acb Photo / J.M. Casares
© acb Photo / J.M. Casares
Achille Polonara, el guerrero baskonista
De nombre guerrero y actitud enérgica, hoy Achille Polonara es uno de los emblemas del Carácter Baskonia. Un jugador que llegó y trabajó desde el segundo plano hasta convertirse en estrella del pasado título liguero regalándonos un instante para la posteridad.
  

Y correr. En la inmensidad de un pabellón vacío, su instinto le llevó a correr dando zancadas que lo llevaron a lo más alto del lugar. Lejos, todo lo lejos que las paredes del recinto le podían huir porque solo lo físico podía contener el aluvión de sensaciones que sentía en su interior. Quería correr, quería gritar, llorar… deseaba encontrar la reacción que hiciera escapar la eufórica ebullición que palpitaba en su cuerpo.

Ahí, en lo más alto de Valencia, en la cima de la Liga Endesa, se sentó posó su cabeza sobre sus manos y cerró los ojos. Sólo él es dueño y confesor de las imágenes que pasaron por su mente, los recuerdos de un ayer no tan dulce, la cara de las personas que le cuidaron y le llevaron hasta la gloria… Fechas, nombres y lugares ajenos al momento pero que dieron sentido a un momento que lo acompañará siempre.

acb Photo / A. Bouzo
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En la hemeroteca de los grandes campeones de la acb, la imagen de Achille Polonara subiendo por la grada del Pabellón Fuente de San Luis tras ganar la Liga Endesa ocupará un lugar precedente. Una celebración tan atípica solo podía responder a la acumulación de emociones vividas durante meses y concentradas en el par de semanas que acogió un torneo extraordinario… y que tuvo a un campeón extraordinario.

La temporada 2019/2020 del pívot italiano y del equipo vitoriano fueron unidas de la mano. Comenzaron por la puerta de atrás, con dudas y demasiadas irregulares para imaginar el idílico final que sellaron. Solo el trabajo silencioso, confiar en uno mismo y la fe por revertir el estatus asumido dieron a jugador y equipo el coraje necesario para construir el relato ganador. Individuo y colectivo, colectivo e individuo… ambos se retroalimentaron hasta alcanzar ese cielo que Polonara quiso tocar en su febril escalada.

La excepcionalidad de lo conseguido fue producto de la simbiosis de un jugador mimetizado con el Carácter Baskonia. Hoy él recoge y enarbola la bandera de un sentimiento que antes lucieron los Pablo Laso, Ramón Rivas, Luis Scola, Txapu Nocioni, Sergi Vidal o, más recientemente, Tornike Shengelia.

Ellos definieron el Carácter Baskonia como algo más que saber competir. Le dieron voz y cuerpo a una actitud que une club, equipo y afición. Como fiel reflejo de él, Polonara es todo corazón sobre el parqué, y su energía y garra puede llegar a apabullar a los adversarios. Un ardor competitivo que también le lleva a hacer frente a la adversidad y rechazar la derrota.

Puede ser que a oídos de la gente este sea un lema grandilocuente, pero basta con ver jugar al pívot italiano y cómo su afición aplaude cada una de sus acciones para dotarle de contenido y peso.

“CONMIGO SIEMPRE JUEGA BIEN”

De la imagen a la palabra, de la foto al titular. Dusko Ivanovic verbalizó lo que muchos ya veían en Achille Polonara. El técnico montenegrino ensalzó la calidad numérica de su pívot y con pocas palabras vino a definir a la perfección la estrecha relación que construyeron meses antes.

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Dusko Ivanovic le dio el necesario espacio sobre el parqué para que pudiera expresarse como jugador y Polonara entendió y atrapó la oportunidad para devolver con una brutal honestidad competitiva la confianza ofertada.

Un entrenador de raza como Dusko desea la excelencia ofensiva de sus jugadores, pero, sobre todo, exige la entrega física y mental de aquellos por los que él también se entrega. Quién predica con sudor el dogma del técnico tienen ganador el cielo competitivo y pocos jugadores como Polonara ejemplifican tan bien el prototipo de baloncestista que quiere Dusko en su equipo. Su baloncesto es unívoco.

El significado de su nombre, “aquel que lucha sin espada”, es la mejor carta de presentación de lo que Achille Polonara demuestra sobre la pista: sale a jugar con la convicción de no reservar nada, en cada lance del juego se entrega a pecho descubierto y así se ha labrado camino en Vitoria.

Es cierto que, al principio, con un rol de secundario, pero de confianza. Delante tenía a un mito baskonista como Shengelia, el capitán que alzó el trofeo más deseado era una puerta imposible de derribar, pero a Polonara no le incomodó. El pragmatismo es una virtud en desuso en tiempos de postureo, pero él entendió su rol y en el redil de sus minutos fue construyendo una fortaleza cada vez más grande, cada vez más inexpugnable. Y así se fue haciendo, primero relevante, luego importante y, finalmente, fundamental.

En los 14 partidos que disputó con Velimir Perasovic apenas sumó 10 minutos en pista promediando 3,8 puntos, 1,8 rebotes y 4 créditos de valoración. Su rol comenzó a cambiar con Ivanovic y con él terminó la temporada promediando 6,6 puntos, 3,7 rebotes y 8,9 créditos de valoración. Sin embargo, estos números deben ser matizados porque en la Fase Final, el jugador tuvo una notable participación y sus promedios crecieron (8,1 puntos, 4,6 rebotes y 11,4 créditos de valoración) así como sus minutos.

Gracias a la relevancia adquirida, Polonara arrancó la presente temporada totalmente asentado en el equipo (25:52 minutos por encuentro) y sus medias han crecido hasta los 11,2 puntos, 6 rebotes para una valoración media de 15,8 créditos.

MEDIA PUNTOS REBOTES VALORACIÓN
ANTES DE DUSKO 3,8 1,8 4
CON DUSKO 6,6 3,7 8,9
FASE FINAL 8,1 4,6 11,4
2020/2021 11,2 6 15,8

Achille Polonara es el hombre de confianza del técnico, la navaja suiza que puede frenar en defensa al cinco rival y jugar con un quinteto de pequeños o puede ser el alero alto que castigue ofensivamente con su exuberancia física. El mayor ejemplo se pudo ver durante el tercer cuarto del encuentro frente al Real Madrid la semana pasada; en cuestión de pocos minutos defendió como alero a Alberto Abalde, a Walter Tavares como cinco y, finalmente, a Gabriel Deck en la posición de ala pívot, quizá la que más se ajusta a sus condiciones.

Polonara tiene la virtud del que sabe acomodarse a las circunstancias del partido. Todos los jugadores presumen de hacer “lo tenga que hacer” para que sus equipos ganen, pero esta manida afirmación cobra todo el sentido en el italiano. Normalmente se entrega a tareas defensivas, pero no rehúye los destellos de protagonismo ofensivo y su polivalencia nos ha dejado más de una acción de las que tanto gustan aplaudir en el Buesa Arena. Ese Pabellón que ya le acogió como uno de sus favoritos cuando todavía se podía gritar con fervor dentro de un pabellón, cuando se podía abrazar…

Hoy Vitoria ansía recuperar la auténtica normalidad para redescubrir a su guerrero y rendirle la pleitesía que se merece. Mientras, él sigue capitalizando su esfuerzo y ganando adeptos a su baloncesto.