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La plata más dorada cumple un año

No importa que la medalla fuera de plata. Hace un año España escribía una de las más bellas páginas de la historia del baloncesto. Tras un maravilloso partido, por muchos catalogado como el mejor de la historia, España caía en la final olímpica frente a Estados Unidos. Un año después recordamos, de la mano de José Manuel Calderón, Carlos Jiménez y Berni Rodríguez, un partido y un día inolvidable

España protagonizó un partido inolvidable (Foto EFE)
© España protagonizó un partido inolvidable (Foto EFE)
  

Redacción, 24 Ago. 2009.- Tan lejos tan cerca. Hace unos días celebrábamos el 25 aniversario de la histórica medalla de plata conseguida en Los Angeles. Hoy hace exactamente un año que Pekín España repetía plata olímpica jugando también contra Estados Unidos.

Bien, pues hasta aquí las similitudes entre una y otra medalla. Cierto es que hay que reconocer el enorme mérito de la generación que en 1984 abrieron a muchos la puerta del baloncesto. Ellos, pioneros en esto de conseguir grandes logros, realizaron un campeonato magnífico, culminado brillantemente con la victoria en semifinales frente a Yugoslavia. Pero era otros tiempos.

Antaño jugar frente a Estados Unidos era el premio por el trabajo bien hecho y la final era poco menos que una recompensa con la que disfrutar 40 minutos. Claro, ¿qué se podía hacer contra Michael Jordan o Patrick Ewing? Los americanos, todos ellos tan superiores físicamente y con tanta calidad, suponían un rival inabordable. 24 años después la historia era bien distinta.

Los tiempos habían cambiado y la evolución del baloncesto español nos traía una hermosa realidad: España era una potencia mundial consagrada en Japón dos años antes que tenía el reto de frustrar el objetivo del llamado “Redeem Team” (equipo de la redención).

El equipo español partía en Pekín casi como el abanderado del deporte olímpico español. La prensa escrita se llenaba de portadas con los partidos de España y los telediarios daban una inusual cobertura al deporte de la canasta. En sólo 24 años se había pasado del sueño de jugar una final olímpica a la obligación de hacerlo, toda una señal del crecimiento del baloncesto en el país. El reto que había por delante era vencer a EE.UU.


Con la ilusión del que nada tiene que perder

Sin embargo no iba a ser fácil la misión. Ambos equipos se habían cruzado en la fase de grupos y Estados Unidos había pasado por encima de España en un partido nefasto para los hombres de Aíto García Reneses. El recuerdo de aquel partido no invitaba al optimismo. “Después del partido de la primera fase sabíamos que las cosas no nos habían salido nada bien y que podíamos hacerlo mejor. Por dentro creíamos que teníamos nuestras opciones porque ellos podían pensar que iba a ser igual de fácil y entonces podíamos sorprenderles”, reconoce Berni Rodríguez.

Para José Manuel Calderón, el equipo afrontaba el partido “sin nada que perder. Sabíamos que ellos podían estar un poco confiados por el resultado de la primera fase” y Calderón reconoce que el equipo sabía perfectamente cual debía ser el planteamiento para la final. “Sabíamos que no teníamos que perder balones porque cada balón que perdiéramos sería un contraataque y una canasta fácil de los americanos. Si lográbamos evitar nuestras pérdidas sabíamos que a ellos les costaba anotar en el cinco contra cinco” afirma el base extremeño.

Por su parte, Carlos Jiménez, capitán del equipo, tenía claro que el aspecto psicológico iba a jugar un papel fundamental en el devenir del encuentro. “Son partidos donde la motivación es fácil encontrarla por todo lo que se genera alrededor y por lo que supone para uno mismo como deportista. Salimos sabiendo que había olvidarse del partido que habíamos disputado en la primera fase y que ahora la presión era máxima pero también sabedores de nuestras opciones”.

Viendo el antecedente más reciente, ¿era posible ganar aquella final? Berni se muestra rotundo. “Claro que pensábamos ganar ¿Si no confiamos en nosotros mismos quién sino va a confiar? Una de las claves de este equipo es que siempre ha creído que puede ganar a cualquiera y uno de esos “cualquiera” eran los americanos”, dice.

Los jugadores españoles tenían claro que cualquier opción de victoria pasaba por mejorar en defensa ya que enfrente estaba el equipo más anotador del torneo. “Tácticamente preparamos un par de detalles, sobre todo, de alternar defensas en zona y tratar de ser más agresivos en nuestra defensa”, asegura Berni Rodríguez. El objetivo era llegar al final del partido con el marcador igualado, algo que nadie había conseguido. “Sabíamos que EE.UU. era un equipo que siempre salía muy fuerte que buscaban obtener una amplia renta desde el principio y nuestro objetivo era que no se nos escarpara para poder llegar a un final apretado y tener nuestras opciones como así fue”, añade Berni.

Para Jiménez, “más que los detalles técnicos lo importante era plantear el partido de tú a tú, sabiendo la diferentes opciones que podían haber como el factor anímico que era fundamental para afrontar el partido y en donde más hincapié hicimos y más tiempo dedicamos”.


España afrontó el partido sin miedos y segura de sus posibilidades (Foto EFE)
© España afrontó el partido sin miedos y segura de sus posibilidades (Foto EFE)
El mejor partido de la historia

Frente a España había toda una constelación de estrella y probablemente la mejor generación de un draft de la NBA. LeBron James, Chris Bosh, Dwyane Wade y Carmelo Anthony acompañaban al gran Kobe Bryant, el mejor jugador del momento. La batería de anotadores era interminable y frenar su anotación era realmente complicado. “Sabíamos que son jugadores de rachas, sobre todo desde fuera. Ellos siempre tiran mucho, pero también te dejan que te metas en el partido por lo que teníamos que estar tranquilos y hacer nuestro juego para llegar con opciones hasta el final”, comenta un José Manuel Calderón que tenía claro que “el objetivo era seguir anotando y mejorar en defensa”.

Durante dos cuartos, Estados Unidos dio todo un recital anotador; minimizó el gran arranque de partido de Pau Gasol y Juan Carlos Navarro y se marchó en el electrónico cuando anotó cinco triples en el segundo cuarto. España no podía permitir que el partido se fuera a los 100 puntos si quería ganar.

Por momentos el partido recordaba al de cuatro años antes cuando Estados Unidos apeó a España en cuartos de final tras una exhibición en el triple. El precedente estaba ahí, pero nadie quería recordarlo. “Recuerdo verlo por la tele y sentir la mala suerte de ver cómo les salió un partido tan perfecto. Sin embargo, no se me pasó por la cabeza. Cada día y cada partido es diferente y más cuando han pasado cuatro años”, señala Berni Rodríguez.

Nadie quería pensar en Atenas, pero si entonces Stephon Marbury fue el verdugo de España, en Pekín Dwyane Wade estaba siendo un auténtico dolor de cabeza y al descanso se marchaba con 21 puntos. Como reconoce el escolta malagueño, las individualidades de Wade y Kobe Bryant acabarían por decantar el partido. “Ellos no llevaban un campeonato muy acertado en el tiro, no tenían grandes porcentajes, pero también es cierto que son grandísimos jugadores y está claro que tanto Wade como Kobe tuvieron un gran día. Sin ellos quizá el resultado sería diferente”.

Tras 20 minutos y 61-69 favorable a EE.UU. en el marcador, los espectadores que veían el partido, tanto en el pabellón como por la televisión, tenían la sensación de estar ante el mejor partido de baloncesto que recordaban. Era extraño ver un partido internacional con tantos puntos, pero más lo era verlo en toda una final olímpica. Sin embargo, aquella no iba a ser una final cualquiera.

Para Jiménez la clave de la segunda parte era tener paciencia y mantener el ritmo anotador. “Nosotros también estábamos teniendo mucho acierto y defenderles era muy difícil por lo que planteamos nuestras alternativas y viendo que no salían adelante teníamos que continuar, era cuestión de tiempo que la defensa que plantase fuera suficiente y sino había que seguir adelante, lo que no había que hacer era perder la cara al partido en ningún momento”…y nunca se perdió.


Para España ganó algo más que una medalla de plata (Foto EFE)
© Para España ganó algo más que una medalla de plata (Foto EFE)
Un final apasionante

España había conseguido lo que nadie antes había logrado, mantener el partido con tensión. Estados Unidos había ganado todos sus partidos con una diferencia no inferior a los 20 puntos, pero ante España, el mismo rival al que habían vencido por 37 puntos días antes, apenas podía mantenerse por encima en el marcador. España tuteaba a la todopoderosa NBA y con un triple de Rudy Fernández al poco de empezar el último cuarto la diferencia se quedaba en dos puntos (89-91). El miedo comenzaba a aparecer en los norteamericanos.

“Se les podía ver en la cara que estaban preocupados, ellos debían pensar “ojo que esto se nos puede complicar”, mientras que nosotros tratamos de seguir serios en el partido y concentrados en cada acción del juego”, afirma Berni. Jiménez recuerda que los nervios se notaban “sobre todo en su caras, en otros partidos estaban mucho más relajados y durante el partido se les fue notando la tensión… a ellos y a nosotros. Los dos equipos éramos conscientes de lo que nos estábamos jugando, pero a ellos llegó un momento donde se les cambió las caras, su concentración tenía que ser máxima y ya todo tenía mucha más trascendencia”.

José Manuel Calderón veía el partido desde el banquillo una importuna lesión le impedía competir contra sus compañeros de liga, pero era plenamente consciente de las dificultades que estaban pasando ante España. “Hablé con ellos y sé que lo pasaron mal y eso se nota porque comenzaron a protestar a los árbitros cuando normalmente no se levantaban del banquillo. Ellos tuvieron que competir al máximo porque no se esperaban un partido tan igualado”.

Los minutos avanzaban irremediablemente al final del encuentro y este seguía sin resolverse. El partido se había convertido en el mejor escaparate que puede tener el baloncesto; tenía emoción y espectáculo (¿quién no recuerda el mate de Rudy Fernández sobre Dwight Howard?), los ingredientes perfectos para una final inolvidable. Sin embargo, España necesitaba algo más, necesitaba encadenar un par de acciones para culminar la remontada y ponerse por delante.

Estados Unidos sufría, pero aguantaba cada envestida de España y respondía con un Kobe Bryant erigido en salvador. “Kobe estuvo impresionante. Cuando nos acercábamos siempre metían canastas imposibles que acabaron por ser la clave del partido. Ellos tienen mucha calidad y cuando te acercabas y te ponías cerca ellos te remataban metiendo triples” comenta un José Manuel Calderón que recuerda un decisivo triple del escolta de los Lakers con 99 a 104 en el marcador. “Era un triple difícil, si falla todo podía haber cambiado, estábamos jugando bien y esa canasta cayó como un jarro de agua fría”.

Berni Rodríguez coincide con Calderón en señalar que las acciones finales de Kobe Bryant decantaron la victoria final del lado americano. “Hay dos canastas de Kobe Bryant; un triple y luego una penetración que son dos canastas imposibles y que nos hacen mucho daño. En esos momentos Kobe decidió coger las riendas del partido y asumió todas las responsabilidades”, asevera un Berni que añade que “sin Kobe no sé que hubiera pasado”.


Carlos Jiménez culminó una brillante carrera con la selección española (Foto EFE)
© Carlos Jiménez culminó una brillante carrera con la selección española (Foto EFE)
Oro blanco

Después de un maravilloso partido, todo el esfuerzo y el juego desplegado por el equipo español se quedaban sin la recompensa del oro. En el final del partido se mezclaba la impotencia de la derrota y la forma de producirse, con el orgullo de lo conseguido.

Impotencia porque el final del encuentro dejaba la sensación de que los árbitros no habían sido del todo justos, no con España, sino con el reglamento FIBA. Entre la diversidad de criterios en la señalización de faltas y los archifamosos pasos de los americanos, España acabó con la sensación de que no le dejaron hacer más. “Fue un momento un poco de impotencia por el tema de las faltas y los pasos. Sentíamos que no había igualdad y que éramos merecedores de algo más” dice el jugador malagueño.

Sin embargo esta sensación negativa no podía ocultar la enorme satisfacción de haber hecho algo muy grande. Para Berni Rodríguez “fue un partido increíble, es evidente que ellos hicieron un muy buen partido al final, pero también tuvieron reconocer el gran baloncesto que habíamos hecho y lo difícil que les resultó ganar el encuentro”.

El aplauso y reconocimiento del rival, hacían más grande el valor de lo vivido. “Reconocieron que fue un gran partido y que jugamos my bien que es lo bonito, jugar el mejor partido justo en toda un final olímpica”, incide un Calderón que, finalmente, no pudo jugar ni un solo segundo del partido. “Daba igual, no estaba preparado(que pudiera salir al final), lo importante es que yo estaba allí, fui uno más y la medalla es lo que cuenta”.

Si para Calderón fue emotivo ese final de encuentro, más aún lo fue para Carlos Jiménez. El gran capitán de la selección durante muchos años vivió el partido consciente de que sería el último en la selección, y si bien durante los cuarenta minutos quiso aislarse y jugar “sin tenerlo presente porque quería dedicar toda mi energía a ese partido” una vez concluido el choque comunicó a sus compañeros su decisión “precisamente en la cancha que es donde más cercanos nos sentimos nosotros que somos el equipo le hice participes de la decisión a la vez que les agradecí todo lo que habían sido estos años”.

La final daba paso al momento más emotivo del día, la entrega de medallas. Una ceremonia que difícilmente se le olvidará a Berni Rodríguez “fue un acto muy emotivo y precioso”, y es que como señala Calderón “el hecho de que fuera el último día y casi el último evento lo hizo si cabe más especial”.

Desde la lejanía, España vibraba con sus 12 héroes, los 12 hombres capaces de restar horas de sueños a un país en pleno verano. 24 años antes había que trasnochar para seguir a los Epi, Martin, Corbalán, Romay y compañía; ahora tocaba madrugar un domingo para ver a los Gasol, Navarro, Ricky, Rudy y compañía.

El ánimo de una afición superaba la distancia y llegaba hasta Pekín. Berni reconoce que “sentíamos una sensación de arropo increíble. Como a lo largo de los últimos años, sentíamos el cariño de la gente, su apoyo y fuerza. Al final fue, como muchos dicen, la sensación de ganar un oro blanco” y es que, como recuerda Calderón, “esta fue una plata que no se perdió, sino que se había ganado después de un gran partido”.

Sólo el tiempo dirá si aquel 24 de agosto de 2008 contemplamos el mejor partido de baloncesto de la historia, pero lo que es innegable es que aquel día España volvió a emocionarse con su equipo de baloncesto. Poco importaba que la medalla fuera de plata, para todos nosotros, aquellos jugadores volvían a ser los mejores.