"Carta de Joan Rallo:
Me cuesta escribir estas líneas, unas líneas que hacía tiempos que sabía que tendría que hacer pero que no por eso son más fáciles de escribir. Como le comuniqué a Jordi Martí hace unos meses, he decidido dejar de formar parte del Club Joventut Badalona.
Me han explicado que mi abuelo antes de venirme a visitar en el hospital cuando nací hizo las gestionas necesarias para hacerme socio de la Penya. Esto no lo recuerdo, pero sí que recuerdo el día que mi madre me enseñó a botar la pelota y el día que, con cuatro años, mi padre me trajo de la mano a entrenar en el pabellón de La Plana, con el Joventut. Desde aquel día han pasado 25 años. 24 temporadas enteras jugando o entrenando casi cada día, entrando por la puerta de La Plana, la Nave, Àusias March o el Olímpíc. De hecho, creo que no sé lo que es la vida sin esta rutina...
Soy muy consciente que no es el adiós de ningún jugador de élite, ni siquiera de un entrenador que haya estado unos años en el primer equipo, que su eco mediático es mínimo y que la importancia es pequeña. Cómo tiene que ser. Todo esto no impide que mis sentimientos respecto a este adiós puedan ser más fuertes que el más mediático de los adioses y que quiera, a través de este escrito mostrar el agradecimiento más grande imaginable al Joventut por todo el que he podido vivir aquí.
Estas últimas semanas he intentado disfrutar más todavía de cada entrenamiento, de cada partido, de cada minuto compartiendo ratos con otra gente del club. Estoy seguro que he disfrutado el máximo que podía estas 24 temporadas. Siempre he tenido la conciencia de que estaba rodeado de los mejores y que lo que me sacaba tantas horas de mi vida era una ocupación inmejorable.
Recuerdo mi primer entrenamiento, los años de baloncesto mini en los que todavía no te has dejado engañar por el mundo y no te basas en el resultado para entender si te lo has pasado bien o no, recuerdo ir creciendo y enamorarme cada vez más de un juego que te enseña a ver cuando alguien que tiene el mismo objetivo que tú necesita ayuda, entender que hay miradas que dicen más que palabras y descubrir en una pista de baloncesto las esencias de la vida: La justicia y la injusticia, la suerte, el esfuerzo...
Recuerdo con mucha intensidad la alegría de ver que un compañero que había jugado contigo debutaba con el primer equipo, la tristeza de las derrotas. Recuerdo el primer entrenamiento que hice como entrenador, en un campus, y de golpe descubrir que aquello era una cosa que me apasionaba, los primeros años entrenando mini básquet y haciendo de ayudante a equipos más grandes. Las horas y horas pasadas al Olímpic mirando entrenamientos, hablando con entrenadores de todas las categorías del club, compartiendo todas las cosas de cada equipo. Esto hace grande nuestro plantel. Recuerdo la ambición para entrenar mejores equipos, para demostrar con resultados que era la persona válida para aquel equipo. Recuerdo la satisfacción cuando lo conseguía y la rabia de perder. La última sensación que tengo es que tampoco importa tanto. Deportivamente he aprendido muchísimo más de la derrota y personalmente me ha llenado mucho más la satisfacción personal del trayecto recorrido que no de la meta.
Ahora siento que todas estas sensaciones que me han movido estos años han perdido intensidad y siento que necesito cambiar de lugar. Necesito sentirlas de nuevo en alguno otro lugar. Ojalá tenga, en el futuro, la posibilidad de volverlas a sentir a la Penya...
No quiero escribir nombres. Sería injusto y el listado de gente a la que estoy agradecida es inacabable. Llevo muy adentro a mis compañeros cuando jugaba, a mis entrenadores que hicieron un trabajo inhumano cuando los resultados todavía no acompañaban, a todos los entrenadores del club con los que he tenido la suerte de compartir equipo, discusiones, charlas. Y a todos y cada uno de los jugadores a los que he tenido el privilegio de entrenar. He tenido mucha suerte.
Estoy en deuda con preparadores físicos, servicios médicos, delegados, gente de mantenimiento, y con los trabajadores, directivos y consejeros que si que han creído en el baloncesto base. A todos los responsables de cantera, directores de la escuela de baloncesto y coordinadores que he tenido. A todos. Ha sido alucinante.
No tengo ningún reproche al club. Mi agradecimiento será eterno allá donde esté. Me ha dado infinitamente más del que yo pueda llegar a darle nunca. Es muy grande, la Penya es muy grande...
Força Penya"
Artículo
Joan Rallo se despide de la Penya
Se adjunta la carta de "hasta siempre" de Joan Rallo, que deja la Penya después de muchos años y de un gran trabajo en todos los equipos en el que ha entrenado

