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De Terrassa a Harlem: El partido que SÍ pude ver

Quedarse en paro no significa quedarse parado. Rubén Alcaraz, utillero del Akasvayu Girona el año pasado, viajó a New York para vivir el baloncesto en estado puro. Ahora nos cuenta su primera aventura: Lance Stephenson en vivo y en directo

Momento del partido de Instituto en el que brilló Lance Stephenson (Foto Rubén Alcaraz)
© Momento del partido de Instituto en el que brilló Lance Stephenson (Foto Rubén Alcaraz)
  
  • De Terrassa a Harlem (II): Reencuentro gerundense con Marc y Mo'
    • De Terrassa a Harlem (III): Enamorado el día de San Valentín
    • De Terrassa a Harlem (IV): El peor equipo del mundo
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    • De Terrassa a Harlem (VI): Dios en el Templo
    • De Terrassa a Harlem (VII): Jugando anytime, anyday

      Cuando tienes la mala suerte de quedarte parado, lo mejor que puedes hacer es no parar de moverte. Me encanta viajar, conocer nuevos lugares, y cómo no, jugar y ver baloncesto. El año pasado trabajé como equipment manager (suena más importante que utillero) en el Akasvayu Girona donde tuve la oportunidad de viajar mucho y de ver mucho baloncesto también.

      Después del triste final de una bonita película me vi en la encrucijada en la que se encuentran todos los que pierden su puesto de trabajo. ¿Qué hago con mi vida? Me encanta la sensación de poder decidir hacia donde se encaminan mis pasos, y lo tuve claro desde el principio: ¡Me voy a vivir a New York! Una ciudad que ya había visitado y me había dicho que era imposible que pudiera vivir allí. ¡Ha! Aquí estoy, en Harlem, el barrio más auténtico de Manhattan, rodeado de los más famosos playgrounds como The Rucker Park, Mount Morris Park y The Goat Park. Pero en el mes de febrero, y con una temperatura a veces inferior a diez grados bajo cero, poco streetball pienso ver. En cambio en mi agenda sí que tengo apuntados partidos de High School, College y NBA no sólo en la ciudad de New York, sino por toda la costa este de Estados Unidos. Entre otros, tengo pensado visitar para ver baloncesto los Estados de New Jersey, Pennsylvania, Massachussets, Connecticut e Illinois.

      Son ochenta días son, ochenta nada más, para dar la vuelta al mundo

      Precisamente, y al igual que Willie Fog, me quedan 80 días para ver todo el baloncesto posible antes de regresar a Terrassa (Barcelona), mi ciudad. ¡Hay que empezar ya!

      No había entradas pero Rubén consiguió entrar (Foto Rubén Alcaraz)
      © No había entradas pero Rubén consiguió entrar (Foto Rubén Alcaraz)
      05-02-09 El partido que yo SÍ pude ver

      El primer partido en mi agenda, promete. Los Railsplitter de Lincoln HS con Lance ‘Born Ready’ Stephenson a la cabeza, contra el único equipo que los ha derrotado este año en la temporada regular de la liga AA de Brooklyn, los Kangaroos de Boys & Girls. Lincoln ha sido campeón del PSAL (Liga de las escuelas públicas de la ciudad de New York) cinco de los últimos seis años, y Lance lleva toda la temporada proclamando a los cuatro vientos que quiere conseguir algo que otros alumnos prestigiosos de su escuela como Stephon Marbury y Sebastian Telfair no consiguieron, ganar cuatro títulos en cuatro años de PSAL. Parece en disposición de conseguirlo, ya que a diferencia de Telfair que consiguió tres, Lance si que ganó el campeonato en su año freshman. Ciertamente, Born Ready.

      Recuerdo un buen artículo de Jordi Vilà sobre el entonces nuevo prodigio de Coney Island. Esto que escribo podría ser, sin pretenderlo, una buena segunda parte.

      La última semana ha sido movidita para Stephenson. Después de las declaraciones de Brandon Jennings recomendando a los jugadores que acaban instituto no cruzar el charco hacia Europa, Lance no tardó en declarar que no piensa seguir los pasos del base de la Lottomatica Roma. Además, tras una de las tradicionales visitas que realizan los jugadores a las universidades para decidir dónde jugarán el año que viene, Lance ha borrado de su lista a los Tigers de Memphis, y en New York se sueña con la posibilidad de que se quede en casa y estudie en la universidad de St. John’s.

      En mi anterior visita a la ciudad de los rascacielos, viví el hype de Sebastian Telfair. Me volví loco, compré el libro The Jump donde se narra la vida y milagros de Bassy, y su publicitado salto de High School a la NBA. Aparte de la Sport Illustrated donde es portada y posteriormente el muy recomendable DVD documental Through the Fire. Además asistí en el Madison Square Garden a la final de su tercer título de PSAL. Digamos que todo lo que se habla ahora de Lance Stephenson, ya lo he vivido pero con Sebastian Telfair de protagonista.

      El Abraham Lincoln HS se encuentra en Coney Island, el barrio que se encuentra más al sur de Brooklyn. En verano es todo un hervidero de gente bañándose en la playa, disfrutando del parque de atracciones y de los famosos hot dogs de Nathan’s. Pero en invierno (lo he podido comprobar en un par de ocasiones) es una zona prácticamente desértica. Bajar en metro desde Manhattan requiere un poco de paciencia. Una hora larga de trayecto no te la quita nadie, y la sensación de estar dentro de la película The Warriors tampoco.

      Una vez en Coney Island, uno se siente en la obligación de ir a comer a Nathan’s, y observar por la ventana el tranquilo movimiento que hay estos días por Surf Avenue mientras se disfruta de un perrito caliente. Delicioso. El partido empieza a las cinco de la tarde, y llego a las puertas de la escuela a las tres en punto. Un cartel en la puerta avisa que no quedan entradas. Damn! Todo y eso entro en la escuela por donde están saliendo en esos momentos cientos de alumnos que terminan sus clases. Lo primero que llama la atención en este tipo de centros es el detector de metales cual aeropuerto que tienen en la entrada. Lo segundo es que te sientes como si estuvieras en los pasillos del instituto de la famosa serie Salvados por la campana.

      Tras un par de conversaciones infructuosas para conseguir una entrada “it’s sold-out, it’s sold-out”, tengo que recurrir al típico pero casi siempre efectivo “I’m from Barcelona” y “he venido exclusivamente para este partido”. Todo esto adornado con gestos de tristeza y de que les estarás eternamente agradecidos si te ayudan a conseguir una entrada. ¡Funciona! Tras una llamada a un miembro del staff del equipo, consigo mi entrada pagando religiosamente los 5$ que cuesta.

      La pista donde juega como local Lincoln se encuentra en la parte oeste del edificio escolar y se accede a través de una entrada anexa. Las puertas se abren una hora antes del inicio del partido, y no hay precisamente una multitud. Un control de seguridad con cacheo incluido es ya el último obstáculo antes de subir las escaleras a un primer piso, donde se encuentra la cancha de juego. Lo primero que veo es a Lance lanzando triples. Aun quedan 45 minutos para empezar el partido. Me siento en segunda fila porque si me siento en la primera mis pies estarían dentro del terreno de juego. Dudo mucho que las medidas de la cancha sean las reglamentarias. Excitado, comienzo a lanzar fotos. Duraría muy poco, las pilas dijeron basta en apenas medio minuto. Mi amigo Murphy Law haciendo de las suyas. Decido esperar que una voluntaria se encuentre tranquila para abordarla, y preguntarle donde puedo encontrar pilas en esos momentos. “Siéntate ahí que en cinco minutos te las traigo”.

      Lance Stephenson hizo el partido suyo (Foto Rubén Alcaraz)
      © Lance Stephenson hizo el partido suyo (Foto Rubén Alcaraz)
      Dicho y hecho, en cinco minutos y con la misma seriedad que me había soltado aquella prometedora frase, la mujer aparece con un par de pilas. El pequeño gimnasio Abraham Lincoln se va llenando, y las pocas gradas de que dispone hace que la gente se vaya quedando de pie en los fondos de la pista. La mayoría de espectadores son jóvenes alumnos del instituto, de raza negra, el resto es gente ‘mayor’ de raza blanca con carpetas y portafolios. Todas las miradas están puestas en la misma persona, Lance Stephenson.

      Tras el tradicional himno estadounidense (aquí no hay el glamour de la NBA y nadie canta el himno, la música suena de un reproductor de CD), empieza el partido entre los Railsplitter y los Kangaroos. En Lincoln aparte de Lance que promedia esta temporada 32 puntos y 13 rebotes, destacan el pívot de último año James Padgett que jugará en la universidad de Maryland, y el base sophomore Shaquille Stokes. En Boys & Girls si hay que destacar a alguien, y no solo por su oronda figura, es a su entrenadora Ruth Lovelace. Ruth ha sido la única mujer en llevar a un equipo masculino a la final de un PSAL, cosa que logró en 2007 con los Kangaroos, año en el que le fue entregado el premio a Personaje deportivo del año en Brooklyn.

      Empieza el partido, y ataca el equipo visitante. Tras dos pases, Lance salta de su guarida en medio de la poca trabajada zona con la que defiende Lincoln, roba el balón y culmina con un poderoso mate. Boom! El aparente dormido público ya no estaría en silencio durante todo el partido. Lance es un jugador que domina estos partidos no solo por su calidad y su físico, sino por su experiencia de jugar partidos importantes y con gente mayor que él. Sus gestos, intimidaciones y demás adornos característicos del baloncesto en la calle son la referencia no solo para su equipo sino para los alumnos de Lincoln que asisten a los partidos de su equipo. Lance no sonríe.

      Dominan el primer cuarto por 12-4 y Lance lleva entre otras cosas dos poderosos mates y un triple. La intensidad típica del baloncesto de instituto no decae, y durante el segundo cuarto Boys & Girls logra acercarse en el marcador. Aparece entonces la estrella invitada que todo buen partido debe tener, Darwin ‘Buddha’ Ellis. El escolta sénior anota cuatro triples consecutivos ante el delirio de los enfervorizados espectadores. Lo admito, yo también me pongo de pie y me llevo las manos a la cabeza delante de este tipo de exhibiciones. Todo y esto, Lincoln no consigue romper el partido y domina con pequeñas ventajas alrededor de diez puntos en el marcador. Tampoco su estrella está brillando en todo su esplendor.

      Durante la segunda parte el compacto equipo de Boys & Girls consigue remontar el partido hasta llegar a empatar al inicio del último período. Entonces la intensidad de la defensa de los locales sube hasta extremos casi antirreglamentarios, y Lance se mueve por toda la cancha a una velocidad más que el resto. En defensa está en todas partes, coge todos los rebotes, aderezados de gritos intimidatorios, y en ataque todo gira entorno a él. A excepción de dos tiros libres, los Kangaroos no anotan en los últimos seis minutos de partido, y Lance suma puntos desde los tiros libres y tras rebotes ofensivos. Lincoln gana 64-54 en un ambiente hostil y ‘Born Ready’ termina con 29 puntos 16 rebotes y 5 asistencias. Lance sigue sin sonreír. Declara tras el partido “Hemos cerrado bocas” y “No somos un equipo perdedor, somos un buen equipo y me siento con mucha confianza para el campeonato de la ciudad” refiriéndose a las voces que criticaban al equipo tras las últimas derrotas contra equipos en el Top25 del país en amistosos.

      Me gusta mucho el antiguo apodo de Lance Stephenson antes que Bobbito García lo bautizara como Born Ready en el Elite 24 jugado en The Rucker Park. Sir Lance-a-lot. Sir Lance se marcha con gesto altivo al vestuario. Tiene en mente un objetivo, y aun le quedan victorias por conseguir hasta lograrla. 4 títulos de PSAL en 4 años. Y luego ser campeones de todo el estado de New York. Aunque él más que nadie se siente Born Ready, tiene que seguir los pasos previos hasta llegar a su más soñada meta, la NBA.