No, esta no es una historia triste con final feliz. Dusko Savanovic no ha experimentado una tragedia personal que le atormente, una niñez difícil, una lesión que le marcara o un drama familiar que haya podido dirigir sus pasos. Tuve una gran infancia, afirma con una sonrisa serena, perenne. Empecé a jugar al basket a los doce años. Doce, vuelve a remarcar, ahora en castellano, conformando un curioso spanglish que hace aún más peculiar su relato.
Pasé de jugar en las calles a hacerlo profesionalmente en poco tiempo. A los 14 ó 15 ya era un profesional, todo empezó muy pronto para mí. Me encantaba este deporte, está en la cultura de mi país, donde hay mucha tradición, dice el serbio, reconociendo que aceptar que el hobby derivaba en trabajo a una edad tan temprana no era sencillo: Resultaba complicado, al principio jugaba muy pocos minutos por partido, aunque cada año era más y más fácil para mí. Tenía 17 años y me sentía como si tuviera 30 o 40. No obstante, mereció todo la pena.
Forjado a fuego lento en la cantera del Zeleznik, un equipo en el que se pasó media vida y al que se lo debe todo. Estuve once años allí. Al principio en el segundo equipo, el del Workers, allí fui un referente y jugamos excelente. Mitad alero, mitad ala-pívot, carente de complejo alguno, midiéndose a los mejores del país desde los 16 y versátil como pocos, pudiendo tirar de lejos o pelear en la zona contra cualquiera. Estaba pidiendo a gritos su oportunidad en la élite, hasta que el KK Borac Cacak le dio la alternativa en la primera división de su país. Para mí ese equipo era una prueba aún más difícil que la anterior, un test más duro, pero salió muy bien, me convertí en su líder e hicimos un buen baloncesto, sostiene un Dusko que rozó los 15 puntos por partido en su primera prueba de fuego real en la élite.

Su impacto en la liga y en su país fue inmediato. Tenía un manejo del balón envidiable, una muñeca de garantía, unos movimientos en la zona impecables y un carácter entusiasta ideal para cualquier equipo. El FMP Zeleznik no se lo pensó. Repescó a la revelación serbia, que respondió con creces a la confianza depositada en él, repitiendo unos números excelentes en un club por el que pasaron otros futuros ACB, como Vasic, Popovic, Marinovic, Cvetkovic o Ilic. En dos campañas vivió de todo, desde un accidente de coche que se quedó en un mero susto (Me rompí sólo la nariz, afortunadamente, y pude volver pronto a la pista para jugar con una máscara) a un título de liga, su momento más dulce. Aquel de 2006 fue mi mejor año sólo por ganar la Liga Adriática. Además, jugué fenomenal. Yo y mi amigo Marinovic, ahora en Valencia, nos convertimos en los líderes del Zeleznik y todo fue sobre ruedas. Profeta en su tierra.
Con partidos de hasta 35 puntos, un brillante papel en el histórico título de su club y una excelente actuación en la ULEB Cup en la anterior temporada (15-5 de media), Savanovic había llamado la atención de muchos conjuntos europeos, aunque en el verano no se movió de Belgrado para alegría de los aficionados del FMP. El éxodo de jugadores no parecía afectar a un Zeleznik que arrancó fuerte, con él convertido ya en el líder indiscutible. Sin embargo, después de la sexta jornada, aún en octubre de 2006, la alegría de una victoria ante el Budocnost derivó en tristeza al confirmarse, en la rueda de prensa posterior al partido, que Dusko abandonaba el equipo rumbo el Unics Kazan ruso.
Se separaban después de una década los caminos de entidad y jugador, en una decisión que costó horas de meditación. Fue difícil. Era el paso más grande que podía dar pero no por ello fue sencillo. Suponía para mí salir de mi país, jugar por primera vez en un equipo lejos de Serbia. Además, se trataba de un club con uno de los presupuestos más altos de Europa en ese momento, había conformado un equipazo y fui muy feliz por poder firmar con ellos.

En Rusia, en un equipo fuerte y con mucha competencia (los hermanos Lavrinovic andaban por allí), el balcánico pronto se hizo un hueco en la rotación del equipo. En la segunda temporada, la llegada de Kirksay, paradójicamente su compañero en Sevilla en la actualidad, le puso aún más difícil el poder jugar, mas fue capaz de encontrar su sitio en el equipo y de finalizar con medias superiores a los 11 puntos, tanto en ULEB Cup como en la liga rusa. En aquel periodo, se quedó con la miel en los labios en liga y copa e incluso en la competición europea rozó el título, un sueño del que le despertaron el Real Madrid en las semifinales de 2007 y el Akasvayu Girona en la Final Eight de 2008.
El balance global de esas dos temporadas, inmejorable para Savanovic: Resultó una experiencia muy gratificante porque viví en un país distinto, conocí una cultura diferente y otra forma de jugar al baloncesto, de una manera mucho más lenta que en España, que recuerda a la vieja escuela del basket. De eso también se aprende, significó mucho para mí esa etapa.
Con sólo 25 años, la madurez alcanzada era el ingrediente ideal para combinar una mezcla explosiva. Capaz de fabricarse su canasta en el poste bajo y de atacar el aro de espaldas o de cara, con un más que aceptable primer paso, un tiro lejano sólido y uno de media distancia letal. Tiene grandes condiciones físicas que todavía debe desarrollar, en breve explotará, manifestaba Aco Petrovic, el entrenador de su equipo, que no se sorprendía al ver que Dusko era llamado por Serbia para formar parte de una renovada selección que quería hacer borrón y cuenta nueva y clasificarse para el Eurobasket del año siguiente por la puerta grande.

La difícil adaptación a la ACB
Tenía ya un cartel más que consolidado y, sin ser aún una estrella, sí que se tenía la certeza de que su rendimiento sería inmediato en cualquier liga, en cualquier equipo. Por esa razón, el Cajasol apostó fuerte por conseguir su contratación. El enamoramiento fue mutuo, todo un flechazo instantáneo. Estamos hablando de un club con mucha tradición, con muchos años de experiencia, muy bien organizado. Además, la ciudad también es preciosa. Y es que antes de firmar hay que mirarlo todo, no sólo aceptar la oferta del equipo que te de más dinero y punto. Todos esos factores me impulsaron a aceptar la propuesta del Cajasol.
Nada más aterrizar en Sevilla, el ala-pívot desvelaba su deseo de explotar todas sus cualidades en Sevilla y de desarrollar toda su carrera profesional en la ACB. Es más, el balcánico quiso ser ambicioso y se marcó como reto acabar con su nuevo equipo entre los cuatro o cinco mejores equipos de España. La realidad y sus deseos se dieron la espalda.
El camino, más que de rosas, pareció de espinas. Un flemón complicó su estreno, a los pocos partidos Manel Comas le dejó en el banco sin jugar cuestionando que su rendimiento en ese momento fuera suficiente aún para la ACB y su adaptación fue más difícil de la esperada. Acostumbrado a otro ritmo de juego y a unas ligas donde no todos los rivales eran capaces de dar la sorpresa, el cambio fue traumático. Amagó en varias ocasiones con explotar (participó con 19 puntos en la machada del 109-116 ante el Real Madrid, encadenó varios encuentros a buen nivel en noviembre y en febrero), mas se le achacaba falta de continuidad e incluso de intensidad. Hasta se llegó a especular con su rescisión en diversos medios de comunicación.

Al final de temporada, sus 8,8 puntos y 9,3 de valoración media demostraban que, a pesar de las dificultades en la aclimatación, podía ser útil con algo de confianza y paciencia. Sus cifras le convertían en el mejor sexto hombre del equipo y en uno de los más destacados con ese rol de la competición, aunque lo que movió al Cajasol a confiar en él durante una temporada más, fueron sus ganas, su forma de apelar a la unión en los momentos difíciles y su absoluta seguridad de que en la siguiente campaña, todo le iría sobre ruedas. En la concentración de Puigcerdá, Nacho Delgado, el jefe de prensa del Cajasol, se quedaba atónito al ver lo tajante que se mostraba en una entrevista a la hora de encarar el siguiente curso baloncestístico: Para mí será mucho más fácil este año porque ya conozco bien el baloncesto de la ACB: el ritmo, cómo juega cada uno, los árbitros, y al mismo tiempo, el club, la afición, la ciudad.
Otro Savanovic, todo un líder para el Cajasol
Dicho y hecho. Sólo nueve partidos han hecho falta para comprobar que Dusko no sólo es el termómetro de su equipo, sino que está capacitado para ser su referente, su líder. Su equipo y él tuvieron un gris estreno pero juntos, de la mano, sin soltarse, han recuperado la confianza hasta convertirse, en cuestión de semanas, en el jugador y club de moda en la liga respectivamente. El Cajasol presenta un 5-1 de balance en sus últimos seis partidos y Savanovic no baja de las dobles figuras en anotación y valoración en cada partido, compensando la decepción por el mal estado de forma de Asselin.

Necesitaba la oportunidad de poder disputar más minutos, claro está. En España di una impresión equivocada porque no jugué. Un día estaba en pista 20 minutos y, al otro, ninguno. Requería de tiempo para demostrar quién soy, qué puedo hacer y cómo juego. Por eso la verdadera decepción del año pasado fue no poder probarme a mí mismo ni enseñar cómo soy. El director deportivo de su club Juan Llaneza, manifestó en el Diario de Sevilla otro factor que puede explicar el porqué de su explosión: Savanovic se sorprendió del nivel de exigencia de la ACB y se le juntaron cosas que no ayudaron a su adaptación. Ha venido mejor físicamente, ha hecho la pretemporada entera y, al estar mejor, tiene una importancia mayor en la rotación.
Sus números son ilusionantes, sus porcentajes brutales (8º en triples, 14º en tiros de dos) y su progresión parece no tener techo. Titular indiscutible y sin competencia en el horizonte para seguir encandilando en San Pablo con su conocimiento del juego y, especialmente, con su movimiento de pies. Sublime, mortífero y, por qué no, romántico y embaucador. Porque los rivales no saben si odiar o terminar de enamorarse de aquel que les aniquila desde lejos, con media vuelta y suspensión o, simplemente, con un gancho tras bailar al juego interior rival en la zona. Sus pies son carne de Youtube e incluso de manual para enseñar a los niños. Todo fundamento, todo efectividad.
¿Y ahora qué? ¿Cuál es el siguiente reto? Simplemente me planteo seguir demostrando cosas en un buen equipo como este, seguir haciéndolo así de bien. Con el Cajasol espero estar en la mitad de la tabla. No suena ambicioso pero ¿cuántos años lleva este equipo sin entrar en Playoff? Para mí es muy fácil decir que el objetivo es entrar en la final pero debemos ser realistas, consolidarnos en la mitad de la tabla, alejarnos del todo del peligro y, entonces, ya poder mirar hacia arriba. Eso sería lo perfecto.

Dusko Savanovic es un hombre radiante. Su estado de forma, el viento a favor que sopla para su equipo, sus números, las victorias y los elogios ayudan, claro, pero la sonrisa del serbio va más allá de un momento puntual. Con un carácter abierto, extravertido y afable que le hacen ser uno de los más queridos en la plantilla hispalense y un ídolo de la afición, ante la cual se muestra cercano, antes y después de cada partido, y aclimatado a Sevilla como si llevara viviendo quince años en esa ciudad: Estoy muy feliz aquí. Es un lugar precioso, maravilloso y encima siempre brilla el sol. Es tan diferente todo a Kazan, donde pasé tanto frío, no tiene nada que ver. Si alguien me dice que no le gusta darse un paseo con sus gafas de sol bajo un cielo tan azul y un clima tan bueno es que está loco. Esto es la buena vida.
El ala-pívot, que realizó la entrevista en inglés, con el que aún se siente más cómodo, también se defiende muy bien en castellano. Me encanta aprender idiomas y, además del mío, hablo inglés, ruso y castellano. En diez meses más o menos aprendí esta lengua, aún con algunas dificultades gramaticales. Dame un par de meses más y seré uno más de vosotros, ¿por qué no? La próxima entrevista te la hago en español, te acabaré hablando como Javier Bardem o Antonio Banderas, afirma Dusko, cada vez más desatado.
Tan integrado está en este país y en esta cultura que se confiesa amante de su gastronomía y, a diferencia de otros profesionales procedentes de otros países, come con los nacionales, adoptando de buen grado sus costumbres. Pero la tierra sigue tirando. La comida serbia me gusta más porque es más contundente. Vale, está bueno el jamón pero siempre le ponéis a los platos verduritas y todo eso. ¿Y el pescado? Allí no lo comemos tanto como aquí, sólo una vez al mes. ¿Qué clase de comida es esa? Mejor algo más fuerte y contundente, comenta entre risas, un hombre normal y sociable que prefiere tomar café para charlar con sus amigos antes que quedarse en casa sin más.

Además, Savanovic tiene dos hobbies reconocidos. Uno, coleccionar zapatillas Converse. Me encantan. Son cómodas, me gusta su diseño, pegan con todo, te las puedes poner con vaqueros, con pantalones cortos , comenta, ganándose un puesto en el departamento de marketing de la empresa cuando cuelgue las botas. El otro, la pintura. Empecé de pequeño, aunque ahora no tengo mucho tiempo, sólo puedo hacerlo en verano, sostuvo en este curiosísimo vídeo que puedes disfrutar en ACBTV.
La caja de sorpresas balcánica aún tenía una anécdota guardada para demostrar que no entra dentro de lo común. Hace unos días, salí una noche con Andrés Miso. Pensé que sólo íbamos a cenar algo, a tomar unas tapas. De repente, veo a diez tíos con guitarras en mitad del restaurante cantando y a todo el mundo mirándoles. Súper divertido. Entonces, Andrés me explicó lo que son las chirigotas, lo que representan para Cádiz. ¡Me encantaron!, reconoce el del Cajasol. Fue increíble, me lo pasé fantásticamente bien. Los españoles estáis locos, sí, pero en el sentido positivo. Es una locura muy sana, estaba con la boca abierto sin poder dejar de mirar y tan feliz ¡me encantan las chirigotas!
Podía parecerlo por su delicadeza de moverse en la zona, pero al serbio no le gusta el ballet clásico sino el rock&roll. Sin embargo, no vacila a la hora de decir su artista favorito, volviendo a sorprender por su respuesta, otra vez en spanglish: Pitingo, man, claro. Con esa carta de presentación, resulta obvio que la última pregunta, desafiándole a que contara algún vicio inconfesable o anécdota desconocida sobre su carrera, estaba ya de más: Me gusta llamar cinco horas al día a Tokyo ja, ja, ja, es broma, hombre. Mmm no recuerdo ahora nada especial, pero con lo de Pitingo te vale, ¿no? Es el mejor. Y se quedó tan pancho.