Redacción, 1 Marzo 2018.- Los años pasan, sí. Algunos lo llaman experiencia, otros veteranía o madurez. Vejez, dicen algunos. Coge un papel y escribe. O, simplemente, pregúntatelo mentalmente. ¿Qué cosas te hacen sentir mayor? ¿Una canción que cumple décadas? ¿Tal vez una película? ¿O acaso la retirada de un deportista al que viste debutar? Tiago Splitter nos hizo jóvenes. Tiago Splitter nos vistió de mayores. Y cuánto mereció la pena el camino...
I- Los primeros pasos
Flequillo rubio, reflejo de sol. Avaricia de centímetros, brazos eternos, pocos kilos. El niño Tiago parecía haber nacido predestinado a vivir cerca del aro. Nacido el primer día de 1985 en el "Doña Helena" de Joinville, esa tierra donde el Oktoberfest es tradición, con tanto aroma alemán como su apellido. Orígenes judios -6 familiares lejanos murieron en el horror de Auschwitz-, familia de clase media-alta, un padre abogado y una madre profesora de música. El pequeño gran Splitter empezó a jugar en la Escuela de Baloncesto Ipiranga, allá por la vecina Blumenau, con solo 6 añitos. El primer gran amor nunca se olvida.
II- La gran duda
Corría 1996 cuando el brasileño, con solo 11 añitos, dudó. ¿Y si el baloncesto no era realmente su destino? ¿Y si acabaría algún día defendiendo los colores de su país como jugador de voleibol? Tiago aparcó la pelota naranja poco antes de su adolescencia. No fue un día ni una semana. Ni un mes, ni dos. Dos años, dos años sin escuchar el sonido de la red, dos años sin tomar carrerilla para colgarse del aro. Dos años pensando que la pelota naranja no iba a acompañarle el resto de su vida. Dos años de dudas que, paradójicamente, le acabarían convirtiendo en un mejor jugador de baloncesto, más ágil, versátil y coordinado.
III- La llamada
Con 13 años, Splitter volvió a ser jugador de baloncesto. Su regreso fue pletórico. El niño no paraba de crecer, ya por encima de los dos metros, y antes de los 15 años, a lo Ricky Rubio en España, ya estaba en el primer equipo del Ipiranga, con un "tal" Bannister de compañero. En septiembre de 1999, en el Sudamericano Sub16 de Chile, el ojeador baskonista Alfredo Salazar se enamoró de sus virtudes. Una llamada a tierras vascas y una propuesta en firme para el adolescente: 7 años de contrato. El futuro del Baskonia era él.

Sus padres dudaron y llegaron a viajar con él hasta Vitoria para ver cómo era realmente el club. Quedaron impresionados. Cuando se despedían de Salazar en el hotel, Tiago se dio la vuelta y le dijo a su padre que ese era su lugar. Hubo lágrimas ("Te dejo el chaval a ti, no al club... cuídalo como si fuera tuyo") durante la charla final. Hubo dudas por parte de sus progetinores. Por haber, hubo hasta reticencias de la federación brasileña y una oferta a última hora del Vasco de Gama. Empero, Splitter había decidido.
IV- La llegada
Qué lejos queda ya el año 2000. El viejo siglo, el viejo milenio. Y el pívot, con 15 añitos, cruzando el mundo para instalarse en Vitoria. ¡Tanto frío esos días! ¡Y tan idónea su adaptación! Jamón y tortilla para el brasileño. Y un poco de marisco para acelerar la adaptación. Esos días con Pichardo, Da Luz y Arzallus. Las charlas por teléfono con los suyos. La diversión en pista. Y las sesiones con Iriarte, una especie de segundo padre. "Me enseñó desde botar hasta donde comer buenos pintxos", diría en su madurez.
El Baskonia había montado un equipo filial en EBA en torno a su figura. En el Araba Gorago, con 15 años, frente a frente con jugadores curtidos y acostumbrados a la categoría, Splitter se lucía como '4', con 16,8 puntos y 9,3 rebotes por choque, sin disimular un ápice sus instanciones futuras. "En dos o tres años me veo en el primer equipo. Para eso he venido". No mintió.

V- De niño a hombre en Bilbao
Pocos jugadores pueden presumir de ser referente de un equipo senior a los 16 años. Él, encima, como foráneo, en un Bilbao Basket con Vidorreta en el banquillo y Salgado al mando en la pista. 12,2 puntos y 6,1 rebotes de media en LEB-2. Ascenso. "Me encantaba, quería jugar con los mayores, pegarme y jugar bien. Estoy convencido que aquellos momentos me ayudaron mucho", llegaría a afirmar años después de ese verano de 2002 que comenzó con el título liguero del TAU y acabó con una propuesta seductora del Drac-Inca, desestimada por su parte.
En el siguiente año, ya en LEB, siguió su progresión hasta alcanzar los 10,7 puntos, 5,9 rebotes y 13,3 de valoración media, aún verde cuando el balón más quemaba y tocado con una inoportuna lesión. Dolió la eliminación a manos del León Baloncesto en unos cuartos de final de ascenso en el que llegó a formar pareja interior con Fran Vázquez. Casi nada. Aún alumno sacrificado, Splitter seguía siendo capaz de coger el bus varias veces a la semana hasta Vitoria para acabar entrenando en Aranalde junto a Iriarte y David Gil. Los cimientos ya estaban en pie.

VI- Haciendo historia en un Mundial
Splitter sabía perfectamente lo que era defender la elástica brasileña en categorías inferiores, llegando a participar con 15 años en un Sub21. Ese verano de 2002, tras lucirse en el Panamericano Junior -máximo anotador del equipo e integrante del Quinteto Ideal, junto con Barea y Carmelo Anthony-, la sorpresa fue mayúscula cuando pasó de jugar en LEB-2 a ser llamado para todo un Mundial. A pesar de su timidez y de su falta de experiencia en la élite, el pívot cumplía uno de su grandes primeros sueños, convirtiéndose en el jugador más joven en pisar el torneo en 20 años, superando precedentes como los de Sabonis o Divac.
VII- La ilusión de un estreno
Splitter se incorporó finalmente a la disciplina baskonista en la temporada 2003-04, entrenando de forma asidua con el primer equipo y limitándose a disputar Euroliga a falta de obtener su pasaporte español. Un 6 de noviembre de 2003, el debut. El Efes Pilsen en frente, 32 minutazos para empezar. La derrota pesaba mucho menos que sus 6 puntos y 7 rebotes para presentare en sociedad, aún tímido.
"Quizá en Bilbao estuve muy acomodado, era el primer pívot del equipo y no había que pelear por nada", confesó como halago a la competencia. Pronto comprendería la idiosincracia baskonista.
VIII- El esperado pasaporte
El 29 de enero de 2004, Splitter juró la Constitución y obtuvo la nacionalidad española. De inmediato, fue dado de alta en ACB por su equipo, en lugar de Dusan Jelic. Su estreno fue a lo grande, contra todo un Real Madrid, con 19 años y 18 días. Tiraba poco y se pasó los primeros encuentros en negativo, mas Tiago sorprendía por su defensa, por su determinación. Y hasta por talismán de inicio, ya que a las pocas semanas estaba celebrando una Copa en la que participó solo de forma testimonial.

Su primer punto, contra Lucentum. Su primera canasta, contra Unicaja. Su Playoff, de menos a más. Y su techo parecía tan lejano que, a las pocas semanas, por el Foro ACB.COM ya se preguntaban hasta dónde podía llevar el brasileño a su equipo.
IX- Rozando el trono europeo
La Final Four 2005 está grabada en la retina de los aficionados baskonistas. Y de cualquier amante al baloncesto europeo, dentro y fuera de Vitoria, que se sentía irremediablemente atraído por ese TAU capaz de todo. ¡Cómo olvidar aquellos días de mayo! Su actuación en cuartos (12,5 de valoración media) para sellar el billete hasta Rusia. La gesta heroica de ganarle al CSKA en su propia cancha. La derrota (90-78) contra el Maccabi en la final, qué cerca estuvo. Y qué cerca quedó el título de rey del continente en las Final Four de 2006, 2007 y 2008. Splitter había encontrado su sitio en un grande de Europa. Con todas las letras.
X- Pesadilla con Herreros
En junio de 2005, con solo 20 años, Splitter se había ganado el respeto de propios y rivales, instalado ya en la élite sin discusión. Sin embargo, un hecho estuvo a punto de marcar su carrera. Final entre TAU Cerámica y Real Madrid. Los baskonistas rozan el triunfo, con el partido en el bolsillo a falta de un minuto. Sin embargo, todo lo que le pudo salir mal a uno y todo lo que le pudo salir bien al otro coincidieron en el tiempo... con él de protagonista. Salió a pista a falta de 13 segundos para el final, con 2 arriba para su equipo. Su saque de fondo, agónico, casi infantil, nunca encontró compañero. El triple de Herreros, la respuesta. Las lágrimas, la incredulidad, la decepción. Una jugada que, en muchos casos, podría haber sido un antes y un después en su trayectoria. Si acaso lo fue, solo lo hizo como incentivo. Se cocinaba revancha.
XI- Idilio con la Supercopa Endesa
Seguramente, a la hora de hacer balance, no sea el torneo que abre la temporada en España el primero que se le venga a la cabeza a Tiago. Sin embargo, el pívot comenzó a asumir el mando del Baskonia en este torneo, con el que tuvo conexión desde el primer día. De vivir a la sombra de Scola a ser el referente sin discusión del equipo. Y todo para ganar hasta en 4 ocasiones diferentes -¡y consecutivas!- el trofeo, con la doble alegría de ser el MVP tanto en Málaga 2006 como en Bilbao 2007, siempre por encima de los 20 puntos de valoración media. Tocaba dar el paso definitivo.

XII- La esperada explosión
"Tengo que ganar paulatinamente mi sitio en el equipo y por eso no creo que haya 'explotado' para nada, porque todavía debo seguir progresando", afirmaba por aquel entonces, consciente de que su techo estaba mucho más alto de lo mostrado. En aquella 2005-06 todo cambió. De alcanzar una vez la decena en los primeros 13 partidos ligueros a hacerlo en 13 de los 14 encuentros siguientes. La locura. En mitad de esa orgía de puro talento, llegó una Copa del Rey que durante mucho tiempo citó como el mejor recuerdo de su carrera.
Sus 18 puntos contra el DKV, aquel mate para el recuerdo, su solidez frente al Real Madrid y al Pamesa Valencia. Su Copa, esta vez mucho más suya que dos años antes (13 de valoración media), su estatus de estrella. Splitter había llegado.
XIII- El día más inspirado
El pívot había estirado su momento más dulce hasta el punto de ser la estrella de su país, con solo 21 años, en el Mundial de 2006, con 16,7 puntos y 6,6 rebotes por cita. A veces hasta daba vértigo, como confesaba en una entrevista previa a la F4 de 2007. "No me imaginaba estar donde estoy pero intento no mirar hacia atrás. Si hiciera una lista de lo que he hecho y lo que tengo que mejorar, la segunda sería mucho más grande". Como si se hubiera prometido cumplir con esa frase, su evolución no se detuvo.
Hubo algún bajón por el camino, como con un inicio de 2007 algo flojo, lastrado por su espalda. Y llegaría, a finales de ese año, el partido más escandaloso de su carrera, con una exhibición total en Bolonia. 25 puntos, 12 rebotes, 6 robos, 6 faltas recibidas y 2 asistencias. 42 de valoración en 28 minutos. El MVP, en sus manos. La Euroliga, a sus pies. Algo enorme se gestaba.
XIX- El primer título liguero
Lo disfrutó como un aficionado más del club en 2002. Y repitió como jugador en 2008, esta vez en pista, con aún más pasión por los colores baskonistas. Tanto que, en su despedida, definió el momento como el más especial vivido con el club.

La Liga de Spahija, la consecuencia a una filosofía y un proyecto que parecía capaz de todo y que volvió a coronarse con grandeza. El Playoff del brasileño, soberbio, con 15 punots, 6 rebotes y 20 de valoración media, con los 30 de valoración en el primer duelo de la final contra el Barça como punto cumbre. Tapones, mates, defensa. El debate sobre qué lugar ocupaba entre los pívots top del viejo continente ya estaba sobre la mesa.
XV- Va por Michelle
El baloncesto dejó de tener sentido tres semanas antes de la Copa del Rey de Madrid 2009. Su hermana Michelle, la de la eterna sonrisa, la batalladora incansable que parecía capaz de todo en el parqué o en su lucha contra la leucemia, acababa de fallecer. Un viaje hasta Brasil, un duelo eterno y una promesa. El básquet, lejos de superficial, tomaba un sentido trascendente para Tiago. Todo lo que consiguiera en la cancha sería en memoria de Michelle.
Esa Copa fue suya. El TAU-Unicaja, una de las mejores finales vistas jamás en el torneo, encumbró a su equipo, para alegría de sus padres, llegados por sorpresa para apoyar a su hijo. El abrazo en la grada al terminar el encuentro, las lágrimas en el vestuario... y el discurso de su padre, que sintió, 9 años después, como Tiago había tomado la mejor decisión de su vida: "El Baskonia significa para mí un concepto de familia que está desapareciendo en el mundo. Tengo la certeza de que Tiago cayó en el lugar correcto". Ese título era para Michelle. El oro en el FIBA Américas, unos meses después, también.
XVI- El mejor pívot de Europa
Splitter, anclado en el Segundo Mejor Quinteto de la Euroliga, se empeñaba en demostrar que, en esos momentos, no había nadie más determinante a un lado y al otro de la pista como él en el viejo continente. Aquella 2009-10 la empezó afirmando qe su única intención era, simplemente, ganar todas las competiciones. Si le llegan a contar el guion, hubiera firmado "conformarse" con la Liga. ¡Y qué Liga!
Su conexión brasileña con Huertas. Su espina clavada en Copa, vaya racha de lesiones a comienzo de año. Su liderazgo absoluto en el conjunto vitoriano. Y su dominio en sensaciones y números, llevándose el MVP de la temporada regular antes de repetir esas tres letras en el Playoff Final. Solo Sabonis lo había logrado. El 2+1 de San Eme, la explosión del Buesa Arena, los 36 de valoración como despedida. Y el honor eterno de los aficionados, que le colocaban ya, sin más discusiones, en el olimpo de leyendas del club. Arriba, muy arriba.

XVII- El verano más completo
Tiago Splitter había cubierto cada etapa en el club, siempre mejorando su propio listón. De niño a mayor, de proyecto a realidad, de referente a ídolo. De estrella, a leyenda, con todos destacando su lado humano tanto como sus gestas en pista. "Es mejor persona que jugador. Cuando ves crecer a estos chicos durante tantos años, cada diez o quince días, como que son un poco hijos de todos", se podía leer en el citado post. El deporte profesional suele tener poca memoria aunque en ese instante, con una última escena tan de película, todos entendieron su marcha a la NBA.
Fue su verano más completo. El doble MVP, el título liguero. Su firma con los Spurs el 12 de julio, el viejo anhelo NBA cumplido. La emoción del adiós -"Es muy duro dejar el club y la ciudad donde crecí, estoy muy agradecido"- y, por encima de todo, la boda con su esposa Amaia, que dejó para el recuerdo una de las escenas más divertidas del jugador. No todos los días se puede ver en plena despedida de soltero a todo un MVP disfrazado de Caperucita Roja. Literal. ¡Que pregunten en Logroño!
XVIII- Ida y vuelta a Valencia
Todo pasó muy rápido. Splitter debutó en la NBA un 2 de noviembre de 2010, anotando tras pase de Ginóbili. Qué complicado de definir ese año. Tanto orgullo por estar entre los más grandes como impotencia por no jugar tanto. No fue sencillo adaptarse al nuevo rol (4,6 pt y 3,4 reb de media), y más en un equipo que iba de récord en récord en cuanto a resultados. Tampoco ayudó que el curso siguiente fuera tan atípico, con parón por el lockout. El pívot no tardó en volver a España. Al fin y al cabo, lo seguía haciendo cada verano para entrenar con Iriarte, la constante en su carrera. Esta vez, Valencia fue su destino.

"No estaba al 100% para ir a jugar con Dusko, necesitaba ir poco a poco", confesó en Radio Vitoria hace unos días, en una decisión que no todos entendieron y que en Valencia disfrutaron. Corto pero intenso dijo aquel. Llegar fuera de ritmo y acabar promediando más de 20 de valoración por encuentro durante esas tres semanas de taronja. Y regreso a una NBA a la que le empezaba a tomar (5,9 pt, 2,8 reb) el pulso. Su sueño americano aguardaba.
XIX- Un anillo para toda la vida
Al fin, Splitter sintió que la NBA era su sitio cuando, en el tercer año, jugó su mejor baloncesto, rompiendo sus propios moldes en puntos (10,3), rebotes (6,4) y asistencias (1,6), lo que le valió un jugoso contrato por 5 años y 45 millones de dólares. Eso sí, el final de aquella 2012-13 resultó amargo, con derrota en la final contra Miami Heat y un tapón en contra de LeBron James que le persiguió durante meses.
Tocaba venganza. Un año después, los papeles se invirtieron, con Splitter jugando un rol importante (más de 22 minutos por duelo, con 7,6 puntos, 6,1 rebotes y 2 asistencias de media en Playoffs) en el anillo de los Spurs. Su tapón estelar a Wade, el guiño definitivo. Acababa de hacer historia.
"Ser el primer brasileño en ganarlo es tocar el cielo". La bandera de su país cubriéndole, el champán mojándole y los abrazos y las lágrimas sucediéndose durante las tres horas más felices de su carrera profesional. El desfile de los héroes, el reconocimiento en su tierra, el orgullo de su familia... y la llamada a Iriarte para dedicarle el anillo. Un anillo para toda la vida.
XX- La agonía de las lesiones
Un año después de tocar el cielo, Slitter hacía las maletas, rumbo a Atlanta. "Quería con todas mis fuerzas ayudar a Duncan a ganar un anillo más pero les estaré eternamentes agradecidos", comentó en su adiós, ignorando que su carrera también se desvanecería lejos de San Antonio. En Atlanta, tras 36 partidos (5,6 pt, 3,3 reb), su cadera dijo basta. Adiós a los Juegos Olímpicos en su casa. El calvario tendría más episodios, con una lesión en los isquiotibiales y una distensión en su gemelo derecho en la campaña siguiente, ya en las filas de Philadelphia.

Tras pasar incluso durante un par de encuentros por la D-League, de la mano de los Delaware 87ers, el pívot pudo despedirse de la NBA con 8 partidos más (¡14 meses después de su último disputado!), con el honor -uno de esos honores que uno nunca quisiera protagonizar- de ser el primer jugador de la competición con una prótesis de metal, colocada en su cadera derecha y la satisfacción de dejar sus últimas pinceladas (12 puntos, 5 rebotes) en el templo del Madison Square con todo el orgullo del mundo.
XXI- El adiós del mito Splitter
Mereció un final más feliz, cierto. Mas pocos jugadores tendrán una sensación tan inequívoca, el día de su retirada, de haberlo intentado todo previamente para seguir. Simplemente, el camino se había terminado, dispuesto a empezar otro. Cuando los médicos le dijeron que, si quería seguir en la élite, debía repetir la operación en la otra parte de su cadera, Splitter dijo "ya vale". ¿De qué servía estirarlo y volver sin ser el que fue?
Tras consultarlo con su familia, el 19 de febrero lo anunció publicamente: "Voy a dejar de jugar. Es un momento difícil porque es lo que he hecho toda la vida, tengo memorias de estar en una cancha de baloncesto desde que recuerdo ser persona", comentó, antes de confesar que su vida seguirá muy ligada al básquet. De momento, con un micro en su mano. Quizá, mañana, con una pizarra para revivir la gloria al otro lado de la pista.
El homenaje de la Selección Brasileña, todos con su dorsal. La avalancha de mensajes en redes sociales. Los que le disfrutaron, los que le sufrieron. El penúltimo homenaje a Michelle, qué orgullosa estaría. El enésimo guiño a Vitoria -"todo lo que sé lo aprendí allí" y la clásica llamada a 'Iri'. El orgullo de Amaia y Benjamin, la primera mirada atrás. Cuántos recuerdos, cuántos partidos. Qué jóvenes fuimos viendo al "21". Y qué viejos nos sentimos ahora. Solo las leyendas lo consiguen.