Banknorth Garden (Boston Celtics), el Continental Airlines Arena (New Jersey Nets), o el propio Air Canada Centre (Toronto Raptors) uno se puede topar con seguidores procedentes de España en cualquier encuentro, la colonia española es prácticamente inexistente en Portland, al menos en lo que se refiere a los asiduos al Rose Garden. Si exceptuamos a Ibán (sic) Soroa, claro está...

    Ibán Soroa, de 31 años de edad, es un español, canario para más señas, nacido en Las Palmas y criado en Madrid desde los cinco años. Soroa, todo un apasionado al baloncesto, dirige desde hace algo más de dos años y medio una entidad financiera de Portland: “Me alegro de haber conocido a Ibán, nos hemos hecho colegas y me está ayudando a desarrollar mi círculo de conocidos, presentándome a gente nueva. Además, me está llevando también a nuevos restaurantes, lo que nunca viene mal. Que ya sabes que mi especialidad no son precisamente los fogones... Ibán y yo nos conocimos un par de días antes de Thanksgiving, que es posiblemente la fiesta más importante del año aquí, en Estados Unidos. Aunque media plantilla me había invitado a pasar el Día de Acción de Gracias junto a sus familias, lo que sin duda agradecí mucho, fue estupendo pasar la velada en casa de Ibán, trinchando el tradicional pavo y haciéndonos unas risas… ¡en español! Y es que, tras unas cuantas semanas aquí, me apetecía mucho charlar largo y tendido en nuestro idioma, la verdad”.

    El detalle de varios de los integrantes de la plantilla de los Trail Blazers de cursar una invitación al compañero extranjero, en este caso a Sergio, para compartir mesa y mantel en Thanksgiving no es, por lo general, el tipo de gestos que se suelan prodigar demasiado en las franquicias NBA. Y la invitación tampoco es que se tratara de una broma, de una de las novatadas que suelen tener por blanco a los rookies… “Novatadas me han hecho pocas, y todas ellas simpáticas, ninguna desagradable. La más cachonda fue el día de nuestro estreno en casa, en el Rose Garden. Salimos del vestuario y, tras chocar manos, abrazarnos y darnos los habituales ánimos los unos a los otros, mis compañeros hicieron el gesto de saltar a la cancha, pero abriéndome paso y diciéndome que yo debía ser el primero en acceder a la pista. Cuando me quise dar cuenta me encontraba yo solo en el centro del parquet… Eso sí, con todos mis compañeros mirándome, descojonados vivos, a varios metros de distancia, desde el pasillo que da al vestuario. Como ves, buen rollito… Me llevo bien con todos ellos, aunque quizá tenga un trato más cercano con los otros dos rookies, con LaMarcus (Aldridge) y con Brandon (Roy), aunque ellos dos no sean menores de edad como yo… ¡Mira que aquí se me considere menor de edad por tener menos de 21 años! Eso es algo a lo que no me acabo de acostumbrar, te lo juro. Bueno, a lo que íbamos… También me llevo especialmente bien con Ime Udoka, por aquello de que jugó hace dos temporadas en el Gran Canaria. Pero las relaciones entre todos son muy correctas. Por ejemplo, tengo al crack de Zach Randolph detrás de mí cada dos por tres desde hace un tiempo, diciéndome que este verano se quiere venir a Canarias conmigo, a la playita. Eso sí, supongo que Randolph no lo estará diciendo demasiado en serio. El tío suele ir acompañado por un séquito de gente impresionante, todos alrededor suyo, siguiéndole a todas partes. En definitiva, en el vestuario de los Blazers hay muy buen ambiente, pero en la NBA la forma de entender las relaciones entre compañeros es diferente. Tiene poco que ver con la relación que teníamos en el Estudiantes, club en el que he forjado grandísimas amistades, para toda la vida”.

    Al poco de pronunciar estas palabras, Sergio se abalanza sobre su móvil para marcar el número de un amigo común: Iker Iturbe. Al rato de charlar con el bueno de Iker, el elegido es otro buen camarada común: Javi Cabrerizo, el jefe de prensa estudiantil: “Sigo la ACB todo lo que puedo a través de Internet, sobre todo lo que hacen los clubes en donde tengo amigos. La putada es que la diferencia horaria entre Portland y Madrid, que es de nueve horas, me impide hacer llamadas más allá de las 3 de la tarde de aquí, puesto que a esa hora ya es medianoche en España. Me fastidia muchísimo terminar de jugar un partido y no poder escuchar alguna voz amiga procedente de España. Otra cosa que no me gusta demasiado es que aquí empieza a anochecer muy pronto, a eso de las 4 y media. Pero bueno, aunque uno eche de menos a su entorno más cercano, a la familia y a los amigos, lo cierto es que soy un auténtico privilegiado y no tengo derecho a quejarme”, concluye nuestro protagonista.

    Cuando estas líneas vean la luz, el número 11 de los Portland Trail Blazers habrá disfrutado de la decena de fechas previas al Día de Navidad en Lake Oswego, Oregón, muy lejos de su país de origen. Pero lo habrá hecho en la mejor compañía posible: la de sus padres y la de su hermano Javier, base del Infantil del MMT Estudiantes.

    Unos días más tarde, el anhelado reencuentro en Lake Oswego, Oregón, de cuatro amigos, tres de ellos procedentes de unas Islas Afortunadas situadas a 9.000 kilómetros de distancia. Qué mejor manera de brindar por los buenos augurios de este año recién estrenado, un 2007 en el que Sergio Rodríguez Gómez continuará afrontando su último desafío…

    ¿Último desafío? De momento, claro