11 May. 2007.- El balón voló hacia canasta. Entró, triple limpio. Balagué saltó de alegría y señaló al banquillo, que compartía tan desatada euforia. Su triple había sentenciado una final. No habría recompensa económica por ello, ni siquiera una hipotética mejora de sueldo. En realidad no se trataba de basket profesional. Pero la alegría iba mucho más allá del dinero o de la fama. El Badalonés había ganado las Series Colegiales ACB 2007 y Balagué y los suyos inscribirían su nombre entre los más grandes de la historia de la competición.
Una competición de la ACB enmarcada en la campaña Muévete contra la obesidad infantil patrocinada por DKV Seguros de Salud, que intenta promover entre los colegiales la sana práctica del deporte. 240 equipos de todo el país (algunos colegios han tenido presencia tanto en la competición masculina como en la femenina) compuestos por casi 4000 escolares han compartido el mismo sueño: levantar el título final. ¿Qué mejor motivación que sentir el orgullo de representar a su colegio de toda la vida y poder jugar cada partido con compañeros de clase o de pupitre?
El éxito del torneo se explica tras observar sus características, que diferencian a esta iniciativa de otras propias del baloncesto base. Al tratarse de alumnos colegiales y no de federados, el nivel de los conjuntos es variopinto. Algunos chicos se acaban de iniciar en el basket y se conforman con gozar junto a sus amigos de una experiencia única y otros, con una calidad contrastada incluso a nivel internacional, no sólo disfrutan viajando y conociendo gente nueva, sino que se han propuesto ganar. Además, el número de aficionados le da grandeza a las Series. Por cada cancha se han pasado numerosos seguidores que van desde padres orgullosos por ver a sus hijos jugando a una importante representación del basket ACB (Pepu Hernández, Iván Corrales, Ricky Rubio, Trifón Poch, etc.), pasando por una gran cantidad de alumnos (actuales y antiguos) de cada centro que lo dan todo desde las gradas para alentar a los suyos.
La ACB se encarga de invitar a los colegios cuya ciudad tengan equipo en la máxima categoría del baloncesto nacional. Así pues, los colegios que han llegado más lejos en las Series, se han tenido que medir previamente a otros centros escolares de su misma división (había 18, una por cada equipo ACB), fase que significó una importante criba. Al tratarse de eliminatorias a partido único, cada duelo era a vida o muerte y una derrota suponía irremediablemente la eliminación. Tras esta ronda, llegaba la fase final de conferencia, en la que los campeones de división se enfrentaban entre sí. El premio a los vencedores de conferencia (Norte, Gran Centro, Mediterráneo y Levante/Sur) era generoso: el pasaporte directo a la Gran Final Colegial y el reconocimiento como uno de los cuatro mejores colegios del país. La recompensa iba mucho más allá: viajes, regalos, días inolvidables vividos con amigos de clase, la motivación extra de intentar coronarse como campeones de las Series y, especialmente, ser por unos días los héroes indiscutibles en sus colegios.
La tan ansiada Gran Final Colegial se disputó entre el 28 de abril y el 1 de mayo. El telón se bajó con la competición masculina, disputada en el legendario Magariños de la capital. La primera semifinal medía a Ramiro de Maeztu y al Axular Lizeoa donostiarra. Los locales, cuyo nombre ha ido e irá siempre de la mano del Estudiantes, partían como favoritos ante el conjunto vasco, a pesar de que éste último había sido hasta el momento el equipo revelación del torneo. Pero el Axular, de la mano de un inspiradísimo Egimendia (que dirige y anota con pasmosa facilidad) se superó a sí mismo y se puso uno arriba en el último minuto del encuentro. Dos tiros libres adelantaron nuevamente a los de casa (76-75) y la última canasta de Axular, celebrada con euforia por todos los jugadores, fue considerada fuera de tiempo por los árbitros y la mesa. Imposible encontrar un choque más emocionante para abrir la fase final. Por contra, el segundo enfrentamiento de semifinales fue menos igualado, especialmente por la gran calidad del Colegio Badalonés, que superó al Capuchinos murciano por 93-71.
Los ya míticos Dimonis de Badalona cuentan con una generación maravillosa de jugadores, que brillan en categorías inferiores a nivel nacional e internacional. Ya sin Ricky Rubio (que defendió el año pasado el rojo del Badalonés en las Series), en sus filas compiten estrellas de la talla de Pere Tomás (sin ir más lejos, MVP con la selección española en el Torneo júnior de Essone de hace unas semanas) o Armand Solé. Además, jugadores como Eric Balagué o Xavier Suñé pueden llegar lejos si su progresión no se estanca. Con esta tarjeta de visita de los badaloneses, Marcos Molina (estrella del Capuchinos que incluso ha disputado el circuito ACB Sub-20 tras recibir una invitación del Etosa Alicante), a pesar de sumar 37 puntos y 20 rebotes, despertó de su sueño de llevar a los suyos a conquistar el cetro colegial. Ni siquiera pudo conseguir el tercer puesto final, que obtuvo el Axular tras vencer por 81-76.
La final entre Ramiro de Maeztu y Badalonés se presumía de órdago. Colegios exponentes de dos grandes canteras y amantes del basket ofensivo y valiente. Ante un pabellón lleno, un ambiente maravilloso y las cámaras de LaOtra, se disputó uno de los mejores encuentros colegiales que se recuerdan. Con el estudiantil Mauricio Fernández inspiradísimo se llegó a un intrigante 88-90 a falta de dos minutos para el final. Había llegado el momento de Balagué, que tocó el cielo con sus puntos, celebrados con especial énfasis por sus compañeros. Ya se veían campeones.

Como si el destino le hubiese querido rendir un último homenaje a los campeones, la Gran Final Colegial femenina se disputó en Badalona, donde fueron ovacionados por los presentes tras su proeza. La fase final de las chicas se presentaba más igualada, aunque los dos grandes favoritos eran el Colegio Badalonés, que jugaría como local, y el IES Elexalde, que ya venció en la pasada edición de las Series Colegiales ACB. Precisamente el colegio de Galdakano se encargó de abrir la competición ante El Pilar y, en un encuentro algo frío y repleto de nervios en ambos conjuntos, se acabó llevando la victoria por 58-47. No tardaron en saber cuál sería su rival en la final, ya que el Badalonés se encargó de liquidar por la vía rápida a su rival, el Colegio Heidelberg de Gran Canaria, por 77-28. Curiosamente, las insulares lograron reponerse de la abultada derrota y acabaron venciendo en la final de consolación a El Pilar por 56-54.
Pese a que las semifinales no supusieron un buen presagio en cuanto a juego y emoción, la finalísima femenina no desmereció a la masculina. En absoluto. Se cruzaban en una cancha dos ilusiones: la del Badalonés de emular el éxito de los chicos y conseguir un doblete histórico y la del Elexalde, ansioso por ser el primer equipo en repetir reinado en las Series Colegiales, tras su éxito en 2006. Si bien los dos equipos tenían jugadoras de alto nivel, se planteaba un duelo entre dos concepciones tan distintas como efectivas. Las de Badalona habían enarbolado la bandera de un valiente basket de ataque y las de Galdakano, sin desmerecer en su juego, eran el exponente de la riqueza táctica en la cancha y de la defensa más férrea.
Además de sacar partido de sus armas, el IES Elexalde aprovechó a la perfección los nervios de las jugadoras del Badalonés, que acusaron la presión de jugar ante tanta gente y que se vieron impotentes ante su rival. Las vascas supieron muy bien de qué forma plantear el partido y, gracias a su intensidad defensiva y a su dominio en ambas zonas, se llevó el título a tierras bilbaínas tras remontar hasta siete puntos de desventaja en el tercer cuarto. El 44-53 final les permitió volver a saborear la miel del éxito por segunda vez consecutiva en las Series Colegiales ACB.
Entre tanta alegría, Irati Zabalo fue designada MVP gracias a sus 12 puntos, 14 rebotes y 5 robos, amén de su gran encuentro en semifinales. Pero no era el último homenaje que iba a recibir. Irati y el resto de sus compañeras vivieron tres días después de su triunfo colegial uno de los días más emocionantes de sus vidas, tras ser recibidas con júbilo en La Casilla, cancha del Lagun Aro Bilbao Basket. El regalo de una camiseta firmada por los jugadores del conjunto ACB fue fantástico pero aún mucho más emotivos fueron los aplausos brindados por los aficionados bilbaínos a las campeonas. Inolvidable.
Así concluye la edición del 2007 de las Series Colegiales ACB. Las lágrimas de impotencia derramadas por los chicos del Axular o la decepción de las chicas badalonesas por perder una final ante los suyos contrastan con los abrazos y sonrisas de los campeones. Pero al fin y al cabo, ese contraste de pasiones forma parte de la grandeza de las Series. La suma de un balón, un puñado de alumnos y un patio de colegio bien merecían tantas emociones.