- La selección femenina, también cuarta
- Serbia y Montenegro, campeón en Rivas
Serbia y Montenegro, un Dream Team Cadete
Serbia y Montenegro, antigua Yugoslavia, consiguió su cuarto oro consecutivo en los Europeos Cadete con una autoridad inaudita. El conjunto entrenado por Miodrag Kadija tuvo un paso arrollador por el torneo, ganando sus ocho partidos por al menos 15 puntos y una media de 24,9 puntos por partido.
El equipo balcánico fue tan superior que, por momentos, recordó al Dream Team estadounidense extrapolado a categoría cadete. Individualmente Serbia y Montenegro es muy superior al resto, pero colectivamente lo ha sido aun más: su defensa ha sido muy buena, su juego colectivo en estático brillante y sus contraataques, espectaculares.
El juego serbomontenegrino alcanzó su máxima expresión en el partido contra España. Un parcial 0-30 dio pie a una victoria tan abultada como elocuente: 61-108. Los jugadores balcánicos protagonizaron acciones espectaculares, en especial varios contraataques sin botar el balón, basados únicamente en pases.
La joya de la corona serbia se llama Nemanja Aleksandrov, un ala-pívot de 2,09 metros del Zeleznik. Tiene una movilidad y coordinación impresionante para su altura, con lo que puede jugar (y a menudo lo hace) de '3'. Técnicamente es perfecto: es un fantástico tirador (62% en triples), pone extraordinariamente bien el balón en el suelo, bota como un base, pasa muy bien, efectúa una gran lectura del juego... Su mentalidad también parece ideal, pues no es egoísta y no escatima esfuerzos en rebote y defensa (acude a muchas ayudas y está siempre atento a su par).
Su futuro parece estar en la NBA. Así lo ha anunciado su representante, David Baumann. Tal es su calidad y potencial que ya se habla de la posibilidad de ser elegido en el número 1 del draft del 2005, es decir, cuando cumpla 18 años. 'Es mucho mejor que Milicic a su edad', asegura un scout de una franquicia NBA. La comparación con el número 2 del pasado draft es inevitable, pero muchos aspectos del juego de Aleksandrov hacen recordar a Dirk Nowitzki.
Junto a Aleksandrov destacaron en Serbia y Montenegro otros muchos jugadores. El base Nenad Mijatovic, del Buducnost, el alero Milenko Tepic, del Vojvodina y el pívot Dragan Labovic, compañero de Aleksandrov en el Zeleznik, hicieron méritos para integrar el quinteto ideal (no se eligió, como tampoco al MVP). Además, jugadores como Milos Teodosic, Marko Djurkovic o Nenad Zivcevic demostraron que de haber estado en otro equipo hubieran estado entre las estrellas del evento.
Esta generación de jugadores puede tener por delante un futuro impresionante a tenor de lo visto en este primer paso. Quizás la historia se haya aliado para tal objetivo puesto que todos ellos nacieron en 1987, el mismo año en el que otra excepcional generación (Kukoc, Divac, Radja, Djordjevic...) se proclamaba campeona del mundo junior dirigida por Svetislav Pesic en Bormio, Italia contra los Estados Unidos de Gary Payton y Larry Johnson. Ellos también empezaron como campeones de Europa cadetes dos años antes...
Pasión por el baloncesto
Los jugadores, grandes protagonistas del Campeonato de Europa Cadete, han vivido el evento con pasión. Ha sido el primer gran campeonato de sus carreras, para unos el inicio de un largo número y para otros un éxito que no se volverá a repetir. Todos lo disfrutaron al máximo desde el principio hasta el final, en sus partidos y desde la grada, contemplando las evoluciones de sus rivales y al final, amigos.
Esta intensidad de emociones se tradujo en estallidos de alegría en las victorias, incluso en las intrascendentes (Eslovenia montó una gran fiesta tras clasificarse para el partido por el quinto puesto), y en enormes decepciones en las derrotas ajustadas. No había quien consolase a los jugadores franceses tras quedarse a las puertas de las semifinales, como tampoco podían borrarse fácilmente las lágrimas de Marc Rubio tras perder España ante Turquía. El escolta del DKV Joventut vivió con auténtica pasión cada momento del campeonato.
La selección de Macedonia fue un caso singular. El modesto equipo balcánico se presentó en Rivas con lo justo: tres miembros del 'staff' y una plantilla corta de jugadores de calidad. La precariedad era tal, que Vladimir Mirkovski ejercía de delegado tomando las estadísticas y datos de interés del partido. El base-delegado apenas jugó, como otros dos jugadores, mientras que el '5' titular del equipo, Zaharievski, se lesionó en el primer partido y fue baja todo el evento. Aun así, Macedonia acabó en séptimo lugar y lo celebró a lo grande. En la clausura, parecían ellos los ganadores.
Lo cierto es que el cierre del evento se convirtió en una emotiva despedida. Aplausos a los ganadores, ánimos a los perdedores, abrazos, fotografías para el recuerdo, intercambio de teléfonos y e-mails para seguir en contacto y una sensación de tristeza por el fin de un evento que, para ellos, ha sido algo más que diez días de baloncesto.
Durante todo el torneo, como en la clausura, imperó la deportividad. No hubo tanganas ni problemas serios, pues los jugadores actuaron con una caballerosidad digna de elogio. Incluso sorprendente, pues hasta los jugadores lituanos se aliaron con los rusos y los eslovenos con los serbios, olvidando rencillas históricas.
La única gran mancha del torneo fue la vergonzosa derrota de Francia ante Turquía. El equipo galo, dirigido por Lucien Legrand (ya fue partícipe de treta semejante hace dos años en el Europeo Cadete de Letonia) se dejó ganar para evitar un posible cruce con Serbia y Montenegro en semifinales. Una decisión ya de por sí censurable, pero absolutamente reprobable tratándose de niños de 16 años. La maniobra le salió mal a la selección francesa, derrotada en cuartos por España cuando en caso de haber ganado ante Turquía se hubiera medido a Eslovenia, selección a la que batió posteriormente en partido por el quinto puesto.
Pablo Malo de Molina
ACB.COM
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Un Dream Team Cadete
Serbia y Montenegro se alzó con autoridad con el título del Campeonato de Europa Cadete de Rivas. La selección balcánica ganó sus ocho partidos una media de 24,9 puntos (nunca por menos de 15) y ofreció un juego espectacular y arrollador que por momentos hizo recordar al Dream Team. Nemanja Aleksandrov, un jugador total de 2,09 metros, se erigió como el mejor jugador del evento y la nueva joya del baloncesto europeo
