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Davin White: El fénix de La Laguna

El legado de una abuela, el quarterback que nunca fue. El tren caprichoso y esquivo, el resurgir. La paradoja del nómada. Un relato de cenizas y alas, de sol, arena y baloncesto. La historia de Davin White, por Daniel Barranquero

  
"No calma su hambre comiendo… ni apaga su sed con fuente alguna"
Claudio Claudiano


Todos conocían a alguien que aseguraba haberlo visto, relatando con pasión la añeja historia que fue de padre a hijo, de abuelo a nieto, de generación a generación. Leyenda en vida, inspiración de poetas, metáfora imaginada. Aquella ave de fuerza eterna y lágrimas curativas que, cada 500 años, esquivaba la muerte ardiendo… para volver a renacer por medio del fuego. A través de las cenizas.

Dibujado con palabras por Luciano, reavivado por Séneca, convertido en poesía por Ovidio. Y en ciudad, mucho más tarde, por Phillip Darrell Duppa, aquel viejo inglés que un día, en uno de sus viajes, se vio rodeado de cobre y arena, de aridez perenne e incansable sol. Allí, observando los vestigios de lo que alguna vez fue el asentamiento de los hohokam, sintió el resurgir de las alas: "Este canal fue construido en una era ya olvidada. Ciudades prehistóricas yacen en ruinas a tu alrededor. Una gran civilización antigua una vez prosperó en este valle. Dejemos que la nueva ciudad nazca de sus cenizas. Llamémosla Phoenix". La tierra de Davin White.

Foto Davin White


Va por mi abuela

Al igual que esos niños que tienen tanta prisa en llegar que son capaces de adelantar su año, como si eso les diera la juventud eterna. Y es que no podía haber nadie más pequeño que tú en clase si habías nacido un 31 de diciembre. Ocurrió en 1981, en unos días en los que el mundo hablaba de las sanciones de Reagan a Polonia, en la segunda Guerra Fría. Al norte del desierto de Sonora, donde la arena pesa más. Al pie del Río Salado, donde el agua se evapora. En la ciudad de antiguas cenizas que empezaron a latir desde el corazón de Arizona. En el sur, siempre en el sur.

Su infancia no resultó sencilla. "Nací en South Phoenix y crecí sin mis padres". A los pocos meses de ver mundo, su madre le dejó con su abuela antes de irse a Nueva York. Y su padre, militar, no dejaba de viajar. Con el tiempo, todo le parecieron excusas. El rol de ambos lo ocupó su abuela, heroína sin capa, capaz de rescatar a aquel que pasara por su hogar. "Mi abuela nos ayudó y siempre la querré infinitamente. Nos crió en una casa que siempre estaba llena, con 10 u 11 personas, con mis 6 hermanas. A ella le gustaba ayudar a la gente, tenía un gran corazón. Es... cómo decirte… una superwoman".

Enamorado del fútbol americano, no se le daba mal jugar de quarterback. Quizá hoy, este perfil podría colarse en la web de la NFL, con Davin relatando melancólico su infidelidad con el baloncesto, el deporte que probó a los 7, el que empezó a tomarse en serio a los 10, ese que le permitía sentirse gigante cuando machacaba en las canastas de tamaño mini. "Veía siempre basket por las calles y me servía para estar alejado de problemas". ´

Foto Davin White


Toma eso o entras en una banda, se convencía a sí mismo. El entrenador Tim Mask, una figura casi paterna con la que mantiene contacto, le introdujo en su programa deportivo para sacar a los niños de los peligros de la calle. Y soñando despierto con los Charles Barkley, Kevin Johnson o Rex Chapman, pronto se vio emulando a sus ídolos en el instituto. Sin embargo, algo fallaba, por lo que decidió cambiar el Phoenix South Mountain por el North High School. "Me estaba juntando con la gente equivocada y no iba a clase", confesó entonces en una entrevista local. Demasiada tentación, explica hoy. "Más que por con quién salía, era porque a veces me escaqueaba de clase e iba a la cancha. Mi casa estaba demasiado cerca de la pista de basket, podía ir andando. Hablé con mi abuela y coincidimos en que resultaba demasiado fácil distraerme allí".

En North, formando pareja con Tommy Smith -un 2ª ronda en 2003, por los Bulls- se convirtió en el líder del equipo, al que llevó hasta la final del torneo regional. "Es un ganador", decía su entrenador, orgulloso de que el niño se convirtiera en hombre sin levantar los pies del suelo. El contexto ayudaba. Conocido en Arizona por sus gestas e invisible para cualquier radar de fuera del estado por la modestia de su instituto. Su siguiente destino tampoco le pondría en el mapa. En el año 2000, llegó a Chandler-Gilbert Community College, de la NJCAA, un paso previo necesario antes de la Universidad. A media hora de casa, cerca del aeropuerto, en un lugar tranquilo y alejado de sus amigos, el tiempo pasaba lento repartido entre el baloncesto y los apuntes. El técnico de su primer instituto le llamó y su baloncesto empezó a fluir en un conjunto que jugaba como si huyera del tiempo.

"Aquel conjunto jugaba muy rápido y me dejaban desarrollar mi estilo en la cancha". Más de veinte puntos por partido con los Coyotes en su primer curso avalan sus palabras. Eléctrico y liviano -77 kilos, con mucho más talento que músculo antes de descubrir el gimnasio-, Davin se puso un reto a sí mismo. "Si me convierto en un tipo de 30 de media, estaré preparado para la NBA. Me quedé en 28,2 y pensé que aún me faltaba", declararía entre risas años más tarde en una entrevista radiofónica. Récord histórico del college en puntos, media anotadora, lanzamientos de campo, tiros libres y hasta robos. Su mejor resultado, fuera de la pista. White comenzó a sacar buenas notas, en la búsqueda de los créditos necesarios para poder ir, de la mano de su basket, a la universidad. Y allí sacarse el título. El orgullo de una abuela.

Foto Davin White


Del supermercado a los Suns

Nadie le regaló nada y a veces parecía todo demasiado difícil. La temporada 2002-03, en blanco. "Estuve un año enterado parado, acabando créditos en un semestre para poder ir a por el título en la Universidad". Y todo se juntó. "Tuve que conseguir un trabajo en un supermercado y resultó excesivamente duro. Entraba a las 11 de la noche, terminaba a las 6 de la mañana y de ahí me iba directo hasta clase. Luego entrenaba. Fue mi peor experiencia… pero me cambió la vida".

Otrora pretendido por Iowa State, Arizona State o Nevada-Reno, Davin White acabó en tierras californianas para jugar con los Matadores de Cal State Northridge, una universidad modesta donde demostrar su talento en el tiro. Y donde la cancha, una vez más, fue solo la extensión de una personalidad que seguía cambiando. "Mi entrenador me habló mucho de este mundo. Me decía que cuando acabara la universidad a dónde iba a ir con trenzas en la cabeza. Cambié el look, más presentable, y me empujó en mis estudios". Con el balón en la mano, se fue en la 2003-04 hasta los 12,7 puntos, 2,8 asistencias, 2,4 rebotes y 1,8 robos de media, unas cifras casi calcadas a la que firmaría el siguiente curso.

Y un partido marcado en rojo. Aquel contra Fairfield, la primera y única vez que salió en la ESPN… hasta una década más tarde. La última ocasión en la que su madre fue a verle jugar. "Las cosas estaban de antes un poco agitadas y ese fue el último al que la invité, porque no me gustaron las vibraciones", confesó hace un par de años en un podcast de The Tournament. Tampoco sintió jamás el vértigo de un March Madness y hasta su despedida universitaria fue cruel. A una falta polémica determinante que le señalaron en los últimos segundos, le siguió un triple final salido de sus manos, de esos que cambian destinos, que nunca encontró su meta.

Twitter @Josefelipem


"Es como un hijo para mí. Hemos tenido conversaciones sobre la vida y tiene un corazón maravilloso. Quiere hacerlo todo bien, voy a echar de menos eso de él", se lamentaba el Coach Braswell en el adiós de White, lleno de incertidumbres. El draft nunca se acordó de él y la NBA parecía en ese momento imposible. Sin poder recibir aún el diploma por faltarle varias asignaturas y con necesidades económicas importantes para él y su familia, el de Arizona se buscó las habichuelas empezando por abajo. Primero probó en verano con los Hutchinson Ballhogs de la AAPL. Más tarde, los Niagara Dare Devils, de la ABA, se convirtieron, oficialmente, en su primera experiencia profesional, en su primer sueldo. O al menos eso decía el contrato.

"No me pagaban", relata sonriente hoy, ya curado de espanto. Y, sin embargo, la experiencia merecía le pena. "Seguramente sea el lugar más bonito donde he estado. Podía ir andando a las Cataratas del Niágara. Había un buen grupo humano, con jóvenes, en esa primera experiencia profesional, pero estuve tres meses sin cobrar un dólar". Hasta su abuela tuvo que enviarle dinero. "Nos decían que ya venía el dinero, aunque jugamos 4 o 5 partidos y nada. Hubo un momento en el que no se pudo seguir ya que tenían que pagar también viajes y hoteles". La belleza de las Cataratas podía esperar y White encontró su futuro en México. El idilio duraría.

Foto Mineros de Cananoa


Mineros de Cananea, su nueva entidad, ya en 2006. Norte de México, un paseo de cuatro horas en coche desde su Phoenix natal. "Estaba al lado de casa y me permitía volver a ella los fines de semana. Quería estar cerca de mi abuela, de mis hermanos y mis sobrinos". Abierto de mente y sin miedos infundados, White no disimulaba su felicidad en suelo mejicano. Cuando no había que coger el autobús, claro. "Había viajes de hasta 24 horas con un par de paradas, ¡no había descanso!" Ya en el parqué, el estadounidense se fue hasta los 26,5 puntos y 8,7 asistencias por cita, todo espectáculo, con un final abrupto y amargo para darle la bienvenida al mundo profesional.

En el séptimo y definitivo partido por el título, con 3-3 en la final del país contra los Frayles de Guasave, la locura. 1.500 personas abarrotando la grada, el público de pie, muy intenso. Y una acción que desencadenó lo inimaginable. "Un jugador rival cayó en un lance de juego contra el público y le tiraron una bebida a la cara. Respondió con un puñetazo que acabó golpeando a un niño pequeño". Y batalla campal. Una hora después, pese a los intentos de reanudación por parte del árbitro, los ánimos no se habían enfriado. Acababan de perder la final. "Temíamos por nuestra integriadad. No hubo repetición y, como íbamos perdiendo por poco, el trofeo acabó en manos de nuestro rival. Me robaron el título. Así fue mi primera experiencia en el extranjero. Así fue mi primera final".



Eso sí, el alivio llegó muy pronto. Primero pasó por Reynosa -"hay 2 ligas, la Cibaliga y la LNBP, una vez acaba la primera, empieza la segunda, en la que cambié de escuadra"-, donde su entrenador le animó a vivir en zona tejana, aprovechando que la ciudad acariciaba la frontera con Estados Unidos. A continuación, sin avisar, pasó por delante el tren de su vida en aquel verano de 2006. Y él no dudó en montarse. Los Suns le esperaban.

Una carrera en una canción

En 6 minutos y 23 segundos te puede cambiar una vida. En lo que dura 'Paranoid Android', de Radiohead, toda una carrera parece encontrar sentido, todo un sueño parece encontrar su punto de realidad. Desde pequeño, Davin pedía una oportunidad, solo una oportunidad. Y Phoenix, su amor desde la infancia, se la iba a conceder en un cúmulo de circunstancias que le hicieron conocer la cara más bonita y la más dura de su amado deporte.

Foto Davin White


Tras conseguir la opción de entrenar con los que eran sus propios ídolos, el destino se puso de su lado. O eso parecía. Justo antes de la gira europea de los Suns, Jeff Varem se cayó de la expedición a ultimísima hora por un problema de visado. Y Davin, que iba a quedarse en tierra, se encontró sin esperarlo en un avión rumbo a lo desconocido, dispuesto a ganárselos a todos. Y lo hizo, vaya si lo hizo. De Stoudemire a Marion, de Kurt Thomas a Jumaine Jones. Banks, Barbosa, Raja Bell… ¡y hasta al mismísimo Steve Nash, con el que hizo muy buenas migas! Como uno más. Le hicieron ver que era un jugador NBA. Y es que jugaba como un jugador NBA.

De Italia a Alemania, de la cámara al parqué, de entrenamiento a entrenamiento, sorprendiendo con su desparpajo y con su tiro a sus compañeros y al mismo Mike D'Antoni. ¿Es que se iba a molestar si, en el primer hotel de lujo que había pisado en su vida, Marcus Banks le tenía engañado durante un par de días haciéndole creer que los baños se limpiaban solos de lo buenos que eran? ¿Cómo no iba a ser un sueño ser el rookie de las novatadas y de los donuts para sus compañeros? ¿Acaso no les contará a sus nietos que marcó una canasta y jugó los 383 segundos más especiales de su carrera con los Suns, con sus Suns? "Fue una gran vivencia, la mejor de mi vida" Y por momentos pareció que iba a durar.

Foto Phoenix Suns


¿Qué falló, maldita sea? Davin sabe la respuesta. Y por ello duele más. "Quería quedarme, me dijeron que les había gustado mucho en la gira y que me había ganado un puesto en el equipo. Sin embargo, hubo conflicto con mi agente. Presionó mucho a los Suns, les mintió diciendo que tenía contrato en Europa y al final me dejaron ir. Yo solo jugaba al basket, no entendía de esas cosas, me decían qué tenía o no que hacer. Y mi marcha no tuvo que ver con baloncesto. D'Antoni me dijo que debía haber entrado en la plantilla y que contaba con físico y cualidades para ello. Nash y Stoudemire me apoyaban. Supuso la oportunidad de mi vida y acabó siendo desolador. Lloré mucho, estaba muy herido… me rompió el corazón". Y le dejó marcado.

White intentó atajar en su laberinto NBA pasando por la Liga de Desarrollo. En el estreno, se salió. Al segundo partido, ni jugó. "En ese momento comprobé que la D-League también era negocio, aunque mi amor por el basket pesó más". Tampoco hubo química con el técnico. "Me quería reconvertir en defensor cuando yo siempre he sido anotador toda la vida. Me costaba adaptarme a algo que no era. Yo intento defender pero mi principal arma es atacar". Con 9,8 puntos de media en 45 partidos con los Anaheim Arsenal, en febrero de 2007 cambió de colores, mas no de competición. En los Colorado 14ers sus medias fueron similares, si bien su conexión con el técnico fue total. "Joe Wolf es uno de los tipos más encantadores que tuve en mi trayectoria. Un entrenador de jugadores, de los que te dicen qué hacer. Venía de estar frustrado y fue muy comprensivo". Incluso tras su salida.

Le surgió la opción de volver a los Mineros de Cananea y no la desaprovechó. "No tenía casi dinero y allí me lo pagaban. Mi familia necesitaba mi ayuda y en México me daban 8 mil dólares al mes, lo que más he cobrado en mi carrera". Su entrenador, aquel que en la 93-94 pisó la ACB gracias al Elmar León, le entendió. Sin embargo, Wolf, a las pocas semanas, fichó como asistente por los Milwaukee Bucks y White vio con melancolía cómo le abría la puerta a varios de sus compañeros. Pudo ser él. Otra vez.



El recorrido profesional de White entró en un bucle que siempre tenía al país centroamericano de epicentro. Sus 31,7 y 6,5 asistencias por duelo no fueron sinónimo de título en la 2008-09 y, una vez descartado a las primeras de cambio por el nuevo entrenador de los Halcones UV Córdoba, Europa llamó a su puerta. El KK Swisslion Takovo de Vrsac no lucía como el destino más apetecible, aunque un rendimiento positivo en Serbia sería su llave a cotas mayores. La bofetada de realidad aún escuece. Algo empezó a notar cuando llegó al pequeño piso, con otros 5 jugadores más. O tras los cortes de Internet y de luz. "Era el único americano del equipo, el 'coach' no hablaba inglés, nadie me entendía. Tenía 27 años y me trataban cual rookie. No les gustaba. Los fans y los compañeros merecían la pena, pero fue realmente una mala experiencia, la peor de mi carrera. Lejos de casa, gastándome mucho dinero en el ciber-café para hablar con mi familia. Y, encima, dos o tres meses nunca me los pagaron. Me tuve que ir de allí".

Vuelta a la casilla de inicio. "Prometí que no volvería a cruzar el charco, y contraté un nuevo agente de México con la intención de seguir jugando allí, consciente de que tampoco me iba a hacer rico". Era un baloncesto que le divertía, muy de uno contra uno, con libertad total en pista y hasta un técnico bilingüe. A pesar de considerar que esa liga no haría mejorar como jugador, se sentía cómodo con su estilo de vida y con la hinchada local. Y lo trasladó a la pista. Un día llegaba a los 53 puntos, con 8 triples y 50 de valoración. Al otro se inventaba un tiro imposible para ganar sobre la bocina. 22,6 puntos y 4 asistencias de guinda. El anhelao título liguero y el galardón de MVP, de tarta. Ya tocaba.

Foto Phoenix Hagen


En los Halcones de Xalapa, ya el posterior curso, su rol fue diferente (12,9 pt, 4,6 asist), aunque a finales de febrero de 2012, el móvil volvió a sonar. Y el prefijo era europeo. "Sé que es Europa y que lo pasaste mal, pero esto es muy diferente. Son solo tres meses, el final de temporada en Alemania, y te va a gustar. Déjame que lo intentamos", le pidió su agente. "La jugada nos salió bien", afirma tajante, en un movimiento que reescribiría sus últimos años de carrera.

¿Fue un guiño o una burla? ¿Casualidad o señal? El fénix reencontrándose con Phoenix. Esta vez muy lejos de casa, en la pequeña Hagen, aroma a metal, a universidad, a las cenizas vestidas de nido. A renacer, sí. A liberación anotadora, a velocidad, a sonrisa en pista. A puntos, a muchos puntos. 17,3 de media, con 5 asistencias de propina, en la recta final para salvar a la entidad del descenso. El público en el bolsillo, rogándole que volviera pronto de los Mineros de Cananea -una especie de segunda casa, por su buena relación con el club- y se quedara ya todo el curso 2013-14 en tierras germanas. No costó convencerle. "Iba sin presión, simplemente a jugar y el equipo estaba hecho para mí. Les gustaba mi mentalidad ganadora. Corría, anotaba, jugaba al pick & roll, controlaba cada partido".



Esa plantilla, el showtime de los modestos, se divertía en pista, siempre jugando frenético, sin pausa, a anotar un punto más que el rival. Y él, a sus 31 años -"En los 3 o 4 próximos años haré el mejor basket de mi carrera… ¿no fue Nash MVP a los 32 y 33?", pronosticaba entonces- no solo se convirtió en la estrella indiscutible de Phoenix Hagen, sino que acabó como máximo anotador (17,2) de la potente competición alemana. Líder en asistencias, elegido mejor base. Y hasta un buen puñado de hitos por el camino. "El club se clasificó por primera vez en su historia para el Playoff. Resultó genial formar parte de ese conjunto, con la mejor afición que vi en mi trayectoria, junto a la mexicana y a la que tengo ahora. Supuso una experiencia fantástica que me abrió muchas puertas". No sin antes tener que volver a llamar al timbre.

Todo había salido tan bien, todo había salido tan profundamente bien, qué Davin no podía entender como su nombre no reinaba en el mercado. Ni los grandes del país, ni algún proyecto ambicioso de una liga potente. La mañana que cogió el avión hacia Bulgaria hubiera firmado volver atrás para aceptar la propuesta inicial del Phoenix Hagen. "¿Que por qué el máximo anotador de Alemania acaba en Bulgaria? Tío, es algo que yo tampoco entendí. Me decía a mi mismo… joder, he tenido un gran año, esperaba una entidad más grande. Varias escuadras potentes me ofrecieron un contrato, aunque mi agente me comentaba que se podía sacar el doble al siguiente pretendiente y que había más interesados. Todo eran excusas. Y es que toda mi carrera siempre se resume en excusas y en por qué tienes que hacer esto y por qué no tienes que hacer lo otro. De triunfar en Alemania, a acabar en mitad de la nada".



Cuando el americano firmó por el Lukoil Academic, se consolaba pensando que al menos estaría en la capital. Al igual que en su experiencia balcánica, se arrepintió desde el mismo aterrizaje. "Estábamos en un pueblo muy pequeño -Pravets, de 3.000 habitantes, a 68 kms de Sofía-, en mitad de ninguna parte. Fue como regresar a Serbia… ¡y hasta téníamos un técnico de allí! Era más comedido que el otro, aunque ya sabes la fama de los entrenadores serbios. Y yo soy un jugador que no necesita que le griten. Que hablen conmigo, que me pidan lo que sea que me esforzaré al máximo, pero gritando, creando esa atmósfera, no". Sus números, muy sólidos (11,6 pt, 4,5 asist. en Eurocup), mas la decisión estaba tomada y, cuando su conjunto no pasó de la primera fase en la competición continental, White solicitó su salida. Una de sus víctimas en Eurocup, el Maccabi Rishon LeZion de Israel, que había encajado 16 y 14 puntos en sus dos duelos europeos, dio un paso al frente.

Esta vez, con mejor sabor de boca. "Un lugar bonito, siempre con buen tiempo. Genial el público, el club y el staff técnico. Y además pude ver el lugar donde Jesús caminó con su cruz. Lo hice junto a mi mujer, que estuvo conmigo tanto en Bulgaria como Israel", recuerda orgulloso al hacer balance de su rendimiento en aquel equipo. 13,4 puntos, 5,4 asistencias, 3,6 rebotes y otra salvación in extremis, el epílogo ideal antes de su aventura en Liga Endesa. Esta vez, no se arrepentiría.

Foto Mineros de Cananoa


La paradoja del nómada

"And finally… my happy home Spain!", exclama adelantándose a la siguiente pregunta, acerca de un periplo profesional que le llevó a La Bruixa d'Or Manresa en el verano de 2014. La sangre de Bianka influyó enormemente. "Ella tiene familia en Madrid y era situación idónea para venir a esta liga. Y la experiencia manresana nos encantó". Un estilo de juego más pausado, un técnico con personalidad, diferente. "Pedro Martínez es uno de los mejores técnicos que he tenido jamás, el ideal si empiezas en España. Valora tu esfuerzo, trabaja contigo, te ayuda, te da confianza. Es perfecto para los jóvenes y, si yo lo fuera, me encantaría trabajar con él porque aprieta mucho. Ahora que estoy más mayor, resulta más duro", confiesa entre carcajadas, radiante al recordar que el equipo se salvó y, más aún, cómo se salvó, con triunfo en la última jornada en la cancha del Real Madrid. Aquel día, anotó 16. Durante la temporada, también se ancló en los dobles dígitos: 11,2. El contexto lo merecía. "No seré yo el que se llame a sí mismo héroe. La gente, encantadora. Por la calle, en el pabellón. Grandes seguidores y una etapa muy bonita".

The Tournament 2015: Los elogios robados

En el verano de 2015, Davin White se pasó varios días deshojando la margarita antes de decidirse. Jamás pudo imaginar que, apuntándose a The Tournament, le iba a llover en unos días toda la fama robada durante la década anterior. En el torneo de playground, en el que 96 conjuntos -24 en la fase final- luchan por conquistar el jugoso premio, un millón de dólares, fue su forma de reivindicarse.

Foto The Tournament


Líder del Team 23, cabeza de serie número 13 que fue dando sorpresas de su mano hasta rozar la gloria. 7 triples un día. Al otro, 21. O 18. En semifinales, 24 al Ants Alumni de Sadiel Rojas y su antiguo compañero en North Tommy Smith. Y en la final, la locura, absolutamente desatado, con ganas de poner Arizona en el mapa y su nombre en un radar qu siempre le ignoró. 34 puntos, 15 de ellos en los últimos 7 minutos para acariciar el título hasta el final (derrota por 67-65 frente al Overseas de Lawal y Fogg), ante las cámaras de ESPN, con todo un país preguntándose de dónde había salido el mejor jugador del torneo.

"Parece tan bueno como varios bases reserva de la NBA". "Es un ganador y merece que los jóvenes le vean y así aprendan". "Algunos equipos NBA deberían estar llamando a su agente". Periodistas de renombre en Estados Unidos, aficionados neutrales, las redes sociales ardiendo por cada exhibición. El teléfono no dejó de sonar. Ajenos y extraños. Así daba aún más rabia: "Es agridulce porque yo siempre supe mi nivel. Hace años me enfadaba aún más. No me dieron la oportunidad, ni siquiera tras hacerlo tan bien en Alemania, hice cosas en mi carrera para merecérmela. Hay que estar en el momento idóneo en el lugar adecuado", se lamentó una vez finalizado el torneo.

Foto Instagram @TheTournament


Cuando todo había acabado, cuando los focos se apagaban, un niño de 8 años se acercó y le felicitó. "Vi al pequeño, tan tímido, sonriéndome un poco y diciéndome que se había convertido en mi fan. No pude evitar regalarle mi camiseta. Antes de venir a España, me llegó una carta suya, diciendo que soy de sus jugadores favoritos y que gracias por mi regalo. Me emocionó".

Tras esa 2014-15, Iberostar Tenerife le ofreció un contrato y en Manresa no fueron a tanteo. Davin se vestía de aurinegro, con toda la ilusión del mundo desde el día en el que aterrizó tras mil aviones y se sorprendió con tantas cámaras esperando su llegada. "Mi meta es ganar, ganar y ganar", exclamó con discurso de sabio de Hortaleza. A las pocas semanas, ya reconocía que el club era mejor de lo imaginado y la química con sus compañeros, absoluta.

De menos a más en el pasado curso, minado por problemas en su rodilla, irregular como su equipo en el estreno, y con picos de juego muy altos, una vez supo variar la mentalidad en el primer año de su trayectoria en el que partía desde el banquillo. Una conversación lo cambió todo. "Txus Vidorreta, antes incluso del primer entrenamiento, vino y me dijo que necesitaba sonreír más. 'Estás siempre con cara muy triste, pareces frustrado y que no te lo pasas bien'. Y me dio un abrazo. Desde entonces sonrío cada día, me pregunta cómo estoy y eso le da confianza a todo mundo. Ha hecho que confiemos en él".

ACB Photo / A. Arrizabalaga


Líder en Vitoria y héroe en Miribilla, con un triple ganador que paró los relojes de Bilbao después de unos minutos apoteósicos. Más tarde, volvió a tirar de épica sobre la bocina en Andorra, rompiéndole la cintura a Sada para conquistar La Bombonera con su penetración. Se ganó la continuidad, qué situación más extraña. Estabilidad, mismas caras dos temporadas seguidas. La paradoja del nómada. "Ojalá, en mi trayectoria, me hubiera quedado varias campañas seguidas en un equipo así. Mi plan es seguir 2 o 3 años más. No sé qué va a pasar pero soy muy feliz. Me gustaría finalizar mi carrera aquí, aunque no depende de mí".

Cómodo compartiendo posición con San Miguel, con sus minutos de escolta, con el estilo del Iberostar Tenerife. Su baloncesrto está de dulce. 11,4 puntos por choque (3º de la plantilla), 4,7 asistencias (7º en Liga Endesa), 1,89 triples de media (14º en el global). Jugador de la Jornada 3, con 38 de valoración. Récord histórico de asistencias en el club, igualando las 11 de Úriz, en la Jornada 6. Los destellos se acumulan. Media docena de aciertos en el tope histórico colectivo desde el 6,75 (17). Tres triples en 32 segundos contra KK Mornar, 8 puntos en minuto y medio frente al Rio Natura Monbus. Verdugo del Avellino con un 2+1 in extremis. Y otro acierto lejano letal para sacar el disfraz de super héroe en la victoria en Estrasburgo. "Es una cuestión de mentalidad, de querer seguir haciendo al equipo ganar. Me gustaba de pequeño ver a Jordan jugándose el último lanzamiento y pensar, yo también lo haría. Me encanta hacerlo. Si me llega el balón, OK, me voy a jugar el balón del partido".




"El Baskonia nos motiva. Me imagino a White jugándose un triple con el público chillando. No va a dudar", llegó a decir José Carlos Hernández Rizo antes del sorteo copero. ¡Sorteo copero, sí! ¡Y hasta cabeza de serie! Cada partido del Iberostar Tenerife es un cachito de historia. El último, la racha de 6 triunfos seguidos, la mejor lograda jamás en la élite, que le permite estar segundo en la tabla con un excelso 15-4 de balance que solo resiste el Real Madrid. "Este año puedes ver los frutos de esa confianza de Txus. Empezamos muy fuerte y estamos ahora en una fantástica situación, con una enorme defensa. Es casi un sueño". Ni las lesiones frentan el ritmo. "Es muy duro perder a jugadores como Beirán o Richotti, pero cambiamos roles, creímos en nosotros y en el club y dimos un paso adelante. Ellos están con nosotros: nos llaman, nos preguntan, nos apoyan. Y todos juntos estamos haciendo historia". El fénix volvió a resurgir.

El último sueño de Davin

Una ciudad de colores, de vida, paz sin murallas y sello Unesco. Una Florencia pequeña y coqueta, un paraíso tangible para aquel que empieza a sentirse más local que turista. Tierra del Chacho, revolución lagunera. Un niño grande, que dijo Vidorreta. Del Loro Parque al Hard Rock, y de ahí al centro comercial. Eso cuando la casa no gana la batalla. "Soy marido y padre de tres niños. Solo quiero llegar a mi hogar para estar con ellos. Jugar en el parque, saltar, dormir. Me encanta estar con mi familia, es una gran sensación". Bianka, de 26 años, tiene raíces españolas, como relata ella misma en un momento de la entrevista en perfecto castellano. El abuelo de Cieza, la abuela de Roquetas de Mar. Y hasta su padre, tejano, conoció a su madre en Torrejón. Lo vivido les hace valorar más su situación especial. "Después de Bulgaria e Israel estar aquí me encanta, en un lugar donde puedo hablar con la gente, donde hay una comida tan buena y con mi familia en Madrid… estoy encantada", afirma su pareja, que les habla a los niños en español. Davin, en inglés. Aún le falta soltarse.

ACB Photo / A. Pérez


Y eso que es uno más en San Cristóbal de la Laguna, con personas dentro y fuera del club que le han dejado huella. No olvidará aquella vez en la que la esposa de Ian O'Leary cuidó al mayor de sus hijos en el momento en el que Bianka regresó a Estados Unidos con la intención de dar a luz. También hay morriña de sus raíces, claro. De su coche, de su comida rápida y su fútbol americano, esos Cardinals capaces de robarle el sueño, de la misma manera que sus añorados Suns. Amigo del mítico Mike Bibby y del NBA Jerryd Bayless. El baloncesto como vida y el diseño de camisetas originales como pasión escondida. Enamorado de la comida italiana -ay, ¡ese Vapiano en sus días en Alemania!- y capaz de preferir la paella al cáctus, plato regional en su estado. Consolero, adepto a Llull y hasta seguidor de Rafa Nadal. White, el de Arizona, empieza citando el country, el hip hop y el r&b a la hora de hablar de sus gustos musicales y es capaz de señalar a Lil Wayne, Drake o Ginuwine para acabar confesando con la boca pequeña que el reguetón le hace gracia y que no se le va el "Bailando" de Enrique Iglesias de la cabeza.

El 34 a la espalda, el de Bo Jackson, el de Charles Barkley. El de aquel compañero de equipo que lo llevó en el instituto y ya no está. El crossover como arte, la edad como argumento. En el último lustro él dejó de contarla. La escuela Andy Panko crece cada año. "Si miro una década atrás, era más atlético… pero ahora sé más de baloncesto. Si hubiera tirado en la D-League como lo hago ahora, estaría ahora mismo en la NBA. No sé dónde está el tope. Hace años me decía a mí mismo que me iba a retirar a los 34 y ahora me siento bien, capaz de jugar contra los mejores".

Foto Davin White


Después de ese último día, aún lejano en el horizonte, un posible futuro como entrenador. Antes, se habrá sacado la carrera. No lo olvida. "Me quedan 6 asignaturas. Cuando me retire, acabaré mis estudios. Y tendré por el fin el título". Será su otro orgullo, otro instante a capturar y compartir con su familia. Palabra de un padre mentalizado en abrirle todas las puertas posibles a sus hijos, como si quisiera darles a ellos todo lo que no recibió en su niñez de sus progenitores. "Mi sueño, el de mi vida, es ser el mejor padre posible. No puedo decir que yo no tuviera uno, pero no tuve una relación real ni me sentí cuidado. Yo deseo hacerlo. Ser un amigo, verles crecer, salvarles de problemas. En eso quiero gastar mi vida".

Dijo alguien una vez que "el cambio es la constante, la señal para renacer, el huevo del fénix" y Davin podría asentir, consciente de que podría escribirse un libro únicamente con sus cambios y sus viajes. Y de paso otro solo con las subidas y bajadas de su trayectoria. A este le faltaría, todavía, el capítulo final. Esta vez, ahora sí, la pluma está en su mano. Ni agentes, ni encerronas, ni más excusas en el camino. Él y sus 35 años. Él y su momento de trance. Él y su Iberostar Tenerife. Él y la última ilusión de su carrera. "Tío, quiero ganar un campeonato. Nunca estuve en un equipo como este, que es top. Solo quiero levantar un trofeo antes de retirarme. La Copa, la Champions League… lo que sea. Ganarla".

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"Soy un fénix. Si muero es solo para renacer", escribía Chris Claremont sin pensar por un momento en el duro sol de Arizona o en la súper abuela de Davin. Sus puntos invisibles de la universidad, los meses debidos que nunca le pagarán. La tangana mexicana, la puerta de atrás de los Suns, la pesadilla serbia, la decepción búlgara. El hambre que no se calma. La sed que no se apaga. El nido, las llamas. El huevo, la vida. La leyenda, el destino… los incendios del camino.

"El baile de las cenizas…
la decisión oportuna.
La cintura quebradiza…
el fénix de La Laguna"