Lo más curioso es que cuando no era más que un muchacho en Rochester, Nueva York, le gustaban mucho más otros deportes antes que el baloncesto. "Yo diría que era el que menos me gustaba. Comencé a jugar a los 12-13 años". Sin embargo, la altura y los consejos de su padre "el mejor que me ha dado nunca, sin duda, es que fuera a la universidad" le encaminaron definitivamente hacia un destino del que haría su profesión.
Previo paso por Niagara University, donde culminó su carrera de Business en una trayectoria cambiante: "En la universidad tenía fama de marchoso, de salir todas las noches y eso. El primer año fue una locura. Posteriormente, en el segundo, cuando ganamos a St. Johns, que no había perdido un solo partido, me di cuenta de que me podía dedicar a esto de manera profesional, así que dejé de hacer el loco. Hasta entonces jugaba por jugar, por el hecho de divertirme, de las fiestas
Aquello me abrió los ojos y me lo empecé a tomar todo más en serio: mejores notas, no salir, cuidar el físico
"
Debió ser así, a tenor de la elección de los Sacramento Kings en el draft de la NBA (puesto 74, cuarta ronda), equipo que apenas confiaría en él posteriormente: "De mi breve etapa en la NBA tengo recuerdos buenos y malos. En Sacramento entendí por primera vez que esto es más un negocio que un deporte. Allí tú eres un trozo de carne y si no salías en primera ronda muy pocos se preocupaban por ti o intentaban ayudarte. Con todo, aprendí mucho de jugadores como Ed Pinckney, Reggie Theus, Harold Pressley, Otis Thorpe" (también coincidió en la franquicia con Kenny Smith, Joe Kleine o Conner Henry).
Ante la falta de oportunidades (cortado el 14 de diciembre de 1987), no dudó en activar su salto a Europa (concretamente, a Caserta, donde sustituía a Georgi Glouchkov), pese a lo mucho que se arrepintiera de ello al principio: "Estuve cuatro meses allí y los cuatro llorando. Era la primera vez que salía a vivir fuera y echaba de menos todo, a pesar de que mi novia vivía conmigo. Caserta es un sitio pequeño y mi mejor amigo allí era Enzo Esposito. Es curioso, él tenía 16 años y tal y como me cuidaba parecía que tenía 35. El veterano era él". Con todo, campeón de Copa.
Todo cambia en España
Primera estación, Málaga. "Mi primer recuerdo de allí es Manolo Rubia (todavía delegado del Unicaja y actualmente también de la selección española), uno de los grandes artífices de que mi carrera en España tuviese éxito, ya que los primeros meses con Pesquera también fueron duros y me costó lo suyo salir adelante. Mario y yo nos llevábamos bastante mal al principio. La principal razón era que todo aquello suponía un gran cambio para mí. No digo que fuera culpa suya; al revés, la mayor parte de la culpa la tenía yo. Mario lo controlaba absolutamente todo. Yo venía de llevar una vida libre y el hecho de que te quitara la sal en las comidas y cosas así te iba picando poco a poco, hasta que te das cuenta de que puedes cambiar y lo haces".
Segunda estación, Vitoria. "Una ciudad pequeña, familiar, bastante bonita. De allí tengo tres nombres: Laso, Rivas y Dicenta. Nunca en mi vida tuve tanta chemistry (química) con un jugador como con Pablo. Era alguien especial, en mi opinión el base ideal porque sabía en todo momento cómo estaba cada uno y tenía los huevos de decir lo que hiciera falta a quien fuese necesario; luego está Ramón, que cuando llegué me dijo: Mira, tú estás aquí para meter los puntos y así será porque yo lo que quiero es ganar. Hago lo que sea para ganar. No hay problema. El tío podía anotar, y mucho, pero se pasaba el tiempo poniendo bloqueos para mí; y de Carlos qué voy a decir. Era absolutamente fundamental en aquel equipo. Pasé tres años inolvidables".
Tercera estación, Madrid. El Real Madrid... ¡De p... madre! Para mí fue como jugar en la NBA. Durante mis primeros cinco años en España fui incubando cierto sentimiento de rivalidad hacia ese club, pero a la vez pensaba: ¡Cómo me gustaría jugar para ellos!. Le pasa a todo el mundo, aunque lo niegue. Así que cuando tuve la oportunidad, pese a tener al mismo tiempo ofertas de la NBA, del Barça, de Bolonia, Milán, Roma ... Pasé de todas. Quería jugar para ellos".
Una etapa fructífera
Tres títulos en cinco años, destacando por encima de todos ellos la Liga Europea de 1995, bajo el mando de Obradovic ("el número uno de los que me han entrenado. Sabía cómo echar broncas, cómo ir al límite cuando estabas trabajando, pero luego fuera de la pista todo quedaba olvidado y podías hablar de cualquier cosa con él. Lo que no me gustaba era que siempre la tomaba con algún jugador joven y, claro, yo tenía que salir en su defensa. El primer año fue con Cargol"), que ponía fin a una sequía de quince años en una entidad acostumbrada antaño a levantar con relativa frecuencia el máximo trofeo continental.
Lo logró formando una de las mejores parejas interiores que se recuerdan y no sólo en España con el aún en activo Arvydas Sabonis: "Qué puedo decir de él, salvo que es un buen tío, que nos lo pasamos increíblemente bien juntos. Ah, bueno, esto lo sabe muy poca gente en España: los primeros meses fueron asquerosos. No nos entendíamos de ninguna manera. Él se ponía en el poste bajo y ocupaba todo el espacio. No había sitio para mí. Por eso nos costó tanto adaptarnos. Luego, saliendo fuera y ganando en movilidad, formamos la mejor pareja de pivots de Europa".
Evidentemente, cuando le pedimos que escoja a los mejores con los que ha compartido cancha, pronuncia sin pausa alguna el nombre del lituano. Aunque también otros más: "Ismael Santos. No porque fuera mi compañero de habitación durante cuatro años, no. Si tú sacas las cintas de la Final Four de Zaragoza y buscas por encima de todo a un tío que quiera ganar, ése es Isma. Estamos hablando de alguien que de joven hacía 25 ó 40 puntos sin problemas y que cuando llega al máximo nivel y el entrenador le dice eh, tú puedes defender muy bien, él cumple por eso, porque quiere ganar. Eso es ser alguien especial. También están Ramón Rivas o Pablo Laso por lo que he dicho antes y porque para mí los grandes jugadores tienen dos cualidades por encima de cualquier otras: personalidad y talento".
Todo aquel que viera cierto partido de Liga Europea ante el Buckler Bolonia seguro que incluiría al pelícano (así era como le apodaban cariñosamente) entre ellos. ¡63 puntos! 24 de 28 en tiros de dos y 15 de 18 en libres (el récord de anotación en la competición databa de los 47 de Michael Young). Más 11 rebotes. "Me acuerdo bastante bien. Fue uno de los mejores días de mi vida. Hace ahora unos dos meses fui a dar las buenas noches a mi hija y ella estaba viendo aquella cinta, que ya anda un poco borrosa, y terminamos de verla juntos. Lo que no sabía es que en los primeros cinco minutos no anoté una sola canasta. Jamás pensé que podía llegar a estar a ese nivel, de verdad".
Tras su salida del Real Madrid, aún prolongaría su carrera en la liga griega, donde no alcanzaría el mismo éxito que entre nosotros: "Mi etapa en Grecia fue mala, pero no porque el baloncesto griego tuviera la culpa o fuese un mal baloncesto. Simplemente, era distinto. Si me hubiese pasado diez años en Grecia y luego hubiese venido a España, seguro que aquí también lo habría pasado fatal. Allí estuvimos mi mujer y yo solos y aquello hizo más sólida nuestra relación. Además, adoptamos a Joseph, un niño de Etiopía del que estoy orgulloso. Sin duda, ésta es una de las mejores cosas que he hecho en mi vida".
Presente y futuro
Pese a su polémica salida, Arlauckas guarda un recuerdo muy especial de su etapa madridista: "llevo seis años fuera. Sé que no ganan títulos desde hace tiempo, me comentan cosas por e-mail y leo algo por Internet. Yo sólo puedo decir que echo de menos España, que llevo al Real Madrid en el corazón y que siento orgullo de haber jugado allí. Nunca imagine que saldría, ni siquiera cuando dejara de jugar. Mi sueño era seguir siendo parte de aquello".
¿Cómo entrenador? De momento hace sus pinitos dirigiendo hasta cinco equipos. "Creo que podría aportar muchas cosas: experiencia, inteligencia
En Grecia coincidí con un joven jugador, muy bueno y de mi misma posición, cuando yo ya estaba en el final de mi carrera, y le dije: Mira, tío, quiero que entrenes conmigo siempre, en los uno contra uno y demás. Te voy a enseñar todo lo que pueda. Luego él ha reconocido varias veces en la prensa que aprendió mucho de mí". Se refiere a Dimos Dikoudis. "Como decía Obradovic, los que hemos sido jugadores sabemos lo más importante: los detalles".
Ahora, como veterano, todavía sigue jugando en una competición local de South Carolina: "Bueno, la mayoría son más jóvenes que yo y les aguanto en el cuerpo a cuerpo. Hace dos o tres años pensaba que podía seguir jugando. Y yo creo que incluso ahora físicamente me podría poner las pilas, pero es mentalmente donde no aguantaría: entrenar, los coñazos (se refiere a las charlas técnicas)..."
Pero es en su nueva faceta de comentarista de radio (trabaja en el departamento de deportes de la CBS) donde vuelca sus mayores ilusiones: "Me gusta mucho. Es bastante trabajo, pero me divierto. Hago partidos de baloncesto y de béisbol". Indudablemente, está en condiciones de ofrecernos un juicio de valor sobre la actual NBA: "No me gusta nada. Es todo 2x2 y cada jugador va a su rollo. Por eso me alegré con lo que ha pasado este año. Yo a los Pistons les odiaba, pero me ha encantado que se proclamaran campeones porque han jugado como debe hacerse en baloncesto: en equipo. Sí, el banquillo aportando siempre, codazos en defensa
Esto es el baloncesto". Palabra de Joe Arlauckas.
Artículo
Joe Arlauckas, los recuerdos del pelícano
No existen muchos jugadores extranjeros que hayan completado una década en la Liga ACB. Calidad, carisma, adaptación, físico, personalidad, más calidad Los requisitos para poder conseguir algo así se antojan múltiples y variados. Málaga, Vitoria y Madrid fueron las tres ciudades donde Joseph Joe Arlauckas, ahora comentarista de radio en la CBS, completó una interesante trayectoria que recordamos en este artículo de la mano del propio protagonista
