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Moncho Fernandez, 100 partidos después...

Con 44 años en su carnet de identidad, el técnico gallego Moncho Fernández se convierte en centenario en la Liga Endesa. La Bruixa d'Or será el principal testigo de su partido 100

Moncho, en un tiempo muerto (ACB Photo / Tolo Parra)
© Moncho, en un tiempo muerto (ACB Photo / Tolo Parra)
  

Santiago, 15 Feb. 2014.- Moncho Fernández, entrenador del Río Natura Monbus, se convertirá este domingo ante La Bruixa d’Or en centenario en la élite del baloncesto nacional. El técnico da Pontepedriña alcanza, a sus 44 años, los tres dígitos como máximo responsable de un equipo de baloncesto ACB. Y lo hará en el equipo de su ciudad, el club en el que ha vivido sus mejores momentos, y al que ha llevado a las cotas más altas de su historia.


Con un estilo tan sencillo como elaborado, Moncho Fernández apuesta por construir desde la defensa. Sin ella no se entenderían sus equipos. Es su sello, su denominación de origen. El baloncesto de Moncho Fernández lleva mucho tiempo haciendo vibrar al Fontes do Sar, a “Caldeira do Sar”. Él mismo comenta que “la defensa forma parte del espectáculo. Es muy difícil separarla del ataque. Prefiero un equipo agresivo a uno escondido. En Sar, el público se emociona cada vez que hacemos una buena defensa, cuando un jugador se va al suelo peleando un balón”.

Debutó en la Liga Endesa en la temporada 2009/10 en Murcia, y al año siguiente lideró el proyecto del club gallego por volver a la élite. Después de un ejercicio triunfal en la LEB, donde se fraguó el ascenso, dio comienzo un desafío ilusionante: mantener, por primera vez, al Obradoiro en la máxima categoría. Con una victoria, en el partido que abrió el curso, se dio el primero de los trece pasos que certificaron la salvación. Una temporada mágica. El partido contra Valencia Basket será recordado por siempre por todo el obradoirismo.

En la temporada 2012-13, los números no hicieron más que mejorar. Con un arranque meteórico (4-1), el equipo dejó claro que no iba de farol y que aspiraba a grandes registros. Después de muchos meses inolvidables de competición y de conseguir la gesta de ganar en las cuatro canchas de equipos de Euroliga, el equipo santiagués debutó por primera vez en unos Playoffs por el título.

Este año, con un proyecto renovado,y tremendamente rejuvenecido, el entrenador gallego ha logrado hacer crecer exponencialmente a su equipo.

Al margen de su buen hacer en la parcela deportiva, Moncho Fernández tiene muchas virtudes en su faceta personal. Más allá de las sensaciones que pueda desprender durante la tensión de los partidos, el técnico santiagués se tiene ganado el aprecio y el cariño de todo su entorno. Un entrenador cercano, pendiente siempre del aspecto personal de cada uno, característica clave a la hora de cohesionar un bloque tan unido como los que ha ido construyendo a lo largo de estos años. La unión de la plantilla y cuerpo técnico es uno de los factores fundamentales para entender el crecimiento y los éxitos del Obradoiro en todo este tiempo.

No en vano, en múltiples entrevistas y ruedas de prensa, especialmente en el período estival, cuando se confecciona el plantel, siempre ha hecho especial hincapié en la importancia que para él tiene el factor humano en los jugadores. Sus ayudantes también coinciden en esto. Víctor Pérez destaca que “la palabra clave es EQUIPO, con mayúsculas. Está por encima de cualquier individualidad. Los nuevos tienen que saber qué es lo que significa venir a Santiago, lo que representa el club para la ciudad. Aquí la afición valora más el esfuerzo que el acierto. Al fichar, lo primero que preguntamos es cómo son humanamente. Luego, nosotros les ayudamos a crecer, personal y profesionalmente. Queremos ganar, pero siempre ayudando a crecer”.

Por su parte, Gonzalo Rodríguez Palmeiro comenta que “cuando fichamos siempre decimos que nos adaptamos al tipo de jugador que venga, a sus características, pero los valores son innegociables. Gente que sepa estar en el vestuario, unidos, remar juntos y mantenerse positivos, anteponer los intereses del grupo a los propios”.

Víctor y Gonzalo han sido de vital importancia para Moncho Fernández durante este período. Sus ángeles de la guarda, sus escuderos. Con ellos siempre consulta sus decisiones, le aportan diferentes prismas, vitales a la hora de encontrar una solución. Con Víctor, la relación empezó en 1994, en La Salle, como ayudante del equipo junior. En la 95-96, cogieron las riendas del EDM Baloncesto A Estrada, un año muy especial “por ser la primera vez que entrenábamos fuera de Santiago a un equipo senior”. De hecho, destaca el cariño con el que les recuerdan hoy en día. Admite que volver a unirse a Moncho en el Obradoiro “fue muy especial, después de tantos años, en los que manteníamos relación, pero nuestros caminos, a nivel de baloncesto, se habían separado”. Víctor señala, sobre la personalidad del entrenador, que “más allá de lo que se ve en los partidos, o tiempos muertos, donde es muy visceral, es muy cariñoso con todos, siempre tiene detalles, trata de cuidarnos. Exige porque es su obligación, pide que todo salga bien porque él te da mucho. No sólo es entrenador, el aspecto humano en él es muy importante. Lo valoramos, y lo agradecemos”. En la misma línea opina Gonzalo. También centenario, siempre juntos desde la etapa de Murcia – antes se habían enfrentado cuando ambos entrenaban a equipos de minibasket – explica que “no es un jefe que tenga que estar encima, porque todos nos auto exigimos mucho, pero es muy detallista, busca siempre la mejora”. A modo de anécdota, el entrenador ayudante del Río Natura Monbus recuerda que “en la época de Murcia, tuvimos que vivir juntos una semana. Queríamos mejorar las cosas, y nos quedamos trabajando hasta las seis de la mañana. Como agotamos todos los folios que tenía en casa, acabamos dibujando garabatos toda la noche en un catálogo de IKEA”.

Gonzalo hace mención a que “pese a ser un entrenador de ACB, es muy de su barrio, muy cercano, que mantiene sus amistades”. Moncho, Víctor y Gonzalo, han vivido momentos muy felices en esta etapa. Víctor señala tres momentos “el ascenso, la permanencia contra Valencia, después de una primera vuelta muy complicada, y el acceso a Playoffs, algo increíble para una ciudad como Santiago”. Gonzalo prefiere quedarse con momentos puntuales durante la temporada, “todos aquellos en los que parece que todo se cae? que cunde el pánico, y conseguimos sacar lo mejor, como la victoria contra el Unicaja en la 2011-12, cuando nadie daba un duro por nosotros, y a partir de ahí remontamos el vuelo. Todos aquellos partidos en los que sale lo que has estado trabajando, como la victoria en el Palau, o en el Palacio”.

Durante estos años, no han faltado los momentos anecdóticos. Víctor recuerda como en el debut en LEB, en Girona, se olvidó de la pizarra a la que tanto cariño le tenía Moncho. “En los minutos antes del partido no sabía cómo decirle que no teníamos pizarra. Al final me prestó una el ayudante del rival. ¡Menos mal que ganamos!” También ese año, en Sar, se las olvidaron en las sillas, y desaparecieron. “A través de un aviso en Twitter conseguimos recuperarlas. Aquel día también ganamos”.Gonzalo cuenta una de la etapa en Murcia: “Moncho nos había regalado pizarras a mí y al otro ayudante un viernes. Ese domingo rompió la mía en el tiempo muerto”.

Con 40 victorias llega a Manresa, donde Moncho Fernández se unirá a la lista de entrenadores con 100 partidos a sus espaldas, sin duda todo un logro.