New York, 5 Ene. 2002.- Con las fuerzas un poco justitas hemos visitado esta mañana la estatua de la libertad (qué pequeña es en realidad...) en un bonito ferry. Tras pelearnos con el metro neoyorquino hemos llegado, al fin, al hotelucho. Hoy tocaba doble menú vespertino, con un partido universitario y los Knicks por la noche, ambos en el Madison Square Garden. Para nosotros ha sido una experiencia nueva presenciar el encuentro entre estas universidades. Nada más llegar, novedades en la sala de control. Como si se tratara de la Jefatura de Tráfico, nos han elaborado unas acreditaciones en unos minutos, con una tarjeta plastificada y foto digital incluída. Ya dentro, el pabellón estaba bastante lleno, unas 12.000 personas. A diferencia de lo que se ve normalmente en un partido de la NBA, aquí el público es más heterogéneo, seguramente por la diferencia de precios.
El partido, desde luego, no es nada del otro mundo. Muchas imprecisiones, tiros fallados, faltas personales y juego trabado. Esto es consecuencia de las terribles defensas de estos jóvenes y atléticos jugadores, que ahogan al ataque contrario. Imaginaros si era malo el partido que dos minutos antes del final nos hemos marchado a pasar la tarde y escribir estas lineas. El único virtuoso entre tanto desastre ha sido Marcus Hatten, del equipo local, que, salvando las diferencias, recuerda a Jason Williams.
Por contra, todo lo que rodea al partido universitario sí nos ha gustado especialmente. Podéis imaginaros qué ha sido lo mejor: pues sí, las cheerleaders. Y más que por su belleza (aunque había algunas muy guapas), por su agilidad, capacidad atlética y dedicación en todo momento. Han protagonizado sobre todo números circenses, algunos de ellos muy espectaculares. La orquesta, formada por unos veinte miembros uniformados, marcaba el ritmo de las actuaciones de las chicas, bien secundadas por unos fornidos muchachotes zampabollos.
Durante un tiempo muerto, en el que casi echábamos la siesta, el público ha rugido inesperadamente. Tras despertarnos, hemos comprobado que la pantalla gigante mostraba el rostro de un espectador ilustre: Lou Carnesca, auténtica leyenda de la NCAA. Según el acomodador de la tribuna de prensa, este entrenador retirado ejerce como consejero de Saint John´s. Una vez terminado el partido teníamos hambre, pero hemos pagado la novatada. En los partidos universitarios retiran el cátering en el descanso, por lo que hemos tenido que recurrir al Burguer King (que oferta algunas hamburguesas por un dólar) que está a dos calles. Ahora aguardamos al partido de los Knicks. Desgraciadamente, será la última estación de este maravilloso viaje. Luego os lo contamos desde allí.
Marcus Ramón & Dani Forns
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