Redacción, 16 Sep. 2016.- Resultó interesante la progresión de Tom Wideman a España, adonde llegó siendo un auténtico desconocido al Rosalía de Castro (LEB Oro) en el 2002, con 26 años y una carrera no demasiado llamativa después de graduarse en un buen 'college' como Clemson (USBL, CBA, alguna liga de verano de la NBA, la siempre oscura competición británica...). Pues resulta que siete años después, abandonó el Estudiantes (y el baloncesto) con el convencimiento general de que se había convertido en uno de los pívots más importantes de la actualmente denominada Liga Endesa.
Wideman dejó la impronta de ser uno de esos profesionales intachables, de fácil adaptación y máxima implicación con los clubs que le pagaron. Después de Rosalía siguió ayudando en LEB, primero en Gijón y luego en el ascenso del Fuenlabrada, en 2005. En la localidad madrileña se convirtió en 'santo y seña' durante cuatro temporadas. Allí se le abrieron las puertas de la élite, cerrando su trayectoria en el 'Estu'. Sus números ACB en cuatro años fueron de 10,6 puntos y 5,6 rebotes en 25 minutos. Quizás son números que se quedan algo cortos para evaluar su contribución correctamente. Su corpachón de 2,10, lo bien que ponía los bloqueos, su presencia tangible en el centro de la zona, valía mucho más. Sabía lo que tenía que hacer: en 244 partidos en España (110 en LEB y 134 en ACB) solamente se atrevió a lanzar 15 triples en total (dos aciertos). Lo suyo era la 'pintura', que nadie lo dudase.
Conoce su historia de la mano de Javier Ortiz, en Endesa Basket Lover
