Ver el vídeo
Alberto Díaz: El aplaudido encanto de la discreción
La carrera de Alberto Díaz estaba consagrada, era capitán del club de su vida y todos reconocían su talento, pero este verano cambió de estatus y su actuación en el Eurobasket masculino le proclamó el héroe del pueblo. Repasamos el año del chico que hizo de la defensa un arte y convirtió en extraordinario lo cotidiano.
  

En un mundo repleto de elementos artificiosos y ruido, donde parece que, cuanto más gruesa es la palabra, es mejor, no cotizan al alza valores como la humildad y la sencillez. Sin embargo, dentro de esta absurda realidad, en ocasiones, se cuelan personas que alcanzan el éxito y el reconocimiento general con el esfuerzo y la humildad como únicas herramientas. Este es el caso de Alberto Díaz quien en 2022 se ha convertido en, posiblemente, el rostro más amable y querido del maravilloso triunfo del baloncesto español en el Eurobasket masculino.

Un campeonato que, curiosamente, vino a enderezar un año cuyos sinsabores se sintieron profundamente en el final de la temporada pasada. "El año empezó regular por la temporada, no fue un final deseado el de la temporada 22 con el club. Sin embargo, ha ido mejorando y el Eurobasket fue el gran éxito del año. Creo que ahora sigo en buena dinámica tras el Eurobasket, estoy trabajando bien, la gente está contenta y sí que es verdad que hemos ido de menos a más como equipo", nos cuenta el capitán de Unicaja.

2022 ha sido una montaña rusa competitiva y emocional en la carrera del base malagueño. Pasó de un decepcionante curso con su equipo y sufrir una lesión que le sacó de la lista del Eurobasket, a encabezar la tropa partisana que Sergio Scariolo dirigió para conseguir el cuarto cetro continental. Un triunfo hermoso por el fondo, pero también por una forma que nos hizo recordar que, incluso en el baloncesto moderno, sigue prevaleciendo el valor del grupo por encima de estrellas individuales. "No éramos los favoritos, había muchas selecciones con grandes jugadores, mucho talento individual, pero creo que ha sido el campeonato del equipo… el de los valores del deporte donde todos suman, todos aportan, todo el mundo está feliz y todo el mundo está unido. Y para mí eso es más importante que tener una medalla", reconoce el jugador.

Un éxito cocido en las entrañas de un equipo que no partía como favorito, pero cuyo orgullo de campeón ha permanecido intacto durante años. Un legado que ha ido pasado de grupo a grupo desde que se gestó con la generación de los Júniors de Oro y que este verano provocó que la Selección se negara a cumplir con el rol que le presuponían de equipo comparsa. Quizá motivada por el olvido de la prensa especializada, España fue creciendo en confianza durante el torneo sabedora de, por pequeña que fuera, tendría su opción de medalla. "El grupo siempre lo pensó y siempre estuvo concentrado en nuestro objetivo. Sí es verdad que cuando ganamos a Lituania nos damos cuenta de que es factible ganar a cualquiera. Quizá, ahí sí que se olió a un equipo ganador", comenta el base.

Ahora, incluso cuando se acaba el año y el poso del triunfo se asienta en la cabeza de Alberto Díaz, este reconoce lo complejo que resulta identificar la auténtica dimensión de lo conseguido “Es mi primer oro y tocas el cielo. Creo que hasta que no me retire no voy a valorar lo complicado que resulta. Además, siendo nuevo… siendo el primero, pero sí es verdad que cuando vas a otros pabellones y sientes el cariño con el que te reciben, te das cuenta de la magnitud de lo conseguido”, cuenta. Y es que este es el otro gran triunfo de este equipo en general y de Alberto Díaz en particular. No importa la pista, el calibre del rival o la dificultad del encuentro, el aplauso al base de Unicaja es unánime.

Fuera rivalidades, fuera batallas del ayer o disputas futuras, en el momento de la presentación solo cabe el elogio y el reconocimiento por lo conseguido deportivamente y, sobre todo, por la belleza de los valores que Alberto Díaz destila dentro y fuera del parque. Ahí, el malagueño también resulta un tipo extraordinario como ha demostrado esta misma semana reforzando su compromiso social y convirtiéndose en uno de los rostros visibles de la nueva campaña de actuamos contra el bullying.

El alma de Alberto tiene algo que todo el mundo capta y es tan hermoso el sentimiento de aprecio hacía él, que el malagueño es capaz de despertar el aplauso incluso en Valencia, allí donde se consagró una noche de primavera de 2017 conquistando la Eurocup (él fue el MVP) para tristeza local. En la afición taronja no hay rastro de ese amargo recuerdo pues con Alberto solo cabe el más sincero afecto. “Tengo que decir que siempre se han portado bien conmigo, siempre han sido muy agradecidos. Es cierto que siempre hay mucha rivalidad entre Unicaja y Valencia, pero siempre han sido rivalidades muy sanas y deportivas, y es de agradecer el apoyo que he sentido en todo momento hacia mi parte”.

©

ODA A LA DEFENSA

Si en lo humano, el jugador malagueño es un ejemplo que aplaudir y seguir, este verano también hay reconocerle el mérito que ha tenido al poner en valor la defensa dentro del éxito deportivo. Y es que sí, todos los especialistas en la materia elogian ese otro baloncesto que no se refleja en una hoja estadística y que también han representado en los últimos años jugadores como Carlos Jiménez, Víctor Claver o Rudy Fernández. Sin embargo, este baloncesto más oscuro resulta tan apreciado entre los entendidos como obviado por el gran público.

Este tiende a buscar el “highlight”, el dato de puntos, triples… la valoración, pero Alberto Díaz ha hecho ver la valía o lo bello resulta defender gracias a su ingente esfuerzo sobre el parqué. “Me alegro que se tenga en cuenta ese factor no tan visible, los intangibles y, sobre todo, si los más jóvenes ven que el esfuerzo y el sacrificio tienen recompensan, creo que es lo mejor que me puedo llevar”, señala. La incidencia de Alberto en los resultados de la selección española fue directa y clara pues con él en pista España obtuvo +8,4 en la estadística del más/menos, sólo dos décimas menos que el mejor del equipo, Juancho Hernangómez. Frente a Alemania en semifinales, esta cifra se fue hasta el +25 con él en pista y el -20 sin él.

La sucesión de gestos y acciones defensivas desplegadas por Alberto Díaz durante el Eurobasket podrían colmar una pinacoteca del arte de la defensa: Contra Turquía sacó la quinta falta a Alperen Sengun y, a falta de 19 segundos, provocó una pérdida decisiva de Shane Larkin; en semifinales frenó a Dennis Schröder en la segunda parte (anotó nueve puntos frente a los 21 con los que alcanzó el descanso)… aunque Alberto Díaz tiene en el recuerdo otro momento destacado de su actuación en defensa. “Es muy complicado quedarte con alguna, no sabría qué decir… quizá diría la falta en ataque a Domas por la tensión del partido. Creo que es el partido con más tensión que he vivido y creo que esa es la defensa que más recuerdo”, asegura.

El base nos confiesa que el defender bien “es querer y desearlo. Es muy sacrificado, cansa mucho, pero al final es querer y proponértelo”. En ello es un artista Alberto Díaz a pesar de que ello le suponga partirse la cara por el equipo tantas veces que ya ni lleva la cuentas de los golpes y cortes que se ha llevado. “No, no llevo la cuenta… porque si no, no jugaría a esto”, dice con una sonrisa. “Al final son cosas del juego, ninguna es intencionada y ya está. Es cierto que me toca recibir golpes pero que todo sea eso”.

©

Lejos caer en la vanidad pretenciosa que va ligada al triunfo, Alberto Díaz asegura que su baloncesto es uno más entre otros tantos compañeros y afirma que “hay muchas personas así, que se dedican a trabajar, a estar con el equipo sin buscar méritos propios. En este caso me tocó a mí, pero en todos los equipos hay jugadores que se caracterizan por ser el pegamento atrás y también este Eurobasket ha dado pie a sacar a relucir este trabajo oscuro”. En todo caso, lo que está claro es que el torneo concluido en Alemania ha supuesto un segundo empujón a su carrera. “Puede ser… al menos mediático”, dice. “Creo que la repercusión mediática has sido brutal y es algo a lo que no estaba acostumbrado. Es verdad que siempre me he sentido querido en mi casa, en Málaga, pero a nivel nacional e internacional sí que ha sido un escaparate grande. Y, bueno, esto es una ola, ahora estoy en la cresta de la ola, pero bajará y sé que tengo que tener los pies en el suelo, seguir siendo yo mismo y ayudar al equipo”.

En cualquier caso, más allá de ser “Trending Topic” durante el torneo, lo que sí agradece Alberto Díaz es el cariño que todavía recibe a diario y esas buenas palabras que su baloncesto evocan en el aficionado. “Lo he notado notablemente y es algo que me halaga. Creo que ahora se está dando más valor a la defensa y todo lo que sea agradecimientos son bienvenidos. La gente me trata con cariño, así que solo puedo dar gracias por ello”, afirma.

A Alberto Díaz es muy fácil quererle pues en él todos reconocen virtudes universales que se desean poseer. Es tan buena gente que, incluso llegado el momento de un deseo para el próximo año, él lo hace extensible a todos cuando pide al 2023: “Estar sano. Creo que es lo principal como jugador. El resto llegará o no porque esto es deporte, pero lo fundamental es que el equipo, yo… rivales en general... la salud es lo primero”.

Así es Alberto, un chico que este verano cogió una ola que le llevó a una gloria inesperada, pero que hace justicia por todo lo que implica su persona. Ahora sigue surfeando con éxito una nueva temporada y en Málaga disfrutan de su maravillosa humildad y sencillez. Valores que deberían darse con normalidad, pero que no se dan y por eso es tan encomiable ver la naturalidad con la que Alberto Díaz entiende el deporte.