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De Móstoles a Manchester (I)

Pocas cosas nos atraen tanto como las aventuras personales y cotidianas de gente cuya vida gira alrededor del baloncesto. Sergio Lara responde a ese perfil. Tiene 27 años y era jugador de Liga EBA hasta que un buen día decidió hacer la maleta y marcharse a Inglaterra. Allí ha podido integrarse en un motivador proyecto que le permite dedicarse profesionalmente a lo que más le gusta. Una de esas historias edificantes que, tarde o temprano, llegan siempre a oídos de Mateovic

Sergio Lara, espíritu aventurero
© Sergio Lara, espíritu aventurero
  

Redacción, 6 May. 2002 .- Lo primero que me dijo mi madre antes de salir de Móstoles fue:

  • ¿Pero cómo te vas a ir hasta allí, con lo que llueve?
    Y que razón tenía la santa: fue bajar del ¿ferry' y empezar a caernos chuzos de punta, 'cats and dogs' que dicen aquí. Mi pobre Alfa 33 no se había visto nunca en una de estas, y encima conduciendo por la izquierda. Quién me mandaría meterme en este lío. En principio, estaba claro: después de seis años por esas facultades de Dios sin hacer otra cosa que cuadricularme el trasero por las mañanas (Diplomado en Fisioterapia por la Universidad Complutense) y darle a la pelotita por las tardes (Real Canoe, Liga EBA), había pensado que un cambio de aires me vendría bien, máxime teniendo en cuenta que lo que no quería, bajo ningún concepto, era buscarme un trabajo en Madrid y pillar una hipoteca en Fuenlabrada, por muy bien que me caiga la familia Quintana. Así que, 'por qué no a Inglaterra? 'Acaso no había sacado matrícula honor en el Inglés de C.O.U.? Una vez aquí, ya no valía la pena comerse más la cabeza. ¡A lo hecho, pecho!

    Destination, London. Sí, esa era la idea. Londres es como Madrid multiplicado por cuatro y restándole el factor humano. La gente va a su bola. Si vas paseando por la calle vestido de Espinete, ni te miran para llamarte 'pringao'. Una dejadez total. En fin, que después de un par de días buscando piso, mi novia y yo decidimos subir hasta Liverpool, donde nos instalamos para, posteriormente, buscar curro de lo que fuera. Resultado, ella se colocó de recepcionista en un hotel y el ´menda´ en una residencia de ancianos, intentando mejorar el idioma con viejecitos a los que la falta de incisivos, caninos, molares y premolares hacía ininteligibles. Para ser honesto, no estuvo mal.

    Al cabo de un mes de vivir en la meca del pop, decidí a salir a la búsqueda de un lugar en el que poder echar unos tiritos de vez en cuando, acercándome a un polideportivo que se caía a cachos. Tras varias indagaciones, me enteré de que el baloncesto se hacia los miércoles por la tarde o los sábados por la mañana y que lo organizaba un tal Henry Mooney, del cual la única referencia que me dieron fue que 'lleva gafas y tiene las orejas como los Gremlins' . Tras unos días de espera, me presenté en susodicho lugar. Para mi sorpresa, Henry no tenía las orejas como esos muñecos verdes, si acaso un poco como Topogigio, pero vamos, se le reconocía bien. La sesión de los sábados no era para adultos, pero, muy amablemente, me dijo que podía quedarme a verla e, incluso, echarle una mano con los enanos. Dicho y hecho. Lo más interesante de aquella mañana fue ver que los niños venían vestidos con camisetas del Liverpool, botas de fútbol y medias hasta las rodillas. Ah, y cada vez que metían canasta gritaban '¡¡¡GOOOOOLLLLLLLLL!!!'.

    Evidentemente, la falta de cultura canastera era patente, pero el coraje de aquel hombre casi me hizo llorar. A partir de ese día, Henry y yo nos hicimos prácticamente inseparables. Él me presentó al entrenador (si se le puede llamar así, porque también venía a los entrenamientos con camisetas de fútbol) del Liverpool Basketball Club, que militaba en la segunda división inglesa, y ese mismo día ingresé en el equipo. Vamos, que les di las fotos para la ficha, porque el único dinero que se veía allí era el que sacaban en el bar para beberse pintas del tirón después de los entrenamientos, lo cual, he de reconocer, es una buena costumbre.

    A los seis meses de llegar, el club de Henry (Toxteth Tigers) recibió una beca del estado para desarrollar un programa educativo en Toxteth (léase Vallecas). El tipo me ofreció el puesto de 'Project Assistant' y me dio un sueldo bastante digno que me permitió dejar la residencia de ancianos para trabajar como educador/entrenador 'full-time'. Por fin, el viejo amigo baloncesto me pagaba unas cuentas pendientes, después tantos años de dedicación. Allí estuvimos durante nueve meses, hasta que se terminó la ayuda gubernamental y tuve que buscarme la vida otra vez. Por suerte, el entrenador de los Manchester Magic me llamó para que jugara por ellos. Y yo, en plan Figo, me marché con los eternos rivales. A cambio, me dieron trabajo como entrenador de base y, además, me metieron de 'fisio' en los Manchester Giants (de categoría superior). Mejor, imposible. Y aquí me hallo.

    Mi club: Manchester Magic

    Nace como el sueño de un tipo llamado Joe Forber, un ex entrenador de base de los Giants que, harto de que los éstos descuidaran la cantera, decide crear su propio club. De ello hace ya cinco temporadas, en lo que fue una apuesta muy fuerte: se jubila anticipadamente de su actividad como profesor (tiene 60 años) para dedicarse por completo al basket. Os prometo que nunca he conocido a una persona más íntegra que este tío. Es la leche. No se pliega ante nadie y sólo mira por el beneficio de los chavales. Bueno, el caso es que empieza a organizar ligas locales, reclutar chicos y visitar colegios por su cuenta. Esto comienza a crecer y, rápidamente, se le une otro técnico y ex-maestro a la vez, Graham Williams, que también se retira antes de tiempo con las miras puestas en el proyecto. Como veis, estoy rodeado de idealistas. Entre los dos hacen un trabajo tan impresionante que, en cuatro añitos, les coloca a la cabeza del desarrollo de nuestro deporte en el Reino Unido. Son como el Ché Guevara y Fidel en sus buenos tiempos... Supongo que hay que ser un poco revolucionario para hacerse entrenador de baloncesto en este país de futboleros, rugby y críquet. Ahora mismo, tenemos a unos 700 muchachos jugando cada semana y más de 80 equipos inscritos en los campeonatos.

    A los seis meses de empezar, 'Súper Joe' me ofrecía incorporarme como tercer espada a esta privilegiada trilogía. No me lo pensé ni un segundo. Tuve que dejar lo de los Giants (fisioterapeuta), pero me importo poco. Ahora tengo un sueldo decente y, como decía Jim Valvano (un entrenador de fútbol americano), 'la suerte de que cuando los demás se van a trabajar a la oficina, yo me voy a entrenar' .

    El club tiene mucho éxito: 18 chicos y chicas juegan en diversas selecciones nacionales; somos campeones de copa cadete y junior; todo hace indicar que también ganaremos la liga; hemos mandado chavales a universidades americanas'

    Mi labor

    Nosotros trabajamos con la Delegación de Deportes de Manchester en la tarea de promocionar el baloncesto, por lo que mi actividad se divide en dos, lo que hago para el club y lo que hago para el ayuntamiento: con los primeros, entreno a los cadetes y echo una mano con los juniors, amén de organizar las ligas locales que utilizamos como un sistema de cantera, ya que esto nos permite ver a los mejores de toda la ciudad desde prontito e incluirlos en el programa del club; en referencia a los segundos, me encargo de visitar colegios para que los niños le acaben diciendo al profe de gimnasia que quieren hacer basket y formen un equipo para jugar los torneos. Así, volvemos a lo de antes: cuantos más equipos haya en liza, más dinero entra en el club, más gente vemos... Por cierto, también imparto cursos de entrenador.

    ( Este artículo tendrá continuidad en una segunda entrega que se ofrecerá próximamente)

    Mateovic
    ACB.COM