Finalizaba aquí la primera gran tormenta de la ACEB -incluso antes de ser fundada oficialmente- y se visualizaba el consenso, incluidos Barcelona y Madrid. Los azulgranas planteando una importante batalla y los blancos dando la sensación de respaldarles en la sombra, aunque su situación social (no tenían presidente) les eximió de mostrar su opinión en las votaciones. Pero lo que parecían intereses comunes entre los dos equipos de fútbol se rompió apenas cinco meses más tarde con una nueva batalla entre la ACEB y el Barça -producto de un cabo mal atado en el anterior acuerdo-, en la que el Real Madrid llevó hasta el límite su oposición al presunto aliado.
Como ven, era un asunto peliagudo, una preocupante amenaza que seguía latente. Y, ya con Eduardo Portela al frente del trabajo diario de la ACEB, saltó la chispa el sábado 12 de febrero de 1983. Ese día el Barcelona recibía al Madrid en el Palau Blaugrana y Núñez vetó el acceso de las cámaras de TVE al recinto, alegando que su club continuaba negociando un contrato global para el fútbol y todas las secciones por un valor de 50 millones de pesetas. No se vio el partido por la pequeña pantalla (82-80 para el Barça y la decisión del título de Liga se aplazaba para un desempate que se disputaría en Oviedo, en el que el equipo azulgrana lograría la victoria) y se propuso boicotear al club catalán en la Copa del Rey, la siguiente e inmediata competición.
Recuerda Mussons: “Éramos dieciséis, pero Barça y Madrid tendríamos trato aparte. Aquí hubo los primeros desencuentros. Cuando a los equipos les tocaba televisar su partido contra uno de los dos distinguidos, también querían una gratificación. Además, la asamblea acordó la exhibición de unas vallas en beneficio común, cosa inaceptable para el Barça, puesto que habíamos contratado ya la publicidad del Palau Blaugrana. Como arma coactiva, amenazaron con prescindir de nosotros en la Copa. Dos partidos estuvieron a punto de suspensión a tres horas de su inicio. Fueron resoluciones muy graves”.
Los trece clubs restantes de la ACEB tomaron la decisión de “no jugar, bajo su responsabilidad deportiva, los partidos que por sorteo pudieran corresponderles con el FC Barcelona durante el desarrollo de la Copa del Rey 1982-83”. Al conocer la decisión, Josep Mussons se mostró tranquilo y explicó que la posición del Barcelona es “esperar acontecimientos sabiendo que la razón está de nuestra parte”, mientras que Lolo Sainz, representante del Madrid en la reunión, manifestaba: “Seguro que esto se arregla. ¿Cómo no se va a jugar la Copa? Habrá acuerdo, antes o después”.
Acertó, porque lo hubo, aunque su club se mantuvo en su posición inicial. El cambio de opinión se produjo apenas 21 días después (el 5 de marzo) en una reunión transversal -porque el tema se había convertido en un asunto político- que tuvo efecto en Madrid con la presencia de Ernesto Segura de Luna (presidente de la FEB) y Pere Sust (presidente de la Federación Catalana). Por los clubs asistieron Pedro Antonio Martín (Real Madrid), José Luis Rubio (CAI Zaragoza), Francesc Cairó (Joventut), Antonio Novoa (Areslux Granollers), Carlos Casas (Manresa), Pere Antoja (Cotonificio), Francisco Moreno (Caja de Ronda), Santiago Toca (Valladolid), Manuel Padilla (Inmobanco), Fernando Bernal (Estudiantes), Juan Fernández (OAR) y Francisco Javier López (Baskonia), además de los representantes del FC Barcelona, que fueron Josep María Miralles y Carles Bagué.
Miralles abrió la sesión con una nota de tres puntos en la que lamentaba la situación y reiteraba la voluntad de su club de aceptar y cumplir los acuerdos de la ACEB. Además propuso que “pueda ser transmitido por televisión cualquiera de los encuentros que restan de la Liga que se celebren en nuestro pabellón deportivo”. Y lo remató certificando que “el Barça acata formalmente, dada su calidad de asociado, los acuerdos que la ACEB adopte”.
En el debate posterior participaron casi todos los presentes, que coincidieron en la aceptación de las excusas barcelonistas “sin perjuicio de la tramitación y fallo del expediente incoado por la ACEB al FC Barcelona para la delimitación de responsabilidades y posible sanción, si procede”. Segura de Luna propuso la celebración de la Copa del Rey “en las condiciones aprobadas en las bases vigentes” y ahí se cerró la segunda polémica barcelonista con la ACEB.
¿Se cerró? Pues no, no se cerró, aunque debimos esperar unas semanas para comprobarlo. La Copa comenzó con normalidad. Participaban en la misma los catorce equipos, con los dos primeros de la Liga (Barcelona y Real Madrid) exentos de los octavos de final. Los dos entraron en liza en cuartos. El OAR Ferrol de Juan Fernández no tuvo ningún problema en cumplir lo acordado y enfrentarse a los azulgranas (perdió por 94-80 en la ida y por 94-97 en la vuelta), mientras que el Joventut caía dos veces ante el Real Madrid (110-84 y 107-108).
Quiso el sorteo que Barcelona y Madrid se emparejaran en una semifinal y ahí quedo claro que nada se había cerrado. La reacción del club blanco fue rotunda desde el primer momento: “No nos presentaremos a jugar con el Barça”. Segura de Luna, que había sido el alma del acuerdo entre Núñez y la ACEB, presionó mucho, pero el club blanco no cedió y el Barça se metió sin jugar en la final, con el Inmobanco como rival. El Inmobanco era el filial del Real Madrid -con todos sus jóvenes jugadores integrados en el equipo-, pero se decidió que jugara. Ganó el Barça (125-93), pero esa Copa fue el primer cara a cara -de momento en los despachos- entre los dos clubs de fútbol y con diferente potencial económico en la era ACB.
Una batalla fuera de la pista que no impidió que en esos mismos momentos el Real Madrid y el Barcelona pelearan juntos en la asamblea del 16 de abril de 1983 para impedir que se consumara el intento de rebajar a ocho el número de fichas por equipo, lo cual obligaba a ambos a prescindir de varios jugadores con contrato o a reservarlos para las competiciones europeas. Competiciones en las que el Real Madrid amenazó con no jugar. Al final, se rechazó su propuesta de nueve jugadores por plantilla, en una reñida votación: siete a seis, con abstención del Estudiantes. Cajamadrid y Canarias no pudieron votar porque en aquel momento no habían completado la documentación.
En aquella misma asamblea se aprobaron las bases de competición para la temporada siguiente, la 83-84, que suponían una verdadera revolución: una Liga en dos fases más un Playoff; la abolición del empate; designación por sorteo de los árbitros, sin parejas fijas, y una Copa del Rey con octavos y cuartos de final (aunque posteriormente se decidió suprimir estas dos eliminatorias) y una fase final con cuatro equipos.
Habría, por supuesto, muchos más capítulos de esa eterna lucha Barça-Madrid, comenzando por la escandalosa final de la siguiente Liga. Pero esa es ya una nueva historia, en la que nos detendremos en otro apartado. Y no faltaron otras polémicas, al margen de la rivalidad entre blancos y azulgranas, como las que surgieron entre los clubs de Zaragoza y Ferrol. El 26 de enero de 1985 el CAI venció al Clesa por 86-83, pero dos semanas más tarde, el 7 de febrero, tuvieron que repetirse los 5 últimos minutos del encuentro, con un 76-73 en el marcador. ¿La razón? Que la mesa no había registrado en el acta una canasta del equipo gallego. El segundo partido necesitó una prórroga, pues se llegó al final de los 40 minutos con empate a 89. En ella ganó de nuevo el CAI (103-97), por lo que todo quedó igual.
Respecto al problema del Barcelona con la Asociación, Mussons afirma: “El impulso de Fernández, Rubio y Novoa recondujo el tema de nuestra incorporación plena y la ACB caminó sin mayores problemas. Sí, se constituyó sin el Barcelona por problemas de adaptación de los estatutos, pero nos incorporaríamos enseguida. No tuvimos problemas porque los choques con la FEB nos habían llevado a contar con un profesional de nivel, un hombre de baloncesto, jurista y economista, con idiomas, sin vínculos con los grandes equipos: Jordi Bertomeu. Un joven de 23 años que luego formó con Eduardo Portela el tándem soñado”.